Jesús Oviedo

Veo salir al señor Scott del despacho de Layla y me mira con superioridad. Esboza una sonrisa radiante pero no me transmite confianza. Decido pasarlo por alto y prosigo con mi trabajo.

Las horas pasan a cuentagotas y suspiro profundamente. No la he visto desde esta mañana y ya me está carcomiendo el deseo de verla. Todos mis compañeros comienzan a recoger sus cosas para marcharse mientras que yo opto por quedarme un poco más.

Varios toques en la puerta me alertan y la dulce voz de Layla retumba en la habitación. Alzo la vista rápidamente y ella cierra la puerta tras de sí. Se acerca a mí a paso veloz y funde nuestros labios en un feroz beso.

—Dios, nena —murmuro.

—Te necesito —añade con efusividad.

Coloco mis manos en sus caderas y la aprieto contra mí. La beso con una pasión desenfrenada. Muerdo su cuello con deleite y mis manos vuelan hasta su trasero. Ella gime levemente pero acallo sus gemidos con mis labios.

Por suerte, lleva una falda, por lo que la siento sobre mi mesa de trabajo y deslizo mi mano derecha por su pierna hasta introducirla bajo la tela.

Busco acariciar su intimidad y ella abre considerablemente las piernas para facilitarme el trabajo. Introduzco dos dedos en ella tras dejar a un lado su tanga y gime en mi oído.

—Estás muy húmeda, muñeca.

Muerde su labio inferior observándome y sujeta el cuello de mi camisa para acercarme más a ella, deshaciéndome a su vez de su tanga con rapidez. Me coloco un preservativo y alzo sus piernas agarrándolas a la altura de mi cadera consiguiendo que se abra aún más para recibirme, a lo que ella responde echándose un poco hacia atrás y apoyándose en la palma de sus manos.

Y de un momento a otro, entro en ella tras una embestida suave. La penetro una y otra vez mientras acallo sus fogosos gemidos con mis labios. Ella se inclina hacia mí aún más y alza la cadera para que la penetración sea mucho más intensa. Desabotono su formal camisa para observar sus pechos, con los que me excito aún más.

Sigo embistiendo a la mujer que tengo delante. La hago mía sin cesar, una y otra vez. Nuestras respiraciones se acompasan y bailan juntas en este juego de lujuria sin control. La penetro. Dentro y fuera. A un ritmo constante. La torturo con mi miembro mientras gime ante mis bruscos movimientos de cadera.

—J...Jesús —tartamudea excitada.

—Te ves tan hermosa así —murmuro con la voz totalmente ronca.

Acaricia mis hombros con decisión y clava sus uñas en ellos cuando una dura embestida se apodera de su sexo.

—Permíteme correrme en tu espalda, nena.

Su lujuriosa mirada se encuentra con la mía y ella asiente decidida, completamente dispuesta a todo. Dispuesta para mí. La penetro con dureza. No ceso mis movimientos. Sigo empotrándola sobre mi mesa de trabajo como si no hubiera un mañana, y cuando siento que se corre sobre mi miembro, salgo rápidamente de su intimidad y la coloco boca abajo contra la mesa para volver a entrar en ella con decisión.

La rudeza de mis movimientos mientras sostengo sus caderas provoca que sus gemidos se intensifiquen hasta volver a venirse sobre mí. Y cuando siento que me toca a mí, llego al climax tras empaparle el trasero al salir de ella.

Un último gemido escapa de sus dulces y rosados labios, y muerdo mi labio inferior.

—Me pones a mil —sentencio acercándome a ella, restregando así todo mi miembro por su cuerpo y mordiendo el lóbulo de su oreja.

—Necesitaba tanto sentirte —susurra observándome.

Limpio su trasero con agua y papel, y beso sus labios en un fugaz encuentro. Abotona su camisa y me dispongo a colocarle el tanga. Tras esto, bajo su falda colocándola en su sitio. Me abrocho el pantalón tras subirme el bóxer y sujeto sus manos atrayéndola hacia mí.

—Me vuelves loco —digo mordiendo su labio.

—Me encanta tenerte a mis pies.

Dicho esto, da media vuelta y se marcha por donde mismo ha venido. Cierra la puerta tras ella y el intenso taconeo que desprende se aleja.

Joder, es una diosa.

¿Qué os ha parecido este fogoso encuentro entre nuestros adorados protagonistas?😈

PD: ¡EN NADA LLEGAMOS A 6K LECTURAS!🤤