Capítulo 15
Permaneció sentado en la orilla de la cama aun después de que Jungkook saliera para atender el llamado en la puerta. Agudiza sus sentidos escuchando cómo el bullicio en la sala principal comienza a intensificarse, anunciando la llegada de los invitados que aparentemente no son muchos, pero sí suficientes.
No sabe exactamente cuánto tiempo ha esperado, y mucho menos, en qué hora de la noche se encuentra. Antes de regresar para escuchar el dictamen de Jungkook, había tomado como medida preventiva apagar su teléfono y esconderlo entre la ropa que guardaba en su mochila. No necesitaba más problemas, ni malos entendidos, tampoco podía arriesgarse a que le confiscaran el teléfono.
Percibe algunas voces conversando y riendo, copas chocando, botellas siendo abiertas, todo en un murmuro difuso. Tranquilo como cualquier reunión. Eso es precisamente lo que no encaja.
Parece que ha transcurrido una eternidad estando encerrado en la habitación de luces apagadas, incluso quiso volver a dormir hasta que el menor le indicara que se fuera, pero rápidamente desecha sus pensamientos al recordar la promesa con sus amigos, aunque, de todas formas, ¿Quién le aseguraba que realmente lo dejarían libre a las cuatro de la mañana?
Nadie, pero tenía que intentarlo, al menos se permitiría tener motivaciones para no darlo todo por perdido, ¿Qué si al final no resultaba tan malo?, Esa también podría ser una opción, ¿No?
Escucha más ruido y también la música subiendo de volumen, puede reconocer la canción que se reproduce, la voz de Nick Jonas entona el estribillo de Close y Jimin aprieta los labios al sentirse atiborrado de viejas sensaciones. Taehyung solía ponerla cuando les permitían tomar la bocina de la cafetería en la que trabajaban. ¿Tenía tan mala suerte?, aparentemente todo estaba destinado a seguir recordándole la miseria en la que su vida se estaba convirtiendo.
Y ni siquiera es el principio.
Supo que estaba sucediendo algo más cuando una voz femenina sobresalió anunciando lo que sería el inicio de un espectáculo, Jimin arruga el entrecejo tratando de entender lo que dice, le es complicado distinguir las palabras. Aplausos y gritos animados le hacen suponer que se trata de algo que las personas ansían por admirar, así que forzándose a la concentración, intenta descifrar lo más mínimo.
La puerta de la habitación se abre. Sobresaltado retrocede hasta chocar la espalda contra la cabecera, se siente como si lo hubieran descubierto cometiendo una blasfemia.
—¡Hyung, vamos! —Jungkook con una enorme sonrisa, trota hacia Jimin obligándolo a levantarse sin darle importancia a los quejidos provocados por la fuerza de su agarre —¡Ya está por comenzar, apresúrese! —Ha sucedido muy rápido cuando lo arrastra fuera del cuarto, no hubo tiempo para asimilaciones o resistencia. Algunos invitados voltean a verlos al notar cierta brusquedad en los movimientos del par, pero pronto la atención cae únicamente en el chico rubio que no porta un abrigo largo, como el resto de la gente en el evento. Además... sus gestos incentivaban a que le prestaran más atención de la debida. Aterrado. Jimin está aterrado.
—Hoy iniciaremos la fiesta con nuestro nuevo integrante. Ha viajado desde lejos para esta aquí. —Anuncia la delgada mujer de largo abrigo blanco. El joven hombre a su costado da un paso adelante, pronto llamando la atención de los presentes que lo reciben con sonrisas en el rostro y miradas brillantes de deleite.
Inquieto y confundido, Jimin permanece en silencio dirigiéndole la mirada al chico cuyo cuerpo se encuentra envuelto en una dorada tela damasco. Pertenece a otra nacionalidad, la blanca piel, ojos en un color verde intenso y el ondulado cabello pelirrojo al ras de su cadera, lo hace atrayente, encantador. Jimin no pude evitar comparar su belleza con La mártir de Solway, la pintura de Everett Millais.
—Su nombre es Hezel, hijo de Jeffrey Purritt; actual presidente de la empresa canadiense Telus —Introduce al caballero que a pesar de no entender gran parte de lo que ha dicho, ofrece una gran reverencia para demostrar respeto. Los presentes aplauden entusiasmados y ansiosos por tener a una belleza extranjera de visita. —Démosle la bienvenida con el anfitrión de éste evento —Jungkook suelta la muñeca de Jimin, apartándose de él en cuanto la atención recae sobre su persona. Sonríe cordial regresándole la reverencia a Hezel, quien lo mira analítico. —¿Será usted quien dé inicio a la fiesta? —Pregunta la del abrigo blanco. Jungkook camina al frente, posicionándose a un costado del pelirrojo y, reposando su mano izquierda en la cintura del adolescente, niega con la cabeza.
—Esta noche seré un espectador más, me gustaría que nuestro invitado tenga una buena iniciación con alguien que rebase la experiencia, ¿hay alguien que deseé sustituirme? —Apenas terminando la pregunta, varias personas ya tienen la mano levantada expectantes a ser elegidos. Jungkook analiza a cada uno de ellos hasta que encuentra a alguien que le convence por completo. Un hombre hábil y más que experimentado. Éste percatándose de ser el ganador de dicho privilegio, camina tranquilo hacia las tres personas que están al centro del salón.
—Choi Junyon, que así sea. —Concluye el pelinegro. La mujer y el anfitrión se apartan del centro dejando únicamente al joven y al hombre que, bajo la atenta mirada de todos, saluda con una sonrisa cortés. Las luces se apagan, y tan pronto como esto sucede, un par de reflectores iluminan tenues y amarillentas al par de hombres que son la esperada apertura al éxtasis. Concentrados, ansiosos; todos los miran.
Jungkook regresa con Jimin, posicionándose detrás para asegurarse que no estropeé nada, el mayor voltea a verlo tratando de preguntar qué mierda está pasando, pero la advertencia con la que Jungkook lo fulmina, le hace regresar la vista al frente con muchas más preguntas.
Junyon acaricia la pálida mejilla de Hezel, calmado lleva las manos al lugar donde la tela dorada se mantiene unida por un nudo, y con todo el esmero posible, lo deshace; la pesada tela cae al suelo en un sonido seco, el pálido y desnudo cuerpo del joven ha sido descubierto.
Jimin desvía la mirada al piso completamente perplejo. Un par de manos lo toman con fuerza por las mejillas, le obliga a levantar el rostro para no perderse ningún movimiento, pero él, apretando los ojos con fuerza, se niega a ver lo que sea que está sucediendo.
—No haga ningún tipo de ruido—susurra en su oído la melódica voz del menor —, y véalos. Obedezca. —La piel se le eriza. Sintiéndose aterrado ante la situación en la que está, abre los ojos atemorizado, inmediatamente aparece en su campo de visión la imagen de esos dos hombres sin ningún tipo de prenda cubriéndoles el cuerpo.
Maltita sea, no quiere verlo, Dios, él no quiere ser otro espectador.
El hombre de aparentemente cuarenta años, Junyon, tiene bajo suyo a un adolescente cuya edad, aparentemente, no rebasa los diecisiete. Firmemente masturba el miembro de Hezel, disfrutando del pelirrojo retorciéndose sobre el sillón tántrico y de los jadeos sonoros que se escuchan aún si el chico aprieta las manos contra su boca para evitar hacer audibles sus gemidos. El de lentes, pasando la lengua desde la quijada hasta el lóbulo de la oreja, le pide entre jadeos y susurros que aparte las manos y lo complazca gimiendo alto para que todos puedan escucharlo.
Así lo hace, pronto los gruñidos agudos y los jadeos erráticos llenan la sala principal, y los invitados, encismados en el morboso procedimiento, se tocan sobre sus abrigos con la sangre hirviéndoles de excitación.
Junyon voltea al chico poniéndolo bocabajo, propinándole una fuerte nalgada que resuena estridente, el adolescente ahogando un jadeo, se pone de rodillas sobre el sillón para después dejar caer su pecho en la seda negra. Desea más, más fuerte, más placer. Sus redondos glúteos arriba son la mejor vista para los que miran agitados la escena, los que se tocan con más fervor y ansiosos esperan saciarse. Pronto el mayor amasa con fuerza la blanca carne de sus nalgas, enterrando sus dedos y sintiéndose maravillado con las morbosas marcas rojas que parecen darle vida a la palidez de su piel.
Se separa un momento yendo hacia los muebles de cristal donde hay todo tipo de objetos, toma lubricante con efecto térmico que, a su parecer, le vendría perfecto para que las paredes anales del menor se contrajeran en placer. Antes de regresar, el hombre pasa por la mesa de aperitivos donde abre una pequeña bolsa con cocaína; esparciéndola en la superficie y formando dos líneas con la tarjeta negra que descansa a un costado, las inhala a través de un billete enrollado esperando sonriente a que el ardor en su nariz cese. Satisfecho, regresa para continuar.
Empapa su pene y la rosada entrada del joven con el baboso lubricante, tantea los pliegues del pelirrojo hallando la euforia en su sangre y sus pupilas dilatándose cuando éste se tensa bajo su toque. Sin tener ningún tipo de cuidado, lo penetra sacándole un grito adolorido ante la falta de dilatación. Con la saliva escurriendo por su barbilla y los ojos apretados, el chico comienza por disfruta las estocadas bestiales, deleitándose en el placer y punzadas de dolor que le hacen sentir vivo. Gimiendo escandaloso se sujeta firmemente de las orillas del sillón comenzando a sincronizar el movimiento de sus caderas con las del contrario. Más fuerte, necesitaba más intensidad.
La nauseas revuelven el estómago del rubio que mira horrorizado el coito frente a sus ojos, su mente en blanco y la bilis amenazando con subir por su garganta. El par de manos lo toman con dureza por las mejillas ejerciendo tanta fuerza que el dolor comienza a ser intolerable, sus ojos se cristalizan y, sinceramente, no está seguro si se trata del dolor o de la frustración. Ambas, probablemente.
Las luces amarillentas se apagan siendo sustituidas por otras de color morado, rojo y azul que se mueven por todos lados. Poca visibilidad, pero suficiente para distinguir con precisión al resto. Los invitados se dispersan en diferentes direcciones, botando sus abrigos en alguna parte del salón y mostrando sus extravagantes vestuarios; lencería, otros con cuerdas apretando sus extremidades reluciendo el arte del bondage, cuerpos solo desnudos, y de más. La fiesta oficialmente ha comenzado.
Jungkook animado, retrocede junto con Jimin hasta arrinconarlo en una esquina del salón donde hay dos sillas de madera esperándolos. Cuando se pone frente al rubio, la sonrisa de su rostro se borra para pasar a una mueca de completa confusión al notar las lágrimas que manchan de negro las mejillas.
—¿Qué pasa? —Pregunta hostil. Los hombros del de labios regordetes comienzan a sacudirse cuando la intensidad de su llanto aumenta. —Responda. —Empuja fuertemente el pecho del contrario haciéndolo sentarse en la silla que está detrás de él. Jimin mira hacia arriba sintiéndose sometido con la expresión amenazante del menor.
—Yo- esto no está bien —replica molesto y consternado —, todos ustedes están en-enfermos —murmura nervioso tratando desesperadamente de ver la forma de salir.
—¿De qué habla? —Jungkook ladea su rostro hacia la izquierda sin lograr entender a lo que se refiere. —¿Le faltó algo a la apertura? ¿Más gritos?, ¿Gemidos?, Es verdad que ha sido algo convencional, ¿Es por eso? —El rubio mira estupefacto al pelinegro que realmente no parece tener ni idea.
—¡¿Qué mierda estás diciendo?! —escupe con desdén. —¡Es un maldito menor de edad, ¿qué putas es esto?! —El llanto quebranta su voz, tiene rabia acumulada en su pecho que agita su respiración.
—Oh, ustedes son tan... extraños —ríe entretenido con las ocurrencias del bajito —, diga más. —Sentándose en la otra silla, cruza las piernas prestándole atención al trabajador; mirándolo fascinado como si se tratara de un fenómeno. Jimin aprieta los labios temblando en su lugar. —Eso creí.
—Me largo —determinado se pone de pie, dispuesto a salir sin tomarle importancia a su cuerpo semidesnudo y al hecho de que dejaría sus pertenencias. No importaba, tenía que irse, rápido, lo más rápido.
—Adelante, ya conoce las consecuencias. —El rubio se detiene en seco. —Si usted no cumple su parte ¿por qué yo debería de hacerlo? —Alardea divirtiéndose con la reacción del mayor.
Jimin doblegado ante la culpa y el remordimiento, mira de reojo al pelinegro que parece disfrutar de su lucha interna. Regresa despacio, abandonando su orgullo, y básicamente todo. Deja caer su dignidad, llenándose de rencor cuando vuelve a sentarse en la silla. Su vista se pierde en la alfombra verde mientras sus pensamientos arremeten contra él. Es verdad, no puede hacer nada.
—Bastante considerado de su parte, Hyung. —terminó por fingir admiración. —Gran fuerza de voluntad. Admirable, ¿eh? —Palmea el muslo del contrario sacándolo de su trance. —Honestamente no entiendo qué hay de mal. Supongo que... que las cosas allá afuera sí son muy diferentes. —Encoge sus hombros. Tiene curiosidad de saber el porqué de la reacción del rubio, él había creído que quedaría maravillado como todos ahí, eso era lo normal.
Ah, estaba tan ansioso por mostrarle, pero nada había resultado bien, ¿Seokjin le explicaría la razón por la que no había funcionado?
Recuerda la plática matutina con su Hyung, él le había dicho que solo lo dejara encerrado y lo usara a su conveniencia, pero no quiso, ¿Para qué debería tenerlo encerrado?, No lo había dejado con vida solo para ser un adorno.
Jimin no le interesa más allá de la vida que lleva, porque sí, Jungkook solo quiere saber de su vida y conocer lo que hace la gente que a veces mira por el gran ventanal de su propiedad, al menos todos ellos tendrían algo en común ¿no?, tal vez gustos, lugares que visitan; cualquier cosa le sirve. Es un gran proyecto.
De lo que estaba consiente es que todos afuera eran raros, eso es lo que siempre Seokjin le decía.
Regresa su atención al de labios abultados percatándose de su falta de atención hacia el entorno. El rubio está perdido, dándole vueltas a las palabras que Jungkook ha dicho, ¿cómo se supone que no supiera lo que está mal?, debía ser una maldita broma.
—Ponga atención al entorno, no me haga forzarlo —Exige exasperado. Jimin levanta la vista. Divaga por el lugar llenándose de valor y mentalizándose con lo que podría ver. Encuentra a un grupo de personas que rodean la mesa de cristal mientras inhalan líneas de cocaína, toman cigarrillos de la pequeña caja negra o se sirven copas de alcohol. Hay drogas que ni siquiera puede identificar, él solo sabe que está jodidamente mal, todo es ilegal, ¿por eso tanta discreción?, Si la policía llegaba, todos estarían jodidos ¿no?
También están los grupos de personas que ocupan los sillones tántricos de diferentes maneras; mientras que algunos follan con simpleza, otros emplean juguetes o practican BDSM. No muy lejos de ellos, hay una mujer que los mira morbosa, con una mano deja caer cera roja sobre sus prominentes senos mientras que con la otra se penetra con un gran dildo morado.
Aparta la vista sintiéndose asqueado y muy sucio. Intenta cubrir su cuerpo con sus manos deseando que nada sea real, que pronto termine todo.
Hezel se aproxima a Jungkook, sonriéndole ampliamente cuando el chico de traje negro le presta atención. Peina su largo cabello hacia atrás sentándose de espaldas en su regazo y comenzando a restregar su trasero en la pelvis del pelinegro. Jungkook acaricia el bonito cabello ondulado, apartándolo de su hombro para morder y succionar la blanca piel que ahora está repleta de chupetones, cortes y hematomas causados esa misma noche por otras personas.
El pelinegro murmura algo en el oído del chico haciendo se levante y se vaya con una expresión decepcionada.
Jimin pegado a la pared y subiendo sus piernas hasta su pecho, ocultaba la cara bajo sus manos. Era tan repulsivo, obsceno, enfermo. Todos eran un completo asco y él se sentía malditamente sucio, sucio, sucio.
Más gente llega conforme pasan los minutos, observa la puerta aún escondido, ansioso por terminar con todo. Un grupo entra. Perplejo los ve entrando con sus respectivos abrigos largos, y de verdad, toda la esperanza se le drena del cuerpo.
Kim Bookyum, el actual primer ministro; Park Won-Soon, alcalde. Ambos pertenecientes al gobierno de Corea del Sur. Detrás de ellos, Kim SeungYoun, consejero delegado de Hanwha Group, y Chey Taewon, CEO de SK Holdings. Ambas empresas las más importantes del país.
Entonces puede entender la magnitud del problema.
—¿Cómo va la noche? —Se acercó Bookyum hacia el anfitrión tras notar que éste se encuentra vestido y aparentemente aburrido.
—Todo marcha a la perfección, es un placer tenerlo nuevamente aquí. —Jungkook se incorpora sonriendo cordialmente, como siempre lo hace. Ofrece una gran reverencia al primer ministro demostrando su completo respeto. —Espero que su noche sea agradable, señor.
—Así será. —Sonríe con superioridad. —Salúdame a tu padre, hace bastante que no he podido encontrarme con él. Debe estar orgulloso de ti, muchacho. —Alaga. Su vista pronto desviándose a la cabellera rubia en la esquina y luego prestando atención al rostro perplejo que lo observaba sin pestañear. —¿Quién es él? —Pregunta extrañado. No lo había visto antes.
Jungkook se tensa cuando el hombre se da cuenta del empleado, él había intentado cubrirlo con su cuerpo para que no llamara la atención de los recién llegados. Es peligroso.
—Él es mi acompañante. —Contesta fingiendo tranquilidad. El hombre levanta una ceja regresando su vista al más alto.
—¿De dónde es? No lo había visto por aquí antes. —Jungkook permanece en silencio sin saber que decir. El viejo esboza una sonrisa lasciva cuando nota que Jeon está a la defensiva. —He de suponer que está disponible —Jungkook muerde su lengua —¿Qué hace ahí? Deberíamos-
—Lo lamento mucho, señor. —Interrumpe. —No está disponible, él está conmigo. —Explica autoritario. El resto de los recién llegados dispersos en diferentes putos, miraran curiosos hacia Bookyum y el joven anfitrión, pues han tardado en conversar y hay cierta tensión que les parece atractiva. Interesados caminan hacia ellos hasta rodearlos.
—¿Ocurre algo? —Pregunta Taewon.
—Jeon dice que ese de ahí no está disponible —suelta con fingida sorpresa —¿Qué tiene de especial? ¿Por qué tan receloso? —Los cuatro hombres ríen al notar que el rubio baja la vista a sus pies descalzos, arañando sus brazos con nerviosismo.
—Nada especial, caballeros. —Objeta el de traje negro. —Solo ya está por marcharse, no se siente bien, y como ustedes saben, cuidar de mis invitados es primordial. —Apresurado toma del perchero más cercano un largo abrigo café. Levanta a Jimin con cuidado como si de verdad estuviera cuidando de él, cosa que es menos complicada porque el rubio de verdad parece estar enfermo. Bajo la atenta mirada de los hombres, caminan entre tropezones hasta que la puerta de la propiedad se abrió y ambos pueden salir al pasillo.
—Maldición —murmura el más alto mientras pone el abrigo sobre los hombros del mayor, quien lo mira atemorizado sin terminar de procesar todo lo que está sucediendo, apresurados caminan hacia el elevador del otro lado —. Váyase a las habitaciones de servicio, más tarde iré a dejar sus pertenencias. —Presiona el botón esperando impaciente a que las puertas se abran —No lo olvide; usted no ha visto ni escuchado nada.
Las puertas se abren, sus pies descalzos se arrastran al interior, vacilante presiona torpe el que indica el -2 y mirando inexpresivo al pelinegro, las puertas se cierran comenzando a descender.
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Tres veces. Los golpes en la puerta resuenan muy suave.
Yoongi corre hacia ella, deseando que detrás de la madera se encuentre el chico al que ha estado esperando desde hace una hora. Al abrirla lo ve encorvado con un gran abrigo café y los ojos cristalizados que le miran perturbados. No ha tenido tiempo de reaccionar, retrocede sorprendido cuando el cuerpo del rubio choca contra el suyo en un impetuoso y asfixiante abrazo. Siente el terror en el cuerpo ajeno, puede sentirlo aún más con el temblor de las manos que se aferran a su playera.
Por reflejo rodea suave al chico con intención de consolarlo, sin embargo sus dedos tocan la fría piel de su espalda. Baja la vista extrañado, es ahí cuando nota el abrigo tirado en el piso e, inevitablemente, el semidesnudo cuerpo del menor.
Soohyun sentado en la cama, mira muy preocupado al par, sobre todo al rubio que ha comenzado a llorar con fuerza. ¿Qué mierda está pasando?
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Hey, amores. ^^
¿Qué les pareció? Hay información importante. De igual manera comenzamos gradualmente con la intensidad de los temas que se abordan. Decidí no ponerle la advertencia en el inicio porque creo que ya lo he mencionado bastante y pues hay un apartado desde el principio de la historia. Aquí no se pretende normalizar ni romantizar las acciones de los personajes. Es ficción y por favor, tómalo en cuenta.
Este es el último capítulo que con anterioridad subí, los próximos son nuevos, ME EMOCIONA QUE LOS LEAN. Agradezco infinitamente toda la paciencia que tiene con esta historia, he decidido dedicar todos los nuevos capítulos hacia ustedes quienes apoyan este desastre, sé quienes son todos ustedes, siempre los veo y ustedes saben quiénes son. <3
Tres días de promoción, nos vemos el próximo jueves. Las actualizaciones serán los martes, jueves y sábados. <3
La música de inicio fue con la que escribí el capítulo, entonces la puse, la letra no tiene mucho que ver aquí, por si se lo preguntan. Quizá abra una playlist en spotify, igual les aviso.
Nos vemos pronto. Muchas gracias por leer, votar y comentar, les quiero mucho. <3
¡Buen inicio de semana!
🍁Dravi_SY
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