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Urie ya no era un niño pequeño, en tan sólo unas semanas cumpliría la mayoría de edad y eso lo emocionaba más que nada.
Se dirigía hacia la preparatoria, sería su último año ahí. No es que no le agradaran sus compañeros de clase (los odiaba) solamente no quería que se le acercarán no quería tener nada que ver.
Era popular con las chicas, causando ser el chico más codiciado de toda la escuela. El no estaba interesado en ninguna, todas eran lo mismo
-¡Urie-kun!.- saludaban un grupo de chicas en la entrada de su salón.- ¡Buenos días!.- pronunciaron al uni sonó
->>Hipócritas<<.- No quería gastar sus cuerdas vocales con ellas y con ningún otro así que entró de inmediato al salón dejándolas hablar en la puerta
Se dirigió hacia su asiento, había llegado temprano, tomo sus auriculares y su playlist había comenzado a sonar. Definitivamente le encantaba la música clásica, las partituras y notas que sonaban eran magníficas a su parecer.
A diferencia de todos sus compañeros el tenía un rendimiento académico mayor que todos ellos, a excepción de una chica peli-verde.
El timbre sonó y retiro el aparato con sumo cuidado, no quería que se dañaran. Se los había regalado su madre antes de morir
El profesor Takizawa había entrado en el aula causando que todos los presentes se levantaran y saludarán al mayor.
-Buenos días alumnos.- dejó su maletín en aquel escritorio
-¡Buenos días profesor Takizawa!
-Veo que tienen buen humor, me alegra.-decía sacando la lista que provenía de su maletín para tomar lista.-Bien que comienze la clase.
Los últimos dos años era lo mismo, no había nada de bueno en su vida, sentía que le faltaba algo aunque ni el mismo supiera lo que era.
Una peli-verde se levantó de su lugar para acercarse al peli-morado, este al percatarse le dirigió una mirada amenazante y fría restándole importancia a Mutsuki.
-Urie-kun.- su voz parecía relajada o eso aparentaba
-¿Disculpa?.- su voz era fría.- ¿Qué haces aquí?
-Por si no escuchaste.- miraba atento a su compañero.- El profesor Takizawa nos ordeno por parejas y nos tocó a mí y a ti.
->>lo que me faltaba<< ¿A sí? ¿Y de qué es el trabajo?
-¿Urie Kuki no presto atención a la clase?.- su tono era de burla lo cual molestaba al de cabellos morados pero sabía que era la verdad.
-Tsk no te incumbe el motivo.- aclaro su garganta.- Así que ¿Cual es el tema del trabajo?
- Fobias.- soltó sin ninguna expresión en su rostro por esta vez.
-Ya veo.- se levantó de su asiento y se encaminó hacia la puerta, por lo cual la peli-verde se encaminó con el.
-¿Y bien?.- trataba de seguirle el paso.
-¿Y bien qué?.- la miró para luego volver su vista en el camino.
-¿Cómo vamos a hacer el trabajo?.- se mostraba irritada, si bien quería terminar el trabajo rápido, tampoco quería regresar a su casa antes de lo que solía llegar.
-¿Te parece si me das tu número y nos ponemos de acuerdo?.- paro su andar y la miró directamente a los ojos.
-¿Tienes algún inconveniente con hacerlo ahora?.- arqueo una ceja.
- Ire a visitar a mi madre.- su mirada fría se convirtió en una de dolor que solo Toru percibió, ya sabía a qué se refería.
- De acuerdo.- escribió en el teléfono de su contrario su número telefónico.
- Gracias.- y sin más se fue del plantel.
[...]
Una peli-verde iba caminando hacia su casa, no quería llegar pero si no lo hacía las cosas empeorarían para ella y su madre.
Abrió la puerta de su casa y lo primero que vio fue a su madre lavando los platos, su mirada se suavizó y se dirigió hacia su progenitora.
- Hola mamá.- plantó un beso en su cachete.
-¿Qué tal la escuela?.- dejó lo que estaba haciendo para ver a su hija.
- Bien, ya sabes trabajos.- formó una sonrisa sincera, podía ser sarcástica, fría,tajante y mentirosa con todos, pero no con su madre. A ella jamás le mentiría.
- Ya veo.- y le dió un cariñoso abrazo que fue correspondido inmediatamente por su hija.-Lamento no poder protegerte.- susurro antes de dejar caer gotas amargas que se deslizaban por sus mejillas.
- No te preocupes.- susurro por igual.- con tal de que no te haga nada, seré capaz de aguantar por ti.- se separó del delicado abrazo para mirar los orbes verdes de su progenitora.- Solo faltan unas cuantas pruebas y lo denunciaremos pronto.
- Que valiente eres.- miró a la joven causando que esta soltara pequeñas lágrimas.
-¡Ya llegué putas!.- sin duda era su padre.
-Oh no.- se lamento en silencio la peli-verde.
-Cambia tus ropas, nos vamos.- y sin hacerlo enfurecer se dirigió hacia su padre a buscar el asqueroso atuendo que había comprado para ella.
Tenía que ser fuerte, pero a veces no obtenía esa energía.
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