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Capítulo uno: Un deseo concedido.

Cuando Jade despertó esa mañana, notó de inmediato que algo estaba mal. No fue solo el canto de los pájaros que la despertó, ni el verde césped en el que yacía, ni siquiera el dulce aroma de las flores que la rodeaban. Fue la combinación de todos estos elementos lo que la desconcertó. ¿Qué diablos estaba haciendo en medio del bosque?

—¿Qué estoy haciendo aquí?—Se preguntó en voz alta, sintiéndose un tanto confundida.

La respuesta no llegó de inmediato. Una voz femenina resonó en el aire, parecía estar hablando justo a su lado, aunque Jade no veía a nadie cerca. Era como si estuviera siendo atormentada por un fantasma. Se estremeció ante la idea de que un ser espectral le estuviera acechando.

"Eh... eso ya lo dije, si lo preguntas suena bastante repetitivo".

—¿Quién eres? ¿Dónde estás?—preguntó, tratando de localizar la procedencia de la misteriosa voz. Observó en todas las direcciones posibles, tratando de agudizar su vista pero fue en vano.

"Bueno, estoy en todas partes y en ninguna en realidad",  respondió la voz. "Permíteme presentarme, soy la narradora de nunca jamás. Estoy encargada de contar tu historia, lady Evergreen".

La confusión de Jade aumentó aún más. ¿Estaba en un sueño? ¿Había golpeado su cabeza al caer de la cama? Y lo más importante, ¿dónde se encontraba?

—¿Cómo sabes mi nombre?

La narradora, impaciente por comenzar a contar la historia, ignoró la interrogante de la chica. "Si me permites continuar narrando, tal vez pueda responder algunas de tus preguntas", sugirió con un tono apático.

Aun incrédula, Jade tan solo asintió.

Mientras tanto,observó su vestuario y soltó un pequeño alarido de sorpresa al percatarse de que ya no llevaba su cómodo pijama con estampado de gatitos. En su lugar, estaba vestida con un extraño vestido, la parte superior era de un tono blanco y con mangas abultadas junto con un corsé negro alrededor de su cintura, al bajar más la vista notó que la falda era de un tono verde musgo y le llegaba hasta los tobillos impidiéndole ver sus zapatos.

Jade Evergreen se encontraba perdida en un misterioso bosque encantado, sumida en confusión, temor y-

—¿En serio? Claro que estoy confundida, entrégame información que me sea útil —se cruzó de brazos y observó molesta al árbol frente a ella. Estaba seco, sin hojas y, según su percepción, era lo bastante feo como para imaginar que ese era el rostro de la narradora, quien no parecía ser de mucha ayuda.

"Te aseguro que luzco mucho mejor que ese árbol. Pero en fin, volviendo al tema..."

Jade Evergreen se encontraba perdida en un misterioso bosque encantado, sumida en confusión y–

—¡Basta, dime qué está sucediendo ahora mismo!—dijo la muchacha, impaciente.

En ese momento, decidió que era mejor cerrar la boca y permitir que la voz de la narradora, una melodiosa voz, cabe aclarar, continúe explicando lo que sucedía.

Jade se encontró incapaz de emitir algún ruido, trataba de gritar pero parecía ser inútil, no salía ningún ruido desde su garganta. Enfada, pisoteó fuertemente el suelo y comenzó a maldecir de todas las formas posibles a la narradora en su mente.

En ese momento, un recuerdo de la noche anterior acudió a ella, trayendo consigo una mezcla de sentimientos. Recordó su deseo, aquel en el que le pidió a las estrellas un escape de su realidad y una aventura en un mundo de fantasía donde existían los finales felices. Ahora se encontraba dentro de su cuento de hadas, pero no sabía cómo sentirse al respecto.

—No es posible, tiene que ser un sueño todo esto—dijo, segura de que si se pellizcaba comenzaría a despertar y  reiría de su subconsciente por jugarle una mala broma. Por lo que sin dudar, Jade pellizcó una pequeña porción de su brazo derecho. Para su sorpresa, el dolor del pellizco era real y la pequeña porción de piel enrojecida confirmaba que seguía en aquel bosque encantado.

—Por favor, ayúdeme a volver a casa, necesito regresar a mi hogar—rogó, conteniendo las lágrimas. Debía volver a casa, tenía muchos asuntos que atender, ver a los abogados, firmar los documentos que dejó sobre el escritorio de su padre y tantas otras cosas que, aunque deseaba posponer, debían ser hechas a la brevedad.

"Lo siento, querida", dijo la narradora, sin sentir ni un ápice de pena. "Entiendo que esto sea abrumador para ti, pero no puedo ayudarte a regresar a casa. Mi deber es contar tu historia, no puedo interferir en los deseos concedidos por las estrellas, tu única forma de volver es completar tu misión".

—¿Cuál es mi misión?—dijo, mientras limpiaba el sudor de sus manos en el vestido. Sintió que la tela era extraña, no le gustaba. De hecho, nada de esa situación era de su agrado.

"Una muy simple, debes conseguir tu final feliz" soltó la narradora, dejando aún más confundida a la muchacha.

—¿A qué te refieres con final feliz? —Jade quería golpear al ente que le hablaba, ¿final feliz? ¿Estaba hablando en serio?

"Un final de cuentos de hadas, no saldrás de aquí hasta que consigas el ‘'Y vivieron felices para siempre' que has anhelado toda tu vida”.

—Este no era mi deseo, yo no pedí entrar en un maldito cuento.

“Yo no pongo las reglas aquí, no te quejes conmigo. Además, por lo que oí tus palabras exactas fueron: Deseo vivir en un mundo en el que existan los finales felices, como las historias que leía en donde las chicas conocen príncipes, se enamoran y son felices. Sin sufrimiento, sin dolor y sin muer-”

—¡Recuerdo lo que dije, detente!—en sus ojos se reflejaba el dolor y el sufrimiento por el que se sometió los meses anteriores, su deseo tan solo fue un momento de desesperación, donde anhelaba que la magia existiese y pudiera cambiar todo lo sucedido con unas cuentas palabras y una varita de cristal. Nunca pidió viajar a una tierra extraña.

“Las reglas son simples: Tal como lo deseaste, debes vivir un cuento de hadas, debes conocer a un príncipe y seguir el curso natural de los cuentos de hadas para obtener tu final feliz. Sencillo”.

—No estoy interesada en conocer a nadie y ciertamente, mi final feliz no depende de un hombre completamente desconocido. Esos cuentos me gustaban cuando era pequeña, pero he crecido.

“Lo hubieras pensado antes de recitar esas palabras, con tanto sentimiento y anhelo mientras mirabas fijamente a las estrellas. Muchacha descuidada”. Sin siquiera ver al ente, Jade sentía que este le propinado un gesto de desagrado.

¿Cómo era posible que no le agradará a la narradora de su historia?

—Claro, porque sabía que tomarían mis palabras de forma tan literal. La próxima vez que entable una conversación con los astros tendré más cuidado.

“Si quieres volver a tu mundo, un mundo demasiado aburrido si me lo preguntas, tendrás que obedecer las reglas y llevar a cabo tu misión. Tu primer paso es conocer a un príncipe”

—¿Y cómo se supone que haré eso, querida narradora?—preguntó exasperado la muchacha. Si estaba claro que ella no le agradaba a la narradora, no tendría porqué actuar amablemente con ella.

"Uh, bien, eso no lo tengo tan claro, pero debemos encontrar una manera digna de un cuento. Podría ser besando a un sapo, creo que vi unos por allá en el estanque o podrías comer una de esas manzanas del árbol, quizás con suerte están envenenadas por una bruja malvada y tú-"

—O, ¿qué tal si asisto a un baile real?—dijo interrumpiendo el parloteo de la narradora mientras levantaba el cartel que tenía bajo su pie izquierdo. Era un aviso del palacio real de que realizarían un baile el próximo viernes a las 20:00 horas y todo el reino de Encantia estaba invitado. Parecía demasiado sencillo para ser verdad, pero las coincidencias así eran algo que abundaban en los cuentos.

"Sí, eso podría servir, aunque mis opciones eran un poco más divertidas".

Jade buscó con la mirada un lugar para sentarse, estaba comenzando a marearse y no creía poder mantenerse de pie por más tiempo. Al no encontrar un lugar adecuado, decidió que su mejor opción era recostarse nuevamente sobre la hierba.

Observaba directamente al resplandeciente sol, mientras trataba de ordenar su mente. Todo era un caos, aún no lograba recomponerse de los sucesos de hace seis meses y ahora, en el momento más inoportuno, se embarca en una aventura surrealista.

—Estoy en un cuento de hadas, atrapada hasta que termine mi historia con un infantil “Y vivieron felices para siempre”, esto es una locura.

"Ciertamente, es interesante esta historia nunca ha sido narrada". Espetó con desdén la narradora, probablemente aburrida de los clichés en los cuentos. “Aunque creo que esta vez me divertire un poco más”.

Jade podía jurar que, sea cual sea la forma que poseía ese ente encargado de narrar su tragedia, estaba sonriendo ampliamente. Se sintió aún más frustrada y desesperada. No importaba cuánto intentara convencerse de que todo era un sueño, la realidad seguía ahí, palpable y tangible. La narradora, por su parte, parecía disfrutar de su tormento.

—¿Entonces solo debo ir al baile, encontrar a un príncipe y enamorarnos mágicamente mientras bailamos? —La muchacha rueda los ojos y con ambos brazos golpea fuertemente el suelo a su lado. —Es ridículo.

Jade dejó escapar un suspiro de resignación. Parecía que no tenía más opción que aceptar su situación y enfrentar lo que sea que le esperara en este extraño cuento de hadas. Decidió que haría todo lo posible para sobrellevar la situación, se dijo a sí misma que podía con esto, no importaba lo desalentador que podría ser el camino, lo lograría.

—Está bien—respondió Jade con determinación. —Encontraré una forma de regresar a casa.



El ruido de un viento fuerte la sobresaltó y la despertó del sueño en que había caído sin darse cuenta siquiera.

Los árboles a su alrededor se sacudieron de un lado a otro y al levantar la vista, pudo divisar a lo lejos la sombra de una gran bestia alada volando sobre el bosque.

—¿Eso es un dragón?, ¿Cómo es posible?— Jade estaba aterrada, su lado racional le exigía escapar rápidamente y buscar algún refugio seguro, pero sus piernas parecían no escuchar las órdenes de su cerebro.

"Todo es posible con un toque de magia y fantasía, elementos que abundan en los maravillosos cuentos de hadas". Se burló el ente, soltando suaves risas.

—¿Sabes que si muero no tendrás una historia que contar, cierto?—espetó, sin despegar su vista del gran dragón negro que parecía que hecharia fuego en cualquier momento.

Cuarenta minutos después, cuando el ritmo cardíaco de la muchacha volvió a la normalidad, se permitió dejar de observar detenidamente el cielo. El dragón ya no se escuchaba, ahora solo se encontraba sentada sobre la hierba, había anochecido hace unos horas y su cabeza no debajo de darle vueltas ideando un plan para cumplir con su misión.

Bajo la vista hasta sus ropas que, aunque suponía que eran adecuadas para el contexto en el que se encontraba, no eran las correctas para utilizar en un baile.

—¿Cómo me infiltraré en ese baile? —se preguntó, angustiada. Necesitaba desesperadamente una solución y, de repente, una voz amable le ofreció ayuda.

—¿Necesitas ayuda, cariño? —dijo la voz misteriosa.

Jade se sorprendió y miró a su alrededor, tratando de identificar quién estaba hablando. No era la narradora, de eso estaba segura. La voz sonaba gentil y suave.

—¿Quién eres? ¿Se trata de otra narradora? —Estaba asustada, no deseaba que más voces narrando su vida, ya estaba estresada con una sola.

—Oh, nada de eso. Soy yo, aquí arriba —dijo, con su dulce voz, la desconocida—. Escuché del deseo concedido por las estrellas, decidí que podría ayudarte con un pequeño obsequio.

Entonces, vio a la luna brillando en el cielo nocturno, con un gran ojo en medio de su cuerpo celestial. Era la luna misma la que le hablaba.

La luna hizo aparecer mágicamente un hermoso vestido blanco adornado con diamantes, dos zapatos a juego y un broche para el cabello con una pequeña luna incrustada. Todo brillaba y parecía tener un aura celestial. Eran objetos preciosos.

—Suerte en el baile, querida. Sé que lograrás encontrar el camino a casa —se despidió la luna, trasmitiendole confianza.

Jade se quedó mirando los regalos que yacían sobre la hierba, preguntándose en qué momento había perdido la cabeza. Sin embargo, una chispa de esperanza se encendió en su interior mientras se preparaba para enfrentar el desafío que le esperaba en el baile.

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