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EL PAÍS DE LAS BRUMAS


Cuesta creerlo, pero Arthur Conan Doyle no es solo el creador de Sherlock Holmes. El pobre siempre resintió el hecho de que el detective se comiera al resto de su producción literaria y ese fue uno de los motivos que tuvo para "matar" a Holmes. Si reculó en su decisión fue por la enorme presión pública y, según se dice, una carta de parte de su madre en la que mujer le ordenaba que arreglara el asunto. 

Bajo el estrés por la envergadura que había tomado su creación, existía una enorme frustración porque, si bien tenía fama a destajo, Doyle consideraba que había escrito libros mucho mejores que los protagonizados por Sherlock Holmes. Novelas escritas no solo para divertir a los lectores, sino para expresar sus opiniones sobre temas que él consideraba trascendentales. Pero la opinión pública fue y es obstinada; aún hoy es difícil conocer a alguien que haya leído otos libros del autor o que sepa que gracias a él existen las historias de Jurassic Park, porque Michael Crichton se basó en la novela de Doyle titulada El mundo perdido para escribir los libros en los que se basan las películas. Al lado del gran detective, todo palidece.

Incluso, palideció la figura misma de Arthur Conan Doyle, a pesar de que el hombre tuvo algunas polémicas que lo pudieron bajo el escrutador ojo público. Tuvo una relación extra marital con una mujer más joven mientras su propia esposa estaba enferma, avaló las fotografías que un par de niñas tomaron a unas hadas (lo que luego se demostró que había sido un fraude) y fue uno de los más enconados defensores del espiritismo. El creador de Sherlock fue, entonces, un crédulo y, para muchos, un insensato. 

La historia de Doyle con el espiritismo es larga e interesante, tal vez un tema para una futura entrada, porque en la presente no analizaré su recorrido como espiritista, sino que reseñaré una novela donde volcó gran parte de lo que creía y puso a reñir los fundamentos de la ciencia espiritista con un personaje tan lógico e incluso más vehemente que Sherlock Holmes. Hablo del profesor Challenger. 

Pero primero, ¿de qué se trata El País de las Brumas

El País de las Brumas es una novela corta (en la edición que poseo apenas llega a las 250 páginas) cuyos personajes principales son el profesor antes nombrado, el periodista Edward Malone y la hija del primero, Enid. Estos dos, jóvenes y con una relación amorosa incipiente entre ambos, se dedican a investigar caso que luego Malone publicaré en el Daily Gazette, un diario londinense. El último trabajo del par de periodistas trata de una revisión de las religiones, credos y sectas que pululan por la capital, entre las que se cuentan las iglesias espiritistas, cada vez más populares entre la población, pero también muy criticadas. Ellos, educados e imparciales, solo buscan determinar cuánta verdad y cuánto timo hay entre los médiums y sus seguidores. 

Desde las primeras páginas se hace evidente que la novela está escrita por un simpatizante de la causa. Todo lo que se nos relata viene a demostrar que el espiritismo era un movimiento justo y atacado en demasía por los llamados "materialistas", es decir, personas que no creían en la vida después de la muerte o que negaban la sola posibilidad de que hubiera comunicación con los espíritus de personas ya fallecidas. Vemos cómo los argumentos de estos se van disolviendo a raíz de varias demostraciones en las que personas con deseos de verificar si tales cosas son ciertas, asisten a sesiones de espiritismo o deciden pasar la noche en una casa donde se dice habita una presencia oscura. Primero cede Malone, que si bien al principio no cree, sí se muestra dispuesto a tratar a los espiritistas con toda la decencia posible, dándoles la oportunidad de avalar sus afirmaciones. Representa entonces a aquellos que, sin creer o denominarse espiritistas, sí respeta a los que creen y como tal es digno de unirse a sus filas. 

Se presentan otros personajes que también son escépticos, pero el gran obstáculo es el propio Challenger, hombre erudito, científico y materialista, que goza de un carácter sulfúrico que lo vuelve alguien temido, tanto por enemigos como por amigos. Es claro desde el principio que la novela apuntará a la conversión de Challenger a la causa espiritista; como representante de aquellos que no creen y tampoco están dispuestos a creer, la novela nos está diciendo que si alguien puede convertirlo a él, cualquiera puede serlo también. 

Todo tiene un aire profundamente religioso y cristiano, ya que la doctrina espiritual no tiene por qué chocar con el dogma eclesiástico. Al contrario, lo profundiza. Gracias a los espíritus que deciden comunicarse con los vivos por medio de gente con dones psíquicos es posible conocer más aspectos de la vida en el Más Allá, entendiendo que no hay solo un cielo y un infierno, sino varias "esferas" que median entre el mundo material y lo que puede considerarse el hogar de la divinidad. Si bien esta mirada de lo paranormal puede resultar molesta a algunos lectores, especialmente en la actualidad, es comprensible su presencia dada la época en que la novela fue publicada. Y dentro de la lógica presentada en la novela, tiene sentido y vuelve al espiritismo no solo en un apéndice del cristianismo o de la religión, sino en el camino que el dogma debe tomar para alcanzar la verdad. Al final, da igual si se es de una religión u otra, el mensaje de El País de las Brumas es que lo espiritual debe volver a formar parte de nuestras vidas, porque sin ello estamos perdidos. De ahí que los grandes enemigos de la causas sean personas solo preocupadas por esta vida y sus placeres. 

Si bien la novela es interesante y en algunos pasajes divertida o emotiva, adolece de cierto apresuramiento, sobre todo en lo que tiene relación con los personajes. Sentimos que al final, al que más conocimos fue a Malone (aunque podríamos haberlo conocido más), siendo que desde el principio Enid y su padre también son presentados como personajes importantes. Con el profesor Challenger esto es más leve, porque es un personaje de características muy definidas y bastan un puñado de escenas para sentir que lo conocemos y para hacernos una idea bastante clara de él. Pero en el caso de su hija, su presencia se difumina y llegados al final apenas si sabemos cosas de ella. Lo triste es que con la escena del clímax sentimos que de los tres pudo haber sido el persona más interesante. Eso seguramente se debe a que Doyle, por lo general, le daba muy poca importancia a los personajes femeninos. En el canon Sherlockiano con suerte hay dos o tres mujeres que se hacen notar (no, no estoy contando a la señora Hudson, porque ella apenas es una figura y un nombre en los cuentos y novelas), el resto son simples monigotes de la trama. Acá Enid parece pertenecer al último grupo, pero posee aspectos que la hacen más del primero. Es más, otro autor o una autora la habría hecho sin dudas la protagonista de la novela o, al menos, la hubiera puesto en un mismo nivel de importancia con Malone. 

El gran logro de El País de las Brumas es la gran cantidad de información que Doyle nos entrega sobre el espiritismo, sobre los médiums, sobre los espíritus y sus características, sobre el ectoplasma y fenómenos como las materializaciones y las encarnaciones; todo sin que sintamos que se trata de una lectura pesada. Más bien al contrario, las va introduciendo de la manera clara y fluida en la trama, sirviéndose de personajes como Malone que, como nosotros, no saben sobre el tema y quieren aprender. 

Subrayé muchas cosas de este libro y disfruté como solo Cristóbal Castillo (personaje de mi libro Figueroa & Asociado, para el que no lo sepa) lo hubiera hecho. Creo que lo sentí más como una lectura para aprender más sobre este importante movimiento del siglo XIX y principios del XX, que como una novela, aunque lo cierto es que también me entretuvo la historia y supe apreciar el potencial de los personajes. 

Un título que hay que tener en cuenta cuando uno disfruta lo paranormal. Y ahora sí puedo decir que he leído más cosas de Conan Doyle fuera de Sherlock Holmes. 


GRACIAS POR LEER :)

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