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PARANORMAN


Existen películas que, nada más verlas, sientes que las hicieron para ti. Claramente es algo que no tiene sentido y que al mismo tiempo tiene todo el sentido del mundo. Me ha pasado muchas veces a lo largo de mi vida, y a las películas debo sumar las series, los libros y esas canciones que llegan en el momento preciso. A veces todo lo consigue el producto en sí, y no tiene que ver con tus directores predilectos o el autor que te interesa o el grupo que escuchas habitualmente. 

Esto fue lo que me pasó con ParaNorman, la segunda película de estudios Laika, los responsables de Coraline, Boxtrolls y Kubo. Por esa época no sabía que Laika me gustaba tanto, porque era solo su segunda película y eso no basta para hacerse fan de un estudio. O quizás sí te puede hacer fan, aunque te falten pruebas. Yo había visto Coraline, pero aunque me gustó, tampoco me explotó la cabeza al menos a nivel de guión. Lo que en el fondo me hace ver la mayoría de las películas de este estudios es el stop motion, la técnica de animación que utilizan y de la cual Tim Burton y films como El cadáver de la novia me hicieron fanática. Me encanta la estética y siento que aunque las historias no son perfectas, la animación logra mostrarlas con tanta belleza que vale la pena. En resumen, fangirleo mucho con Laika. 

Claro que hay una excepción a eso de las historias. Puede que no enganche tanto con Boxtrolls o Kubo a nivel de guión (aunque me gustan bastante), pero cuando vi ParaNorman sentí (como ya dije más arriba) que habían hecho la película especialmente para mí. Sé que no es la película más reconocida en el mundo de la animación, ni en el medio del stop motion, ni siquiera es la película más conocida y gustada del estudio. Aún así, para mí es perfecta. Es la única película que tengo en el mi computador (aunque la subieron a Netflix) y han habido muchas noches en que me quedo dormida viéndola. 

Y el motivo de esto se puede resumir en tres palabras: médiums y fantasmas.

Aunque los fantasmas y eventos paranormales son normales y hasta clichés en el mundo de la ficción, la verdad es que hay pocas películas animadas sobre el tema. Sin buscar en internet se me vienen a la mente solo Monster's House y la adaptación animada de Canción de Navidad. Podríamos incluir El cadáver de la novia, pero en realidad ellos son muertos vivientes y el único fantasma propiamente tal es el de Scraps, el perro de Víktor. Así que aunque me encantan las películas animadas, no suelo encontrar muchas sobre este tema. Por eso, cuando vi ParaNorman, me explotó la cabeza y un par de años después, cuando la vi con aún más atención y ya con algunos conceptos sobre cómo serían los fantasmas, me volvió a explotar, solo que peor. 

Lo primero que me gustó (y lo que me sigue gustando por sobre el resto aún ahora) es el protagonista, Norman Babcock, un jovencito friki que aunque no viera fantasmas igual me caería bien. Lo que pasa es que Norman es el bicho raro, el excluido, el que nadie entiende y eso de por sí a mí me gana. Pero claro que tiene un don especial y es su capacidad de ver fantasmas. Aunque no se nos entrega demasiada información al respecto, deducimos que es algo de toda la vida y a lo que Norman está acostumbrado. De hecho, uno de los fantasmas claves de su vida es el de su abuelo, con el que convive día a día, hecho que pone de los nervios a su papá. A pesar de que no es el aspecto más trabajado de la trama, la relación del muchacho con el espíritu de su abuela es enternecedora, porque la mujer es la única que de verdad lo entiende y charla con él.

Pero claro, los fantasmas no se terminan ahí. Una de mis escenas favoritas de la película es cuando Norman va rumbo al colegio y en la calle se topa con los espíritus de que aún permanecen en su pequeño pueblo, quienes lo saludan y le desean un buen día. Esta escena vuelve a crear un contraste, tal como lo hacen las escenas con el fantasma de la abuela en la casa, ya que Norman no es solo un desplazado en su familia, sino en el pueblo entero. Es con los muertos con quienes congenia más, y eso queda patente en dicha escena. 

Es a medida que avanza la película que vamos entendiendo algo más sobre Hollow Blithe, el pueblo de Norman, que dicho sea de paso es el típico lugar donde ocurren cosas extrañas. No sé si sea culpa de Stephen King, pero ahora no veo con los mismos ojos esos pueblos chicos rodeado de bosque y donde la representación escolar de cómo se ejecutaban brujas en el siglo XVIII. Pero es que no es solo Stephen King. Fíjense: Sabrina, Twin Peaks, Las Brujas de Salem, Gravity Falls... Hasta Crepúsculo puede entrar en el club, pero no hablemos sobre eso. Digamos que Hollow Blithe es raro no solo porque ahí vive un médium como Norman, sino porque entre sus bosques se gesta una venganza que tiene trescientos años de antigüedad. 

Cuando se acerca el aniversario de un injusto asesinato, el tío también raro de Norman muere justo antes de poder dejar en manos del muchacho el objeto que solucionará todo. La presencia del señor Prenderghast nos deja claro que Norman no es el único con poderes psíquicos y que su capacidad de ver fantasmas y comunicarse con ellos es algo que le viene por el lado materno de su familia. No solo eso, sino que tendrá un papel fundamental en la resolución del desastre que se cierne sobre Hollow Blithe. 

Es genial como todo esta situación logra unir a Norman con su entorno: primero encuentra un amigo, luego se une con su hermana y el hermano de su amigo para enfrentar el peligro e incluso su mayor enemigo dentro de la escuela se les une en medio de la aventura. Pero no solo eso, porque si bien Norman nunca negó su don y parecía vivir en armonía con él, solo con el avance de la historia uno se da cuenta cuán amargado se sentía debido a su soledad. Al principio le cuesta acostumbrarse a tener alguien como Neil Downe (un niño tan adorable que me da diabetes, en serio) puede ser su amigo y, más aún, creerle lo que puede hacer con los fantasmas. En algunas ocasiones hasta puede ser esquivo o ingrato, pero no pasa de ser la reacción normal para alguien que ha estado solo tanto tiempo. 

Todo esto nos prepara para el final, cuando aparece la causante de todo y que también será el espejo en el que el propio Norman podrá reflejarse, asumiendo lo que puede hacerle a su alma el dejarse llevar por la amargura y el resentimiento hacia todos aquellos que no lo entendieron ni aceptaron. En esta película, los fantasmas cumplen un rol que me parece triste y a la vez enternecedor: ayudan a mostrar cuán abandonado está el protagonista y también logran, a su manera a veces un tanto siniestra, darle un lugar en el mundo. Parecen el problema, pero al final son la solución. 

Y eso es hermoso.

PD: por cierto, los shipeo.

*huye*

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