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Cap. 3 Hace mucho tiempo

A partir de su llegada a Santuario, Saga prácticamente se pasó todo el tiempo en la casa de Dohko, lo que para nadie era una sorpresa debido a la larga amistad que los unía, sin embargo en esta ocasión el motivo por el que tenían tanto que hablar era distinto...

-¿Estás seguro?- preguntó visiblemente preocupado el pelirrojo, apretando fuertemente su vaso.

-Si...no hay duda de que él es quien está detrás de todo esto –respondió Saga con mucha más seriedad de la habitual.

Dohko dio un último trago de sake –Si estas en lo cierto, y ya han tomado en castillo Carmesí, entonces debemos prepararnos para lo peor...

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Hace mucho, mucho tiempo, el mundo era completamente diferente. La naturaleza, los elementos y las creaturas de la tierra vivían todos juntos en perfecta armonía. No había necesidad de reinos, gobiernos, o leyes que se encargaran de regular la convivencia, pues cada quien vivía para ser feliz, y ayudar a los demás.

Dentro de ese perfecto orden natural, sobresalían seres dotados de una capacidad muy muy especial, pues podían crear todo tipo de encantos, ilusiones, magia que además de sorprender y divertir, ayudaba de mucho en tareas como la labranza, el cultivo de la tierra o su riego, pues los llamados hechiceros dominando a los elementos simplificaban dichas labores básicas.

Quizá esta idílica armonía hubiera persistido por siempre, pero un día nació un pequeño llamado Haru, quien desde el principio llamó la atención de todos dado su peculiar aspecto, al ser blanco como la nieve, tener una encrespada cabellera plata y ojos de un tenue gris que causaban la admiración inmediata de cualquiera que lo veía. Sin embargo el problema fue, que el pequeño había nacido con un poder mucho más grande del que era capaz de controlar, por lo que cada vez con mayor regularidad terminaba provocando destrozos sin siquiera pretenderlo.

De inmediato los humanos, que entre todas las creaturas parecían ser los más débiles, aprovecharon su superioridad numérica para organizarse en grandes grupos exigiendo a los hechiceros el destierro del menor hacia el único lugar de la tierra que era seco, infértil y deshabitado, argumentando que ahí no podría dañar a los demás.

Obviamente los magos y hechiceros se negaron, y aunque conocían las consecuencias de un poder tan increíble en las manos inexpertas de Haru, tomaron la responsabilidad del menor, a quien instruirían con dedicación para que algún día pudiera dominar su poder.

Los humanos no muy convencidos aceptaron, a sabiendas de que en un enfrentamiento con los seres mágicos tenían un gran riesgo de perder. No obstante, mientras ellos estaban ocupados encargándose de Haru, los hombres planearon una manera de deshacerse por siempre del menor...la única alternativa para asegurar el bien de todos, era matándolo.

Y lo hicieron. Valiéndose de la ayuda de un traidor hechicero se llevaron al pobre Haru a lo profundo del bosque y le quitaron la vida. Cuando el pequeño dejó de respirar un rayo cruzó el cielo hasta chocar en la tierra y densas nubes se extendieron por todo el cielo.

Atemorizados, los hombres salieron corriendo sin percatarse de que lentamente una espeso y claro humo iba saliendo del cuerpo inerte del menor.

Cuando los asesinos de Haru volvieron a casa, hombres y seres mágicos se enfrentaban en una cruenta batalla, tras la cual los pocos que sobrevivieron formaron dos grupos enemigos y firmaron un pacto de nunca más acercarse uno al otro.

Los humanos entonces establecieron 5 grandes reinos sobre las tierras de mayor riqueza y fortuna, permitiendo a creaturas del bosque guarecerse en ellas.

Los hechiceros por su parte decidieron marcharse, y comenzaron a vagar de un lado al otro para no correr el riesgo de ser súbitamente atacados y eliminados.

De lo que nadie se percató, fue que toda la sangre derramada, toda la ira y el rencor, fueron absorbidos por la energía pura de aquel pequeño sacrificado en el bosque, convirtiéndola en una bruma oscura y poderosa, que colándose de noche por la ciudades provocaba rencillas y toda clase de males, terminando así de fracturar la frágil relación de los hombres con el resto de las creaturas, que finalmente fueron exiliadas a los bosques, condenadas a morir o formar parte de esa poderosa energía oscura.

Durante los años venideros, una gran sucesión de reyes gozaron gobernando en medio de esa aparente paz. Fue entonces que todo sucedió...

Comenzó cuando la honorable casa de Antares fue bendecida con el nacimiento del su sucesor...lamentablemente no solo se trataba de uno, sino de dos pequeños gemelos, uno peliazul el otro de cabello negro como la noche, ambos hijos del rey, pero solo uno de ellos era humano.

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Saga asintió a lo dicho por Dohko cerrando los puños con fuerza.

-No sé lo que pretende el idiota de mi hermano, pero una cosa es segura, si tiene a su disposición tanto poder no va a tardar en usarlo, y su primer blanco va a ser Santuario.

Muy lejos de ahí, en el ahora sombrío y oscuro Castillo Carmesí, un alto y guapo peliazul avanzaba rápidamente entre los "solitarios" pasillos, donde la gente del palacio servía como bellas esculturas silenciosas, frías e inertes. Iba seguido por un par de sombras que parecían escurrirse por el suelo.

Kanon finalmente se detuvo frente a la amplia puerta del salón principal.

-¿Lo encontraron?- cuestionó con voz sepulcral un alto e imponente hombre de la larga cabellera negra, cuya cabeza estaba oculta bajo una gruesa máscara de hierro.

Kanon de inmediato se inclinó ante su presencia –Lo siento mi señor, aun no encontramos al príncipe, pero todo apunta a que salió del castillo e ingresó al bosque.

El pelinegro permaneció un momento en silencio, delineando curiosamente con sus blancos y largos dedos el rostro petrificado del Rey Aspros.

-Entonces no pierdan tiempo y vayan tras él.

-Como ordene mi señor...-dijo el peliazul haciendo una última reverencia antes de abandonar el salón.

Apenas las puertas se cerraron detrás de sí, con un movimiento de su mano liberó a las sombras que se escabulleron rápidamente hacia el oscuro bosque.

Kanon sonrió. Si todo salía bien, no solo obtendría el control de Antares, sino de los otros 4 reinos.

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