Capítulo 8.
Jesús Oviedo
La observo con detenimiento. Nuestras miradas se encuentran y la electricidad fluye por nuestros cuerpos. Mi mano viaja hasta su mejilla y deposito un suave beso sobre sus labios. Pero antes de separarnos, ella atrapa mi labio inferior entre sus dientes.
—Aún no, Oviedo —murmura.
Intenta ponerse en pie pero lo evito atrapándola entre mis fuertes brazos. Patalea entre ellos y comienzo a reír ante su actitud.
—Me encanta, Adams.
—Me alegro, ahora déjeme ir.
—¿Y si no quiero? —cuestiono alzando las cejas insinuante.
Veo cómo baja su mirada hasta mi entrepierna y abro los ojos como platos al sentir un ligero apretón. Decido soltarla con rapidez y ella se levanta. Coge sus pertenencias y antes de abrir la puerta para marcharse, me mira.
—No me rete, Oviedo. No sabe de lo que soy capaz —sentencia con firmeza.
Dicho esto, se marcha dejándome completamente solo en su despacho. Llevo mis manos a la zona, encontrándome levemente dolorido, y me acomodo en su silla giratoria. Cuando se me pasa, recojo mis cosas y marco el rumbo hacia mi hogar.
Al llegar, me desvisto y me introduzco en la ducha para refrescarme. Necesito evadirme de esta realidad. Ninguna mujer se me había resistido tanto. Joder. ¿Por qué tiene que ser la que más me excita, la que me rechace?
Layla Adams
Al día siguiente...
Me dirijo a la oficina con el fin de comenzar la mañana yendo hacia la escena del crimen donde he sido notificada. Preparo a mi equipo de trabajo pero me fallan las cuentas.
—Señorita Adams, Bennet está enfermo. Lo más probable es que coja una baja temporal —anuncia mi secretaria.
—Me falta una persona. ¿Podrías buscar quién está disponible? Preferiblemente que no tenga nada adjudicado para hoy —añado.
Comienza a revisar el fichero con extrema atención y alza la vista, cruzando su mirada con la mía.
—El novato está libre.
Maldigo para mis adentros y ella ríe ante mi cara de espanto.
—Qué remedio. Avísale, por favor —pido suspirando.
Yamyla asiente y se marcha en busca de Oviedo. ¿Por qué tendré tan mala suerte? Vaya a donde vaya, o haga lo que haga, allí está él. Como no, intentando seducirme.
—Ya estoy aquí, señorita Adams.
Escucho su voz y alzo la vista con rapidez, encontrándome con su mirada puesta completamente sobre mi figura.
—Vamos. No hay tiempo que perder —sentencio con frialdad.
Nos montamos en el coche y nos dirigimos al lugar del crímen. Durante el trayecto, no hablamos. Podría decirse que ni siquiera nos miramos. El vehículo se detiene y me bajo pudiendo observar como todos mis compañeros posan su mirada sobre mí.
—¡A trabajar! —ordeno.
Todos bajan la mirada cabizbajos y me adentro entre las cintas buscando al alto cargo que organiza todo el tinglado, y que ha notificado mi presencia.
—Buenos días, señor Scott —digo, logrando captar su atención.
Él se gira y sonríe ampliamente al verme. Estrechamos manos a modo de saludo entre compañeros y sonrío levemente.
—Buenos días, Adams. Un placer verla de nuevo —responde.
—Igualmente, Scott. Le presento al que me ayudará con el caso.
—Jesús Oviedo. Todo un gusto conocerle —se adelanta, extendiendo su mano.
Estrechan manos y se sonríen mutuamente a modo de compañerismo.
—Debería estar orgulloso, joven. Está trabajando con la policía más solicitada de la ciudad —añade Scott entre risas— espero que esté a su altura.
—Lo estaré. Estoy aquí para demostrarlo.
Le observo por el rabillo del ojo y toso para cortar la conversación.
—¿Comenzamos a trabajar? No tenemos todo el día —cuestiono con seriedad.
Ambos asienten y me adelanto colocándome unos guantes de látex. Leo los informes y me dispongo a inspeccionar la zona donde se ha realizado presuntamente el homicidio.
—¿La ayudo? —pregunta Jesús a mis espaldas.
—Vienes para algo, ¿no crees? —contesto.
—¿Estás molesta por mis palabras con Scott?
—Cierra la boca y ponte a trabajar de una vez. Me distraes —mascullo bruscamente.
Alza las manos en son de paz y suspiro para tranquilizarme. Continúo con mi labor sin prestarle atención a sus comentarios, y así me encuentro durante el resto del día. Al fin y al cabo, mi trabajo es lo único que me evade de los problemas, ya que me concentro hasta tal punto de encontrar mínimos detalles que los demás no han podido hallar.
¿Cuánto tiempo creéis que durará este tira y afloja entre Jesús y Layla?🤔
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro