11. Más joven que el universo
NOVENA CARTA DEJADA POR BOSCO FELIX EN LA MOCHILA DE DAMIÁN, DIRIGIDA A SU PERSONA, CORRESPONDIENTE AL CONJUNTO: BOSQUE DE SECUOYAS MENTALES
(Extraviada por descuido de Damián)
Me gusta caminar bajo la lluvia, porque nadie puede ver mis lágrimas.
Charles Chaplin
(Inscripción al reverso del sobre)
15 de diciembre del 2019
Querido Bosque de Secuoyas mentales:
Escribo esta carta porque todo está bastante bien, en su mayoría, y eso es lo peor de todo.
Y perdona si te molesto. Daría lo que fuera porque una persona me explicara el motivo para escribirte. Sin embargo, no te escribo para disculparme o ser deprimente y eso... Para empezar, no puedo: parece que ya no siento nada, ¿sabes? Soy un cascarón hueco. Quisiera felicitarte, y a la vez desearía nunca haberte conocido, pero mejor lo dejo así, tú ganaste. ¡Ganaste! Esto no tiene sentido, el universo es demasiado antiguo para mí, soy muy joven para él. Seré simple y diminuto.
Seremos...
Hace más de un mes que no dejo de soñar contigo. No te estoy halagando, no es para nada bonito caminar a la deriva en un bosque No-vivo. Me cuesta tanto recordar cómo llegaste a mí, aunque es más complicado entender por qué no te has ido. Rezaría... La idea también ha llegado por sí sola a mi cabeza, pero nunca se queda; es intangible, como un fantasma, y perdió su significado mucho tiempo atrás. En sí, son pocas las cosas que aún tienen significado.
En mi último sueño, donde hubo un progreso importante, mi balsa se hundió en el lago y los nombres en mi pierna se apagaron. El bosque regresó a su estado natural. Respirar me hacía arder la garganta , en su mayoría, parecía que los bichos caminaban con sus patitas por ella y la masticaban. Era una casa comestible.
Y trato de entender qué ocurrió para que se apagara, solo viví cosas agradables ese día —milagros, quizá—; quebraron mi escayola hasta hacerla polvo; llegaron las vacaciones de invierno, pensé que nunca lo harían; la feria del Bullicio de Salmet abrió sus puertas e... Incín está de regreso. Debería ser feliz, tengo que serlo. Y no he dejado de pensar en cómo era todo antes:
«Mejor».
Yo también era mejor. ¿Qué me queda de lo que antes fui? Imagino que un mapa mental con dobleces, arrugas y café maloliento encima de todo. ¿Acaso había una fórmula? Porque no la recuerdo ahora; solo sé que era feliz. Supondré entonces que es la edad, es mi evolución, y el universo ha decido que sea así (a pesar de que no le importe).
El día en que fui con el doctor Ferreira quería que me ayudase con esto. Luego recordé que tú eres un caso especial, no puedo tratarte como a un resfriado o a una pierna rota, no debería hablar de ello con los adultos. Nadie entiende. «¿Para qué salva las vidas de los demás? Pienso que es ridículo. Morirán de todos modos y me parece que su trabajo es inútil. ¿Le agrada sanar rótulas o esguinces de aquellos como yo? En lo personal, opino que tiene que parar: su cara se ve demacrada, no lo vale. Tarde o temprano mis rodillas dejarán de servirme para caminar. ¿Podría contarme para qué debo seguir vivo, si no le molesta?», me causa curiosidad no saber su respuesta. ¿Debí preguntar?
Cuando Julia me habló acerca de su madre, no sentí nada. El. Distanciamiento de Sarabi no se siente, en realidad. Dice que lo hace por nosotros, sin embargo no me hace sentir mejor como ella quisiera y... no sé si sería mejor tenerla cerca. Empiezo a creer que una sección de mi cerebro dejó de funcionar, tendría sentido. He intentado consumir vainilla día, tarde y noche, dicen que ayuda a la producción de dopamina. También supondré que los humanos dejamos de segregar dopamina al abandonar la niñez: se van agarradas de la mano, dopamina y niñez. La cafeína me mantiene despierto; es para no tener que verte, Bosque. De todos modos, no puedo sentir nada por Julia o Sarabi. Simplemente nada me importa.
El doctor Ferreira metió las "cenizas" (como decidí llamarlas por su apariencia arenosa y blanquecina) de mi escayola en una bolsa de plástico, le hizo un nudo y arrojó a la basura en perfecta parábola. Preguntó si yo quería conservar la sección de nombres, pues a su parecer se veía bonita y podría guardarla como recuerdo de quienes se preocupan por mí, pero me negué. Desde entonces abrir los ojos en el bosque, es como quedarse ciego.
Estuve varias horas haciendo fisioterapia con un grupo. Honestamente no me costó trabajo, como a los demás, más de la mitad eran discapacitados físicos o mentales (sé que usar gafas es una discapacidad menor y que mis condiciones lograron incapacitarme por un mes, pero ahora con los lentes de contacto todo es diferente), el problema con ellos es que no se puede arreglar. Podemos tratarlos: si ponen su empeño y carácter lograrán contruir sus propios caminos. Pero en cuestiones físicas están realmemte arruinados, y tampoco me molestaré en sentir lástima por ellos.
Si tengo que sentir algo, prefiero no sea lástima. Admito que no me gusta estar así; mi cerebro debe estar roto.
Planeaba salir a buscar a Incín en cuanto regresara a casa. Contacté a Damián para ello, él accedió en ayudarme y por eso no sería ningún problema salir de casa; mamá creería que iríamos al parque de los patos a practicar skate... Mamá conducía muy despacio a casa, creí que su intención era desesperarme, los niños que cruzaban la acera nos arrebasaban y no podía soportarlo más. Luego ella dijo:
—Lina vendrá esta noche para pasar las fiestas con nosotros.
Hubiera sido mejor que le sonriera como un niño pequeño, que tuvieramos momento conmovedor de familia y también alegrarme con ella, al explicarme qué solucionó la situación con mi hermana. Y también, hubiera sido deshonesto fingir que me importaba tanto. Mis remordimientos hacia Lina se extinguieron; todo se extinguió. Asentí, sin más, y llegamos a casa.
¿Crees que debí mirar su expresión?
Ahora creo que aunque mi vida se está transtornado a escalas de grises y lluvias sin cesar, de vez en cuando tiene que haber algo de dopamina en ella. Salté del auto y tropecé de manera estúpida, por el camino de piedra, debido a mi idiotez. ¡Incín se hallaba atado a la reja de entrada! ¡Y no era el mismo persa de antes! ¡Sino uno nuevo! ¡Y... se veia sano e impecable! Tanto que me aterré al pensar que se había olvidado de mí. Los ojos de ámbar, las orejas diminutas y esa cara regordeta de mazapán permanecían en él. Lo abracé y él me acicaló también. Al principio se veía asustado y yo lo comprendo; tenía tanto tiempo fuera de casa en el bosque y aún era bastante pequeño; probablemente era de nueve o diez años humanos ahora. Encontré una sección desnuda en su torso, complicada de ver por su basto pelaje, en ella le tuve que arrancar una rata de encima; estaba rosada de manera aterradora, quise llorar con solo verla. Incluso así, él seguía siendo mi amigo.
No hallé nota. Rondé por el lugar, por si hallaba algún rastro de una persona, el inconveniente era la soledad en la calle. Lo más seguro era que alguien lo devolvió gracias a las inscripciones de su collar, el cual estaba intacto. El pañuelo rojo de la Dama Fina fue remendado con hilo blanco, creo que mi salvador no consiguió hilo rojo. A parte, en lugar de comunicarse conmigo, prefirió mantenerse en el anonimato. Yo huniera hecho lo mismo, aunque dudo si también lo hubiera atado con una cuerda de manila del collar a la reja.
No cuestionaré sus métodos, no quisiera ser malagradecido. Tampoco contactaré con ella o él. Se quedará así.
Damián llegó a mi casa minutos después. Yo me había quedado afuera con Incín, pretendiendo ser feliz de tenerlo cerca, y realmente lo estaba, mas sabía que algo debía estar mal. Damián se sentó a mi lado, en el jardín de la entrada, y me interrogó nuevamente; pero esta vez respondí: «el bosque de Secuoyas Mentales», confesé. Y escribí esta carta para ver si entendía. Para que entiendas, Damián.
Transcribí mi experiencia con el Bosque de Secuoyas Mentales en más papeles, desde el hospital hasta mi estancamiento en su lago de fango. Espero leyeras todas mis cartas. Me gustaría poder decírtelo, haberlo hecho en persona, sin complicaciones, apuesto a que Lina lo haría (llegará en una hora, me queda poco tiempo), pero a decir verdad, prefiero haberlo hecho a mi manera. Confío en ti, Damián. O de otro modo, iré al hospital y seré el gato que salte. ¡Ayúdame!
¿O qué, Bosque? ¿O qué?
Atte: Un chico más joven que el universo
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