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9REVELANDOSE AL MUNDO

Bristol, Inglaterra


Después de la reunión con el alto mano, el grupo se puso en marcha hacia Bristol, donde reclutarían al nuevo miembro del equipo: Al Pratt, o mejor conocido como Atom, el héroe que podía hacerse gigante.

Al había servido en el frente, y después de haber sido herido en la campaña de África del Norte, fue sometido a un experimento con radiación, que hizo que pudiera encogerse y hacerse pequeño a voluntad. Después de un largo servicio como superhéroe detrás de las líneas enemigas en operaciones encubiertas, fue dado de baja y ahora servía como mecánico en un aeródromo secreto en Bristol.

Nunca imagino que el capitán Trevor iría a pedirle su ayuda.

-Necesito ponerme en contacto con mi hombre en la pista – Steve dijo mientras conducía el jeep, con Diana y Shiera de acompañantes –

-¿Cuánto tiempo llevará? – pregunto Diana – No podemos perder tiempo.

-En el momento en que le diga que tendrá acción, se unirá a nosotros – Steve sonrió – Además, está trabajando en un nuevo avión que...

Antes de que pudiera seguir hablando, sonó una bocina de ataque aéreo. La gente del pueblo comenzó a correr y a gritar cuando los bombarderos de la Luftwaffe y los cazas Focke británicos comenzaron a batirse en duelo en los cielos.

-¡Será mejor que nos alejemos del jeep y sigamos a pie! – Steve ordeno –

Mientras caminaban rápidamente por el pueblo, Diana observo como una niña que se había escondido en un pajar cercano, gritaba histéricamente. Una bomba estalló cerca y parecía que los escombros de la explosión iban a caer sobre ella. Diana salto hacia la chica, levanto su escudo y la protegió de los escombros que caían sobre el pajar. Entonces levanto a la niña y la arrojo a Steve, quien la atrapo.

Fue entonces que Diana vio todo el panorama.

La combinación de explosiones y gritos de inocentes era un sonido que Diana nunca olvidaría. Las historias de guerra y batalla de su madre no se parecían a nada de lo que estaba presenciando a su alrededor. Destrucción y dolor era todo lo que veía al ver la destrucción causada por los aviones alemanes en el pueblo. A su izquierda, un carruaje tirado por dos caballos estaba atrapado en el barro mientras sus dueños intentaban liberarlos, mientras que a su derecha, la gente del pueblo trataba de apagar las llamas que había dejado una explosión causada por una bomba alemana.

-Steve, tenemos que ayudarlos – exclamó Diana –

-Diana, no tenemos tiempo, tenemos que seguir moviéndonos o perderemos nuestra ventana – respondió Steve –

El grupo siguió adelante, los sonidos de explosiones y gritos se hicieron más fuertes. Pronto se dirigieron al aeródromo donde innumerables soldados aterrorizados ya se preparaban para el inminente ataque alemán, pues casi todos los aviones aliados habían sido abatidos en combate. Un soldado británico herido agarró a Diana del brazo pidiendo ayuda.

-¡Por favor, debes ayudarme! – dijo el soldado – ¡Tengo mucho miedo... los alemanes ya vienen!

-Sí... tratare – dijo Diana, tratando de calmar al soldado –

-¡Diana, tenemos que irnos ahora! – Steve exclamó mientras ponía su mano en el hombro de Diana –

-Steve, tenemos que ayudar a esta gente, no podemos quedarnos aquí sin hacer nada – Diana suplicó –

-Diana, los alemanes controlan los cielos. Si nos quedamos aquí, nos mataran y no podemos hacer nada contra sus aviones – Steve estaba desesperado por hacerla entrar en razón – Lo mejor que podemos hacer es poner a salvo a nuestro contacto y esperar a que los refuerzos lleguen.

Steve comenzó a alejarse. Diana se apartó de él por un momento mientras ella comenzaba a quitarse su abrigo. Se desató el cabello y colocó su escudo y espada sobre su espalda. Shiera la vio con aprobación e hizo lo mismo, se quitó su pesado abrigo y una armadura verde reluciente salió a relucir en su tonificado cuerpo, al igual que empuño una pesada maza de guerra.

-Tienes razón Steve – dijo Diana, al vacío – Pero no es lo que nosotras vamos a hacer.

Diana se sujetó fuertemente de la espalda de Shiera, que al momento de hacerlo, extendió a lo largo y a lo ancho sus majestuosas alas de halcón, y repentinamente salieron volando.

-¡No! – Steve gritó al ver a Diana y Shiera salir volando –

Desde los cielos, un piloto alemán vio como una mancha salía disparada desde el aeródromo

-¿Que ves? – preguntó el piloto líder en alemán –

-No me creerá... – respondió el soldado que veía a Diana y Shiera acercándoseles agresivamente –

Ellas habían llegado a los cielos. Sus trajes brillaban a la luz del sol. Volaban hacia adelante, sin nada que las detuviera. El primer avión disparo contra ellas. Las balas fueron interceptadas gracias a que Diana puso su escudo justo por delante de Shiera, para protegerla.

Luego casi todo el escuadrón de cazas alemanes las atacaron. No es que a ellas les importara, ya que Diana desvió todos los disparos. Un caza alemán les lanzó un misil, pero Shiera lo tomo a tiempo y lo destruyó en el aire.

Nada las detendría de lograr su objetivo. Era su deber proteger a las personas de ahí abajo. Diana pudo sentir que la velocidad del fuego comenzó a aumentar contra ellas mientras ambas soltaban un grito de batalla.

Steve, desde la seguridad del suelo vio una oportunidad.

Rápidamente, entro al aeródromo, donde estaba aparcado un curioso avión de turbinas. Entonces, un fornido hombre de estatura alta, con pelo negro y rostro amigable, salió a su encuentro.

-¡Trevor! – grito el hombre – Sí que tienes agallas de venir aquí...

-Al, necesito el avión... – dijo Steve, abriendo la cabina del avión y encendiendo los motores –

-No puedo dejar que te lo lleves. Tengo órdenes...

-¡Al carajo las ordenes! – Steve parecía inspirado por la audacia de Diana – Voy a ayudar a mis amigas cueste lo que cueste. Además, te necesito con tu traje.

-¿Mi traje? – pregunto Al, confundido –

-Necesito a Atom, así que póntelo y vamos a acabar con unos avioncitos nazis – concluyo Steve, prendiendo los motores del avión –

-Solo recuerda que ese avión cuesta medio millón de dólares.

Y sin decir más, Al Pratt saco de un casillero una curiosa chamarra roja y una máscara azul, con el símbolo de un átomo en la frente.

En los cielos, Shiera arrojo a Diana hacia los aviones enemigos, y la acción comenzó. Con un golpe rápido de su espada, destruyó el ala del avión que tenía enfrente y luego del que estaba a su derecha. Shiera por su parte, le lanzo su maza directo al avión que tenía en frente, dándole a la cabina y matando al piloto.

Diana salto de un avión destruido solo para ser recibida por mas cazas alemanes, todos con sus armas apuntándole directamente. Más rápido que una bala, Diana entró en acción y comenzó a enfrentarse a ellos. Golpeó a un avión contra el otro mientras era atacada por una ráfaga de balas. Los tercer y cuarto aviones cayeron ante Shiera, que los destruyo volando a su lado y pasando su mazo por sus alas expuestas. Diana saco a los pilotos del quinto y sexto de las cabinas y los arrojo hacia el suelo. El séptimo avión fue destruido por Shiera, dándole un duro golpe al motor.

Ambas heroínas creían que habían acabado con todos los aviones, pero entonces vieron a un octavo, que se lanzaba al ataque contra ellas. Pero ocurrió algo que no esperaban. Un misil dirigido fue lanzado contra el avión enemigo y detono al momento del impacto, destruyéndolo por completo. Un segundo vehículo comenzó a volar hacia ellas. Pero no era un caza alemán. Era un curioso avión aliado propulsado por turbinas en vez de hélices. Tenía las estrellas americanas en las alas y el logo de Wayne Industries en el motor.

En ese momento, Diana lo alcanzo y brinco a su ala derecha. El piloto era nada mas y nada menos que Steve Trevor.

-¿Qué es lo que estás haciendo? – grito Diana, tratando de que Steve la escuchara a través de la cabina –

-Estoy haciendo lo correcto – contesto el, poniendo una sonrisa –

Entonces los últimos cuatro aviones que quedaban los rodearon. Diana y Steve se miraron el uno al otro, calculando rápidamente su ataque. Con un movimiento de su muñeca, Diana activó su látigo y envolvió al avión más próximo del ala, haciendo que chocara contra uno de sus compañeros.

Steve dio una vuelta de barril y disparó una ráfaga de balas contra un el avión que tenía persiguiéndolo en la cola. El piloto alemán se sintió atemorizado ante el coraje del piloto americano y dio la vuelta, pero fue demasiado tarde, ya que Steve le dio en la cola e inevitablemente, el caza alemán cayo en el mar.

El caza alemán que quedaba se comenzó a alejar. Y justo cuando creía que se había librado de los defensores de los cielos, se topo con una figura gigante que salía de las colinas aledañas al aeródromo.

Al Pratt ahora tenía diez metros de altura, y traía su chamarra roja y la máscara azul. Atom había entrado a la acción, y se iba a asegurar de que el avión enemigo no huyera.

Con un agarrón digno de un deportista, Al agarro al avión de su ala izquierda y lo elevo, impulsando al caza en el aire. El piloto alemán perdió el control. También se estrelló en el mar.

La pelea terminó cuando los héroes comenzaron a descender, esperando ver qué había sucedido en el lugar. En ese momento emergió de entre las colinas un hombre gigante, que repentinamente, tomo su tamaño normal.

-Así que regresaste... – dijo Diana a Steve, mientras veía al hombre con la máscara azul aproximarse –

-Era lo correcto... – respondió Steve – Yo nunca he huido de una buena pelea.

-Creí que las ordenes significaban más para ti que proteger a la gente – menciono Shiera, poniéndose su abrigo –

-Al carajo las ordenes – dijo Al, que se aproximaba al grupo –

-Lo que dijo el – Steve rio – Les presento a Albert Pratt, o mejor conocido...

-Como Atom... – interrumpió el héroe que se podía agrandar, y estrecho las manos de las dos chicas frente a el –

Entonces la gente del pueblo y los soldados de la base comenzaron a animar a sus héroes. Diana bajó al nivel de la calle para encontrarse con las personas que había salvado, estrechando sus manos y aceptando sus elogios. Steve se acercó a Diana para asegurar de que estaba bien. Y ella lo recibió con una cálida sonrisa.

Un fotógrafo salió de la multitud pidiendo una foto. Shiera le dio a Diana su abrigo y ella se lo volvió a poner. El grupo de héroes se acomodó para la foto. Diana y Shiera en el medio, Steve a su derecha y Al Pratt estaba a su izquierda. El fotógrafo alineó la toma que consideró adecuada.

-Y esperen... – ordenó el fotógrafo. Un fuerte clic índico que la foto había sido tomada –

Para Diana era más que eso. Era un sentido de pertenencia. Había más héroes en el mundo que estaban dispuestos a hacer lo correcto y arriesgarse por los demás.

Ella sabía que no estaba sola. Una chica alada y un hombre que podía agrandarse y encogerse y que además poseía una fuerza tremenda. Y eso sin contar a Justin Grayle, que había ido al frente en Alemania para reclutar a Flash y al escuadrón de Perdedores.

Y todo no hubiera podido pasar sin Steve Trevor, el hombre que luchaba junto a los héroes con poderes que equiparaban con los de los dioses.

Diana se sentía con ellos como en casa.

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