CAPÍTULO 11
Sumiko abrió los ojos al no sentir dolor alguno en su cuerpo, en cuanto lo hizo noto que se encontraba en brazos de una mujer de cabellera plateada, la cual la había salvado en el último segundo, aunque de cierta forma al mirarla bien se le hacía algo familiar.
- ¿Te encuentras bien Sumiko? -
- ¿Cómo es que usted sabe mi nombre? - Pregunto con desconfianza la menor sin dejar de mirar fijamente a la mayor.
- Una madre no debe de olvidar el nombre de sus queridos hijos - La Pilar sonrió de lado al ver como su hija al fin la reconocía, la vio con claras intenciones de realizar un interrogatorio por lo que coloco un dedo en sus labios - Después te explico por qué luzco así, dime ¿Cómo se encuentra tu herida? -
- Está por finalizar el proceso de regeneración Okaa-san - Respondió la peliburdea, extrañada recibió un pedazo de papel que le otorgaba su madre - ¿Y esto? -
- Es uno de los talismanes de ocultación que me dio Yushiro aquella vez cariño, esto te volverá invisible ante cualquier ser vivo, los cazadores de antes te estarán buscando por lo que necesito que la actives y vallas al templo -
- ¿Y tú que harás Okaa-san? -
- Me encargare de brindarte tiempo para que puedas irte cariño -
Sumiko abrió los ojos por la sorpresa, serian dos contra uno, en lo que respecta a eso su madre se encontraría en desventaja; no dudaba de la fuerza y destreza que ella poseía, pero eso no evita que la preocupación se hiciera presente.
- Bien es hora de hacerlo cielo - Con delicadeza puso a la menor en el suelo - Si llegas antes que yo al templo por favor prepara la infusión y dásela a Nezuko para que se le baje la fiebre, recuerdas como elaborarlo ¿Verdad? - Satisfecha la vio asentir - Perfecto, ve con mucho cuidado - Le dio un suave beso en la frente antes de partir hacia el lugar en el que se encontraban los cazadores.
- Tu también cuídate mucho Okaa-san - Susurro mientras veía a su madre perderse entre la espesura del bosque.
Sin más, conjuro el encantamiento para también marcharse de ese lugar.
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Giyuu y Sabito no daban crédito con lo que ocurría, el lugar en el que debería encontrarse el demonio ahora estaba ocupado por un gran tronco, el cual el ojilavanda cortó en lugar de la fémina.
- ¿Qué carajos acaba de pasar? ¿En qué momento apareció esa cosa? - Expreso el pelidurazno con la incredulidad en su voz.
- Eso es lo de menos Sabito, lo que aquí realmente importa es saber dónde está ese demonio -
- Eso no será difícil de averiguar amigo - El pelinegro extrañado miro en la dirección hacia donde apuntaba el pelidurazno - Olvido que aún estaba herida - Y tal cual lo había dicho, un pequeño rastro de sangre los dirigía hacia su objetivo - No debe de estar muy lejos, vayamos por ella - Este ni siquiera pudo avanzar ni un metro cuando fue lanzado contra un árbol.
- ¡Sabito! - Inmediatamente el ojiazul fue hacia su amigo - ¿Estas bien? - Al ver que este asentia dirigió su atención al responsable de ello, pero se llevó una gran sorpresa - Esto debe de ser una maldita broma, tú eres...-
- La chica de la Selección Final - Completo Sabito sorprendido al ver a la misma persona que veía su compañero y amigo.
- Lo siento mucho caballeros, pero no puedo dejarlos pasar - Hablo la peliplateada a los atónitos cazadores, quienes salieron de su estupor al escuchar aquellas palabras.
- ¿Y cómo porque rayos harías eso? Por si no lo sabes estamos en mitad de una misión, es nuestro deber exterminar a cada uno de los demonios que existen en este mundo - El ojilavanda se molestó al ver como la chica no se movía - ¿Qué haces ahí parada? Muévete de una vez, de lo contrario esa maldita criatura ira tras una nueva víctima -
- Esa "maldita criatura" como tú dices es incapaz de hacer tal atrocidad, ella es diferente a los demonios a los que te has enfrentado - Respondió la chica de lo más tranquila, ocultando su molestia por la forma en que el chico se dirigió a su hija.
- Hablas de esa cosa como si la conocieras muy bien - Tanto el como el pelinegro mirado extrañados como esta dibujaba una sutil sonrisa.
- Lo hago porque esa pequeña está bajo mi cuidado -
El silencio se hizo presente, tanto Sabito y Giyuu miraban con incredulidad a la ojidorada mientras esta aun con la sonrisa en su rostro esperaba alguna reacción diferente, la cual no tardó mucho en hacerse presente.
- ¡¿Por qué rayos la estas protegiendo?! - El primero en reprochar fue Sabito - ¡¿Eres cazadora por todos los cielos?! -
- Esto es serio ¿Qué hace una cazadora protegiendo a esa demonio? - Esta vez hablo Giyuu - Te estas metiendo en graves problemas por nada -
- Te equivocas - Fue el turno de la peliplateada en hablar - Esa pequeña vale mucho para mí - Borro su sonrisa para mirar con seriedad al par de chicos - Así que no permitiré de ninguna manera que le vuelvan a hacer daño -
- ¿Esa es definitivamente tu decisión? - Masculló el ojiazul - Entonces atente a las consecuencias -
Sabito miro de reojo a su amigo al percatarse que hacia sutiles movimientos con la mano, indicándole que él se encargaría de la chica mientras el fuera por el demonio, pero en cuanto trato de tomar el mango de su nichirinto se llevó una gran sorpresa.
- ¿Acaso buscas esto amigo? -
Al escuchar la burlona voz de la joven, el ojilavanda dirigió su atención hacia ella solo para abrir la boca de asombro, mientras su amigo solo abría los ojos en demasía.
- ¿Cómo carajos hizo eso? - Fue el pensamiento del pelinegro - ¡¿En qué momento me arrebato mi katana?! - Cuestiono admirado al ver su arma en la otra mano de la ojidorada.
- Devuélvenoslas - Exigió Sabito.
- ¿Por qué lo haría? Sin estas no pueden hacer nada al respecto, eso es algo beneficioso para mí - Sonrió de lado - Si tanto las quieren de regreso tendrán que venir por ellas -
- No creas que por que seas mujer vamos a contenernos - Respondió Giyuu algo molesto - Somos dos contra una, no tienes ninguna probabilidad de ganarnos -
- No lo sabremos si no lo intentan chicos - Expresó la chica de manera juguetona.
En realidad ambos cazadores no querían pelear contra ella, debido a que lo consideraban una falta a su moralidad, pero al ver que esta no les daba más opción tendrían que ir tras ella. El primero en atacar fue Sabito, este lanzaba puñetazos y patadas a diestra y siniestras, los cuales eran fácilmente bloqueados por su oponente; en breve se unió Giyuu, quien trato de tomarla desprevenida al atacarla por la espalda, desafortunadamente ella logró evadirlo con gran agilidad haciendo que este golpeará sin querer a su amigo en el rostro.
- Lo lamento mucho Sabito, no era esa mi intención - Se disculpaba el ojiazul al ver que le había roto el labio a su compañero.
- Eso no es muy honesto de tu parte, pero ni así lograran derrotarme - Esas palabras sonaron algo altaneras, provocando que los chicos se molestaran mucho.
Gracias a que la peliplateada estaba provocándolos, estos se olvidaron por completo de la peliburdea, ya que en ese preciso momento su dignidad estaba en juego.
- Creo que Sumiko ya debe de estar muy lejos de aquí, así que tendré que terminar esto de una buena vez - Fue el pensamiento de la ojidorada mientras evadía sin problemas los ataques de sus dos contrincantes.
- Deja de esquivar y defiéndete - Exclamo Sabito al mismo tiempo que lanzaba una patada que fue bloqueada sin problemas por la chica - Y deja de usar nuestras armas a tu favor -
Defensa y ataques continuaron por unos minutos más, ya que Kagome pudo apreciar una apertura para contraatacar a uno de ellos.
- ¡SABITO! - Exclamó Tomioka con preocupación al ver como su amigo caía inconsciente al suelo mientras la chica se alejaba un poco de ahí - ¿Qué les has hecho? - Cuestiono con molestia.
- Solo lo dormí, no tienes por qué inquietarte - Respondió de lo más tranquila, bajando un poco la guardia; grave error.
Sin siquiera pensarlo, Giyuu se lanzó sobre la ojidorada para así ambos cayeran duramente al suelo al mismo tiempo que esta soltaba sus nichirintos.
- Tal parece que este duelo ya se definió - Expreso el ojiazul victorioso al tener al fin inmovilizada a la joven, la cual trataba de soltarse de su agarre - Un consejo si me lo permites, nunca te confíes de tu adversario, ya que puede voltear las cosas en tu contra -
- Rayos, es demasiado pesado para quitármelo de encima - Pensó con algo de frustración - Y para variar tiene fuertemente agarradas mis manos - Continúo buscando alguna forma de soltarse, hasta que después de un par de minutos logró encontrarla.
- Es hora de que contestes mis preguntas - La voz del pelinegro saco de sus pensamientos a la peliplata - ¿Qué relación tienes con la demonio de hace un momento? ¿Desde cuándo la tienes bajo tu resguardo? ¿Por qué no se lo has comunicado a la Sede? ¿Cuál es tu nombre? -
- Vaya curiosidad la tuya, aunque a mi opinión no creo que sea la posición adecuada para saciarla - Rio internamente al verlo sonrojarse un poco - Bueno, mi relación con la pequeña es muy estrecha, aunque posiblemente no creo que ahora puedas entenderlo - Lo vio fruncir levemente el ceño - He cuidado de ella desde hace dos años - Soltó un leve suspiro - Mi motivo por el cual la Sede no está enterado... es asunto mío - Sonrió de lado al ver como el ojiazul fruncía más el ceño - Un consejo antes de responder la última pregunta - Su sonrisa creció más haciendo que el chico la mirada extrañado - Nunca des por sentado la victoria -
Para Giyuu todo ocurrió con demasiada rapidez, en un momento se veía sometiendo a la ojidorada y para el otro se encontraba buscando con desesperación el vital oxigeno; Kagome aprovecho la libertad de sus piernas para enrollarlas ferozmente en el cuello de Tomioka e impedirle la respiración, con éxito logró que este la soltara para al fin liberarse de su peso.
- Nada mal para un Pilar, no cabe duda que estas en el rango correcto - Hablo al ver que este al fin pudo regular su entrada de aire - Me tendré que disculpar, pero la última pregunta no podré contestar, al menos no en este momento - El ojiazul estaba por protestar, pero la chica lo interrumpió - Tengo la corazonada de que nos veremos de nuevo y cuando eso suceda con gusto te la responderé, Tomioka Giyuu -
- ¿Cómo es que sabes mi ...? -
El Pilar no tuvo oportunidad de terminar su pregunta debido a que la peliplata lo había mandado a dormir al hacerle una presión en su cuerpo.
Con algo de dificultad Kagome arrastro a ambos cazadores a un árbol, con Sabito fue más fácil ya que este era el que más cerca se encontraba.
- No tiene nada que temer, puede salir señor - Hablo la Taisho a la nada después de dejar las nichirintos a sus respectivos dueños.
Con sorpresa dicha persona salía de su escondite para segundos después cambiar su semblante a uno sereno y acercarse a la chica.
- ¿Cómo se encuentra su brazo? - Pregunto la Pilar al ahora prestarle atención al mayor, el cual aún se sujetaba con fuerza dicha área.
- He logrado controlar el sangrado, gracias por preocuparse señorita - Miro por un momento a los inconscientes chicos - Si no fuera por la jovencita que me ayudo, no estaría en este momento hablando con usted - Se estremeció un poco al sentir como la joven colocaba su mano en la herida - En verdad es...-
El hombre ni siquiera pudo terminar de hablar en cuanto sintió como una extraña pero agradable calidez se instaba en su herida. Solo fue cuestión de un par de minutos para que lo dejara de percibir; con algo de curiosidad miro su brazo solo para llevarse una gran sorpresa.
- ¿Cómo hizo eso señorita? - Pregunto el hombre asombrado al notar que su herida había desaparecido.
- Digamos que es un pequeño truco - Respondió con voz juguetona al mismo tiempo que le giñaba un ojo - Quisiera pedirle un favor - Lo vio asentir - ¿Podría cuidar de ellos hasta que despierten? -
- Por supuesto señorita, es lo menos que puedo hacer por usted y la pequeña -
- Realmente se lo agradezco - Dio un rápido vistazo a los dos chicos - Bien me retiro, cuídese mucho -
- Usted igual señorita, dele mis agradecimientos a tan buena niña -
Después de asentir Kagome se retiró de ese lugar no sin antes dejarle al mayor una bolsita con flores de glicinias para que eso ahuyentara a los demonios que llegada a toparse en futuros días.
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- Bien cariño, lo haces muy bien, solo inclínate un poco más -
Con satisfacción Kagome también adquirió una pose ofensiva para continuar con la batalla de entrenamiento.
Ha pasado un año desde que Sumiko y su madre tuvieran su encuentro con los cazadores; desde ese entonces la peliburdea le había rogado a la azabache que la entrenara para volverse una cazadora también.
Al principio esta se había negado rotundamente a hacerlo, ella no quería involucrar a un alma tan bondadosa en tan horrible entorno, aunque después de un tiempo lo estuvo analizando y a pesar de todo accedió a entrenarla.
Dicho entrenamiento difería mucho al de Urokodaki, esto debido a que su hija era una Hanyou y por ende su condición física era buena, por lo que en lo que realmente tenían que enfocarse era en el manejo correcto de la katana y en qué consistía la Respiración de Concentración Total.
- Respiración de Agua, Segunda Postura, Rueda de Agua -
La postura fue bloqueada con demasiada facilidad por la ojidorada, el intercambio de madera golpearse entre sí se podía ser escuchado por todo el lugar, pero ese combate se definió cuando la azabache coloco la punta de su bokken en el cuello de Sumiko después de que esta cayera al suelo ante un barrido de su madre.
- Okaa-san y Nee-chan son increíbles -
Esa dulce voz hizo que las menciona sonrieran por ello, Kagome alejo su bokken de la ojirubí para después ayudarla a levantarse.
- Gracias Nezuko, pero la única increíble es mamá, a mi aún me falta mucho para ser como ella - Respondió aun con una sonrisa dibujada.
- Tu también eres increíble cariño, estas progresando mucho - Ese comentario logró que la sonrisa de la menor creciera más - Así que no pienses lo contrario - Finalizo alborotando el cabello burdeo de la menor - Vayamos al rio a refrescarnos un rato ¿Les parece bien? - Las pequeñas asintieron de manera energética para después salir corriendo al interior de su casa para traer algunas toallas mientras la sonrisa de Kagome crecía.
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- Y es así como uno puede cambiar de apariencia cielo -
- Eso es increíble Okaa-san - Respodio Sumiko con admiración - Tal parece que su explicación de la vez anterior quedo corta -
La Taisho no pudo evitar sonreír por la expresión de su pequeña; le había prometido a la ojirubí que si llegaba por lo menos propinarle un golpe le mostraría el encantamiento que la hace cambiar de aspecto, por lo que ahora se encontraba con el cabello plateado.
- Okaa-san ¿Crees que también puedo hacerlo? -
- Tal vez sí cielo, al fin y acabo cuentas con poderes espirituales - La menor brincó emocionada - Pero debes entrenar muchísimo más el reiki, este encantamiento consume demasiada energía -
- Pero esa vez vi que no te afecto mucho -
- Eso es porque tarde años en poderla dominar corazón, la primera vez que lo lleve a cabo tuve que pasar un día completo en recuperarme -
- Wow, por eso eres grandiosa - El brillo de admiración aumento en la peliburdea - Me esforzare al máximo para ser tan fuerte como tu Okaa-san-
La ojidorada sonrió ante la creciente determinación de la menor, recordándole que así era de pequeña.
- Okaa-san, continuemos con el entrenamiento -
- Pero si acabamos de terminar el de hoy cariño - Respondió extrañada.
- Me refería al entrenamiento espiritual Okaa-san, realmente quiero poder ser buena en los encantamientos, así como tú -
- Sera como tu desees corazón - Esas palabras emocionaron mucho a la menor - Pero será hasta mañana -
- Pero Okaa-san...-
- Nada de peros mi petirrojo, hoy fue un día agotador - Rio un poco al verla hacer un puchero - Sabes que eso no me hará cambiar de opinión, así que ve a darte un baño mientras preparo la cena -
Al no tener de otra, Sumiko se retiró a hacer lo que le pidió su mamá no sin darle un beso, ya que a pesar de que es algo estricta la quiere demasiado.
Así el tiempo continuo con su curso entre entrenamientos de esgrima, la Respiración de Concentración Total y habilidades espirituales. Durante ese tiempo la pequeña Hanyou progresaba ante la orgullosa mirada de la azabache, pero no solo ocurrieron esos cambios, ya que su hija ya era toda una jovencita.
La apariencia de la ojirubí había cambiado, sus facciones faciales eran un poco más delicados, el largo de su burdeo cabello era como el de su mamá, a la altura de la espalda, pero lo que más destacaba de ella era su busto, ya que era un poco más grande que lo estándar.
Cada vez que bajaban al pueblo por algunas cosas no faltaban los tantos chicos que la pretendían, ya que su linda apariencia en combinación con su dulce carácter causaba esas reacciones, aunque por lo inocente que era Sumiko no se percataba de ello.
En este momento ambas féminas tomaban sus posiciones para llevar a cabo lo que sería su ultimo duelo de entrenamiento ¿La razón? Pues el evento de la Selección Final era en una semana, por lo que decidió que era momento de ver si la peliburdea ya estaba lista para ello.
- De acuerdo Sumiko, es la hora de ganarte mi aprobación para que te deje ir al Monte Fujikasane - Hablo la ojidorada de manera seria - En este punto quiero que olvides por completo que soy tu madre, esto es un duelo entre maestra y alumna ¿De acuerdo? - La vio asentir igual de seria que ella - Bien, por esta ocasión solo tu podrás usar barreras espirituales, así que aprovecha de manera sabia esta ventaja -
Después de esas palabras cada una ofreció sus respetos a su oponente para posteriormente regresar a sus posiciones. El viento soplaba con suavidad haciendo que los cabellos de las chicas se movieran con cierta gracia mientras estas no perdían de vista a su contrincante, no fue hasta que el viento dejo de soplar que iniciaron el encuentro.
La primera estocada fue de Kagome siendo bloqueada con facilidad por la peliburdea, ataque tras ataque fueron dirigidos por ambas jóvenes; en cuanto Sumiko bloqueada el ataque de su maestra no perdía tiempo para contraatacar, aunque eso no era problema con la Taisho.
En un descuido la peliburdea perdió el equilibro tras evadir un ataque de la ojidorada, momento que esta aprovecho para asaltarla, pero con sorpresa fue completamente repelida por la barrera que Sumiko logró crear en el último minuto.
- Buena reacción de respuesta, has dominado a la perfección el control de tu reiki - Halago la Pilar mientras veía a su aprendiz colocarse de pie.
- He tenido una excelente maestra - Respondió al mismo tiempo que atacaba a la mayor.
- Gracias por el mérito - Fue la respuesta de la azabache mientras bloqueaba la estocada - Pero no por ello te dejare las cosas fáciles -
- Eso lo sé muy bien sensei -
De un momento a otro ellas se separaron, después Kagome empezó a moverse rápidamente alrededor de Sumiko, esta trató de agudizado sus sentidos ante cualquier ataque, pero al parecer no fue lo justamente veloz para obstaculizar el golpe en su costado derecho, haciéndola caer adolorida al suelo.
- Vamos Sumiko, sé que tienes capacidad para más - Le exigió mientras veía como la mencionada aún se quejaba de dolor - Haz propias todas las enseñanzas que te he inculcado en todo este tiempo - Sonrió internamente en el preciso momento en que la menor se ponía de pie - ¡Trata de tatuártelos en la piel! - Exigió al mismo tiempo que arremetía con mayor rapidez y fuerza a su aprendiz - De lo contrario todo el duro entrenamiento habrán sido tirados a la basura -
- ¡De ninguna manera lo permitiré! -
Ante esa determinada exclamación la peliburdea comenzó poco a poco en seguirle el ritmo a la ojidorada; la contienda continuó por un par de horas, ninguna cedía ante los ataques de la otra.
El descuido de una de ellas fue la oportunidad perfecta para la contraria para arremeter contra su oponente; en un movimiento rápido logró desarmar a su contrincante al mismo tiempo que colocaba la punta de su bokken en la garganta de la desarmada chica.
El silencio se hizo presente por un par de segundos siendo solamente escuchado el agitado respirar de las contrincantes, esto hasta que fue secundado por el sonido de madera caer al suelo y el llanto de una de las féminas.
El cansancio en el cuerpo de la ganadora se hizo presente ante el gran desgaste de energía, por lo que de un momento a otro perdió el conocimiento, pero en lugar de que su cuerpo tocara siquiera el suelo fue atrapada por los amorosos brazos de la contraria.
- Lo has hecho muy bien cielo - Felicito Kagome mientras acariciaba el rostro de su hija - Te has ganado rotundamente mi autorización para ir a la Selección Final -
Sin más la azabache cargó a la menor en sus brazos para ir a su casa para que así pudiera dejarla descansar de manera adecuada.
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El día de la Selección Final al fin había llegado, en este momento Sumiko se encontraba preparando para emprender su viaje; la vestimenta que portaba era una yukata azul con patrones de nubes, además de una hakama de color negro, pero lo que complementaba el conjunto era una katana, la cual se encontraba resguardada en una funda azul turquesa con una guarda en forma de gota de agua.
Al ya estar lista salió de su cuarto para dirigirse a la puerta, al llegar ahí se encontraba su madre con la pequeña Nezuko en sus brazos, la cual aún se encontraba dormida ya que para ella era muy temprano.
- Lamento mucho que la yukata te quede algo justa- Se disculpó la azabache en cuando la ojirubí llego a su lado - Pero comprenderás que a los doce años esa parte de mi cuerpo no estaba tan desarrollada -
- ¡¿Doce años?! - Exclamo algo sorprendida para después cubrirse la boca al recordar que su hermanita está dormida - Eras muy joven Okaa-san - Confundida vio como la mayor le colocaba un haori rosa de patrones florales - ¿Y esto? - Vio como la mayor miraba la prenda con mucha nostalgia.
- El haori perteneció a alguien muy querido para mí y a estado conmigo desde que me volví cazadora -
- Pero Okaa-san, si es muy importante para ti ¿Por qué me lo das en este momento? - Pregunto con cierta curiosidad mientras miraba con más detalle el haori.
- Porque estoy segura que regresaras para devolvérmelo - Su nostálgica sonrisa cambió a una esperanzada - Ya que sería mi mejor regalo -
Enternecida, Sumiko abrazo efusivamente a la ojidorada siendo rápidamente correspondida.
- Okaa-san quisiera pedirte un favor - Escucho una afirmación de ella - ¿Podrías sellar mis habilidades demoniacas hasta que yo vuelva? -
- Por supuesto corazón, pero ¿Puedo saber la razón? -
- Es que quiero estar en igualdad de condiciones que los otros aspirantes, se me haría muy injusto si solo yo puedo regenerar mis heridas -
Kagome no podía estar más que orgullosa de su hija, no quiere utilizar la ventaja que tiene sobre los demás chicos y aprobar de manera justa la prueba. Sin más la peliburdea se separó de su mamá, esta tomó una de sus manos entre la suya para después recitar un matra que la peliburdea no había escuchado.
Una sensación un poco extraña empezó a recorrer a la menor mientras era levemente cubierta por una luz rosácea; por unos cuantos segundos un extraño símbolo pudo ser visto en el dorso de la menor.
-Bien Okaa-san es hora de irme - Expresó Sumiko después de que la mayor había terminado el encantamiento - Estaré de vuelta en una semana, lo juro- Tras decir eso le dio un beso en la frente a Nezuko y una en la mejilla a su amada madre para después emprender su viaje.
- Estoy muy consiente que lo harás mi pequeño petirrojo - Expreso la ojidorada a la nada mientras veía partir a una de sus apreciadas hijas - Sé que lo harás -
En cuanto perdió por completo de vista a la ojirubí, Kagome entro a su casa para acostar nuevamente a su pequeña Nezuko en el futón. Lo que la ojidorada desconocía era que la menor había encontrado su máscara tengu,decidiendo llevarla consigo como amuleto de la suerte.
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Espero que todos se encuentren bien, les traigo el tan ansiada capítulo 11 😊.
Espero que este capítulo sea de su total agrado 😉.
Sin nada más que decir les mando un caluroso abrazo.
Les deseo una linda mañana 🌄/tarde ☀/noche 🌙.
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