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Cap. 11 Revelaciones Parte IV

En el tranquilo silencio de la noche, las pequeñas luciérnagas iluminaban tenuemente el ambiente de una forma casi mágica. Alrededor todo era paz, y solo un suave viento corría como un murmullo entre los árboles.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!...-se escuchó un fuerte grito rompiendo toda la paz nocturna.

Entonces, emergiendo de la penumbra apareció el enorme felino con Milo, Surt y Hyoga, gritando aterrados desde su lomo.

-¡¡¡¡¡Para!!!!!...¡¡¡¡Te digo que te detengas!!!!- gritó Surt sujetando a Hyoga con fuerza para que no cayera.

-¡¡Es inútil!!...¡¡Esta cosa no te escucha!!- gritó Milo sosteniendo la otra mano del menor -!!Debemos regresar por Camus!!

-¡¡¡¡Ya lo sé!!!!...¡¡Pero esta cosa no se detiene!!- gritó el pelirrojo tapándose los ojos cuando estuvieron por chocar contra un enorme árbol.

Milo cerró fuerte los puños, buscando desesperadamente en su mente algún plan para bajar de aquella bestia..."¡¡Eso es!!"...pensó al dar con la respuesta más obvia.

-¡¡¿Qué haces?!!- cuestionó Surt cuando vio al príncipe tratando de ponerse de pie sobre el hombro del oscuro felino que corría frenético.

-¡¡¡Voy a saltar!!!- dijo Milo dispuesto a todo por bajar de ahí y volver antes de que fuera demasiado tarde.

-¡¡¡¡¡¡¿Qué!!!!!!!...¡¡¡¡¡¡¡¿Estás demente?!!!!!!!

-¡¡Es la única solución, debo volver!!-explicó el príncipe tratando de mantener el equilibrio.

-¡¡¡¡No lo harás!!!!-gritó Surt sujetándolo de la pierna -¡¡¡Te dije que te mantendría con vida!!!

-¡¡¡Suéltame!!!...¡¡¡Lo que me pase no es de tu incumbencia!!!- dijo haciendo todo lo posible por soltarse.

Entonces un potente rayo de luz proveniente de Santuario los hizo voltear asustados, mientras sentían un viento frío pasar junto a ellos.

-¿Q-qué fue eso?- cuestionó Surt pasmado, pues jamás en su vida había visto algo parecido.

-¡¡¡¡Camus!!!!- gritó Milo sintiendo un vacío en el pecho al imaginarse lo peor.

Sin embargo el tiempo para las dudas y los lamentos duró poco, pues casi al instante el enorme felino comenzó a hacerse más y más pequeño.

-¡¡¡¡Ahhh!!!!...¡¡¿Qué es lo que ocurre ahora?!!- gritó el pelirrojo notando que mientras seguían avanzando a gran velocidad, cada vez se hallaban más cerca del suelo.

-¡¡¡Cuidado!!!- gritó Milo jalando a Hyoga para protegerlo entre sus brazos, mientras los tres salían volando luego de que la enorme bestia se removiera en violentas convulsiones.

-Auch...-se quejó Surt adolorido sobándose la cabeza, cuando de pronto recordó al pequeño rubio -¡Hyoga!...¡¡¡Hyoga, ¿dónde estás?!!!-gritó desesperado buscándolo con la mirada.

Casi al instante, de entre unos arbustos emergió el menor con su cabello todo revuelto y lleno de diminutas ramas.

-¡Surt!- llamó el pequeño corriendo hacia él.

-¡Estas bien, que alegría!- dijo el pelirrojo apretujándolo –Me preocupe tanto.

-Estaba tan asustado- confesó el tierno Hyoga con su suave vocecita –Pero Milo me protegió y por eso no me pasó nada.

-¿Eh?...¡Por Dios!...¡¿Dónde está ese tonto príncipe?!

-Aquí estoy –dijo el aludido saliendo de entre los arbustos, sacudiéndose la tierra y hojas de su ropa y cabello –Y por cierto, estoy bien...gracias por preguntar –dijo con sarcasmo -¿Y bien, dónde estamos?-cuestionó mirando alrededor, notando que todo aquello le resultaba completamente desconocido.

-No lo sé...-contestó Surt preocupado bajando a Hyoga–Por la velocidad a la que veníamos calculo que debemos estar en algún punto en el centro del bosque.

-¡Rayos!...-gruñó Milo tratando de zafar una ramita enredada entre su cabello –Bien, entonces debemos irnos ya –indicó siguiendo el camino de rastros por donde habían pasado, y entonces fue que lo encontró, un pequeño escorpión negro que parecía estar muy débil.

-¡¡Es uno de los escorpiones de Camy!!- gritó Hyoga corriendo hacia Milo, cuyo rostro se veía muy preocupado.

-¿Cómo fue que lo hizo?- cuestionó cargando con cuidado al pequeño bicho -¿Cómo logró convertirlo en esa enorme bestia?

-No lo sé –respondió con seriedad Surt –Jamás en mi vida había visto algo así...

-¿Entonces ustedes no pueden hacerlo?

-Ja, ¿bromeas?...Ni todos los magos de Santuario podrían haberlo hecho...Lo que ocurrió hoy fue algo completamente increíble...Camus es increíble...-musitó cabizbajo pensando en todo lo que no sabía de ese bello gitano al que tanto quería.

-Si su escorpión está tan débil, eso significa que Camus debe estar muy mal –dijo el príncipe acunando al pequeño bicho contra su pecho, lo que le hizo recordar todos esos días felices que había pasado junto al pelirrojo...-Tenemos que encontrarlo cuanto antes.

Y sin más, Surt cargó al pequeño Hyoga en su espalda para emprender junto al peliazul la búsqueda de Camus.

Escurriéndose entre los sombríos árboles, un joven elfo avanzaba torpemente. Tenía la piel grisácea y los ojos negros. No había más humanidad o sentimientos en él, solo el incontrolable deseo de aplastar, de causar dolor y sufrimiento, pero en aquel solitario pasaje escaseaban las víctimas, o al menos eso pensaba, hasta que oyó una serie de voces aproximándose.

Escondido detrás de un árbol, observó a una pequeña caravana que ignorante del peligro que corrían, se dirigía a Santuario para disfrutar de los últimos días de fiesta.

El elfo sonrió siniestramente, seguro de que jamás llegarían.

De un momento a otro toda la alegría y la fiesta habían desaparecido, y en aquel paraje secreto, las creaturas mágicas del bosque permanecían en silencio.

Hacía tiempo que Afrodita había dejado de llorar, y ahora sentado lejos de los demás y con la mirada perdida simplemente esperaba.

Shaka, al ser desde pequeño emocionalmente distante, no tenía experiencia consolando a los demás, por lo que lo observaba a distancia sin saber qué decir o qué hacer para ayudar al que era sin duda el ser más importante en su vida, su único y gran amor.

Finalmente armándose de valor se acercó en silencio sentándose a su lado...

-Lo siento tanto...-musitó bajando sus orejas imaginando lo terrible que debía ser para el otro saber que todo su mundo se había desvanecido –Yo...quisiera poder decir algo para hacerte sentir mejor, algo que cambiara las cosas...pero no puedo hacerlo, no sé cómo...-confesó bajando tristemente sus orejas-Pero quiero que sepas que te amo más que a nada en el mundo, y lo único que deseo es que seas feliz...sé que quizá eso ahora no importa mucho, pero todo lo que tengo, todo lo que soy... es tuyo...

Afrodita quien lo había estado observando desde que se sentó a su lado, sintió que de pronto las lágrimas volvían a sus ojos, pero esta vez de felicidad, porque aun ahora que todo parecía perdido había una intensa luz de esperanza en su vida...y esa luz se llamaba Shaka.

-Gracias...-susurró el príncipe abrazándolo con infinito cariño –Gracias por todo...-susurró recargando la cabeza en el hueco entre su cuello y hombro, recordando como el rubio había estado siempre a su lado desde que todo había comenzado –Te quiero tanto Shaka...no sé qué haría si no estuvieras aquí.

Shaka correspondió con ternura al abrazo acariciando suavemente su cabello. Podría haber dicho cosas como "No te preocupes", "todo estará bien", o cualquier otra frase desgastada. En vez de eso besó su frente...no haría promesas vacías, ni juramentos que estaban fuera de su poder cumplir, pero siempre, sin importar lo que ocurriera, lucharía por mantenerse a su lado para protegerlo.

Muy cerca de ellos, el guardia real permanecía sentado bajo un árbol con aire sombrío.

-¿Cómo estás?- cuestionó Kardia colocándose en cuclillas a su lado.

Degel no contestó de inmediato, en realidad no quería hablar, pero la cercanía del otro le producía una extraña sensación de seguridad que hizo que lentamente se relajara y sin proponérselo las palabras comenzaran a salir de su boca.

–Yo...yo les fallé...yo debí...protegerlos...Todo esto es mi culpa- susurró tratando en vano de ahogar su llanto de impotencia, de tristeza, de incertidumbre.

Kardia entonces se acercó y con suavidad acarició su cabeza –No seas tonto, tu lograste proteger lo más importante para ellos...Míralo...gracias a ti ese niño bonito está vivo, y seguro es lo que sus padres, tus reyes, habrían querido...Así que deja de llorar o te pondrás feo y ya no podrás ser mi novia...-exclamó con una muy leve sonrisa.

Degel lo miró fijamente. En cualquier otra ocasión al oírlo se habría puesto de pie para irse indignado y molesto, pero justo ahora las simplonas bromas de Kardia, resultaban como un viento fresco que lo alentaba a seguir adelante y no darse por vencido. Sin pretenderlo sonrió levemente.

-Así me gusta...Luces muy bien cuando sonríes –confesó el rubio con inusitada timidez, un toque de ternura y algo de rubor en las mejillas.

Degel lo miró en silencio con los labios entreabiertos, sorprendido por esa inesperada faceta del otro.

Kardia no intentó negar o justificar su sonrojo, ni dijo alguna tontería para aligerar el ambiente, en cambio posó su mano suavemente sobre la del peliverde –Estaremos bien...lo prometo...

Degel quien era por naturaleza realista y hasta algo pesimista, le creyó, desde el fondo de su corazón supo que aquellas palabras eran ciertas, por lo que correspondió al contacto. Ninguno dijo nada y ni siquiera se miraron, solo permanecieron uno al lado del otro en completo silencio.

De pronto unos extraños ruidos provenientes de la entrada hicieron a todos ponerse en alerta. Al principio eran simples golpecillos sobre los enormes troncos, pero luego se sumaron gritos y alaridos, golpes fuertes y aullidos.

-¿Qué está pasando?- cuestionó Tenma aproximándose hacia Yuziriha quien presentía que algo estaba muy mal.

-No lo sé- musitó ésta frunciendo el entrecejo –Lleven a todos atrás...-ordenó demasiado seria mientras seis faunos que fungían de guardias en el recinto se aproximaban a la entrada para averiguar qué ocurría.

Tratando de aparentar tranquilidad Tenma y Yato movilizaron a las demás creaturas hacia la parte más segura.

Fue demasiado tarde...Por el lugar corrió el sonido de algo al quebrarse, seguido de una sucesión de gritos...

Dos de los faunos regresaron aterrados, pero acababan de aparecer por la entrada cuando lo que parecía un elfo con ojos negros como dos abismos se lanzó sobre ellos despedazándolos, y desatando el pánico.

-¡¡¡Tenma, Yato!!!...¡¡¡Saquen a todos de aquí!!!...-gritó Yuzuriha sacando de entre un arbusto una larga y brillante katana, para luego correr hacia la entrada donde decenas de seres con ojos oscuros peleaban entre ellos por entrar.

-¡¡¡¡Ahhhhhhhh!!!!!- gritó Shaina-sama volando la cabeza de un elfo poseído -¡¡¡¡¡Yinx, Kaname, Tomoe, hagan una línea de defensa, no debe quedar ninguno vivo!!!!...¡¡¡Kardia, ve por Shaka y pongan a los demás a salvo!!!

-Ven...-dijo Kardia jalando a Degel. En cualquier otra ocasión habría sido el primero en involucrarse en la fiera batalla, pero ahora mismo lo más importante para él era poner a salvo al orgulloso peliverde.

-Kardia, ¿qué ocurre?- cuestionó Shaka, quien al igual que el príncipe había sido atraído por los gritos.

-¡Debemos irnos!- contestó escuetamente el rubio mayor tomando del brazo a su hermano para obligarlo a irse de ser necesario.

-Espera Kardia...-dijo Shaka tratando de soltarse -¿Qué te ocurre?- cuestionó sin comprender su actitud y semblante lleno de preocupación.

-Estamos bajo ataque...Algo se apodero de los seres del bosque, y los convirtió en entes feroces y agresivos.

Mientras ellos hablaban, Afrodita aprovechó para acercarse a la zona de donde provenían los gritos y los ruidos de la intensa batalla. Mientras veía cuerpos de unos y otros volar por los aires entre copiosos chorros de sangre y gotas de sudor, hubo algo que llamó su atención...esos profundos, vacíos y terribles ojos negros. Sin poderlo evitar llegó a su mente el recuerdo de la caída de Antares, de la desaparición de propio reino, y sentía a cada segundo con mayor certeza, que el culpable de todo era el mismo que se había apoderado de los seres del bosque haciéndolos atacarse entre sí.

Con las lágrimas amenazando con fluir, sacó su filoso cuchillo, y antes de que los otros pudieran reaccionar, se lanzó ferozmente contra uno de aquellos seres que tenía acorralado a un duende, logrando derribarlo de un solo golpe.

-Hu...ma...no...-musitó uno de los seres al reconocer el inconfundible olor de los hombres.

De inmediato una docena de los seres oscuros dejaron a sus moribunda victimas para lanzarse contra él, seguros de que solo dos tontos humanos se habían atrevido a entrar al bosque, y si no era el príncipe Milo, entonces seguramente se trataba de Afrodita Rose...Fuese como fuese, atraparlo complacería a su Señor.

-¡¡Afrodita!!...-gritó la madre de Shaka al ver que los oscuros entes se aproximaban a él.

Pero Afrodita estaba tan lleno de ira, dolor y coraje, que ni siquiera la escuchó, y de la forma más temeraria se lanzó al ataque, golpeando, cortando, esquivando, tratando de librarse de toda la tristeza y coraje que hacia doler su corazón, hasta que una de las bestias finalmente lo derribó.

El príncipe levantó los ojos y vio que su atacante era parte de la manada de Shaka, pero sus inconfundibles ojos negros indicaban que había sido contaminado. Antes de tener el tiempo para pensar en algo más, la creatura se lanzó furiosa y rápida sobre él. Por fortuna Afrodita era veloz, y girando en el suelo logró esquivar su ataque, enfureciendo mucho más al otro que tras dar un furioso rugido se abalanzó nuevamente sobre él.

-¡¡Cuidado!!- gritó Shaka haciéndolo a un lado para detener el golpe del que hasta hacia muy poco era parte de su familia.

-Shaka...-musitó Afrodita poniéndose de pie, dispuesto a ayudarlo a vencer al enorme y poderoso ser que continuamente lanzaba fuertes golpes contra el rubio, quien pese a todo resistía sin retroceder ni un poco. Sin embargo, ni bien el príncipe dio el primer paso, algo tiró de él haciéndolo volar por los aires.

-¡¡Dita!!...-gritó Shaina-sama alarmada por el estado del peliceleste.

Afrodita se quejó un poco, mientras abría y cerraba los parpados tratando de que su visión dejara de ser borrosa. En medio de su aturdimiento, sintió como el suelo se simbraba ante el avance de un elfo que iba en su dirección arrastrando una pesada rama. Trató de ponerse de pie, pero su cuerpo simplemente no reaccionaba.

-¡Afrodita!...-gritó Shaka desesperado sin poder librarse de su oponente.

Afrodita escuchó su voz vagamente...-Shaka...-musitó con los sentidos aun embotados mientras el elfo con ojos negros como abismos comenzaba a levantar la rama con el obvio objetivo de golpearlo.

-¡¡¡¡¡AAAHHHHHHH!!!!!...-gritó dando un poderoso salto Aioria, quien como fiel amigo de Shaka estaba dispuesto a defender al príncipe, por lo que al verlo en peligro sin miramientos se lanzó contra el elfo al cual fácilmente sometió, para luego degollarlo sin el menor problema -¡Llévenselo de aquí!- indicó el castaño a dos pequeños duendes que sin más tomaron al peliceleste para conducirlo hacia la ruta de escape.

Luego de avanzar un par de metros, el camino se dividía en varios brazos para facilitar la evacuación en caso de emergencia.

-¡Su majestad!...-gritó Degel tratando de correr hacia el menor que era llevado por los duendes por uno de aquellos senderos, pero la turba de creaturas que corrían aterradas hacia la salida se lo impidió.

-¡¡Degel, debemos irnos!!-gritó Kardia jalándolo del brazo.

-¡¡No, no me iré sin el joven Afrodita!!-gritó el guardia real tratando de liberarse, pero lo único que logró fue que el otro afianzara el agarre sobre su muñeca.

-Escúchame bien Degel –dijo Kardia con un rostro serio como nunca y un tono grave que resultaba demasiado seductor aun bajo esas circunstancias–Voy a mantenerte con vida cueste lo que cueste, así deba cargarte te voy a sacar de aquí...

-Pero...-susurró Degel cautivado por la fuerza y decisión de esos intensos ojos azules.

-Afrodita estará bien, lo veremos cuando estemos del otro lado, lo importante ahora es salir de aquí con vida.

Degel no asintió, pero dejó de luchar, y casi hechizado se dejó guiar por aquel hermoso y sexy hombre junto al que podía sentirse completamente seguro.

A lo lejos, aún se oían los sonidos de la batalla, y los gritos feroces de los seres poseídos por las sombras, pero conforme iban adentrándose en el oscuro túnel que conducía a la salida poco a poco el silencio comenzó a reinar.

Finalmente llegaron frente a una alta pared cubierta por enredaderas, lugar en el cual todos los seres que aún no eran contaminados se reunieron exaltados y temerosos, sin saber ahora hacia donde correr, pues la salida estaba bloqueada por una enorme roca.

"Brillante Sasha"...-pensó Kardia con sarcasmo avanzando entre la aterrada multitud, atrayendo las miradas de todos quienes atentos observaban como se colocaba a lado de la roca y sin el menor esfuerzo la removía, permitiendo ver del otro lado un brillante portal que los llevaría afuera.

Sin esperar más, el torbellino de seres mágicos comenzó a cruzar.

-¡¡Rápido, rápido!!- gritaba Kardia mirando de vez en cuando hacia atrás para asegurarse de que no hubiera ningún atacante cerca.

Finalmente tomó a Degel del brazo y ambos también cruzaron.

En el campo de batalla, Yuziriha, Yato, Tenma, Shaina-sama, Shaka, Aioria y algunos otros, continuaban deteniendo el avance de las creaturas poseídas, las cuales una tras otra iban reduciéndose en número, hasta que restaron solo unas pocas.

-¡¡Váyanse ahora, nosotros los alcanzaremos!! –gritó Shaina-sama, indicando a los más jóvenes que se adelantaran.

Estos al ver el gesto frío y duro de la mayor, obedecieron de inmediato comenzando a correr hacia la zona de los laberintos.

Al frente iba Yuzuriha, guiando al grupo, seguida por Tenma y Yato, y al final iban Aioria y Shaka.

Mientras sus posesiones seguían cayendo ante las garras de los hombres de Shaina-sama, la última sombra supo de antemano que su derrota era inminente, por lo que en un acto desesperado, salió con fuerza del cuerpo del elfo, dejándolo hecho trizas en el suelo para escurrirse entre las sombras de la vegetación.

-¡¡¡Maldición...¿a dónde demonios se fue esa cosa?!!!- gritó Shaina-sama dispuesta a acabar hasta con el último ápice de oscuridad en aquel paraje -¡¡¡Búsquenlo ahora mismo, y mantengan los ojos bien abiertos!!!

Sus hombres al instante asintieron y tras matar a los últimos seres poseídos decidieron ir a inspeccionar los alrededores.

No obstante la sombra era lista, y más que enfrentarse por orgullo a la furiosa manada, optó por algo más simple. Así pues, se escurrió por el camino por el que se habían ido los más jóvenes, fortaleciéndose con los gritos y el miedo de las aterradas creaturas que no habían logrado escapar. Para la sombra quizá hubiera sido fácil alcanzar a la mayoría y reiniciar el siniestro contagio, pero a estas alturas del partido, lo preferible era salir de ahí, pero no lo haría con las manos vacías. Así, siguiendo la ruta robada de los pensamientos del elfo, dio con un atajo con el que alcanzaría al grupo de Yuzuriha.

Frente a la sombra que yacía escondida entre unas enormes rocas acechando a sus presas, pasó corriendo velozmente la ninfa, seguida por Yato y Tenma, pero cuando estaba por cruzar Aioria, la enorme sombra se lanzó con todas sus fuerzas contra él, haciendo que tanto el castaño como Shaka salieran lanzados hacia unos árboles que había cerca.

-¡Ahhh!...¡¡¿Qué demonios es eso?!!-exclamó molesto Aioria, limpiándose los restos de tierra.

-¡¡¡Aioria, cuidado!!!- gritó Shaka empujándolo bruscamente para alejarlo del ataque de la sombra que intentaba embestirlos con fuerza...-¿Estás bien?- cuestionó el rubio levantándose para adoptar una posición de defensa, ante el más que seguro contraataque de esa masa de oscuridad.

-Si...gracias por eso...-dijo Aioria bastante ruborizado, y es que él, uno de los mejores guerreros de la manada no se podía permitir aquel tipo de distracciones, y mucho menos ser salvado por Shaka, quien ante sus ojos seguía siendo aquel pequeñín quisquilloso y huraño con el que solía jugar .

Tal como lo habían imaginado, la sombra se irguió furiosa, dispuesta a dar su último ataque, pero contrario a lo que esperaban, más que lanzarse directamente, esta vez optó por dejarse caer al suelo, camuflándose entre las sombras de la vegetación.

-Shaka...ten cuidado, podría aparecer en cualquier momento –indicó Aioria ya totalmente concentrado y alerta.

El rubio solo asintió.

De repente una especie de poderosa garra de niebla se lanzó contra Shaka, quien gracias a sus buenos reflejos logró esquivarla sin problema. Sin embargo esto causo que Aioria de nuevo se distrajera...

-¡Shaka!...- gritó el castaño sonriente de ver a su amigo a salvo, sin embargo pronto notó algo en su rostro...se veía alarmado.

-¡¡Aioria!!- gritó de nuevo el rubio al ver que la enorme sombra se cernía sobre su amigo.

El aludido apenas si logró girar ligeramente el rostro, cuando la enorme masa de oscuridad cayó de lleno sobre él.

-¡¡¡Aioria!!!...¡¡¡Aioria!!!- gritó Shaka corriendo para tratar de liberar a su amigo, pero al acercarse, no se percató de un largo brazo negro que se movía velozmente hacia él. El impacto fue tan duro que lo hizo volar a varios metros, pero cuando cayó, más que golpear el suelo, fue tragado por alguna especie de túnel secreto escondido entre las ramas y los arbustos.

Al verlo desaparecer, la sombra dio un alarido colérico...Al parecer tendría que conformarse con solo el castaño que yacía inconsciente en el suelo.

Después del gran alboroto, Kardia y los demás al fin lograron escapar por la ruta de emergencia, y esperaban a los demás para cerrar la salida y reagruparse.

-¡Joven príncipe!- gritó el peliverde corriendo hasta el peliceleste.

-¡Degel!- gritó éste, quien a pesar de sentirse mucho mejor aún se veía bastante pálido –Degel, ¿dónde está Shaka?- cuestionó buscando al lindo rubio entre la multitud de creaturas sin hallarlo.

Al oírlo Kardia levantó sus puntiagudas orejas -¿Acaso no está contigo?...Pensé que había ido a buscarte...-dijo el rubio mayor con un gesto grave.

-Yo no lo he visto...-musitó Afrodita girando sobre sí, para buscarlo nuevamente entre la muchedumbre-¡¡Shaka!!...¡¡¡Shaka!!!...-gritó con el corazón oprimido al no verlo por ningún lado -¡¡¡Shaka!!!

Entonces el ruido de voces provenientes de la salida lo hicieron callar junto a los otros, y ponerse expectante ante lo que fuese que estaba por aparecer...

-¡¡Ufff, que bien...lo logramos!!...-exclamó Yato con voz triunfal al hallarse por fin a salvo.

-¡Yuziriha!- llamó Kardia, quien junto con Afrodita se acercó de inmediato a los recién llegados -¿Viste a mi hermano?

Al oírlo la bella ninfa frunció el entrecejo –Si claro, él y Aioria vienen...detrás...de nosotros...-musitó al final muy quedamente, pues recién se daba cuenta de que los dos más jóvenes aún no habían aparecido. Confundida, dirigió su mirada hacia Yato y después a Tenma, pero ambos parecían tan desconcertados como ella.

-Voy a regresar –indicó Kardia decidido a volver por su hermano.

-¡Voy contigo!- secundo Afrodita, quien no estaba dispuesto a perder a Shaka, y si estaba en peligro haría lo que fuera por rescatarlo.

-¡¡No, esperen!!...¡¡No pueden hacerlo!!- los detuvo Yuzuriha cerrándoles el paso –Este camino solo sirve de salida, si tratan de regresar por ahí quien sabe donde terminaran, podrían incluso acabar en otro mundo, en otra realidad, perdidos en algún recoveco del espacio-tiempo.

Al oírla Kardia gruñó furioso y desesperado -¿Entonces qué hacemos?...¡¡Ni siquiera sabemos dónde estamos!!

Entonces a lo lejos se escuchó una dulce y lenta canción. Afrodita, Kardia y Degel abrieron desmesuradamente los ojos al reconocer aquella voz.

-No puede ser...-susurró el hermoso príncipe mirando hacia la luna que parecía solo una curiosa cuña, como una lejana sonrisa en el cielo –Esa voz...

-¡¡Demonios!!...¡¡Si esa es la voz de Alde, significa que estamos a días de distancia!!-gritó Kardia más y más perturbado, sopesando si debía o no arriesgarse a tratar de regresar por el portal.

-¡¡No podemos dejar a Shaka!!...-intervino Afrodita acercándose al portal –Yo iré por él...-dijo totalmente decidido comenzando a avanzar.

El sonido de pisadas y voces del otro lado lo detuvo.

-¿Shaka?...-cuestionó con una suave voz tratando de hallar forma a las curiosas manchas que emergían del portal de luz.

Entonces aparecieron triunfales Shaina-sama y los demás, quienes llenos de tierra, sangre y sudor regresaban victoriosos aunque tristes luego de aquella fatídica batalla.

En cuanto el último de los hombres salió, Shaina –sama dio una muda orden ante la cual dos de los grandulones orejones de la manada empujaron las enormes rocas que bordeaban la salida, con el obvio fin de bloquear el paso.

-¡¡¡No!!!...-gritaron Afrodita y Kardia a la vez, pero era demasiado tarde, pues ante sus pasmados ojos vieron como las rocas comenzaron a caer, sepultando el camino por el que habían salido y destruyendo así hasta el último atisbo del portal.

Shaina-sama se giró a verlos con curiosidad, pero al notar la preocupación en los ojos del príncipe y de su propio hijo, reparo en algo importante...-¿Dónde está Shaka?- cuestionó la mayor sintiendo como si el corazón se le saliera del pecho.

-Shaina –sama- habló Yuzuriha dando un paso al frente –Shaka y Aioria venían detrás de nosotros...pero ellos...no salieron...-explicó haciendo que la poderosa guerrera cayera de rodillas al suelo, afligida imaginando lo peor.

-Debemos ser optimistas- dijo Yato tratando de reconfortarla.

-Sin embargo...- intervino esta vez Tenma quien era mucho más realista –también existe la posibilidad de que...los hayamos perdido para siempre...

Muy lejos de ahí, aun "cayendo" por el extraño túnel por el que accidentalmente había sido arrojado, un asustado Shaka sentía solo el viento, producto de la vertiginosa caída en medio de aquella completa penumbra. Entonces a lo lejos vio una luz, que aunque tenue al inicio se fue haciendo más y más fuerte, al igual que el sonido leve de agua corriente.

-¡¡¡¡Ahhhhhhh!!!- gritó involuntariamente el rubio al salir disparado por un hoyo en el suelo, a varios metros. El golpe al tocar el suelo fue duro, lo suficiente para asustar a la multitud de pequeñas luciérnagas que alumbraban aquel paraje, dejándolo de nuevo a oscuras, solo con la luz tenue de la luna.

-Auuh...¿dónde estoy?- se cuestionó notando que todo a su alrededor parecía desconocido –Afrodita...-llamó de manera suave, manteniéndose alerta en todo momento, pero solo respondió el silencio y el suave murmullo del agua. Todo apuntaba a que estaba solo, y probablemente muy lejos de aquel paraje de secreto de Sasha, o de los demás..."Afrodita"...pensó rogando que el príncipe se encontrará bien, y estuviera a lado de su hermano.

La noche era muy profunda, y aún estaba resentido por las secuelas de la batalla, sin embargo no podía darse el lujo de parar a descansar, debía hallar el modo de averiguar dónde estaba y tratar de regresar. Pensando en ello miró de nuevo al cielo, intentando tranquilizarse y pensar en algún plan, pero entonces la extraña sensación de algo observándolo lo hizo girar hacia un lado.

Al instante una pequeña sombra se coló entre los arboles alejándose...

-¡¡Ey, espera!!...-gritó el rubio siguiéndola, pues su instinto le decía que no corría ningún peligro.

Así avanzó entre maleza y un sinfín de gruesos troncos, pero tras pasar un ancho claro, donde diminutas flores eran tímidamente iluminadas por la luna, se adentró en un nuevo paraje de árboles. En apariencia nada era diferente, pero alrededor todo yacía en un completo silencio, sin rastro alguno del más mínimo insecto o ave.

Shaka de inmediato se tensó, percibiendo que algo extraño ocurría.

Entonces la pequeña sombra pasó corriendo de manera fugaz frente a él, solo para volver a perderse entre la negrura de los arboles.

Shaka dio un paso más, y sin darse cuenta su pie quedó sobre una pequeña y delgada rama seca.

Fue el leve sonido de la rama al romperse lo que causo que de un momento a otro la tierra comenzara a vibrar...

"¿Qué está pasando?" se cuestionó el rubio luchando por mantenerse de pie.

Tal como vino el temblor, la tierra de pronto se detuvo, pero entonces los arboles comenzaron literalmente a despertar, en ellos se podían ver claramente enormes rostros de madera, pero antes de que Shaka pudiera siquiera salir de su asombro, de las enormes bocas en los troncos comenzaron a salir horribles gritos.

-¡¡¡¡Ahhhhh!!!!...-gritó Shaka haciéndose un ovillo en el suelo e intentando cubrir sus orejas, pues aquella especie de llanto de los arboles, se sentía como una punzada dolorosa taladrándole la cabeza, y por más que intentaba no escuchar, el sonido aguijoneaba cada vez más profundo en su cerebro..."Afrodita"...fue su último pensamiento antes de caer inconsciente.

Poco después volvió el silencio, y de entre los arboles ahora nuevamente dormidos, surgieron unas pequeñas figuras que sigilosamente se acercaron al rubio.


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