Capítulo 14.
Jesús Oviedo
Observo a Layla marcharse con una seriedad en su rostro más que impoluta. Se ha mosqueado y bastante. Se lo noto en sus ojos, pero aún así queda ese brillo tan característico que tanto me enloquece. Es tan indomable. Cualquiera diría que es falso que le robé la virginidad a una mujer que aparentaba ser una fiera en la cama.
Yamyla se acerca a mí velozmente, con el ceño fruncido. Me sujeta del brazo y me lleva hasta una zona más tranquila.
-¿Qué le has enviado a Adams, novato?
-Un simple presente -añado encogiéndome de hombros.
-Como nos echen a los dos del trabajo, te vas a acordar de mí, Oviedo -sentencia apuntando con el dedo índice en mi dirección.
-No te echarán de ningún lado. Tú simplemente le entregaste el paquete, has hecho tu trabajo -contesto tranquilizándola.
Ella me mira seria pero sus ojos se cristalizan. Coloco mi mano en su barbilla y la alzo para que no me evite.
-No llores, bonita -musito con dulzura.
-Tengo muchos problemas, Oviedo. No puedo quedarme sin trabajo a estas alturas -dice con un hilo de voz.
-¿Económicos, familiares...? -cuestiono interesado.
-Ambos.
La observo con detenimiento y sonrío levemente haciendo que esboce una sonrisa.
-Todo saldrá bien -murmuro acercándome a su oído.
Ella tiembla ante mis palabras y deposito un suave mordisco en el lóbulo de su oreja. Me separo muy despacio, con la picardía impregnada en mis ojos, y observo su rostro teñirse de rojo.
-Si necesitas dinero o apoyo moral, pídemelo. Ya sabes dónde encontrarme -sentencio guiñándole el ojo para, seguidamente, marcharme a mi diminuta oficina.
Entro en ella y todos mis compañeros clavan su mirada sobre mi figura. Me acomodo en mi asiento y comienzo a realizar los informes bajo los murmullos del resto. Como no me concentro, alzo la vista hacia todos ellos y articulo las palabras que menos se esperan.
-¿Tenéis envidia? -pregunto sin rodeos.
-¿Cómo haces para tener a tantas mujeres a tus pies? Caen como moscas -suelta uno.
-¿Cuál es tu secreto? -añade otro con curiosidad.
Comienzo a reír a carcajadas y se miran entre ellos encogiéndose de hombros, obviamente sin comprender el motivo de mi gesto.
-A las mujeres hay que saber cómo conquistarlas. Hay que ser implacable pero dulce a su vez.
Mi compañero Bennet entra en la habitación y al encontrarse con tal desparpajo, niega con la cabeza riendo.
-¿Dando clases para aprender a flirtear, Oviedo?
-Es lo que tienen las horas muertas -añado riendo.
-Pues se acabaron las horas muertas por hoy. Ponte a trabajar, y recuerda que hoy sales antes.
-Como usted mande, Bennet.
Él vuelve a negar con la cabeza y se acomoda en el asiento de al lado. El resto de compañeros se dispone a realizar sus respectivas labores, y así estamos hasta las 19:00 de la tarde.
Me estiro al levantarme y me despido de todos tras recoger mis escasas pertenencias. Avanzo por el recibidor principal y le guiño el ojo a Yamyla, que justamente se marcha.
-¿También sales temprano? -pregunta ella.
-Sí, he pedido un permiso para salir antes. Tengo un compromiso al que no puedo faltar -respondo sonriendo.
-Lo mismo digo -ríe levemente.
Avanzo hasta el ascensor y ella se dispone a marcharse caminando.
-¿Quieres que te lleve?
-No quiero molestar -dice algo tímida.
-No es molestia, Yamyla.
Acaba cediendo y sonrío dulcemente. Nos adentramos en el ascensor y bajamos hasta el parking en silencio. La observo de reojo y veo que realiza la misma acción. Muerdo mi labio inferior y ella se sonroja instantáneamente. Sin poder evitarlo, le doy al botón de stop y el ascensor detiene el descenso.
-Oviedo, ¿qu...qué haces? -titubea nerviosa.
Me aproximo a ella con decisión y la arrincono contra las paredes metálicas aunque intente zafarse. Su respiración comienza a agitarse, y sin dejarlo pasar un segundo más, la beso con posesión.
Ella me responde y la cojo por la cintura, la impulso hacia arriba y rodea sus piernas en ella, haciendo que el beso cobre más vida. Pero la magia concluye cuando pulso nuevamente el botón y el ascensor vuelve a moverse.
Ella se separa rápidamente de mí y se tapa el rostro completamente avergonzada. Retiro sus manos y nuestras miradas se cruzan fugazmente.
¿Qué sucederá después de este momento?😋
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