Capítulo 18.
Layla Adams
Llego a la oficina y me dispongo a entrar en mi despacho cuando Jesús me frena con su firme voz.
—¿Podemos hablar, señorita Adams?
Asiento con la cabeza y le indico que pase a mi despacho. Entro tras él y cierro la puerta. Me deshago de mis pertenencias y camino hacia la gran mesa, donde me acomodo para escucharle.
—¿Qué desea, Oviedo? —cuestiono cruzándome de brazos.
—¿La noche del evento, te fuiste con el camarero?
Asiento sin rodeos y se pone en pie. Me mira fijamente y su frialdad me congela.
—¿Te has acostado con él?
—¿Acaso te importa? —digo poniéndome en pie con superioridad.
—Demasiado —espeta.
—Lamento informarte de que no tengo porqué darte explicaciones.
Se aproxima a mí rodeando la mesa y coge mi rostro entre sus manos. Observo sus ojos color caramelo con deleite y trago saliva.
—¿Por qué me haces esto? —murmura a centímetros de mis labios.
—Jesús...
—Responde, Layla —insiste con firmeza.
—No quiero enamorarme —sentencio con un hilo de voz.
Su mirada se encuentra con la mía y siento cómo la electricidad fluye por mis venas. Mi piel se estremece ante él y mis fuerzas flaquean. Y tiemblo. Tiemblo entre sus manos y no puedo evitar morderme el labio inferior.
—Dejémonos guiar por el corazón.
—¿Y si nos equivocamos? —cuestiono temerosa.
—Lo volveremos a intentar.
Coloco mis manos sobre su torso mientras no le quito el ojo de encima. Lo observo y sin quererlo, sonrío inconscientemente. Él sonríe levemente como respuesta y su sonrisa se graba en mi mente como si se tratase de la más bella fotografía.
Noto cómo comienza a aproximarse a mí muy lentamente y suelto un gran suspiro. Sus labios carnosos rozan los míos despacio, sin prisa, y cierro los ojos cuando el beso prosigue mientras su mano viaja hasta mi cuello, posándose bajo mi largo cabello rubio.
Rodeo su cuello con mis brazos y mis fuerzas terminan de flaquear. Y por la intensidad del momento, sonrío sobre sus labios como una tonta. Nuestras frentes se juntan cuando el beso concluye y nuestros ojos permanecen totalmente cerrados.
—Me encanta tanto sentirme así.
—¿Así como? —respondo con la voz temblorosa.
—Pleno —añade.
Mi piel se eriza ante su respuesta y muerdo mi labio inferior. Pero todo finaliza cuando llaman a la puerta. Nos separamos y él se apresura a sentarse al otro lado del gran escritorio.
—Adelante —digo lo más normal posible.
El rostro del señor Scott se deja ver bajo el umbral y le indico que pase con una sonrisa. Observo de reojo a Jesús, que aprieta sus puños con rabia, mientras yo saludo al jefe.
—Buenos días, Adams —dice sonriendo— Oviedo, ¿qué le trae por aquí?
Jesús se pone en pie para estrechar las manos con él y le sonríe falsamente. Procuro mantenerme en mis trece, con la frialdad impregnada en mis ojos para que Scott no se percate de nada.
—Vine a traerle unos informes pero ya me iba —sentencia él.
—Recuerda realizar un informe más detallado y preciso del crimen que fuimos a inspeccionar —contesto siguiéndole la corriente.
Él asiente sonriéndome a regañadientes y le indico que se marche. Scott se acomoda frente a mí pero mi mirada viaja hasta la figura del novato, que desaparece en cuestión de segundos.
—¿Qué desea, señor? —pregunto sentándome en mi cómoda silla de cuero.
—Invitarla a cenar —suelta sin más.
Mi rostro se oscurece y él se cruza de brazos.
—¿Piensa negarme la invitación? —cuestiona serio.
—No —miento— solamente me ha pillado por sorpresa.
—Perfecto. Mañana pasaré por usted a las 21:00.
—Estupendo, señor.
Le sonrío con la mayor falsedad que mi personalidad me permite y se marcha con una amplia sonrisa. La repugnancia recorre cada poro de mi piel y llamo a Yamyla para que me traiga un café bien cargado.
¿Confiáis en el señor Scott?🙆♀️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro