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Capítulo 12

El café en su taza de cerámica se ha enfriado desde hace horas, no ha logrado darle ni dos sorbos al oscuro líquido que refleja su semblante decaído.

Pasan las cinco de la mañana, él no puede conciliar el sueño, ni siquiera lo ha intentado. Sigue sentado en el mismo lugar desde que el departamento volvió a vaciarse; las piernas entumidas y cuerpo adolorido son los menores de sus problemas. Tiene la cabeza llena de todo y de nada. No ha comido desde que Namjoon se fue el día anterior por la tarde, incluso olvidó felicitar a su hermano por sus diecinueve años.

Está seguro que sus padres marcarán en cualquier momento para preguntarle la razón por la que no llegó a casa, y cuando suceda, los mandaría al buzón de voz. ¿Qué se supone que les diría?, "Oye má, no fui porque estoy metido en un lío pequeñito, uno donde puedo morir o convertirme en un asesino indirecto, ¡Pero nada serio!"

«No es momento para burlarse de la situación, haz algo», piensa. Lleva pensándolo desde hace horas y no se le ha ocurrido nada.

La comida que había preparado para Yoongi sigue intacta sobre la mesa, tan intacta como la bolsa con vitaminas y el jugo que le llevaron sus compañeros. No tiene intenciones de tocar alimentos, tiene suficiente de todo. Eso es lo que cree y en parte es cierto, sin embargo el verdadero motivo, es el castigo que al que se sometía por haber sido un imbécil.

No creyó que sucediera tan pronto, pero extraña la casa de sus padres, extraña Busan y a las personas que se encuentran ahí, extraña su antigua vida. Tiene una imaginaria soga atada al cuello; no importa qué decisión tome respecto a lo que sucedió en su trabajo, ya no importa si decide escapar o afrontar sus problemas, de cualquier manera está condenado.

Convertirse en un fugitivo o en un asesino indirecto. Ambas igual terminarían por costarle la vida ¿no?, en una porque lo asesinarían y en la otra porque él no lo pensaría ni dos veces antes de suicidarse.

Prefiere dispararse en la cabeza antes que ser el culpable de la muerte de personas inocentes. Si tenía que ir y suplicarle a ese hombre de ojos frívolos, entonces lo haría. Cientos de personas o una sola. Ni siquiera tiene motivos suficientes para vivir a cambio de la muerte de otros, sí, tiene sus sueños, amigos y familiares, pero muchos de sus compañeros también. Ni siquiera es cuestión de pensarlo mucho o poco. Sabe la decisión que debe tomar, ya la ha tomado.

Claro, él no quiere irse, no por nada se mudó a Seúl, ni se mató horas estudiando para obtener la bendita beca universitaria. Aún quiere tomar las clases de pintura y abrir galerías con su propio arte, quiere ser iluso y encontrar todos los motivos existentes para no votar todo a la mierda. No ha vivido nada de la vida, está arrepentido de eso.

Quizá ese día era el último y él lo único bueno que tiene guardado en su memoria, son sus amigos y momentos divertidos en la escuela y en salidas ocasionales. No es un mal chico, sí, se equivocó varias veces, dijo mentiras, a veces era flojo y hasta grosero con la gente, pero... No eran razones para matarlo, no quiere morir, tiene miedo.

Espera a que den las siete de la mañana para lavarse los dientes, humedecer su cabello y tomar su billetera y deportivas. Va directamente al hotel, no sin antes haber escrito una larga nota donde menciona a su familia, a Tae, Namjoon, Yoongi y Soohyun, que se despide de ellos quizá para siempre. No escribió demasiado, solo lo suficiente para deducir un suicidio o un escape, dependía de lo que ellos quisieran interpretar y creer.

El autobús da la sensación de avanzar demasiado rápido y sofocante ¿Era así como se sentía un enfermo en fase terminal?, probablemente no, pero quiso imaginar que sí.

Después, estando frente al imponente edificio en el que apenas unas cuantas personas caminan en su interior y otras a sus alrededores, Jimin no puede mover sus piernas ni mucho menos mantener una respiración estable. Es una decoración más en la inmensidad del jardín frontal. La sensación en su pecho es peculiar, tiene un cúmulo de emociones que se empujan unas contra las otras y lo sacuden de pies a cabeza como intentando volverlo loco. Lo iban a lograr.

Espera varios minutos de pie buscando el valor para avanzar aunque sea unos pasos. Tambaleándose hacia adelante continúa su recorrido como un infante aprendiendo a caminar.

Muestra su identificación de empleado, se anota en la lista y después se apresura a tomar el elevador de servicio. Queda media hora para que el turno de la mañana empiece, por lo tanto las instalaciones están solitarias y llenas de un silencio inquietante, tan abrumador que tiene la necesidad de abrir la boca para que el aire no se quede atascado en su garganta.

El ascensor sigue subiendo, los últimos pisos antes de llegar al 98 se sintieron como un golpe en el estómago. Jimin sabe que está despierto, sin embargo en cualquier momento podría pellizcar su brazo para asegurarse de que no se trataba de un sueño o de su propia imaginación yendo demasiado lejos.

Un pitido resuena en eco haciéndole saber que ha llegado a su destino, las puertas se abren y frente a sus ojos el alargado e impresionante pasillo se extiende. Tan bellamente extravagante y también tan aterrador como solo él lo conoce.

Se siente demasiado ligero, en realidad entumido. No seguro de mantenerse firmemente de pie, opta por caminar mientras toca la pared tapizada de papel negro con alargados relieves de oro.

La puerta de forma torcida destaca desde lejos, quizá algo significaba el marco deforme, o bien, podía tratarse de arquitectura minimalista, no lo sabe. Llegando frente al plateado número, puede sentir que sus sentidos se agudizan demasiado, como sabiendo que sería la última vez viviendo.

Extiende el brazo apretando con la palma el pequeño y redondo timbre. Solo una vez, una vez tiene que ser suficiente. Jimin puede escuchar el pitido al interior de la habitación, y después de eso, un solemne silencio. El aire se le escapa.

Del otro lado no escucha absolutamente nada, ni pasos ni algún indicio de alguien habitando ahí. Esta vez tomando valor, toca la puerta con sus nudillos, toca tan fuerte durante un par de segundos.

Sabe que lo está escuchando, puede sentir que esa persona sabe de su llegada, que quizá lo supo desde el principio.

Resuenan un par de pasos al otro lado de la gruesa madera que los separa; tal como lo supuso, los pies descalzos se detuvieron a unos centímetros de distancia. Puede sentir que lo mira a través de la pequeña mirilla de la puerta, Jimin baja la vista al suelo apretando los labios, conteniendo el temblor de su cuerpo y apretando la mandíbula tan fuerte que los dientes le duelen.

La puerta es abierta despacio.

Frente a él, ve perfectamente los pies y parte de las trabajadas piernas.

—Creo haber dicho que lo quería aquí hasta que anocheciera —esa voz imperturbable resuena muy cerca de él, el tibio aliento golpea cerca de su coronilla —, me sorprende que esté aquí tan temprano. Adelante. —El hombre se hace a un costado esperando expectante los movimientos del chico de expresión perturbada. Jimin ingresa tenso, con la guardia alta y sin mirar al desconocido.

La mano en su espalda baja lo sobresalta. Quema, es como si el contacto le hiciera arder la piel bajo la sudadera y entonces el miedo regresa tan duro que se detiene no sabiendo cómo reaccionar, pero el contrario, importándole poco su evidente temor y arrepentimiento, lo empuja sutilmente hacia adelante dirigiéndolo hacia otra parte del lugar, específicamente a una habitación cuya puerta está entre abierta.

Un gran despacho con animales tallados en las paredes de madera, figuras de metal y vidrio decorando los muebles y un gran ventanal que resplandece con el naciente sol de la mañana. Al ingresar, el hombre cierra la puerta sin ponerle pestillo.

—Levante la vista. —Indica amable, con ese tono que oculta intenciones. El rubio obedece, entonces puede observar con detenimiento al chico frente a él; cuerpo cubierto por una bata de seda negra que le llega a mitad de los muslos y apenas cubre una parte del pecho, piel muy blanca y un rostro tan... aniñado y maduro al mismo tiempo. Tiene una sonrisa pequeña y un rasguño en la mejilla que parece apenas cicatrizar. —Oh Jimin, creí que no vendría ¡Ya estaba preparándome para ir por usted! —Encoge los hombros. Una desconfianza enfermiza sube por el cuerpo del rubio después de haber escuchado su nombre en la boca de ese extraño.

Jungkook espera que su mal humor no empeore, ha despertado con el insistente ruido de su puerta siendo golpeada tan temprano que le fue imposible no levantarse molesto de la cama. Apenas había podido cubrir su cuerpo desnudo con la primera bata que halló en el armario de Seokjin.

Perezoso acomoda detrás de su oreja el rizado mechón que cae sobre su rostro. Hace un ademán indicándole que tome asiento en la silla frente al escritorio, y aunque el trabajador parece pensarlo demasiado, al final cede. Él, por supuesto, toma asiento en la silla más grande.

—¿Le han robado la lengua o por qué no habla? —Pregunta después de soltar un bostezo largo. —Es debido a la ausencia de mi presentación ¿Cierto? —Rodea los ojos. Rememora la grave e inestable voz del viejo recitándole uno de los principios fundamentales en su crianza, "Preséntate primero y la gente sabrá lo que debe hacer."—Está bien, Jimin, después le toca a usted ¿De acuerdo? —Ensancha una sonrisa. —Jeon Jungkook, tengo diecinueve años, ¡Y faltan siete meses para cumplir veinte! ¿Sabe lo que significa? —Mira expectante al chico que parece perplejo.

Jimin sabe que al cumplir los veinte años, legalmente se es mayor de edad, sin embargo no dice nada.

—Significa que podré irme. —Continúa. —Ahora, por favor, preséntese. —Basta con mover la pierna insistente para hacerle entender que no cuenta con la paciencia de esperar, solo quiere que se comunique, que diga cualquier cosa sin importar si es verdad o mentira, de cualquier manera, ya lo sabe todo.

—Me- soy Park Jimin —murmura —, veintiuno. —Suena tembloroso, apenas y se le ha entendido, ¿Esa voz tan afeminada le pertenece a un chico de veintiuno?

—Ah, que aburrido —el pelinegro hace una mueca de disgusto —, ¿no tiene algo interesante por decir?, yo le he dicho algo interesante —reclama.

—Jeon —la voz somnolienta de alguien interrumpe la conversación, una cabellera rosa se asoma tras la puerta —, ya te has tardado mucho, hace frío y estábamos tan cómodos —farfulla entrando al despacho, pasando a un costado del rubio y posicionándose frente al pelinegro.

—¿Tienes frío? —Atento se pone de pie atrayendo a Seokjin hacia él. Mete las manos bajo la bata del pelirosa sintiendo la tibia y suave piel de sus caderas. Seokjin asiente rodeando con ambos brazos el torso de Jungkook, el pelinegro lo mira con devoción y los ojos entrecerrados.

Ha cambiado; su expresión, el tono de su voz y hasta la postura de su cuerpo. Es diferente, se siente diferente, Jimin lo sabe.

—Regresemos entonces —deposita un beso en la frente del mayor —. Y usted —alza la voz, Jimin levanta el rostro viéndolos abrazados —, regrese aquí cuando su turno comience, tenemos que hablar. Váyase. —De inmediato se yergue saliendo de la habitación tan pronto como los susurros entre esos dos comienzan a sonar jadeantes. 

🌱

Tuve que cortar el capítulo o quedaría muy largo :(

Muchas gracias por leer, votar y comentar. 💗

¿Les gustó? ¿Qué piensan respecto a la actitud de Jungkook? A mí me encantó aunque haya sido muy cortito.

Chic@s, esto va lento pero seguro, así que no esperen que de un momento a otro las cosas sucedan, los personajes tienen un trasfondo importante. Además poco a poco entraremos en ambiente respecto a los temas fuertes.

Perdón por la tardanza, el sábado fue mi examen de admisión, así que el tiempo anterior a él estuve ocupadísima estudiando, pero ahora estoy libreeee, continuamos con las actualizaciones diarias. Dudo mucho hacer una semana de promociones porque ya me atrasé mucho con las actualizaciones, a lo mejor namás hago tres días o algo. <3  

Por cierto, tengo la mala costumbre de decirles "linda" cuando ando respondiendo comentarios, así que por favor corríjanme si me equivoco. 💕

🍁Dravi_SY

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