Capítulo 41
Camino hacia la salida con la boca seca y un poco afectado, para ser honestos estoy demasiado afectado.
El sol me da directo en la cara y me encarguece. Pongo mi mano en la frente. Visualizo a Lucas, está sentado en un banco, en la plaza que está en frente del correo.
Él no puede verme ya que está de espalda a mí.
Un niño se le acerca y su madre muy coqueta toma de la mano del pequeño. Lucas le sonríe a la mujer y saca su boina en forma de saludo.
Este tiempo de circunstancias son las me hacen reemplantear si Lucas en verdad quiere esto. Él es un espíritu libre, como si fuese un caballo salvaje. En este último tiempo ha demostrado ser una person muy capaz y de hecho lo es.
Quizá lo mejor sería regresar.
-¿Jeremías? ¿Qué pasa? -Su voz me exalta, no lo ví acercarse-. ¿Hablaste con Delia?
-Muy poco.
-¿Qué pasa? -vuelve a preguntar.
-Gregoria sabe que estoy con vos.
-¡Ey! No te preocupes. Ella no sabe dónde estamos. Sabe que estás conmigo pero no dónde.
-Lucas yo... -levanto la vista para mirarlo.
-Me estás poniendo nervioso, Jeremías.
-Nada, no me hagas caso.
Estamos en un pequeño bar en las afueras de Posadas.
Lucas me habla muy animado, me cuenta cosas de la parroquia, de su misión y su propósito. Me convence de qué ya no quiere ser más cura, pero sigue hablando de ello. No soporto la idea de obligar a alguien de hacer o ser algo que no desea.
Observo hacia la ventana, la gente pasa inmersa en su rutina, en la vorágine del día, ciegos.
-No probaste la comida, Jeremías. -¿Qué te está pasando?
Mi vista sigue en la ventana, en la gente, en la nada, en el mismísimo vacío que siento en mi interior.
-Jeremías mirame. -Muevo mi cara a su rostro y por alguna razón que no comprendo mis ojos se llenan de lágrimas.
Él arruga la frente un poco desconcertado y apoya su mano sobre la mía.
-Está bien, todo va a estar bien, Jeremías -susurra, mira hacia ambos lados para cerciorar que nadie nos esté mirando.
Asiento con la cabeza y él me imita.
-¿Querés que nos vayamos?
-Sí.
Le pide la cuenta al mozo.
Salgo antes que él ya que me siento asfixiado, siento que me están estrangulando.
Camino unos cuantos metros.
-¡Jeremías! ¿Qué te pasa? -Lucas me alcanza-. Desde el llamado de hoy temprano que estás raro. Me podés hablar, por favor.
-Debo regresar -digo, sin pensarlo demasiado, sin haberlo meditado.
-¿Qué? ¿Me vas a dejar?
-¿Vos realmente querés esto? Siento que te estoy obligando y desde mi llegada lo único que estoy haciendo es perjudicarte.
-¿Perjudicarme? ¿Cómo podés decir algo así?
-Es la verdad, Lucas. Vivís hablando de la parroquia. Y te ví más de una vez leyendo la biblia. Pidiendole perdón a tu Dios.
-¿Me estás hablando en serio? Sé que hablar con tu madre te afecta mucho, pero no dejes que nos vuelva a separar. Ahora estás confundido y tenés miedo, Jere. -Se acerca a mí y evito su contacto.
-¿Me estás queriendo decir que no puedo tomar mis propias decisiones, que por el simple hecho de escuchar a mi madre estoy así?
-Un poco, sí.
-Sos un pelotudo, Lucas.
-A ver, ¿decime qué querés que haga o querés que te diga? Porque así funcionas vos, diciéndote lo que tenés que hacer. Te recuerdo que no soy tu madre y que ya estás grandecito para tomar tus propias decisiones. ¿Te querés ir? Andate, andate, Jeremías no te pienso retener. Es probable que en Buenos Aires te espere ese con que te encamaste ni bien me fui, no esperaste mucho en terminar en la cama del primero que se cruzó. Va a estar encantado de limpiarte las lágrimas, mientras te esté cogiendo.
No puedo creer que haya dicho eso, lo dijo. Es lo que siempre pensó y no tuvo los huevos suficientes para decírmelo antes. ¿Eso es lo que piensa de mí? ¿Soy solo eso? Un débil, un tibio, una persona sin sangre ni ambiciones.
-Sos un hijo de puta -expreso, aprentando los dientes y señalandolo con mi dedo índice. Me doy media vuelta y camino en dirección a la parada.
-Que novedad, Jeremías-grita.
***
-Hola -expresa-. ¿Me puedo sentar?
-Vivís acá también -respondo reticente.
Tengo en mis piernas un libro que lo uso de base para poder dibujar, darle forma a algo creo que así me encuentro. Intentando darle forma a esto.
-Te quería pedir perdón por lo de hoy. No sé lo que me pasó. Me dijiste que quería irte y no sé -suspira con pesadez-. Aunque me duela, si es lo que querés estás en todo tu derecho en hacerlo.
Dejo mis cosas a un costado de la cama y me acerco a él.
-Yo te digo lo mismo. ¿Por qué nos lastimamos?
-No sé, creo que las personas que más amamos son las que más nos lastiman, porque nos conocen y tocan nuestro punto más débil.
-¿Me amás?
-Sí, te amo, Jeremías. ¿Vos me amas?
-Mucho.
Me toma de la cara y comienza a besarme, su beso se siente agridulce. La angustia comienza a hacer estragos me separo de él y me apoyo en su hombro.
Él besa mi cuello, estirando el cuello de mi camisa. Cierro los ojos al sentir su dientes en mi clavícula.
Desabrocha los botones, uno a uno. Lento, sin mirarme solo presta atención a la ropa.
Me llena de besos en el pecho y los intercala con un "perdoname".
Lo agarro de la cara y lo traigo a mi boca.
-Basta de pedir perdón, Lucas.
Realmente se lo ve afectado y arrepentido, pero no olvido que lo dijo y decirlo exteriorizó algo que realmente sentía.
Saco su musculosa por arriba de la cabeza.
Me aferro a sus rulos, él vuelve a mi pecho y desciende hasta llegar a mi ombligo, me saca la bermuda con lentitud, todo lo hace con lentitud disfrutando de cada acción, minúscula e insignificante acción.
Lucas se encuentra con mi erección rozando su rostro, me sonríe con malicia y se lo lleva a la boca.
Disfruto de lo que me hace, me siento ausente, como si mi alma se haya ido en nuestra discusión del mediodía.
Incrementa el movimiento de su felación y yo intento concentrarme.
Me da vuelta y comienza besarme la espalda, raspa con sus uñas mis costillas.
Se inclina a mí y pasa su lengua por mi columna vertebral, descendiendo a mi cóccix. La tibieza y la humedad de su lengua me hacen olvidar momentáneamente nuestra discusión.
Sigue descendiendo hasta llegar a mi punto más sensible.
Gimo en respuesta a su lengua en mi orificio.
-Sí, por fin te escucho, Jeremías. ¿Me estabas castigando? -pregunta y hunde su lengua en mi interior.
Se separa de mí, y escucho como se saca la ropa, mi erección se encuentra con la colcha de lana, raspándome.
Siento su pene en mi muslo.
Está tibio y suave, me inclino más a él buscando algo de roce.
-¿Ya lo querés?
No respondo.
Quizá antes no respondía por vergüenza, creo que ahora es solo por juego.
-¿Lo querés? -vuelve a preguntar con el tono de voz más elevado.
-Sí, -respondo, inclinándome una vez más a él.
Se posiciona y siento como se a poco de va introduciendo en mí. Con pausa, flemático, como todos y cada uno de los religiosos.
Aprecio con fervor como su carne se entierra en mí y ésta vez si me permito gozar en plenitud.
Comienzo a gemir con fuerza cuando Lucas me toma de las caderas y comienza con un ritmo salvaje y voraz, creo que él también se estaba guardando la tensión de hoy.
Me levanta del abdomen con una mano y quedo en cuatro patas en la cama.
El estar en era posición hace que sienta más intensa cada embestida, como rasga mi carne.
Se apoya en mí y me toma del pene, comienza a estimular cada parte de mi cuerpo.
Acaricia mi glande con el pulgar, gotas de mi semen caen en su mano.
-Perdonane, Jeremías -repite.
Me suelta y me toma de las caderas una vez más embistiéndome, sanando nuestras heridas, esas mismas que nosotros nos provocamos, porque como muy bien dijo él, las personas que más amamos son las que más daño nos hacen.
Eyacula en mi espalda nombrándome como siempre lo hace. La cama de llena de nosotros.
Me apoyo en su pecho y siento su corazón acelerado. Me acerca a él y me besa en la cabeza.
-Te amo tanto, Jeremías -expresa un poco conmovido. Levanto la vista y lo observo. Tiene los ojos llorosos, brillantes.
Estiro mi mentón y le planto un beso en la boca, la tiene inflamada y suave. Peino sus rulos que llegan a su frente.
-¿Está es nuestra reconciliación? -pregunto divertido.
-Espero que no haya más peleas, Jeremías. ¿Te vas a ir? ¿De veras que querés volver? -Aprieta mi hombro y me trae más él-. ¿Por qué siento que esto es una despedida?
Traga saliva y lleva su mano a su frente, yo me lo quedo mirando sin responder. Vuelve su mirada a mí y una vez más sus ojos se llenan de lágrimas.
***
¡Hola a todos!
Espero que hayan disfrutado del capítulo.
Les quiero contar que "Hacia el camino de la perfección" será actualizada todos los domingos y los sábados "Con el corazón roto" espero que puedan pasarse por esa historia.
Pregunta: ¿Qué piensan de Jeremías?
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