Hábito
MinHyuk tenía un pequeño hábito.
Cada jueves, al salir del instituto, acompañaba a su mejor amigo hasta su hogar. No solían verse a menudo, puesto que era difícil que sus horarios pudieran concordar, pero de alguna manera lograron encontrar un pequeño momento; un momento sólo para ellos dos.
Habían unos pocos kilómetros de distancia, MinHyuk estudiaba en un instituto técnico mientras que HoSeok iba a la nacional. MinHyuk salía a altas horas de la noche, y HoSeok tenía el mismo horario que los demás sin especialización. HoSeok conocía lo ocupado que se mantenía su amigo por esa razón, así que nunca insistió en verse; era un acto egoísta, según su pensar, y tampoco eran tan amigos como para molestarle.
Y con ese pensamiento, la primera vez que vió a MinHyuk esperando por él en la salida, se molestó.
«¿Min? ¿Qué haces aquí?» preguntó con el ceño fruncido, sorprendido, pero preocupado en el fondo. «Vine a verte» respondió sonriente, «déjame acompañarte a casa». «¿Aún con este clima, quieres acompañarme?». «Sí». Un cálido sentimiento se instaló en su pecho, y compartiendo paraguas, caminaron entre chapuzones hacia la casa del azabache.
La segunda vez, exáctamente una semana después, MinHyuk volvió. Tenía el cabello y uniforme mojados, y su nariz y pálidas mejillas rosas. El cuestionario se repitió, y acabó dándole su abrigo al castaño para que no cogiera una hipotermia y una posible neumonía. «Eres un exagerado, Ho. Nada me pasará, verás que no».
En la tercera vez lo vió con desaprobación, y a la cuarta, lo dejó pasar.
Con el tiempo aquello se volvió una rutina. El otoño pasó volando, y el invierno también. Cuando no se dieron cuenta, la primavera los recibió. Nunca se atrevió a preguntar, pero una vez MinHyuk le dijo: «¿No te resulta agradable que alguien espere por ti y te acompañe? bueno, a mí me gusta, y quiero que te sientas seguro».
Entonces, un martes, MinHyuk se encontró a HoSeok esperando por él. Con una enorme sonrisa, corrió hacia él y lo abrazó por primera vez. Un abrazo fuerte, cálido y significativo. Caminaron bajo las parpadeantes luces de Seúl, haciendo chistes y riendo de la ingenuidad de una juventud sin esperanza.
Los martes y jueves se convirtieron en sus días. Los martes, cerca de las nueve, HoSeok esperaba con dos cafés en sus manos. Los jueves, antes de las cuatro, MinHyuk esperaba bajo la sombra de un lapacho blanco.
La primavera se convirtió en otoño, y el otoño en invierno nuevamente. Un año había pasado ya, un año lleno de emociones. Felicidad y soledad disfrazada de nostalgia.
El primer día casi no hablaron, el silencio era la protagonista de la conversación. El segundo, tampoco hablaron. «Mira, está nevando», dijo HoSeok deteniéndose a mitad de camino. MinHyuk sólo inhaló profundo, permitiendo que el gélido aire congele su interior.
Debido al clima, que cada vez empeoraba, MinHyuk le pidió a HoSeok que deje de buscarlo, pero él seguía allí, aún cuando su horario cambió por completo y salía más tarde.
Con el tiempo, MinHyuk dejó de visitarlo tan seguido. Pero él seguía allí.
«¿Min?» preguntó el azabache, tomando su mano e impidiendo que suba las escaleras que daban a su hogar. «¿Qué sucede?», respondió atento a la respuesta. «Quédate conmigo».
El invierno se convirtió en primavera, y la primavera en verano.
MinHyuk ya no volvió a ir. HoSeok aún esperaba por su salida, incluso si sabía que él no saldría.
HoSeok mantenía un pequeño hábito.
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