Capítulo 6.
Jesús Oviedo
Conduzco hacia la sucursal general donde trabajo y estaciono en el parking. Bajo del vehículo y deambulo por la zona hasta llegar al ascensor. Una vez allí, pulso el botón y me lleva hasta la primera planta. Avanzo por el pasillo encontrándome con el resto de compañeros, obviamente más profesionales que yo, según ellos, y continúo mi camino hasta mi oficina.
Antes de entrar, busco con la mirada a Yamyla y la encuentro con la vista posada en su ordenador de mesa. Me acerco y apoyo mis manos sobre su mesa. Alza la vista y suelta un suspiro de cansancio.
—¿Qué quiere, Oviedo? —pregunta seria.
—Cuando llegue Layla, avísame.
—¿Por qué no estás tú pendiente de su llegada y dejas trabajar a los demás? —añade firme pero grosera.
—Porque para algo eres su secretaria, bonita. Los recados los comunicas tú.
El intenso taconeo a mis espaldas me hace alzar la vista y observo a Layla entrar con el rostro totalmente serio y frío.
—Ahí la tiene, Oviedo —masculla.
—¿Qué ocurre, señorita Thompson? —cuestiona ella observándome de reojo.
—El novato quiere hablar con usted.
La observo de pies a cabeza cruzándome de brazos y me indica que la espere en su despacho. Asiento y avanzo hacia su zona de trabajo. Me acomodo en el suave sofá de cuero que decora la pequeña estancia y aguardo a que llegue.
La puerta se abre dejándome ver su escultural figura y deja todas sus pertenencias sobre su gran mesa. La rodea y se sienta en el borde de la misma mirándome atentamente.
—¿Qué desea desde tan temprano? —dice atusando su larga melena rubia.
—Quería hablar de lo ocurrido la otra noche —frunce el ceño haciéndose la sueca— me dejó tirado en el baño de mujeres con un calentón increíble, ¿estará orgullosa no?
—Yo también sé jugar, Oviedo —dice aproximándose a mí muy despacio— ¿cuándo se dará cuenta de que jamás me acostaría con usted?
—Cuando vea con mis propios ojos que no le atraigo lo más mínimo —añado con firmeza en la voz.
Se detiene ante mí y acto seguido, se acomoda a mi lado en el amplio sofá. La observo con detenimiento, pues es inevitable no mirarla constantemente.
—¿Por qué no se deja llevar? Sabe perfectamente que me desea. Lo siento cuando nos besamos o acariciamos.
Sonríe levemente y se lleva las manos al rostro. Se lo tapa y me acerco para alzar su barbilla. Noto cómo su fortaleza se derrumba ante mis ojos y acaricio sus mejillas con suavidad, siendo palpadas con la yema de mis dedos.
—No confío en los hombres —sentencia finalmente.
Dicho esto, se pone en pie velozmente y se acerca a su mesa. La rodea y se acomoda en su silla giratoria. Se voltea mirando al exterior por el amplio ventanal y me aproximo a ella por la espalda. Coloco mis manos sobre el respaldo de la silla y escucho un suspiro escaparse de sus finos labios.
—¿Tanto daño te han hecho? —susurro nervioso.
—No es ni el momento ni el lugar. Hágame el favor de marcharse —responde con un hilo de voz.
—¿Estás bien?
—Que se marche. ¿Está sordo? —espeta con furia.
Muerdo mi labio inferior y salgo de su despacho raudo y veloz. Me dirijo a mi diminuto despacho que comparto con mi compañero y me sumerjo en mi principal tarea laboral: realizar informes.
Layla Adams
Escucho la puerta cerrarse y rompo en llanto desconsolada. ¿Cómo puede transmitirme esa confianza si verdaderamente quiero jugar con él? No puedo confesarle mis secretos más oscuros. Nadie es lo suficientemente de fiar como para despotricar mi pasado al tun tun. Y mucho menos él.
Decido centrarme en revisar los informes de los casos más significativos que han transcurrido a lo largo del fin de semana, pero antes llamo a Yamyla.
—¿Desea algo, señorita Adams?
—Tráeme un café bien cargado. Necesito concentrarme.
—Ahora mismo se lo traigo —dice con una amplia sonrisa.
Al cabo de unos minutos, regresa con mi taza de café y lo coloca sobre un posavasos. Asiento agradecida y su mirada se frena al cruzarse con la mía.
—¿Se encuentra bien? —pregunta preocupada.
—Sí, no te preocupes. Sigue con tu labor.
—Está bien. Cualquier cosa que necesite, no dude en avisarme —añade sonriendo levemente— y recuerde que mañana tiene que asistir al lugar del crímen de la famosa que asesinaron ayer. Se requiere su presencia sin falta.
—¿Cuándo te informaron de ello?
—Me lo notificaron esta mañana. La mantendré al tanto de todo conforme transcurra el día.
—Perfecto. Puedes retirarte.
Asiente y se marcha sin articular palabra alguna. Me tomo mi café tras leves sorbos y me sumerjo por completo en la revisión y corrección de todos y cada uno de los informes que se encuentran amontonados sobre mi gran mesa de trabajo.
¿Qué le ocurre a Layla? ¿Qué creéis que esconde, a parte de su virginidad?🤔
PD: felicidades a la cumpleañera de hoy💙 Atamayoo_
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