Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El Broche

La princesa de Primus y el capitán de Calavaris charlaron por horas mientras bebían en el bar. Ella le contó más sobre su tiempo en la academia militar, él le habló sobre sus misiones afuera de su patria. Ella le explicó su deseo de conocer al mundo, él le confesó su anhelo de regresar a casa y jamás volver a dejarla.

Tenían experiencias opuestas, pero su carácter era complementario. Al ser un reflejo invertido uno del otro, ambos se dieron cuenta de que harían un buen equipo. Agatha quería la aventura y el peligro, Oscar quería estar cómodo y seguro. Si viajaban juntos, ella lograría alcanzar sus metas y él lograría mantenerla viva hasta que lo hiciera.

Sería una dinámica interesante de explorar.

—Solo tengo una pregunta... —la pelirroja indagó, terminando su cerveza.

—¿Hm?

—¿Qué se supone que le pasará a la princesa Lily después de que la saquemos de la torre? Porque sí, sé que ella tiene que ser besada por un caballero que la ame para que su maldición se rompa, ese es el punto de la profecía que la concierne, pero... —Ella lo miró a los ojos—, tú me dijiste que la tienes que llevar a tu príncipe, y ahí me confundí.

—Cada reino tiene su definición de lo que debe suceder para que su destino se cumpla, porque las interpretaciones de su famosa profecía son distintas... En Primus, ustedes son más idealistas. Creen que el caballero que salvará a la princesa de su cautiverio y el caballero que le romperá la maldición con su amor serán la misma persona. Ya en Calavaris, creemos que son entidades separadas. O sea, un hombre tiene que salvarla, y otro hombre tiene que enamorarla. En mi caso, yo debo rescatarla y luego llevarla al príncipe César, quién la cortejará, se conseguirá su afecto, y romperá su maldición con un "beso de amor verdadero".

—¿Y cómo sabe César que logrará enamorarla?

—Ni idea —Oscar sacudió la cabeza, tan indignado como Agatha—. Personalmente, creo que él no lo sabe tampoco. Pero yo solo sigo órdenes. Si me dicen que vaya al fin del mundo a buscar a esa chica, debo hacerlo. No puedo desafiar a mi príncipe.

—Ya, entonces... La salvamos. ¿Y tú la llevarás a tu reino?

—Es la idea.

—¿Y si ella no quiere ir?

—Créeme, querrá ir.

—¿Y cómo lo sabes?

—Porque si ella no rompe su maldición hasta completar sus diecinueve años, caerá en un sueño profundo, eterno, del que nunca más se despertará —Oscar soltó un exhalo tenso—. Ese es el motivo de por qué el Rey de Cerally invita a caballeros a cada año a sus tierras, para intentar salvar a su hija.

—Ya, pero si él está tan desesperado en romper la maldición, ¿por qué ponerla en una torre, protegida por un dragón y una bruja? Nunca lo entendí.

—Bueno, hay dos motivos. Uno, la profecía dice explícitamente que debe ser rescatada. No invitada a salir del reino.

—Semánticas.

—Sí, pero esa diferencia de palabras es importante. O al menos, lo es según los eruditos que hasta hoy estudian su caso... Y dos, al invitar a caballeros de todos los reinos a Cerally, muchos brutos y criminales vienen juntos. El Rey no quiere poner a su hija en peligro. Así que para probar nuestro honor y fuerza, todos somos desafiados a vencer esos obstáculos.

—Entonces es para protegerla hasta que la persona indicada aparezca... eso hace sentido —La muchacha asintió—. Bueno... No sé si ella estará de acuerdo en irse contigo o no, pero de mi parte te juro que la sacaré de esa torre. Tú llévate todo el crédito por la hazaña, no me importa, solo... ayúdame a encontrar a mi hermano. Eso es todo lo que pido.

—El König te dijo que él puede haber descendido a Cerally por la Ruta del Hombre Muerto, ¿no? Entonces empecemos por ahí. Mañana por la mañana recogemos nuestros caballos y salimos cabalgando en dirección al reino de Candorra. La ruta cruza por las estepas y por el desierto que existen en su norte, y conduce a la frontera con Cerally. Tentemos nuestra suerte por ahí primero.

—Ese me parece un buen plan — Agatha contestó y enseguida soltó un bostezo cansado.

Agarró su vaso y se puso a beber más un poco cuando la puerta del Schutz se abrió de nuevo, dejando entrar una breve ráfaga de viento polar. Por su marco ingresó la misma figura alta y mágica que la princesa había visto al llegar a la ciudad de los elfos, el König —o Rey—.

—¡Ahí estás! Me alegra que todavía siga despierta, y que ya esté entablando amistades tan rápido —el ser le dijo, aproximándose a ella y al capitán con pasos largos—. Luego de llevar su caballo al establo, fui a mi escritorio, a ver si lograba encontrar más información sobre el... —el elfo paró de hablar, queriendo evitar usar el título real de Nathan—. Sobre su hermano desaparecido, entre mis cartas y diarios, ¡y lo hice! Bueno... No sobre él específicamente, sino sobre su caravana...

—¡Pues hable! —Agatha lo incentivó.

—Un amigo gnomo me escribió y me avisó que hace unas semanas fue avistada en Payraud —el König prosiguió.

—¿Y eso queda en?...

—Cerally —Oscar afirmó, sin dudarlo.

—Exacto. Y para llegar allí, como le decía... la mejor ruta es la del Hombre Muerto.

—De acuerdo. Entonces ya tenemos un destino al que explorar —La muchacha suspiró y sonrió, pese a su preocupación—. Gracias, su majestad.

—De nada... —el elfo se detuvo más una vez, no queriendo decir "princesa" por accidente. Suponía que era mejor para ella que mantuviera un perfil bajo durante su expedición—. Pero en un tema aparte, ya se hace bastante tarde y mañana ustedes tendrán un día largo por delante. ¿Por qué no se van luego a sus habitaciones a descansar?

—Ehm... —Ella se rascó el cuero cabelludo—. Sé que el hospedaje es gratis, pero aún no he descubierto cómo conseguirme una habitación o un rincón donde dormir.

—Yo me encargo de ello —el König le sonrió con amabilidad y les hizo un gesto con la mano a ambos—. Vengan conmigo. Los llevaré a sus aposentos.

El dúo de humanos, al ya haber pagado por sus bebidas, se despidió de Alfrey con calidez. Se levantaron, curiosos y agradecidos, y siguieron al Rey de los elfos hasta el fondo de la planta baja. Allí había un espejo mágico —conocido por poder crear dimensiones de bolsillos y portales entre dos puntos distintos de un mismo mapa—. En el caso del Shutz, había sido empleado con la primera función en mente.

Al atravesar por su superficie plateada, resplandeciente como una gota de mercurio, todo y cualquier viajero era llevado a un corredor tan largo que llegaba a ser infinito, donde una gran hilera de puertas se repetía hasta alcanzar la línea del horizonte. Arriba de cada una de ellas había una placa dorada, encantada para ser transmutable. Si los aposentos ya habían sido clamados por algún huésped, la misma enseñaba la palabra élfica "Belegtd" —o "Ocupado"— en rojo. Si estaban disponibles para el uso, la palabra élfica "Freí" —o "Libre"— aparecía con sus letras verdes, en su lugar.

En el centro de este extraño pasillo existía dos líneas de rieles, acompañadas por un par de dresinas. Este sistema ferroviario permitía a los viajeros trasladarse en segundos a sus habitaciones, por más lejos que estuvieran del espejo de entrada.

El elfo se subió a dicha dresina y sus acompañantes hicieron lo mismo. En el vehículo existía un panel de control, cubierto de botones azules. Cada uno representaba una parada distinta de la vía. A su lado, arriba de un pequeño pedestal, se veía un mapa que enseñaba la disponibilidad de las habitaciones —y que, a través de un hechizo, estaba directamente conectado con las placas cambiantes—.

—La habitación 2019 está libre —el König mencionó, antes de llevar uno de sus alargados dedos al botón de la parada correspondiente—. Afírmense —dio la orden antes de presionarlo, haciendo con que la pequeña plataforma en la que estaban parados se deslizara a la velocidad de la luz a su destino.

Agatha mal tuvo tiempo de aferrarse a una de las barras de metal que emergían de la base de la dresina, y que servían como anclas para los viajeros humanos. El viento la golpeó con tanta fuerza que sintió que se iba a morir, y su cerebro se sintió tan sacudido como los interiores de un globo de nieve, agitado por un infante. A su lado, Oscar se veía aún peor.

—Creo que voy a vomitar... —el capitán se quejó, cuando el vehículo se detuvo.

—Bueno... —El alto elfo se giró hacia ellos—. Aquí es su bajada, señorita Agatha. Espero que disfrute de su habitación.

—Gracias, su majestad —ella le vio una pequeña reverencia—, por el hospedaje y la amabilidad —luego, miró a Oscar de nuevo—. Nos vemos mañana a las doce, en el bar. Tenemos que dejar esta ciudad temprano y aprovechar la luz del día para salir de Primus.

—Estaré esperándote —El hombre asintió y luego intentó reprimir una arcada—. Perdón... Me mareé.

—No debería haber tomado tanta cerveza, capitán —el König bromeó, con una sonrisita traviesa—. Déjeme llevarlo a sus aposentos. Se sentirá mejor cuando descanse.

—Buenas noches a los dos. Y gracias de nuevo, majestad... su consideración conmigo no será olvidada —Agatha le dijo, antes de sonreírle de vuelta y bajarse de la plataforma.

Vio a la dresina dispararse más una vez hacia el infinito y luego miró alrededor, queriendo descubrir cómo volver a la salida el día siguiente.

La respuesta vino así que inspeccionó mejor a la parada en la que había sido dejada. En un poste encontró otro panel de control, similar al de la dresina, en el que podía presionar un botón y solicitar su llegada. 

—Okay, al menos sé que no estoy atascada aquí para siempre —Suspiró y giró sobre sus talones, para dirigirse a su cuarto—. Eso es un alivio.

Las puertas de las habitaciones del Shutz poseían un tamaño estándar, y no tenían llaves. Se cerraban por adentro cuando estaban siendo ocupadas, y así que su uso era finalizado se dejaban entreabiertas, listas para la llegada de un nuevo huésped. Agatha, por lo tanto, entró a la suya sin problemas. Le pasó el cerrojo a la puerta desde el interior, se quitó la armadura de encima, las botas, y todavía sintiéndose un poco tonta por todo el alcohol que había bebido, se cayó de cara a su cama. Su cansancio por la huida repentina de su reino, sumado a su leve borrachera, la hizo quedarse dormida en minutos.

Al abrir los ojos, horas después, notó que aún estaba oscuro afuera. Considerando que en Primus el sol solo salía a las ocho y media durante la primavera, asumió que aún era temprano. Al mirar al reloj de la habitación —iluminada por el brillo tenue de varios cristales— ella lo comprobó. Eran las siete en punto. La hora en la que se había despertado por los últimos cinco años, desde su admisión a la academia militar.

Se había ido a dormir a las cuatro y cuarenta. Con suerte había descansado dos horas. Pero, aun así, la costumbre venció a su agotamiento y ahora su mente estaba alerta, lista para comenzar un nuevo día sin siquiera haber descansado antes.

Para empeorar la situación, no podía parar de pensar sobre su beso con Mark. No porque le había gustado, ni porque quería repetirlo, sino por lo contrario. Sentía que había arruinado su amistad. O sea, ella seguía sintiendo un cariño profundo por el comandante y siempre lo haría, pero... el gesto se sintió raro. Se sintió incorrecto. Incómodo. Y hasta ahora le anudaba la garganta de una manera muy poco placentera.

Pero, ¿qué podía hacer al respecto? Ella sabía que no podía rechazar sus avances. Porque él podría ser un futuro pretendiente, considerando lo respetado que era por sus padres y hermano. Y entre el comandante y un noble cualquiera, al que ella no conocía y no confiaba, era obvio que escogería al rubio, sin dudarlo. 

Él era un posible marido por el que no se sentiría tan asqueada. Eso no era decir mucho, pero al menos era algo. Y rechazarlo... podría ser un grave error. Porque Agatha tenía que ser realista, su reino aún era demasiado conservador como para que la dejaran casarse con alguien que realmente le gustara.

Ya había oído a Nathan decir, en algunas de sus conversaciones privadas, que en los reinos del sur las parejas del mismo sexo y especie eran comunes, pero este no era el caso en Primus. Y ella no podía dejarse engañar por las promesas de progreso de su hermano desaparecido, porque él podría jamás convertirse en Rey.

Ella esperaba, con ganas, que si pudiera encontrarlo vivo. No tan solo por el juramento que él le había hecho de librarla de las leyes de su sociedad, que la impedían de amar a quienes realmente quería, sino también por lo mucho que estimaba y extrañaba al muchacho. Pero sería demasiado ingenua si creyera con todo su espíritu que él de veras lo estaba.

—Mierda... —Soltó un exhalo frustrado y se frotó los ojos.

Sabiendo que debía gastar más energía de inmediato o no lograría volver a dormir en breve, ella se levantó de la cama, se acostó en el suelo y comenzó su usual rutina de ejercicios. Primero, hizo cinco repeticiones de veinte abdominales. Luego, dos repeticiones de quince puentes. Pasó a cuclillas, descensos, embestidas, burpees, y finalizó con flexiones. Fue cuando realizaba con este último ejercicio cuando algo brillante llamó su atención, debajo de su cama.

Paró de moverse y estiró su mano hacia el objeto, agarrándolo y trayéndolo hacia la luz del ambiente. Por su tamaño, forma y peso, supo que era algún tipo de broche. Al aproximarlo a uno de los brillantes cristales que nacían de las paredes, y que servían para iluminarlas, ella casi derramó lágrimas.

No era cualquier broche. Aquella águila con ojos de zafiro le pertenecía a Nathan. Él la usaba para sujetar a su capa en su lugar desde sus quince años de edad, cuando su padre se la regaló para su cumpleaños.

Conociéndolo, el objeto debió haberse caído por accidente, mientras él se desvestía. Su hermano era alguien que hacía todo corriendo, con prisa, y a veces eso le jugaba en contra. Ya había perdido a múltiples anillos y abrigos así.

—Siempre tan desastrado... —al decir esto, Agatha sonrió. A la vez, sus ojos se vidriaron. Porque la posibilidad de no encontrarlo la estaba destruyendo por dentro. Y la idea de encontrarlo, pero muerto... no quería pensar demasiado en ella—. Aguanta, Nate... —murmuró, besando la joya—. Voy a por ti.



--------

Nota de la autora: Dibujitos MUY viejos de este capítulo para que aprecien lo mal que solía dibujar xd >>>

(Como ven, cambié la historia un poco jeje)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro