Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

♞50♞

╔══━━─ • ─━━══╗

EN DOS PARTES

╚══━━─ • ─━━══╝

Atsuko Kagari Pov

—¿Los monarcas antiguos están preparados?

—Sí, mi reina, todos los antiguos regentes se encuentran en espera —comunicó.

Un nuevo caballero real se aproximó.

—¿Dónde está?

—Vendrá enseguida —comunicó con una sutil reverencia.

Asentí y dirigí mi mirada a la mujer a mi lado.

—La esperaré, puedes ir con los demás.

Hannah accedió y subió los escalones que llevaban a las gradas.

Dentro de unos minutos, Sucy no tardaría en hacer acto de presencia, y tanto como los antiguos y actuales gobernantes, estaban emocionados y un poco preocupados.

La primera reina de la Baja Borgoña había propuesto este desafío más pronto de lo esperado. Debido a sus heridas, pensaba llevarlo a cabo dentro de unos meses, pero, cuando Diana aseguró y afirmó el día sugerido para esta ansiada batalla, no contuve la sorpresa.

Conocía de antemano que mi amiga era muy perspicaz en lo que respectaba a sus pociones, sin embargo, jamás imaginé que su audacia y obsesión llegara a tales extremos.

Sin querer oponerme, acepté, aclarando que cualquier daño interno o externo causado por la sobreexplotación que le estaría dando a su cuerpo, no me correspondía.

«Pero...» ¿En verdad no lo hacía?

El solo hecho de pensar que se enfrentaría a mi rey sin una pizca de miedo por lo que pudiera pasarle, ya era, de por sí, preocupante.

—¡Mamá!

Volteé ante el llamado y me incliné para recibirla en un fugaz abrazo.

—¡Mi princesa!

Besé su cabeza y la abracé con más fuerza. Seguidamente, unos nuevos pasos captaron mi atención y sonreí ante la mirada suave y cariñosa en esos hermosos ojos azules que tanto amaba.

—Bienvenida, mi rey —dije colocándome de pie.

—Buenas tardes, mi reina. ¿Sucy está preparada?

—No ha llegado, pero presumo que lo hará pronto. ¿Cómo te sientes?

—En buen estado.

—¿Las cosas resultaron bien en tu viaje?

Diana hizo una pequeña mueca.

«Eso no es bueno».

—Luego me lo contarás. Por ahora, es momento de prepararse.

—¿Todos están...?

Le contesté de manera afirmativa, especificando a cada uno de los invitados.

No deseaba que este encuentro fuera de vista pública y tomé medidas que aseguraban que nadie de la rigurosa lista ingresara.

Los caballeros reales Luane y Aliza, eran las encargadas de cuidar la entrada y mi padre se encargaría de dar la señal que iniciaría el combate.

—Yo también quiero ver.

—Este es un asunto privado, Alice. ¿No quieres jugar con los príncipes?

—¡Son aburridos! El chico rubio no deja de observarme, el de anteojos solo lee y la niña no sabe jugar. ¡Quiero ver, por favor!

—No es una mala idea... Este combate podría ayudarla en su educación.

—Diana —hablé y fruncí el ceño en su dirección.

—Le pido que lo piense, mi reina. Nuestra princesa está siendo preparada para combatir de una manera muy distinta que no involucra la magia. Que ella pueda ver el desarrollo de estas posibilidades, beneficiaría considerable su noción.

No era una representación incorrecta, pero aún seguía en desacuerdo.

—Hice estos tipos de preparativos por razones específicas que acordamos, mi rey.

—Lo recuerdo, pero estamos hablando de la siguiente cabeza de Bernicia. Todo lo que podamos ofrecerle a nuestro alcance para sus enseñanzas y entrenamientos, me gustaría que lo considerara.

Diana me miró y Alice también. Apreté mi agarre en el brazo derecho y arrugué un poco más el ceño luchando, imponiéndome contra esos... ojos y ojitos tan...

No pude.

—La llevaré conmigo.

—¡Sí! Gracias, mamá.

Alice abrazó mis caderas y coloqué una mano cariñosa en su cabeza.

«Ustedes dos...»

—¡Ja, ja, ja!

—No me hagas reiterar mis palabras, rey.

¡Ejem! La-las veré adentro.

Suspiré y avancé por el amplio y largo camino en dirección a las gradas. Siendo recibidas por mis animados padres.

***

Diana Cavendish Pov

«Está demorando...»

Encontrándome en la arena de combate con el sol poniéndose cada vez más, observé al pequeño público de reinas y reyes igual de desconcertados.

«¿Acaso la reina se ha arrepentido?», me pregunté un poco inconforme de que pudiera ser posible.

Sin embargo, unos pasos acompañados con el golpeteo de una vara llamaron la atención.

Sucy había llegado.

Y con lentitud, pero confianza, se posicionó a unos metros de distancia de mi posición.

—Llegas tarde.

«Treinta minutos tarde».

—Lamento que mi bastón no pueda volar —soltó con completa indiferencia y desinterés.

Ella sacó y miró un reloj de bolsillo, para después guardarlo.

Permanecí quieta y atenta, imaginando las miradas expectantes y confusas de los demás.

Sucy seguía encorvada, apoyándose de la vara para mantenerse de pie.

¿La poción no había funcionado?

Estaba equivocada.

Cuando otro minuto exacto pasó y el bastón fue arrojado, me puse a la defensiva con mi mano en el mango de mi espada.

Su espalda se enderezó y su expresión tranquila, pasó a una más neutral, pero, repentinamente, sus ojos color sangre se posaron en mí y la mirada vacía que me dedicaron, envió un sutil escalofrío por mis hombros.

No sería la primera vez que la vería combatir, pero si la primera vez que tuviera la oportunidad de poner a prueba sus habilidades.

Sosteniendo el mango con firmeza, desvainé mi espada con el sonido agudo del filo, y la empuñé, con una de mis manos, frente a ella.

Sus ojos se agudizaron.

El rey Alcides gritó con demasiados ánimos, y el duelo comenzó.

Sin perder el tiempo, el metal de mi espada chocó contra una cuchilla lanzada, seguida de otra más que bloqueé a la perfección.

Rápidamente y en pocos segundos la tuve a mi costado.

Nuestras defensas chocaron con fuerza y se deslizaron.

Ella se apartó con un salto, pero volvió a acercarse en un impulso que detuve.

Consecutivamente, mi espada y sus dos cuchillas se entrechocaron en movimientos precisos y rápidos que levantaron el polvo sobre nuestros pies.

Decidida a terminar con la pelea, levanté mi espada e hice un corte horizontal que muchos de los caballeros con los que combatí, no les fue posible evadir.

«Cuando mis piernas hábilmente responden...» Cuando mi cuerpo instintivamente se movía.

Corté con exactitud y ligereza, esperando verla rendida, pero para mi sorpresa, una figura mucho más ágil saltó sobre mí, apoyando una mano en mi hombro mientras esquivaba mi ataque.

Abrí mis ojos en impresión y giré a mis espaldas tan rápido como cayó, recibiendo una patada fuerte y contundente que chocó contra mis manos, enviando y clavando mi espada lejos de mí.

Atrapé su puño, pero el otro alcanzó mi mejilla.

«¿Qué fue eso?»

Necesitaba darnos espacio.

«No pude verla. No pude alcanzarla».

La poción le había otorgado a la reina la resistencia suficiente para mantenerse de pie y, asimismo, entregarle un poco más de velocidad en sus acciones, pero lo que sucedía; lo que pasaba era distinto.

¿Contra qué... estaba luchando?

Una nueva estocada con su cuchilla me despertó, y con la misma rapidez la detuve.

El encuentro terminaría si una de las dos quedaba indispuesta.

«En ese caso...»

Usaría mis manos.

Tomándola de las muñecas e igualando su resistencia y velocidad con un poco de mi magia, golpeé mi cabeza contra la suya.

La escuché quejarse a lo bajo.

Deprisa, levanté mi pierna y la pateé con fuerza, enviándola un poco lejos.

Sus tacones se deslizaron y la sangre de su cabeza escurrió y goteó.

Me acerqué de nuevo, evadiendo una de sus armas e impactando una vez más mi puño en su rostro.

El golpe resonó y con intenciones de ajustar otro, su espalda se inclinó hacia atrás y su pierna se movió.

Y en un movimiento que no logré predecir, una nueva arma salida de la correa de su muslo se clavó por completo en mi rodilla.

—¡Ah..!

Retrocedí y observé el objeto incrustado.

«¡Mierda!» Había caído en su trampa.

Ella estaba esperando a que estuviera cerca, pero, ¿Qué había sido lo anterior?

¿Cómo era posible que no pudiera predecir alguna de esas movidas?

Aparté mi cabeza, pero no lo suficientemente rápido. Una cortada en mi mejilla y hombro, deslizaron un hilo de sangre por mi piel.

Súbitamente, mi espalda chocó contra el suelo y mis manos detuvieron las suyas, que sujetaban con firmeza, la misma empuñadura del afilado y peligrosa cuchilla cerca de mi rostro.

Forcejeamos e intenté apartarla con una patada que fue esquivada.

No lo pensé mucho y dejé que la cuchilla cayera para rápidamente para apartar mi cabeza y tomarla por el cuello, pero otra más se penetró en mi hombro derecho.

La solté con un grito.

—¡AH!

«¡MALDITA SEA!» ¡¡¿Cuántas de esas tenía?!!

Por mis acciones anteriores, la sangre ahora se deslizaba por la cortada diagonal en mi nariz y se acumulaba en mi espalda.

No era buena con armas demasiado cortas.

Sucy se levantó y contraatacó de nuevo, rápidamente me puse de pie despojando con dolor la cuchilla, para luego lanzarlo y ser evitado por ella con tanta facilidad.

Sin la necesidad de cojear aún, pero sintiéndolo muy cerca, busqué mi espada y me acerqué, costándole lo que era su última arma al ojear bien el cinturón ajustado que las cargaba.

Nos miramos y atacamos con lo único a disposición: nuestras manos.

A comparación de ella, mis heridas eran más graves, sin embargo, no me detendría. Y a lo lejos, podía sentir los ojos preocupados de mi reina sobre mí.

Me concentré.

«Esto no es una lucha contra un caballero», me dije.

«No». Hubiera ganado en poco tiempo si ese fuera el caso.

Frente a mí, estaba una persona especializada en el combate cuerpo a cuerpo; frente a mí, unos ojos asesinos, me seguían.

Y con mi pierna y hombro muy malherido, empezamos de nuevo.

La proposición de golpes, las movidas rápidas y las heridas en aumento, provocaron que mis acciones fueran un poco más lentas.

Me estaba costando seguirle el ritmo.

Un puño recto fue lanzado a mi mandíbula y mi cabeza se movió evadiéndolo, deprisa un gancho contrarrestó la falla anterior y la sangre en mi nariz y boca salpicó.

Me retiré tambaleante, pero ella siguió atacando.

Enojada y frustrada, doble mis rodillas dejando pasar otra de sus acciones y con la firmeza de mi codo golpeé sus costillas y choqué mis nudillos en su mejilla ya lastimada.

Sucy sangró de la misma manera y en las mismas áreas que las mías, pero siguió moviéndose.

No obstante, se había vuelto más lenta.

Esa era nuestra diferente.

«Yo...» Era más resistente.

Y con una sonrisa llena de confianza, me acerqué a la vez.

Se produjo un impacto entre nuestras manos y sus pies se movieron obligándome a caer.

De nuevo en el suelo, con mi vestimenta hecha un desastre de sangre, suciedad y sudor, me la quité de encima e impedí que buscará una de sus armas tiradas.

Nuevamente, mis brazos y manos se movieron apartando sus ataques una y otra, y otra vez. Justo mi rodilla se levantó chocando con la suya, pero su otra pierna se levantó de una forma que no esperé.

Logré evitar que me golpeara a duras penas.

«Ella...»

Velozmente, apoyándose contra su otro pie, dio una vuelta completa y la planta de sus zapatos chocó contra mi abdomen con tanta fuerza y precisión que me cortó la respiración.

«Era...»

—¡Ah...!

«Demasiado flexible».

Inhalé y mi garganta hizo un sonido agonizante.

«E-esto es m-malo».

Lo aseguré más, cuando el filo de una hoja pasó a mi costado, cortando parte de mi cabello y piel.

Encontrando mi espada cerca, no dudé en tomarla y ponerme de pie con su ayuda.

Jadeé con una mano en mi estómago y la miré con una enorme ira en crecimiento.

«¡¡Tú...!!»

Mis manos temblaron de rabia.

«Se acabaron los juegos».

Me lancé y ella también.

El metal contra mental chocó y emitió un sonido mucho más contundente que antes.

El rostro indiferente había cambiado a uno más diligente.

Sin parar; sin tomarnos un momento para respirar, mi espada y sus dos cuchillas; sus pies y los míos, se movieron con tanta rapidez y detalle que creamos un escenario completamente nuevo.

Mis músculos se tensaron apretando con más fuerza el agarre y mi sangre ardió quemando muy dentro de mí.

Ninguna de las dos se percató de la igualdad de energía y respuesta; ninguna se enteró de la nueva neblina de polvo que nubló la vista de los ajenos.

Levantando mi espada en un golpe decisivo a una brecha, un espacio, encontrado en sus acciones y que herí incontables veces en esos movimientos, grité:

—¡¡Se acabó!!

El tiempo se ralentizó y mi espada bajó cortando y dividiendo a la vez la nube de polvo.

Todo ruido cesó en ese momento; toda acción se detuvo justo cuando la punta de mi espada tocó el suelo.

«¿El... suelo...?»

Consternada, observé la punta vacía y mis ojos se abrieron en grande.

No estaba...

Al intentar moverme, el calor de un cuchillo situado firmemente en mi cuello, me petrificó.

Lentamente, un hilo caliente de sangre escurrió.

«¿Y-yo...?»

Tragué.

«¿Perdí...?»

----------------

Fin del Cap. 50 (En dos partes)

.

.

.

Extra:

En un lugar poco oscurecido, pero acompañado por algunos sirvientes que la miraban con nerviosismo, una persona admiraba detenidamente la hoja que yacía arrugada en su mano.

«¿Qué has hecho, Diana?», pensó el ex caballero Amanda O'Neill, antes de escuchar unos pasos acercándose.

.

.

.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro