"Hablemos"
Katherine, despertó en la mañana con una magna resaca. El día anterior había ido a una de esas fiestas que planeaban sus amigos de imprevisto. Ventajas de vivir solos: hacían lo que querían, cuando querían y sin ofrecerle explicaciones a nadie más. Por ello organizaban fiestas así, solo porque el deseos les clamaba.
Katy, no era el tipo de chica que asistía a muchas fiestas, ni de las que recibía muchas visitas; pero tampoco dejaba pasar la invitación de la diversión y los pecados.
—¡Por Dios! Fue tremendo y extraño el sueño erótico que tuve: —comenta para sí misma desde sus sábanas—Sexo telefónico con él. Jajaja ni en un millón de años, Katherine Princes.
Tomó su celular para ver la hora. Estaba a tiempo aún y como por cuarenta minutos. Entonces, se trazó un mapa de acciones en la cabeza para aprovechar el tiempo al máximo.
Saltó de la cama. Bebió una potente medicina para la cefalea, se duchó con agua helada. Desayunó algo ligero y luego se vistió con su uniforme de blusa blanca y falda azul de poliéster. Katy, era una chica de cuerpo bien proporcionado y atractiva al extremo. Al menos, eso le decían todos los que la rodeaban, chicas incluidas. Se dedicó una última mirada al espejo. Disimuló las ojeras con abundante maquillaje en tonos ocres y dorados, peinó esa melena de rizos negros y acomodó sus senos por última vez en el brassier.
Salió de casa casi corriendo. pero justo a tiempo para tomar el autobús que en media hora la dejaría en su empleo. Al subir un señor alto y de bigote le cedió un asiento junto a la ventana. La chica, agradeció con una sonrisa enorme en los labios. Se sentó y enganchó sus audífonos a sus oídos. Revisó sus redes sociales con prisa. Contestó los mensajes sin leer que aparecieron en el grupo de WhatsApp que tenía con los amigos. Un mensaje del tipo SMS llegó a su teléfono. El remitente era una persona que tiene ajendada como "El Odioso Hot"
"Buenos días Katherine. ¿Pudiera pasar por mi oficina? Claro, si es que llega. Saludos.
Katy contestó que ya iba en camino y que estaría ahí en menos de media hora, apagó la pantalla y siguió con su música. Poco después una notificación le hizo desbloquear su dispositivo. Era del mismo sujeto.
"Surgió una reunión de imprevisto"
Eso no era extraño. Después de todo él era el Director del departamento de Marketing de la transnacional en la que trabajaba Katy, y era un ejecutivo extremadamente requerido debido a eso.
Aquel había sido el amor platónico de Katy desde hacía varios meses atrás.
Comenzó a atraerle con solo mirarlo por los pasillos. Al principio no cruzaban palabra porque sus horarios no se lo permitían. Siempre ocupado, siempre apurado, y sin tiempo para decirle "hola" a nadie. Así fue hasta que Katy, como trabajadora de la parte estadística y contabilidad necesitó de algunos datos que solo él podía proporcionarle.
De este modo, se hicieron más cercanos y empezaron a tener una profesional relación virtual. Ella le preguntaba sobre Marketing y a su vez lo mantenía informado del estado de ánimo de sus compañeros, le hacía recomendaciones y a veces una que otra broma que rozaba lo picante. En persona rara vez cruzaban algún monosílabo debido a que era extraño que coincidieran.
Katy lo agendó como el Odioso Hot desde un primer momento, porque en serio ese hombre la sacaba de quicio con sus palabras y sus aires de grandeza; casi tanto como la hacía humedecer su ropa interior con el solo hecho de su presencia. Un tipo que era prueba viviente de que se puede ser bromista, recto, sarcástico, interesante y soberbio al mismo tiempo y en la misma frase.
Katy llegó por fin a su trabajo. Guardó sus audífonos y su teléfono bien al fondo de la cartera antes de bajar. Un edificio enorme y de muchísimos pisos se enaltecía frente a sus ojos. En el 2do piso trabajaba ella. En el 4rto su amor idealizado. Hasta en localización laboral, él estaba por encima de ella. No encima como quisiera, pero algo es algo.
Enseguida que llegó a su escritorio y se sentó sonó el teléfono fijo de la oficina. Como si hubiese calculado el momento exacto para llamar.
—Buenos días, departamento de contabilidad. Katherine Princes al habla. ¿En qué puedo servirle?
Del otro lado hubo un efímero silencio y luego una voz masculina resonó casi en un susurro. Ese tono grave le era inconfundiblemente excitante, pero aún así guardó las formas.
—¿Tuvo buen viaje?
—Por supuesto señor, Sneer.
—Me alegro. Voy a tener el día muy complejo. Ahora estoy en una reunión y luego tengo varias juntas con directivos de otras empresas. Deberá pasar por mi oficina en la tarde.
—¿Pero qué pasó?
—Después hablamos, esto va a comenzar.
Katy ya se estaba poniendo nerviosa. Repasó en su cabeza todo lo que había hecho que pudiera o no haber molestado. Quizás hubo algo en el informe de estadística sobre los niveles de marketing de los últimos meses que era erróneo o inusual. Mas quizás no era nada y solo quería saludarla a su extraña manera. Él era así. Contenía la mezcla perfecta para que ella cayese de cabeza en sus frases y perdiese la cordura en el proceso.
La tarde llegó muy rápido. Había estado tan atareada que casi olvidó que tenía que ir a ver al señor "Reuniones" a su oficina.
Ella entró primero porque la secretaria de tenía órdenes de dejarla pasar. Katy aprovechó la soledad para pasearse por la habitación. La vista de la ciudad era increíble. Los muros eran tan blancos como la niebla y contrastaban con los muebles de cedro diseñados en Italia. Sin embargo, fue un autorretrato en la pared lo que le llamó más la atención.
—¿Qué tipo de narcisista tiene una foto propia en su oficina?
El sujeto apareció por la puerta diez minutos después, con su aire de "tengo altos mandos y viajo en limosina". Katy sonrió al verlo en ese traje negro que lo hacía lucir tan regio e indoblegable.
Ella, quería arrancarle las telas. Desnudarlo por completo. Hacerle el mejor sexo oral de su vida. Olvidar el marketing, la contabilidad, la oficina, los muebles, el mundo...Ser solo uno por algunas horas.
—Hola, señorita. —Dijo él y cerró la puerta tras su espalda.
—Buenas tardes señor, Sneer. Vine como me pidió. He de admitir que estoy preocupada.
—¿Por qué?
—Desde temprano me escribió. Si no fuese importante no lo hubiese hecho.
—Pues sí. Veo que me va conociendo. Y eso que solo hemos hablado un poco por WhatsApp.
—Sí. ¿Qué necesita?
—Primeramente que me dejes de llamar así: "Señor Sneer". Sabe mi nombre de pila.
—Ah, bueno ¿Que necesitas, Adams?
—Escuchar lo que me tienes que decir.
—No comprendo todavía.
—Anoche me llamaste. Y me dijiste muchas frases que me dejaron pensando. Luego comentaste que terminarías la conversación hoy. Me mata pa curiosidad.
Katy, se encontraba en tremendo embrollo. Ella no recordaba haberlo llamado. Ni haber agendado cita. Mucho menos haberle dicho que continuaría charla alguna.
—Ehhmm. Me da mucha pena contigo, Adams pero yo no recuerdo haberte llamado. Creo que es un error.
Él no dudó en sacar su teléfono para mostrarle. En efecto, había una llamada realizada a las dos de la madrugada. La lista de perdidas comenzaba desde la una y cuarto.
—Hablaste incoherencias durante la media hora que duró la llamada.
La chica no podía creerlo. Si sus sospechas eran acertadas, buena vergüenza sentiría.
—¿Y qué fue exactamente lo que te dije?—Preguntó mientras enredaba su índice en un bucle de cabello.
—Que me amabas y deseabas. Que estabas tocándote pensando en mí. Creo que me llamaste idiota. Idiota por no darme cuenta de que estás babeando por mí. Recuerdo escucharte gemir como loca. Entre sonidos guturales decías mi nombre. Cuando te corriste me susurraste que hablarías conmigo hoy de algo importante.
—Jajaja debes estar bromeando.
—¿Acaso no recuerdas?
—Créeme que no.
Katherine no podía creerlo. Se había emborrachado, declarado y masturbado y luego quedó dormida. Su mente le hizo creer que todo había sido un sueño. Nunca imaginó que el alcohol le jugaría esa mala pasada.
—Pues bien, ¿no tienes nada que decirme?
—Sí. Que lo lamento. Eso estuvo extremadamente fuera de lugar. No te voy a mentir. Bebí de más anoche.
—Me lo imaginé.
—Creo que no hay nada que agregar. Así que me retiro.
—Yo no estaría tan seguro si fuese tú. Porque yo tengo varias cosas por preguntarte. Y quiero que me seas sincera en lo absoluto.
—Le escucho. —Contestó casi temblando y a punto de sollozar pero se contenía.
Ella no tenía planeado decirle nada y va, se emborracha y lo hace. Vio su empleo colgando de una hebra más delgada que su cabello.
—¿Es cierto que te gusto tanto?
Ella se tomó unos minutos para confesar:
—Pues sí. Me atraes y me pareces interesante. Solo eso. Lo demás fueron tonterías de borracha.
—Es una lástima que no lo recuerdes, pero me gritaste algo así como que era el hombre de tu vida. Hasta que me agendaste como el Odioso Hot. Me dijiste que usabas todos los días un conjunto de lencería distinto y bien excitante por si decidía hacerte el amor algún día.
—Ya no me tortures, por favor. Sé que fue una falta de respeto enorme. Y que probablemente va a hablar con mi jefa para que me despida.
—Jajaja para nada y ¿sabes qué?—Llevó su arrogante sonrisa a un lado. Alzó ambas cejas. Yo sí tengo algo que decirte.
Adams se acercó a ella y la acorraló contra su figura.
—Pensé que solo me hablabas por puro compromiso. Para hacer tus informes. Aunque te confieso que yo pedí que fueses tú. No confío en nada más para hacerlos.
—No mientas. Además lo nuestro estaría muy fuera de lugar porque tú eres un hombre casado.
—¿Y eso que tiene que ver? Mi mujer no tiene que interponerse en lo que sintamos.
—La verdad es que no respetas nada, ni a nadie.
—Y tú te pones tan de indignada porque quieres.
Katy intentó safacerse del agarre pero no lo consiguió. Él la atrapó aún más fuerte.
—Me gustas mucho, Princes.
—Alguien puede llegar.
—Cerré con llave las puertas y le pedí al personal que abandonara el edificio temprano. Estamos solo.
Sus miradas se cruzaron. Trataba de mantenerse serena, pero su entrepierna ya comenzaba a hincharse y a humederse por la excitación. El hombre que le había gustado por tanto tiempo, al fin estaba al alcance de sus manos y su boca.
Pensó que sería muy tonta de no aprovecharlo pero al mismo tiempo sentía que ese era el inicio de su inminente fin. Aquel sujeto de ojos dorados y rostro perfecto nunca iba a ser completamente suyo porque el lugar de "mujer de su vida" ya estaba ocupado. Quizás lo más que pudiera lograr sería ser una amante empedernida. La loca entre las sombras. El entretenimiento laboral de carne y hueso.
La idea de ser ser el juego de Adams le aterraba y aún así no conseguía apartarse. Era como un embrujo terrible y poderoso. Su cuerpo no respondía a las conclusiones de su mente.
Sneer, se acercó más para besarla. Inmediatamente la chica colocó sus manos abiertas a la altura del pecho de él para detenerlo.
—No, la cosas no son así. Esto hay que hablarlo con la cabeza fría.
—Tienes razón. Hablemos—Deslizó sus manos a la altura de los redondos glúteos de la chica—pero con nuestros cuerpos.
Katy bajó la guardia al sentir las enormes manos de su jefe sobre ese zona tan importante, fue suficiente para que él acercara su rostro al de ella hasta que sus labios chocaron y se fundieron en un beso tan pasional que casi olvidan respirar.
Katy, decidió dejar de luchar. Se dejó llevar por sus deseos y sus instintos. Rodeó el cuello de su amado para profundizar el beso. Había imaginado sus labios un millón de veces, pero superó sus espectativas.
Él besaba perfecto, sus labios eran suaves al tacto con los de ella y su boca tenía esa mezcla de sabores ligeros entre cigarrillos y mentas.
Adams, jadeaba mientras la besaba como si en ese beso se le fuera la vida entera. Apretaba sus nalgas más aún y acariciaba su espalda. No quería otra cosa que estar ahí, disfrutando de la chica que hace mucho tiempo lo había encaprichado.
Lentamente, fue despojándola de su uniforme. Katy quedó exhibida frente al él. Lucía un tanga y un brazzier azules con encajes en negro. Sneer, la observaba como si hubiese destapado una obra de arte valiosísima. Ese cuerpo escultural, con la piel completamente perfecta y brillante de pies a cabezas.
—¿Decepcionado?—preguntó ella con arrogancia mientras se acariciaba las curvas.
Sneer, mordió su labio inferior para regular los instintos. Sus pupilas se dilataron antes de responder.
—Para nada.
Sentó a su joven y ferviente empleada en su escritorio. No le importó que se echara a perder algún informe. No podía pensar. Solo quería poseerla. Anhelaba hacerla gritar hasta el cansancio.
Volvieron a los besos pero estos estaban más pecaminosos y ardientes. Pausadamente se fueron apoyando el uno al otro para despojarse de toda prenda. Cuando se tuvieron completamente desnudos él se hincó frente a ella y le introdujo un dedo en la entrada de su pozo de pálidas aguas femeninas. Katherine, ahogó un fuerte gemido. Se sentía en la gloria. Le excitaba mucho la mirada ardiente de él y el como se notaba que la estaba disfrutando. Sneer; acercó sus labios al lugar donde tenía laboreando a su dedo. Se dedicó a llenar de besos cortos la zona íntima de Katy.
Ella jadeaba como loca. No decía nada pero ya estaba deseando que él la hiciese suya con su miembro viril. Adams, continuó jugando con los genitales de ella. Ya había pasado a usar la lengua sobre el punto más sensible de toda mujer. Con esto logró que ella entonara sonidos sexuales cada vez más fuertes. Y con cada grito de placer de ella aumentaba la dureza del venoso y gruso instrumento de él.
Sneer, abandonó su posición para lograr llegar a los pechos. Los estimuló con sus manos y su boca. Succionaba en la zona más oscura del centro y apretaba la pieles de las periferias.
—Yo... no tengo preservativos.—Anunció ella con dificultad.
—Yo tampoco.
—¿Entonces que hacemos?
Sneer, se incorporó pero se quedó muy acerca. Se tocaba a sí mismo frente a los ojos preocupados de su chica favorita.
—No creí que sería capaz de llegar tan lejos contigo. Así que no traje.
—Si me hubieras dicho desde temprano lo que pasó y de lo que pensabas que hablaría contigo quizás hubiese venido más preparada. Somos adultos y creo que debemos hablar claro siempre.
—Yo lo que tengo ahora mismo son ganas es de cogerte. Sin barreras molestas de látex. Así aprendes a respetarme y no decirme "Idiota" en la madrugada.
La mirada de ella se relajó y se volvió lujuriosa y permisiva. Sneer, llevó su miembro hasta ella y se fusionaron en un sensual, cálido, excitante y penetrante abrazo. Katy no podía creer que el hombre de sus sueños la estuviese poseyendo. Que tenía de cerca su sudor, su olor, el calor el sonido de su respiración. No tardó mucho en sentir que se avecinaba el orgasmo. El que prometía ser el mejor de su vida.
Clavó sus uñas en la espalda de él y le suplicó que no parase. Sneer, sabía perfectamente lo que tenía que hacer para que ella alcanzara el éxtasis y continuó moviéndose magistralmente hasta que ella alzó su voz con un grito de placer acompañado de espasmos musculares y un aumento notorio de sus fluidos íntimos. Mas él no se detuvo porque sabía que en esos momentos era que la chica estaba más sensible y vulnerable a sus embestidas. Metió sus manos entre los cabellos de Katy y la jaló hacia atrás para someter el cuello a su boca. Mordió la piel de esa zona mientras aún seguía moviendo su pelvis. Katy estaba a punto de desmayarse de placer. Ya veía doble la habitación cuando sentió que el sujeto aceleró el movimiento.
—Prepárate, que te la pienso dar toda.
Katy, no tardó en saber a lo que se refería porque justo después de esa frase sentío como él temblaba y se retorcía mientras cubría el interior de ella del fluido blanquicino y viscoso que a todo hombre desprende luego de una buena estimulada a sus placeres. Katherine casi vuelve a correrse cuando se sintió completamente rellena de él. Sneer se desplomó contra sus senos y le respiró cerca de su cuello de cisne.
—Esto tenemos que repetirlo en un sitio más privado.
La palabra "repetir" colmó a Katy de júbilo. En ese momento se sentía tan eufórica y relajada que el resto del mundo dejó de excitir. Por un momento no pensó en el trabajo, ni los rangos laborales, ni los niveles, ni un matrimonio con tres hijos que lo esperaba en casa. No había espacio para la moralidad entre sus cuerpos sudorosos y deseosos de placer. Ni cavidad para dudas de aquella no sería la última vez que "Hablarían" de sus asuntos.
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