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Capítulo 18

Jimin recién estaba abriendo la puerta de su departamento cuando quedó estático bajo el marco de madera; un chico de familiar sonrisa cuadrada se hallaba con el cuerpo semi escondido detrás del mueble de los zapatos, de manera astuta se asomaba como si en cualquier momento fuera a saltar al centro del recibidor con un grito de sorpresa para asustarlo.

Jura que el mundo colisionó por una milésima de segundo, y es que de todos los pensamientos que se apropiaban de su cabeza, en ninguno asomó, ni de broma, la posibilidad de ese reencuentro. Ahora puede entenderlo, puede comprender con toda crudeza la expresión "el alma se le escapó del cuerpo", porque así es como se siente; aire abandonando sus pulmones cuando es consciente de la persona que está a unos pasos de él: su mejor amigo balanceando insistentemente una enorme bolsa marrón mientras espera impaciente a que reaccione.

Debía ser una jodida broma.

—Sorpresa —la profunda voz del peligris se ha deslizado como seda que acaricia sus tímpanos. Oh Dios, cuanto extrañó esa voz. Si bien por su mente cruzan cientos de pensamientos angustiosos, le es imposible abstenerse a esa emoción desbordante de añoranza.

—Tae —sonríe tan amplio que sus ojos desaparecen bajo un par de medias lunas. Arroja al suelo la mochila que lleva colgando en el hombro y a grandes zancadas alcanza al alto chico que no tardó ni un segundo en apresarlo fervientemente en un abrazo. Hunde su nariz en el pecho de Taehyung, embriagándose con el habitual aroma del suavizante que los Kim solían usar en la ropa; la calidez del suéter afelpado color beige que él le regaló hace dos navidades, le hizo sentir reconfortado, sentía que sus preocupaciones se drenaban plácidamente fuera de su cuerpo mientras los segundos corrían —, papá sigue lavándote la ropa —afirma convencido.

—¡No es verdad! —Rompe el abrazo fingiendo demencia. Claro que sí, sabe que es verdad.

—Conozco ese olor, no puedes engañarme. —Taehyung entonces ríe desvergonzado al saberse descubierto, y es que su familia realmente tenía un particular aroma en la ropa; uno muy suave y agradable, un aroma de bebé que Jimin nunca se cansaba de olisquear cuando se hallaban muy cerca. O al menos es así cuando el matrimonio Kim son quienes se encargan de la lavandería.

Cuando Taehyung era quien se encargaba de dicha tarea, los resultados eran... No precisamente agradables al olfato. Está de más decir que no sabía cómo hacerlo sin dejarle olor a mugre o humedad.

—Bueno, pero ahora le pago —defiende su honor —, además papá dice que le gusta lavar mi ropa porque se siente más cercano a mí

—Es que él es demasiado amable como para decirte la verdad —sonríe malicioso mientras vuelve a abrazarlo cariñosamente, el peligris corresponde envolviéndolo esta vez con más suavidad.

—Mentiras —chasquea la lengua mirando a otro lado —¡Oye, pero no vine para que me eches en cara mis defectos! ¿Por qué no me recibes con amor? —estira los labios pretendiendo alcanzar a Jimin, quien divertido forcejea para quitárselo de encima. —Un beso es lo mínimo que merezco, maldito desconsiderado —regaña —¿Por qué no fuiste al cumpleaños de tu hermano? Estuve esperándote, ¿Sabes todo lo que tuve que soportar siendo un mal tercio entre Nam y Jihyun? ¿Sabes cuánto tuve que chantajear a Namjoon Hyung para que me trajera hasta aquí? — Reprocha mientras pellizca las ya no tan esponjosas mejillas del rubio, condición que no pasó desapercibida por el moreno.

Jimin hace un mohín con los labios. No ir al cumpleaños de Jihyun había sido una decisión espontanea que tomó después de la visita de Soohyun y Yoongi. Se suponía que iría con Namjoon, justificaría su falta al trabajo con su estado de salud y entonces pasaría un buen rato junto a esos tres chicos para olvidar todos los malos días. Claramente no pasó.

—Ya sé, lo lamento Tae —suspira entristecido. El mencionado no tardó ni un segundo en deducir que algo no iba bien tras el tono sospechoso.

—¿Sucede algo? —Pregunta con cautela. En realidad conoce un poco de las razones por las que Jimin no fue a Busan, o al menos las que Namjoon le dio a saber cuando Taehyung preguntó un millón de veces por la ausencia del rubio. Razones que, por supuesto, el peligris no acepta.

¿Un amorío fallido?, definitivamente esa no era la razón, pero fue la que Namjoon le repitió todas las veces en las que preguntó. Una tontería. Sobre todo porque Jimin siempre le contaba hasta lo más mínimo que tuviera que ver con esos temas, la última actualización de algo emocionante fue cuando el rubio le mandó un audio de casi diez minutos describiendo la perfección de un chico que vio en el autobús de regreso a casa, y solo eso, pero ¿Un amorío? ¿Con su compañero de trabajo con el que supuestamente había tenido sexo?

Ni hablar, sexo no fue, el lengua larga de Namjoon le dijo que al parecer Jimin había tenido esos encuentros salvajes con su compañero de trabajo y al parecer terminaron en malos términos, por lo tanto Jimin no quiso ir por su estado anímico. ¿Que cómo supo que eran encuentros salvajes?, pues porque Namjoon mencionó haber visto moretones en el cuello de Jimin y que este insinuó el origen.

Mierda, sabe que está mal haber escuchado todo eso por boca de alguien más que no sea el mismísimo Jimin, pero... De verdad, está preocupado, él mejor que nadie sabe que es mentira. Y si al final resulta que es verdad, entonces la preocupación se multiplicará el doble; Jimin odia las marcas en su cuerpo y también es muy cuidadoso en relacionarse con gente para ese tipo de cosas. Si es que había sucedido quizá el rubio sufrió, oh mierda, quizá fue en contra de su voluntad.

—No pasa nada —responde titubeante, la mirada dura del más alto lo obliga a pensar en otra respuesta que no lo exponga más de lo que ya está —, o bueno... Sí, sí pasan algunas cosas, pero te cuento más tarde. —Concluye. Desprendiéndose del abrazo se saca los zapatos apresuradamente para colocarse las sandalias azules que esperan por él.

El peligris relame sus labios, está impaciente por indagar más en el tema y hacer un millón de preguntas hasta saberlo todo, pero ¿No es eso demasiado invasivo y desconsiderado?, es así que decide esperar a que Jimin hable cuando mejor se sienta. No quiere presionarlo, solo estar con él, hacerlo sentir acompañado y seguro, ese es el propósito que le puso a su improvisado viaje a Seúl.

—De acuerdo —Taehyung contesta con una sonrisa afectuosa —¿Estás cansado? ¿Deberíamos ir a dormir juntos en este momento?

Oh, tan buen chico. A Jimin le es imposible no sentirse malditamente mal, tan triste y desolado. ¿Por qué todas esas cosas terribles tenían que pasarle a él? ¿Cómo podría darse por vencido y resignarse a la muerte cuando en su vida estaban todas esas personas tan maravillosas?

Existen muchas razones por las cuales la gente cree en los planes del destino; para Jimin conocer a Taehyung fue la prueba más contundente. El oasis en su vida. Sí, tiene más amistades que aprecia mucho, sin embargo la suya con Taehyung iba más allá de todo concepto, mucho más allá de lo maravilloso.

Conversaron y discutieron por un largo rato en la entrada del departamento, fueron temas realmente tontos y triviales, como solo sus conversaciones podrían serlo. Deciden sentarse en el sillón cuando sienten los pies punzantes por el tiempo de pie. El peligris extiende por fin la bolsa café que sostiene con los dedos entumecidos por el peso, Jimin lo recibe curioso y también entusiasmado porque sabe que se trata de un regalo para él. Tan detallista, Kim Taehyung es el chico más increíble que jamás haya existido.

—Vamos, ábrelo —incita nervioso por la lentitud del rubio. Jimin sonríe apenado, comenzando a despegar cuidadosamente la cinta del papel con intención de no rasgarlo. Cuando está hecho, ve papel blanco envolviendo algo y también una nota.

"De: Gordon Ramsey

Para: Picasso"

Sonríe divertido. Ve al peligris levantar las cejas graciosamente incitando a que continúe y Jimin no espera ni un segundo para rasgar el papel blanco y descubrir el misterioso objeto: Una caja de caoba con sus iniciales grabadas.

—Tae —levanta la vista sorprendido hacia el de piel apiñonada —, es tan bonita —extiende la sonrisa más amplia y honesta que ha tenido desde hace mucho.

—Es más bonita por dentro —alardea. Jimin siente que se va a orinar de la emoción porque ese alardeo significa que el menor se ha tomado el tiempo de decorar el interior. Saca la pesada caja de la bolsa, toca con los dedos la superficie lisa, delinea cuidadoso las siglas "PJM" grabadas en la tapa, y con todo el éxtasis posible, abre los broches dorados del estuche más bonito que ha visto en su vida; óleos, acrílicos, acuarelas, carboncillos, plumones, lápices de colores, pasteles, gomas, una paleta, barniz, disolvente y aceites. También muchas estampas de postres y post-it llenos de mensajes motivacionales o dibujitos con caras sonrientes.

Le juró que usaría ese set solamente para hacer las pinturas más especiales, estuvo a nada de soltarse a llorar, pero las burlas del peligris rompieron su emotividad.

Justo así. La importancia de ese chico en su vida, es exuberante, pero hasta ese momento descubrió que la exuberancia no era más que una pequeña parte del todo.

Jimin ni siquiera pensó en todos los eventos que torturaban sus pensamientos, no había lugar para ellos en un momento como ese. No ahora.

Aunque, por supuesto, la fatalidad no se detiene nunca, al contrario; se mantiene acechando, buscando los momentos más inoportunos para aparecer como una preciosa dama de tacto venenoso y pupilas letales.

Es de esta manera cuando, después de un largo rato donde ambos amigos hablaron anhelantes sobre sus planes para más tarde, fueron a la habitación del más bajito con intención de ponerse cómodos para ver una película en el teléfono, y mientras Taehyung la elegía, Jimin se internó en el baño prometiendo solo tomar una ducha rápida que realmente de rápida no tenía nada. Luego de un rato Taehyung tomó el cuadernillo de bocetos que halló en el escritorio, y mientras apreciaba los viejos dibujos hechos a lápiz, una nota resbaló al piso.

Cuando Jimin terminó de asearse y salió con la toalla rodeándole las caderas, de inmediato supo que algo sucedía, la mirada fría con la que era escrutado lo intimidó.

—¿A qué quieres llegar con esta nota, Jimin? ¿Por qué mierda parece que te estás despidiendo?

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—No sé, no estoy seguro —murmura el castaño mientras batalla con los botones en los puños de la blanca camisa —, dijo que solo le envió un mensaje diciéndole que cambiaría de turno —explica al pelinegro que se encuentra a dos pasos. Es algo incómodo, Soohyun no se ha despegado de él en ningún momento, incluso lo esperó en las puertas del hotel para que ingresaran juntos, y desde entonces, el chico se ha mantenido jodidamente cerca.

—¿No has hablado más con él? —insiste no pudiendo atenuar su preocupación. Yoongi suspira negando con la cabeza.

—No me ha contestado, quizá solo quiere olvidar un momento todo lo que está pasando, no hay que asfixiarlo ¿Bueno? —Finalizando de abotonar, se coloca descuidadamente el saco negro.

Soohyun no contesta, pero esta vez no tiene pensado contradecirlo. Puede entenderlo. Lo hace, de verdad que sí, es solo que no puede quedarse con los brazos cruzados. ¿Cómo podría?

No sabe exactamente cómo, pero buscará una forma de ayudar sin poner en riesgo a nadie; sin que sepan que él también conoce el "secreto".

La jornada estaba por comenzar. Cuando ambos estuvieron listos se dirigieron a planta baja para escuchar nuevamente las reglas establecidas para lo que restaba de la semana. En el trayecto ya habían sucedido demasiadas cosas que para el resto pasaban desapercibidas, pero no para Yoongi. Soohyun miraba con extremo cuidado a todos; nervioso, cansado y evasivo. Quiso que el chico se mantuviera a su lado, o al menos dentro de su campo visual, la necesidad de querer velar por él, de querer cuidarlo no era más que una lástima genuina. "Lástima" porque se veía reflejado a sí mismo en Soohyun. Aunque bueno... pero esta vez, el chico no estaría solo sobrellevando esa pesada carga sobre su espalda.

Jisung los había mirado inquisitivo durante la pequeña reunión del personal, por un momento el pálido desconfió, otra vez, de todas las personas que lo rodeaban. Una jugada repulsiva de su mente donde sentía que todos lo miraban y murmuraban sobre él. Sobre ellos, mejor dicho.

—Vamos, pedí ser voluntario en la cocina, les dije que usted también —el más alto tiró de su brazo y Yoongi se dejó guiar sin ningún tipo de resistencia. Cierto, ya no más. Tres siempre son mejor que uno.

A pesar de la constante incertidumbre que ambos comparten, sus actividades se desarrollan con normalidad; extrañamente tranquilo. No llamados solicitando servicio especial ni gerentes estresados por la insistencia de esa gente, solo cotidianidad.

Da escalofríos.

Cuando el turno termina y ambos chicos se dirigen a la habitación de servicio, el teléfono personal de Yoongi vibra en el bolsillo de su saco, extrañado lo saca de su sitio y desbloquea la pantalla creyendo que Jimin por fin ha respondido sus mensajes, más los mensajes que encuentra no son precisamente de quien esperaba. Cuando Soohyun voltea a verlo tras percatarse que el castaño se ha quedado atrás, Yoongi bloquea la pantalla pretendiendo que solo revisa la hora. No quiere preocuparlo, no es necesario alterarlo cuando el chico lucía más tranquilo con la falsa calma del día.

—¿Ya le respondió? —Cuestiona atento. Durante todo el turno repitió la misma pregunta, pero la respuesta siempre resultaba negativa, Soohyun no puede dejar de pensar en ello, no puede hacerlo cuando ni siquiera está seguro de que Jimin se encuentra a salvo.

—No, aún no —contesta tenso —, si no responde de aquí a las once de la mañana ¿Te parece si le hacemos una visita?

Y ni siquiera hizo falta una respuesta, Soohyun asintió con firmeza antes de tomarlo del brazo y apresurar sus pasos hasta la habitación.

—Fue un día pesado, pero supongo que no estuvo tan mal ¿Por qué no intentamos descansar? —Propone abriendo la puerta e ingresando con Yoongi pisándole los talones. El pálido se detiene fingiendo sacar su teléfono para conectarlo al cargador, pero realmente ha verificado rápidamente que esos mensajes sigan en su bandeja y no sean producto de su paranoia.

Soohyun se quita el saco yendo a buscar entre sus pertenencias la pequeña toalla con su nombre bordado en la orilla; saca todo de la mochila negra en su búsqueda, pero no aparece por ningún lado, no tiene sentido, jura que la había dejado sobre la silla pero no estaba ahí. De reojo observa a Yoongi revisando su teléfono con una expresión consternada y eso le pone aún más ansioso. ¿Qué es lo que mira?

—Hyung, ¿tomaste mi toalla? —Pregunta intentando desviar su atención a ese otro tema. Yoongi deja el teléfono sobre el mueble y lo mira confundido.

—¿La blanca? —Haciendo memoria, recuerda que Soohyun la había sacado y puesto sobre el respaldo de la silla que se hallaba en la esquina, así que miró a esa dirección, pero no había rastro de la prenda —No la tomé, pero recuerdo que la dejaste por allá —señala.

Soohyun hace un sonido de afirmación, no había manera de que él la hubiera guardado en otra parte.

—Es que no la encuentro —confiesa relamiendo sus labios con nerviosismo. Yoongi se queda callado mirando a todos lados en búsqueda de la toalla, pero nuevamente todo parece en orden.

—Ya aparecerá, si quieres usa la mía por ahora —con toda la fuerza de voluntad que le queda, relaja su expresión mostrándose despreocupado ante un Soohyun que lo escruta cuidadosamente. Sabe que el menor está pensando lo mismo, sabe que la repentina desaparición solo plantaba esa incertidumbre aterradora.

—Sí, gracias —acepta fingiendo que no se da cuenta de la voz temblorosa de Yoongi. Toma la toalla de figuritas perteneciente al castaño y se mete al baño sin volver a verlo. Deja de pensar en eso, solo por hoy, intenta convencerse mientras abre el grifo y lava su rostro.

Yoongi, parado en el mismo lugar, comienza a morderse las uñas de las manos en un acto de ansiedad. Solo tendría que esperar a que Soohyun se quedara dormido para poder cumplir.

Le inquieta demasiado, ¿cómo es que ese maldito enfermo había conseguido su número?

Está tan seguro que el pelirosa ha entrado a la habitación, ¿pero para qué?, seguramente ya estaba enterado de la existencia de Soohyun.

El pelinegro salió de baño para cederlo al mayor; después de asearse e irse a la cama, ninguno de los dos quería dormir, quizá pasó una hora cuando Yoongi lo llamó en un susurro esperando a que le contestara, pero no fue así, Soohyun se mantuvo callado, con los ojos cerrados y la respiración tranquila como si realmente estuviera durmiendo. Él no era ningún imbécil, sabía que algo sucedía y que Yoongi no quería decirle, ya sea por falta de confianza o por su "seguridad", así que no se sorprendió cuando el castaño apartó las sábanas y salió de la cama lentamente, tampoco cuando los pasos sigilosos se dirigieron a la entrada y el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose suavemente perturbaron el silencio.

Se incorporó rápidamente tomando su teléfono para encender la linterna, eran las 5:08 de la mañana.

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—Adelante, está abierto —escucha al otro lado esa voz aguda que le eriza la piel. Dubitativo gira la perilla y abre la puerta asomando su cabeza por el reducido espacio; las luces están apagadas, pero la luz de la noche que entra por el enorme ventanal sin cortinas, es suficiente para hacer resaltar a la figura alta que se mantiene erguida mirando la cuidad.

Entra cerrando la puerta detrás de sí, decide esperar en el recibidor hasta que el pelirosa le ordene lo contrario.

Pasan unos minutos en completo silencio, el frío comienza a hacerle temblar y no está seguro si es buena idea acercarse para enfrentarlo, para empezar ¿Cuál de las tantas razones era por la que lo había llamado?

—¿Vas a quedarte parado ahí hasta que salga el sol? —Seokjin voltea a verlo de reojo con una grande sonrisa de dientes desnudos. Yoongi siente que se encoje en su lugar, de inmediato mira sus pies desnudos ya entumecidos. —Acércate, no te quitaré mucho tiempo —incita devolviendo su atención a las luces de los edificios más alejados. Yoongi camina sigiloso esperando que nada malo suceda, Dios, tenía que regresar antes de que Soohyun notara su ausencia.

Estando a unos pasos, Seokjin gira su cuerpo encarándolo; examina de pies a cabeza al trabajador que parece brillar con la palidez de su piel descubierta por la camiseta desgastada.

—Me gustaría que me salude con un beso cuando nos veamos —ordena sin rodeos, Yoongi aprieta sus labios como respuesta, claramente rechazando la petición de manera no verbal. Seokjin lo nota de inmediato, sonriendo con sorna se acerca al castaño abultando sus labios en espera del saludo. Yoongi, cambiando su rostro a uno inexpresivo, se acerca apenas rozando sus labios sobre la mejilla del más alto —. Ese no es un beso —señala burlón. Tomando el pálido rostro con ambas manos lo acerca plantando sus labios pomposos sobre los delgados y resecos, puede sentir que tiemblan, así que se separa. —Si no lo piensas tanto, puede que te parezca delicioso.


🌱

Ha pasado bastante desde la última actualización, sinceramente entrañé esto :')
Bueno, ya ingresé a la universidad y mi tiempo está muy limitado, así que lamento haberles abandonado un poco, sé que ya muchos de ustedes se han ido y otros han llegado, sepan que de igual manera les estoy muy agradecida por el apoyo a esta historia. <3

En fin, pronto saldré de vacaciones y estaré actualizando constantemente, me emociona mostrarles lo que viene porque (gritos internos), pues porque se viene el foco de la historia. Igual en vacaciones me gustaría subir otras obras que tengo planeadas; me gustaría explorar el omegaverse, también hay una de terror, y unos AU's que ya estoy creando para ser constante en las actu. Solo quería contarles y eso. 

Regresando a H658, ¿Les gustó este capítulo? A mí Tae me encanta, es un personaje muy interesante, si alguien vio el booktrailer, quizá intuyan su relevancia ;). Por otro lado ¿Ya vieron a Yoongi y Seokjin? PORDIOS, QUE ALGUIEN LOS CALME. El capítulo iba a ser más largo, pero pues lo corté, el siguiente es como una continuación a este. 

  Muchas gracias por leer, votar y comentar, les quiero mucho. También nos vemos muy pronto. <3


🍁  Dravi SY

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