04
Otro día más en la escuela atormentaba a Ji Min. Después de lo que había pasado el día anterior en el gimnasio, cuando llegó a su casa, sus padres le preguntaron qué le había pasado en la nariz. Él sólo les dijo que tuvo un accidente jugando fútbol, lo cual sonaba bastante irónico.
Se había puesto una tirita sobre el puente de su nariz. Tuvo suerte de que no acabó siendo nada tan grave, sólo se había hecho una herida en la piel debido al agresivo roce de la pelota, pero no se rompió nada.
Cuando tuvo la oportunidad de salir de su aula, se dirigió a buscar al menor. Salió al patio y lo buscó desesperadamente con la mirada. Pudo verlo a lo lejos, sentado junto a Ho Seok. No le importó mucho saber que estaba con el otro chico porque corrió hasta él y lo tomó del brazo apartándolo del pelinegro para así poder hablarle.
—Ji Min...¿Qué le pasó a tu nariz? —preguntó preocupado.
—Me dieron un pelotazo en la cara...—dijo con sequedad— Escucha, debo preguntarte algo.
Jung Kook asintió con movimientos rápidos de cabeza para que le hablara. Ho Seok mientras tanto, los observaba estando sentado sobre el pasto, leyendo un libro.
—¿Sabes si ingresó un nuevo alumno recientemente?
—¿Un nuevo alumno? —el menor se quedó pensando durante un buen rato y luego negó con su cabeza—No que yo sepa, ¿por qué me preguntas eso?
—¿Estás seguro? —volvió a preguntar, esperando una respuesta de inmediato.
—N-no estoy seguro, pero no recuerdo haber visto a nadie nuevo ¿Quieres que le pregunte a Ho Seok?
Ji Min ladeó su cabeza dubitativo y miró de reojo al pelinegro. Se sentía la incomodidad entre ambos. Había una especie de tensión en el aire, Ho Seok parecía no haberle pedido disculpas después de ese día que se negó a que Ji Min fuera con ellos. A éste ya le daba lo mismo, pero se sentía apenado por Jung Kook, no quería que se sintiera culpable por lo que pasó.
—No importa, olvídalo—le dijo finalmente.
Los dejó a ambos solos sin decir nada más e ingresó nuevamente al edificio. Estaba empezando a sospechar que esa persona que había visto quizás eran sólo ilusiones suyas. Pero aunque así fuera, le pareció bastante real.
Preguntó en la Rectoría y en el Consejo de Estudiantes sobre el tema, pero todos le habían negado que alguien nuevo hubiera entrado a la escuela.
Con esa información pasó el resto del día pensando en que a lo mejor estaba enloqueciendo o que quizás se había traumado con la pesadilla. Y si acaso estaba traumado, eso iba a ser un gran problema, sobre todo por sus padres. Querrían mandarlo al psicólogo y no estaba precisamente para soportar más sesiones de puro aburrimiento, sentado en un sillón en frente de una mujer que le hacía una y otra vez las mismas preguntas.
En las clases estuvo distraído, tuvo fuertes dolores de cabeza que supo disimular perfectamente. Sus profesores le habían preguntado por su herida en la nariz y, como hizo con sus padres, dijo lo mismo.
Sus compañeros ni siquiera le preguntaron qué le había pasado, a nadie le importaba realmente.
A la hora de salir, se tomó su tiempo en guardar sus cosas. Estando a punto de marcharse del aula, Se Hun había entrado y luego cerrado la puerta tras de sí. Estaba solo, así que Ji Min sentía algo de alivio por eso, pero al ver la cara que tenía y la forma en la que lo miraba, le dio una mala sensación.
—¡Park! —Se Hun se acercó hasta el otro, lo tomó con el puño del cuello de su camisa y lo estampó contra la pared—¡¿Le dijiste a alguien lo que hicimos contigo ayer?!
—¿De qué hablas...? Yo no dije nada.
—¡No mientas, joder! —le gritó y lo aprisionó contra la pared con más fuerza—¡Expulsaron a Kris!
Ji Min abrió los ojos sorprendido, a pesar de que el dolor que sentía al tener tanta presión sobre su cuello lo mareara. No entendía lo que pasaba. Él no había dicho nada a nadie, porque siempre era igual, nadie le daba importancia, creían que era un exagerado y un mentiroso. Todo porque Oh Se Hun era el niño acomodado de la escuela.
—¡Yo no tuve nada que ver, te lo juro! —trató de quitarse las manos de Se Hun de encima porque empezaba a asfixiarse.
—¡No te hagas el inocente conmigo! —lo soltó, después de empujarlo haciendo que la espalda de Ji Min chocara fuertemente contra la pared— Además de que expulsaron a Kris, ahora están a punto de expulsar a Lu Han.
Ji Min se sobó la espalda por el golpe y después, sin temor alguno miró fijamente a Se Hun. Estaba tan harto de que lo tratara con tanta violencia, de que no intentara siquiera escucharlo. Estaba empeñado en que todo era culpa suya.
—Si expulsaron a Kris no es porque yo haya dicho algo. A saber en qué anda metido tu guardaespaldas lameculos, igual que el idiota de Lu...
Antes de que pudiera terminar de hablar, un puñetazo fue directo a su mejilla. Le ardió y dolió como la mierda, pero a pesar de eso, su cuerpo se había acostumbrado tanto que no fue el peor golpe que recibió. Aunque sí dolía no era algo para llorar. Se tomó la mejilla con su mano y sin pensárselo dos veces, gracias a que su paciencia se había acabado, su puño fue a parar a la cara de su agresor.
Lo golpeó con tanta rabia contenida que hizo a Se Hun tambalearse de un lado a otro.
Un hilo de sangre salió por el labio de Oh y al verse su impecable rostro con ahora una pequeña herida, se lanzó de inmediato sobre el cuerpo de Ji Min para darle la paliza de su vida.
—¡No te atrevas a tocarme pedazo de mierda! —le gritó mientras se posicionaba sobre él y le daba puñetazos en la cara.
Ji Min se cubrió con los brazos como pudo ante la violencia del otro y en cuanto sintió que se había cansado de golpearlo, volvió a darle otro puñetazo limpio, esta vez en la nariz. Le devolvió de alguna manera el golpe que había recibido por culpa del pelotazo en el gimnasio.
—¡Mi nariz! —se agarró con ambas manos y se alejó de Ji Min, espantado porque su perfecta nariz hubiera sido golpeada—¡Te voy a asesinar!
Enseguida, Ji Min se levantó como pudo, dejando sus cosas atrás e intentó salir corriendo por la puerta. Le importaba una mierda dejar sus pertenencias ahí, sólo quería escapar del loco de Se Hun, estaba ido de sí y no quería tener que aguantarlo y que llegara al extremo.
Abrió la puerta y salió corriendo por los pasillos como loco. Se Hun no iba a dejarlo irse tan fácil, así que lo siguió por detrás. El chico tenía las piernas más largas por lo que pudo correr mucho más rápido que Ji Min. Cuando logró alcanzarlo lo agarró de la chaqueta, tirándolo al suelo para poder patearlo, pero Ji Min tomó su pierna, tirándolo a su lado. Aprovechó y se subió encima de éste para propinarle varios puñetazos. Estaba tan cansado de todo que no pudo contenerse y cada golpe empezó a ser mucho más agresivo que el anterior.
—¡Hijo de puta! —Se Hun se cubría su rostro y pataleaba para sacárselo de encima.
Todo esto duró al menos dos minutos, cuando Se Hun pudo notar a lo lejos que alguien los estaba observando. Era un profesor. Tomó la ventaja de que estaba en una posición de víctima y empezó a gritar por ayuda.
—¡Ayúdenme, sáquenme a este loco de encima!
—¡¿Quién es el marica ahora, eh?! —le escupió Ji Min con ira.
El profesor, que había oído los gritos de socorro de Se Hun, salió corriendo en esa dirección para separarlos. Agarró a Ji Min de los brazos y lo apartó del otro; lo agarró con bastante fuerza porque Ji Min parecía querer seguir pegándole.
—¡¿Qué creen que están haciendo?! —gritó el hombre, enojado—¡Park, cálmese!
Ji Min según pasaron los segundos comenzó a calmarse, la ira se había apoderado de él y no sabía que tan violento se había puesto hasta que vio toda la cara de Se Hun llena de sangre.
El profesor que lo seguía sosteniendo había puesto una cara de horror al ver al otro chico en aquel estado.
—¡Mira lo que me hiciste! —dijo Se Hun, viendo sus manos llenas de sangre.
—¡Basta! —el hombre agarró con su otra mano a Se Hun—Ahora vienen los dos conmigo a dirección.
Ambos chicos fueron arrastrados hasta la sala del director. Ji Min sentía que esa iba a ser su perdición. Llamarían a sus padres y éstos seguramente enloquecerían.
Estaba más que jodido y todo, como siempre por culpa de Se Hun.
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