Layla Adams

Después de darme una larga ducha, me dispongo a maquillarme para el evento de esta noche. Aunque no estoy de buen humor, me comprometí e iré para no dejar a Yamyla sola. Me ondulo un poco las puntas del cabello y continúo vistiéndome. Opto por un vestido estilo sirena, marrón de cintura para abajo y negro en la parte superior, con la espalda descubierta; todo ello, conjuntándolo con unos tacones dorados y unos pendientes a juego.

Termino de acicalarme por completo y pido un taxi, que llega en un santiamén. Cojo mi bolso dorado, que también hace juego con los complementos anteriores, y salgo de casa dispuesta a dirigirme al evento en Brasserie.

El taxista conduce sin quitarme el ojo de encima y suspiro, mientras que sonriendo falsamente le indico la dirección del lugar. Al llegar, le pago y me apresuro a bajarme, pues no deseo estar un minuto más en el vehículo con un baboso.

Contoneo las caderas entrando en el recibidor del edificio Karlsson y me dispongo a subir por el ascensor. La mirada de todos se posa sobre mí pero hago caso omiso a sus comentarios. Cuando las puertas del habitáculo se abren, salgo escopetada hacia la multitud buscando a mi acompañante femenina: Yamyla Thompson.

Al cabo de unos minutos, la veo de pie junto a la barra luciendo un bonito traje estilo sirena de encaje color rosa palo, con escote corazón. Me acerco con rapidez y ella sonríe ampliamente al verme. Nos abrazamos bajo la atenta mirada de los asistentes y me acomodo a su lado.

—Como esta mañana te ausentaste del trabajo, pensé que no vendrías —dice sonriendo.

—Siempre cumplo mis promesas —añado.

—Entonces déjame decirte que eres una chica real.

Frunzo el ceño ante su respuesta y ella ríe.

—Me refiero que todo lo que cumples, lo haces. No eres de esa clase de personas que promete y hace la vista gorda.

—Bueno, cada persona es un mundo —respondo sonriendo levemente.

—Buenas noches señorita, ¿qué desea tomar?

Observo a la persona que me está hablando y recuerdo que es el camarero de la otra noche en Watergate. Le sonrío con gusto y él me devuelve la sonrisa.

—Un vodka con hielo —le indico y él muerde su labio.

—Su gusto no varía, preciosa.

Niego con la cabeza riendo mientras él prepara la copa. Decido entablar una conversación con él cuando Yamyla se marcha a saludar a algunas personas de la alta sociedad.

—¿Cómo te llamas? —pregunto curiosa.

—Ryan Scott, ¿y usted bella dama?

—Layla Adams —extiendo la mano sobre la barra y él la estrecha con gusto— un placer.

—El placer es mío —dice depositando un beso en mi mano.

Sonrío ante su trato tan jovial y él prosigue con su trabajo mientras doy sorbos a mi copa. De vez en cuando cruzamos miradas y muerdo mi labio. Es un joven moreno, alto de ojos claros. Pero salgo del encantamiento cuando la voz del novato suena a mis espaldas.

—Señorita Adams, ¿qué hace usted en un lugar como este?

Me giro respirando profundamente y le miro con seriedad.

—Divertirme, ¿acaso le importa? —cuestiono con brusquedad.

—Mucho, y más cuando el camarero no le quita ojo.

—Como todos los hombres que están a nuestro alrededor —mascullo firme.

—La única diferencia es que eres mía.

Me pongo en pie quedando así a su altura y me acerco a su oído.

—No soy de nadie. Soy mía, únicamente mía. Y ten claro que ningún niñato como tú va a domarme.

—Eso ya lo veremos —sentencia él riendo.

Muerdo mi labio inferior y vuelvo mi mirada a la barra.

—Scott, sírveme otra —le indico con un toque de erotismo en mi voz.

—Ahora mismo, preciosa.

Siento la mirada de Jesús posada sobre mi figura con firmeza y comienzo a tensarme. Si pretende intimidarme, la lleva clara. A este juego yo también sé jugar.

¿Layla caerá en el juego de Jesús, o buscará el calor en los brazos de la nueva incorporación: Ryan Scott? Os leo😏