Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

♞6♞

╔══━─ • ─━══╗

MIEDO

╚══━─ • ─━══╝

Narradora Pov

—Mi reina, me he disculpado por cometer esa acción previa. Por favor, han pasado dos semanas y...

—Tengo derecho a molestarme por lo que hiciste. Me hiciste creer que podías curarte sola, pero resulta que no es posible. Una bruja no puede curarse a sí misma.

Diana tragó saliva y la miró con arrepentimiento.

—Por eso el hada apareció —acotó, para luego seguir caminando por los pasillos que la guiaban a la habitación donde llevaba a cabo el trabajo que tenía día tras día.

—Pero... estoy bien, mi reina.

Akko rodó los ojos sin dejar de caminar. Diana la siguió y entró detrás de ella a la habitación. Seguidamente cerró con rapidez la puerta y la detuvo agarrándola de la muñeca. La reina no la giró a ver manteniendo su semblante enfurecido.

Diana colocó la palma de su mujer en donde estuvo la herida para que sintiera que no se encontraba ningún agujero, gracias al hada. Akko la acarició ligeramente recordando el orificio que se había hecho.

—Te heriste... —susurró y no pudo evitar que un nudo se formara en su garganta.

Tal vez estaba exagerando, pero no le gustaba para nada que su rey resultara herido de una u otra forma. Akko la amaba y verla lastimarle o crearse "intencionalmente" una lesión tan alta como esa, la hizo sentir... impotente. En su mente había pasado el recuerdo que la aterrorizó haciéndola sentir esa punzada que traspaso en el abdomen de Diana, pero en su corazón.

Recordó esa vez como ella temblaba a escondidas mientras estaba escondida con los demás reyes y personas de la Baja Borgoña, imaginado... la muerte de su caballero. Era demasiado. Asimilar que no la vería nuevamente le creaba una sensación tan... asfixiante que, Isabella, su madre, la ayudó a calmarse.

Esa situación la había dejado traumada por tres largos años donde le entregó a Diana más atención de la que necesitaba por miedo a no verla cuando despertarse. Ahora la atención era menos, pero igualmente se preocupaba. Akko se preocupada por ella y mucho.

—Mi reina...

No se había percatado de sus lágrimas habían salido de sus ojos hasta que Diana habló. Avergonzada, se escondió en el pecho ajeno atrayéndola más a ella. Akko temblaba tan... ligeramente que Diana no lo sentía.

—No puedo perderte... —musitó en un hilo de voz arrugando la camisa blanca de botones de su rey —. No puedo... —repitió en el mismo tono.

—No lo harás —le susurró con seguridad acariciando su espalda.

La reina nuevamente recordó ese momento en donde sus manos se mancharon de la sangre de su caballero. Las hadas se estaban rindiendo. Ella iba a perderla, pero su optimismo y deseo de ver con vida a la persona que salvó la suya, fue más.

Diana continuó acariciándola y diciéndole palabras tiernas y alentadoras que después de unos minutos, gracias a eso, empezaba a calmarse mientras se escondía cada vez más en el pecho de su rey.

—Hay una nueva junta —dijo—. Asistirás. Me encargaré de los otros deberes.

—De acuerdo... —susurró suavemente provocando que su reina arrugara de nuevo su camisa blanca —. Akko. —Ella no respondió—. Mi reina —volvió a llamar con ternura, pero nuevamente no recibió respuesta. Eso le dibujó una sonrisa en sus labios—. ¿Quieres unos dulces? —le preguntó con diversión.

Akko lo pensó, y luego asintió tímidamente. Después de tantos años su reina aún conservaba el aura infantil que conoció cuando era una princesa. Sin embargo, su comportamiento públicamente era distinto, claramente para guardar la imagen de una reina, pero, al tener sus momentos a solas, Akko, podía dejar relucir esa parte.

A Diana le encantaba, obviamente. Su reina sólo era de esa manera con ella; su reina sólo demostraba debilidad frente a ella. Y eso lo apreciaba demasiado.

—Iré al pueblo y le traeré de sus favoritos —le dijo, para luego depositar otro sutil beso en su cabeza—. Eres preciosa, mi reina. —Diana, enredó sus dedos y aspiró el aroma de su cabellera castaña—. ¿Alguna vez se lo he dicho?

Akko sonrió.

—Muchas veces.

—Y no me cansaré de hacerlo —le aseguró—. Tengo algo que decirle —dijo al verla más calmada. Akko se distanció un poco y se limpió sus lágrimas—. Es sobre el árbol que hice crecer en Ulabel. La mayoría han tomado y comido de la manzana. Los pensamientos e intenciones de esas personas fueron escritos en un libro con páginas en blanco que venía con el hechizo. Sin embargo, lamento decirle que no tengo conocimiento de donde ha ido a parar el libro.

Akko arrugó su entrecejo.

—¿Hiciste un hechizo que incluía un libro y no sabes dónde está? —repitió confundida—. ¿No tienes alguna idea de donde puede estar?

Diana sonrió avergonzada y se ruborizó.

—No. Lo siento.

—¿No puedes preguntarle al hada?

—Sabes cómo es. Y se me ha pasado preguntarle cuando fuimos a la biblioteca.

—Debemos encontrar ese libro antes que alguien más lo haga. Lo que contiene es intimo —le recordó, y después suspiró—. Ordenaré a dos caballeros reales para que se encarguen de esa tarea. Mientras continuaré con mis deberes y hablaré con la organizadora de las fiestas. El cumpleaños de Alice se acerca cada vez más.

Y era cierto. La pequeña estaba cerca de cumplir sus cinco años.

—Después de eso, ¿Le gustaría salir?

Akko sonrió.

—Si las cosas salen bien en la junta, podemos tomarnos un día libre para salir en familia. Te informaré esta noche de lo hablado con anterioridad para que asistas con conocimiento previo, pero recuerda: cada decisión que vayas a tomar debes consultármelo primero, y luego entre las dos decidiremos si se hará o no.

—Eso me gusta.

—Lo sé, mi rey. Y sabes que me gusta complacerte.

.

.

.

—¿Alice? —llamó Diana tocando dos veces la puerta de la habitación de la niña.

—¡Estoy dentro! —gritó la pequeña.

Diana rio e ingresó. Seguidamente cerró la puerta detrás y se acercó a la princesa que se hallaba sentada en el suelo frente a su cama con un libro en mano que fue reconocido al instante.

—Se responde: "Adelante" —le corrigió y tomó asiento a su lado—. ¿Qué intentas leer?

—No lo sé.

—Pero aun así lo tienes. ¿Por qué no me sorprende que hallas podido entrar al salón que está protegido por la magia de las hadas? —dijo con leve sarcasmo que hizo sonreír a la niña—. Eres una autentica bruja. Llevas mi sangre y la de tu madre. —Diana agarró el libro y lo puso en sus piernas— ¿Cómo vas con tus enseñanzas, mi princesa?

—Bien.

—¿Segura?

Ella negó con la cabeza.

—¿Cuándo estudiaremos magia?

Diana sutilmente rio.

—Te gusta mucho la magia.

—¡La amo! —exclamó con emoción poniéndose de pies—. ¡Quiero aprender más de magia!

—Y lo harás. —Diana se sentía alegre de que su hija tuviera las intenciones de entrenar y conocer más de lo que posee por nacimiento—. Pero a su tiempo —concluyó y la tomó de la mano para incitarla a tomar asiento en sus piernas. Ella jugó con el cabello rubio de su madre—. Alice —llamó suavemente deslizando su dedo índice en la mejilla de la pequeña.

—¿Sí?

—Después de que termine mis responsabilidades y tú con los tuyos. ¿Te gustaría acompañarme al pueblo? Compraremos dulces —dijo lo último con un leve canto.

—¡¿Enserio?! —preguntó emocionada mirándola enseguida.

—Sí, mi princesa. Algunos para tu madre y otros para ti.

Alice la miró con alegría y asintió varias veces con su cabeza. Diana que la había ido a visitar a esas horas de la noche mientras Akko se encontraba hablando con sus padres de algunos temas que tocaría después con ella.

Hizo un hechizó que cambió el color dela vela encendida por un color azul. Seguidamente de la misma vela empezaron aparecer esferas de la misma tonalidad.

Alice miró su entorno con maravilla y agarró en sus manos una. Su cabeza se recostó en el pecho de Diana y una sonrisa se dibujó en sus labios. «Pronto...», pensó el rey y empezó a acariciar el cabello de la princesa.

I'm trying to hold... my breath —pronunció con un poco de dificultad. Alice la observó curiosa sin soltar la esfera—. You set off a dream in me... —Diana inhaló y exhaló profundamente antes de continuar. Su cabeza se levantó mirando lo que había creado— Take my hand... —La mano de Alice fue tomada con delicadeza— Will you share this with me? 'Cause darling, without you. —Diana agarró aire y levantó un poco la voz—. All the shine of a thousand spotlights. All the stars we steal from the night sky. Will never be enough. Never be enough...

Al encontrarse concentrada rememorando y cantando la letra de la canción que había escrito... hace mucho tiempo atrás. No se percató de que una persona se había quedado estática en la puerta escuchando su repentino canto.

For me... Never, never. Never, never. Never, for me. For me. Never enough. Never enough. Never enough. —Las esferas vibraron al compás de su canto, y Akko ingresó a la habitación observando el panorama. Un suspiró de sorpresa escapó de sus labios—. All the shine of a thousand spotlights. All the stars we steal from the night sky... —Diana sonrió dejando escapar pequeñas lagrimas—. Towers of gold are still too little. These hands could hold the world but it'll. Never be enough. Never be enough...

Sus parpados se cerraron con una viva imagen en su mente. Más lagrimas abandonaron sus ojos, pero su voz no deliró. Alice no le había quitado la mirada encima y su expresión de confusión había cambiado por una de sorpresa. Su madre bruja, podía cantar. Nunca antes la había escuchado. Y ese cantó parecía alterar ligeramente su magia.

Never enough. Never, never. Never enough. Never, never. Never enough. For me. For me. For me. For me! —acabó en seco y las esferas desaparecieron.

Diana apoyó su mano derecha en el suelo para no caer. Respiraba agitadamente por la boca y sus lágrimas no dejaban de fluir. Akko no demoró en acercarse y distanciar a la pequeña que estaba sentada en sus piernas para atenderla.

—¿Mamá...? —musitó Alice con un poco de temor.

—Estoy aquí, cariño —dijo Akko tomando sus mejillas.

Su corazón latía demasiado rápido y sus emociones estaban a flote. En su mente seguía la viva imagen de su hermana... La canción que había cantado fue la misma que hace años Amanda había combinado con otra. Claramente ésta era solamente su versión, pero completa.

—Estamos aquí... —susurró la reina en un intento de calmar a su rey.

Diana tragó saliva con dificultad y abrió lentamente sus parpados para observarla. La niña se encontraba preocupada y su reina igual. Ella chasqueó sus dedos e hizo aparecer nuevamente la vela y otras que estaban para ver mejor a las dos mujeres que esperaban pacientemente a que dijera alguna palabra.

—Estoy bien —dijo y carraspeó su voz antes de limpiar sus lágrimas mientras tomaba una gran bocanada de aire para tranquilizar sus pensamientos y sentimientos.

Akko acarició su brazo de arriba abajo, y Alice imitó su acción inocentemente. Diana se rio con sutileza por eso, pero luego de recuperarse no tardó en atacar a la niña con un inesperado abrazo y besos en todas partes.

—¡No! ¡Suéltame! —pidió y Diana no obedeció.

La reina había suspirado, sintiéndose aliviada de verla mejor.

—Es hora de dormir —dijo Akko poniéndose de pies.

Diana soltó a Alice, y ella le miró con el ceño fruncido.

—Buenas noches, princesa.

Alice no le respondió.

—Descansa, mi niña —despidió Akko con un beso en su mejilla.

Alice, le sonrió y la despidió adecuadamente ganándose una sonrisa de cariño de la reina. Cuando la niña subió a su cama con ayuda de un banco de madera, Diana y Akko dejaron la habitación dándole un pequeño vistazo antes de cerrar la puerta.

Y una vez que estuvieron a una distancia "lejos" de los aposentos de su hija, Akko fue la primera en hablar.

—¿Estás bien? —le preguntó con clara preocupación.

—Estoy bien, mi reina —respondió con una leve sonrisa sincera.

Akko asintió y continuó caminando en silencio dejando que sus pensamientos fluyeran por ese corto tiempo que les tomaría en llegar a la habitación que compartían.

Ella había cantado; ella no lo había hecho en años. Y la canción... la reconoció al instante que la escuchó. No era cualquiera canción; esa canción la había cantado con únicamente una persona.

No tardó en unir los puntos. El brillo en sus ojos; el lugar donde se encontraba ese día; la historia que contó en la cena que imaginó que no volvería a narrar luego de lo sucedido; y ahora... el canto.

Akko la conocía. Akko la conocía tan bien que ahora estaba segura que, Diana, le estaba escondiendo algo; algo muy importante.

-------------

Fin del Cap. 6 (Miedo)

.

.

.

.

Canción: 

The Greatest Showman - Never Enough

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro