12
Ji Min había amanecido con las peores ojeras que nunca tuvo en su vida. Se veía realmente mal, como si no hubiese comido en días o lo que era peor, como si hubiese tomado miles de medicamentos.
Esta vez, no sabía lo que pasaría con él. Yoon Gi hasta el momento no se le apareció, así que estaba tranquilo. Pero por otro lado, no tenía idea de cuál sería su reacción al verlo. Lo que pasó en la noche fue vergonzoso. Después de haber sido tocado de esa manera tan ruda, se sintió muy sucio.
Se despidió de sus padres antes de salir de casa, pero éstos parecían no escucharlo. En el desayuno su padre se quedó mirando su café al menos por unos diez minutos, sin hacer nada. Y su madre estuvo más o menos igual, removiendo su té con azúcar hasta que se le enfrió.
Las cosas no estaban bien y dudaba que fuera a cambiar, porque cada día era peor.
Al llegar a la escuela, Ji Min se encontró con las miradas juzgadoras de sus compañeros, las cuales ignoró. A lo lejos había visto a Jung Kook y tenía ganas de acercarse para aclararle lo que pasó el día anterior con Yoon Gi, pero no tenía una buena excusa, así que lo dejó pasar por alto.
Estando a punto de entrar a su aula, alguien le tocó el hombro. No quiso girarse a ver quién era, porque lo suponía. Pero para su sorpresa aquella voz lo hizo estar equivocado.
—Hola, Park...
—Se Hun—Ji Min giró sobre sus talones para ver a su tan odiado agresor, el cual sentía que hacía mucho tiempo no veía.
—Me habrás echado de menos, supongo—rio de lado con soberbia, apretando la mano sobre el hombro de Ji Min, justamente en el que Yoon Gi lo había mordido tan fuerte.
—Y yo supongo que tu padre puso varios billetes sobre la mesa del director—apartó la mano de su hombro, porque la verdad es que le seguía doliendo y sintiendo los dientes del peligris sobre su piel.
—El dinero lo puede todo, Park. Cosas que los pobretones como tú no entienden...Por cierto, escuché que no te expulsaron porque ahora eres el guía turístico de un extranjero. Espero que me lo presentes, o mejor, ya me presentaré yo en algún momento.
Se Hun le dio una última mirada de desprecio y se alejó del pelinegro en dirección a su aula.
Ji Min deseaba pegarle una buena patada en el trasero y hacerlo sangrar al igual que lo hizo con su cara. Estaba pensando que no sería tan mala idea presentarle a Yoon Gi (si es que acaso volvía a aparecer) Quería ver sufrir a Se Hun, que sintiera lo que él sintió tantos años y suponiendo que había pedido un deseo de que dejara de torturarlo, podía aprovecharlo para devolvérsela.
—Park Ji Min—lo llamó su profesora de idiomas—¿ Dónde está Min?
—Yo...
No sabía qué decirle. Se había esfumado después de haberlo manoseado y hasta ahora no lo había vuelto a ver o sentir su presencia.
—Aquí estoy, buenos días profesora—Yoon Gi salió de la nada, tras la espalda de Ji Min, posando ambas manos sobre sus hombros y sonriendo.
—Oh, bueno días. Estaba buscándote, necesito hablar con ustedes dos más tarde, los esperaré en la sala de profesores, ¿sí?
—Claro, allí estaremos—contestó Yoon Gi antes de que Ji Min pudiera decir algo.
La profesora se alejó, con su particular caminar, siendo ojeada por algunos alumnos. Ji Min observó de reojo a quien tenía a su lado, asomando su rostro, sonriendo inocentemente como si todo fuera normal.
—Hola, Ji Min, ¿amaneciste bien? —le susurró sobre su oído descaradamente en frente de todos.
—No hagas eso—lo empujó y entró rápidamente al aula hasta sentarse en su pupitre. Pero Yoon Gi fue también ágil con sus pasos y se quedó de pie frente a su mesa, apoyando ambas manos en ésta.
—¿Te gustó lo de anoche? —Su blanquecino dedo pasó sobre el puente de su nariz bajando hasta llegar a sus labios, donde se detuvo e hizo un recorrido de punta a punta— Me gustaría poder hacer más cosas contigo—y metió su dedo entre sus labios mientras que sonreía cínicamente.
—¡Basta! —Ji Min apartó aquel sucio dedo de entre sus labios, sonrojándose por completo—Eres un sádico, asqueroso y pervertido...
—¿No te gusta lo rudo? —sonrió de lado, relamiendo sus labios provocadoramente hasta sentarse en el pupitre de al lado— No importa, haré que cambies de idea.
Sonó repentinamente la campana, indicando que empezaban las clases. Ji Min se sobresaltó y suspiró un poco nervioso por saber qué sería de ese día. Yoon Gi parecía divertirse con todo lo que lo rodeaba. Era un grandísimo cabrón.
A los pocos segundos llegaron los demás alumnos, junto al profesor y así empezaron las cátedras.
Como había ocurrido el día anterior, Yoon Gi respondía todo, sabía las respuestas a cualquier cosa que los profesores preguntaran. Estaban todos tan sorprendidos que le preguntaron en alguna ocasión si era superdotado.
Al llegar el descanso, ambos debían ir a hablar con la profesora de idiomas, de la cual no tenían idea qué era lo que quería.
Caminaron en silencio por los pasillos hasta llegar a la sala de profesores. Ji Min tocó la puerta unas cuantas veces hasta que abrieron.
—Chicos, pasen—dijo la mujer dándoles espacio para que entraran.
—¿Qué es lo que ocurre profesora? —preguntó Ji Min tomando asiento.
—Tengo una buena noticia que contarles.
Yoon Gi, quien estaba parado observando a los demás profesores al fondo del lugar sentados en sus mesas y escribiendo, se sentó al lado de Ji Min, muy cerca quizás y le puso su mejor sonrisa a aquella mujer.
—Me encantan las buenas noticias—dijo el peli grisáceo mirando a Ji Min de reojo.
—Me alegra saber eso, Min. Ahora, como saben la primavera comienza la próxima semana y queremos hacer una celebración ya que la escuela cumple treinta años desde que se construyó.
Ji Min escuchaba atento la propuesta de la profesora, aunque le importase muy poco que la escuela cumpliese años, pero gracias a ello menos clases tenía que soportar y eso era genial. Pero por otro lado, no era una muy buena idea porque sabía que Yoon Gi en esa instancia tendría mucho terreno libre para hacer de las suyas.
—Me parece una idea brillante, me encantan las fiestas—dijo Yoon Gi sonriendo de una manera un tanto provocadora—¿Qué te parece, Ji Min? —apretó su muslo por debajo de la mesa.
—Pues...—le apartó la mano de su pierna y carraspeó—No entiendo qué tenemos que ver nosotros en esto, profesora.
—Bueno, es sencillo. Desde el Consejo de Estudiante pregunté quién podría ser un buen organizador y me dijeron tu nombre. Pensé que sería una linda experiencia que compartieras esto con nuestro alumno nuevo.
Sus manos estaban a punto de golpear la mesa bruscamente. Los del Consejo de Estudiantes claramente le estaban jugando una broma. Era imposible que alguien lo recomendara para ese tipo de cosas. La verdad es que no tenía gracia y menos porque tenía que encargarse de una fiesta.
Yoon Gi tenía una estúpida sonrisa en su cara, divirtiéndose con todo aquello. Tenía planeado ayudar a Ji Min a crear un ambiente estupendo. Diversión, eso era lo que le estaba faltando y ahora con esa fiesta podría jugársela, entretenerse, hacer muchas cosas.
—¿Puedo oponerme? —preguntó Ji Min con el ceño fruncido.
—¿Cómo dices? —su profesora parpadeó indignada porque estuviese rechazando la propuesta—No tenemos a nadie más, Ji Min. No nos hagas esto.
—Exacto Ji Min, no hagas esto—repitió Yoon Gi fingiendo decepción—Yo te ayudaré a organizar todo, seamos un equipo—y le acercó la palma de su mano para que la chocara, pero el pelinegro lo ignoró por completo.
—Si debo encargarme de esto, no le aseguro ningún éxito, profesora—concluyó.
—Ji Min...confío en ti—le agarró la mano con fuerza y la apretó entre la suya, dándole a entender que era cierto.
Después de su charla para concretar más detalles sobre la celebración, Ji Min estaba totalmente molesto con todo. Caminó hacia la salida del colegio y se detuvo para mirar a Yoon Gi y maldecirlo por haber mantenido una sonrisa de burla durante todo momento. Odiaba que se burlara y riera de él.
—¿Qué es lo que te hace tanta gracia? —le alzó la voz de mala manera.
—Sabes la respuesta, Ji Min—volvió a reír, esta vez más fuerte— Tus compañeros te adoran, te alagan. Te recomendaron como un buen organizador...¿Qué está mal contigo?¿no querías su aprobación?
—¡Lo hacen a propósito, para joderme! —chilló frustrado—Eso no es alagarme, es...
—Vaya, vaya...
Ambos voltearon su vista hacia un costado, encontrándose con una mirada amenazante e insinuante.
—Se Hun...
El chico acomodó su cabello hacia atrás con una mano, mientras miraba de arriba abajo al peli grisáceo. Le dedicó una leve sonrisa de lado y relamió su labio sin apenas hacerse notar.
—¿No me presentas al extranjero? Que maleducado, Ji Min...
Yoon Gi y Se Hun cruzaron miradas. Había una extraña tensión que sólo Ji Min parecía percibir. Estaba empezando a preocuparse por tanto silencio y esas miradas de asesinos que se echaban. No era hora de que se pusieran a pelear, sobre todo por parte de Se Hun que seguramente había ido para eso.
—Hola, soy Oh Se Hun, hijo del empresario Oh...—comenzó a hablar para adularse a sí mismo, a la vez que extendía su mano para estrecharla.
—No me interesa—dijo Yoon Gi sonriendo con soberbia.
Se Hun apartó su mano y su rostro se fue poniendo serio. Tensó su mandíbula y apretó los dientes con fuerza. Yoon Gi lo había hecho enojar con esa actitud; nadie se atrevía a hablarle así y claramente lo estaba desafiando.
—¿Estás bromeando, extranjero? —alzó su mentón amenazante—No tienes idea con quién est...
—Sí, hablo con un idiota—se encogió de hombros y soltó otra risa.
—¿Qué dijiste...?
Las pupilas de Ji Min viajaban de derecha a izquierda pausadamente, observando los gestos de cada uno. Yoon Gi se veía calmado, con su típica actitud de egocéntrico. Se Hun estaba tenso, con los puños cerrados y el ceño fruncido.
—¿Me vas a golpear, mmm...?
El peli grisáceo lo desafió con la mirada, provocándole más enojo aún. Sus labios se curvaban hacia arriba, dándole una bella vista de su rostro de burla y altanería. Se Hun era otro punto importante con el cual podía divertirse y hora que lo tenía ahí en frente, ¿por qué desaprovechar la oportunidad de armar un jaleo?
—¿Quién te crees que eres grandísimo hijo de perra? —Se Hun dio unos pasos acelerados y quedó prácticamente con el rostro casi pegado al otro. Se acercó hasta su oído y le susurró— Te romperé la cara aquí mismo, tanto que nadie te reconocerá cuando vuelvas a tu puto país.
Yoon Gi soltó una fuerte carcajada y después de eso, agarró el cuello de la camisa de Se Hun, atrayéndolo ahora hacia él. Pegó sus labios al oído del chico y casi en un gruñido lo incitó a hacerlo.
—Adelante, hazlo.
Y así, colmó su paciencia y el puño derecho comenzó un viaje hacia la mejilla de Yoon Gi. Pero su trayectoria fue detenida por Ji Min, que había corrido a detenerlo al darse cuenta del movimiento.
—¡Basta! —gritó Ji Min, mirando a Yoon Gi.
La verdad es que Ji Min no quería tener más problemas. Si Yoon Gi y Se Hun se agarraban a los puñetazos, el que tendría que pagar seguramente sería él, porque sabía perfectamente que al acomodado de Se Hun no le importaba nada y que podía salir de cualquier aprieto gracias al desgraciado y corrupto de su padre. Pero en cambio Yoon Gi no tenía nada, Ji Min debía cuidarlo y era su responsabilidad.
Siempre salía perdiendo, en todo.
—¡Tú no te metas Park, maldito inútil! —le gritó Se Hun zafándose del agarre—Te golpearé por entrometido.
Se Hun llevó ahora su puño hacia Ji Min, quien se quedó paralizado. Cerró los ojos para recibir el golpe, pero éste nunca llegó.
—No lo toques—Yoon Gi le agarró la mano a Se Hun y la apretó haciendo sonar sus nudillos.
—¡Ahhhh, suéltame hijo de puta!
Un crujido sonó y el dolor viajó por el cuerpo de Se Hun. Sintió como una descarga eléctrica en su mano, no sabía explicarlo, pero si algo estaba claro es que el peli grisáceo lo había apretado tan fuerte que logró fracturarle unos de los dedos.
Lo soltó de inmediato y lo observó sin ningún tipo de expresión. Se Hun se miró la mano y su dedo anular estaba torcido. Chilló de dolor y echó un vistazo rápido a Yoon Gi. Su mirada fue de puro terror, era como un monstruo, algo sobrehumano.
Salió inmediatamente corriendo fuera de la institución como un perro asustado.
Ji Min abrió su boca y observó a Yoon Gi de reojo. Estaba totalmente loco, pero no iba a negar que le pareció de los más justo que hubiese hecho eso. Él había sufrido varias cosas, peores incluso. Era como si Yoon Gi fuera el karma.
—Le rompiste el dedo—le dijo impactado.
—Y puedo romperle más cosas—se volteó y le sonrió—¿Verdad que fue divertido? Se lo tiene merecido.
—Sí...
Era imposible para Ji Min no alegrarse de verlo sufrir de ese modo, aunque pareciera cruel, pero Se Hun era la única persona con la que nunca en su vida tendría compasión alguna.
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