♞47♞
╔══━━━─ • ─━━━══╗
BAJO MIS PROPIOS
PENSAMIENTOS
╚══━━━─ • ─━━━══╝
Atsuko Kagari Pov
"¿Ella?"
"No quiero levantar falsas sospechas, pero su comportamiento es tan- tan... ¡Argh!"
"Lo entendemos", contestó Lotte. "Con esa actitud, hacer este tipo de suposiciones es demasiado fácil."
"¿Hicimos algo mal?", les pregunté severamente preocupada.
Sucy era un enigma. Cada una de nosotros lo había comprobado por su propia cuenta. No solo se había dirigido y provocado la vida privada de Barbara y Lotte con hechos ciertos e irrefutables, sino también que su manera de ser con sus contestaciones cortantes, sarcásticas y distantes, daban mucho de que pensar o desear.
«Aunque ella...» Siempre había sido de esa manera.
«Sin embargo...» Nos encontrábamos en una situación prominente y su falta de colaboración era inquietante.
"Por lo visto, ninguna de nosotras ha tenido una conversación apropiada con ella, ¿verdad?", preguntó Hannah en dirección a nuestra nueva incluyente en el grupo: Rosalie, la segunda reina de la Baja de la Borgoña y la esposa de la primera.
"Lamento decirles que mi falta de diálogo es parecida a las de ustedes". Ella sonrió. "La reina es de muy pocas palabras."
"Si no es una molestia que pregunte..."
"Para nada", contestó enseguida. "Cualquiera cosa que pueda servirle, lo concederé".
Sonreí con suavidad.
"¿Sucy no ha mostrado ninguna acción de afecto hacia ti?"
"¿A-afecto?" Sus mejillas se ruborizaron. "No, la reina no es de esos comportamientos. Todo su tiempo es dedicado a sus experimentos y creaciones. Muy poco llega a estar en las cenas o reuniones importantes del reino."
"Apartando el hecho de sus elíxires, ¿No ha realizado alguna acción diferente para la Baja Borgoña?", preguntó Barbara, aún molesta por lo que dijo en la reunión.
"N-no, las tareas son encomendadas a mi persona".
Barbara frunció más el ceño.
"Aunque... si hablamos un poco antes del ataque repentino de Dunot, ella favoreció al reino con una suma de oro y no de magia por parte del rey de Bernicia".
«El árbol mágico». Lo recordaba. Sucy había pedido como pago dinero, en vez de lo que tanto se esforzaba por entender y manipular.
Suspiré un poco agotada.
"¿Eso es sorprendente?", contestó Barbara con sarcasmo.
"Considerando su posición obsesiva, sí", dije y acaricié mis sienes en demostración a esa frustración acumulada. "¿Algún conocimiento de la procedencia de sus habilidades?"
Rosalie negó y se aproximó para tomar una de las galletas servidas.
"¿Te gusta?", soltó Hannah, mirándola inquisitivamente.
Ella se detuvo, sobresaltada.
"B-bueno... " Aclaró su garganta. "Por mi parte, no se me ha dado ninguna atracción hacia las mujeres, aunque debo admitir que la reina llama sumamente mi atención. No obstante, si habla de sentimientos románticos, puede que me encuentre muy lejos de ello". Ella se rio. "De igual manera, no es como si la reina fuera a hacer algo al respecto".
En eso tenía razón, Sucy parecía tener una reacción alérgica por el amor. O, simplemente estaba lo suficientemente obsesionada en sus creaciones que no ponía ni el más mínimo esfuerzo.
«Pero...» Un vago recuerdo de un momento presenciado en la privacidad de su habitación, me mantuvo confundida.
Sí, había encontrado a Sucy en una situación bastante embarazosa hace muchos años, cuando tan solo éramos... unas niñas.
"Aunque mi propuesta aún sigue en pie".
«¿Propuesta?»
"¿Qué clase de proposición?", preguntó Lotte levantando curiosa una de sus cejas.
Rosalie se sonrojó, acariciando con sus pulgares los bordes de la taza.
" Esto es... un poco personal y puede ser algo contradictorio, pero deseo una respuesta de su parte. He tenido un poco de curiosidad en el desarrollo y... sensaciones provocadas en un enlace íntimo entre dos mujeres. Conociendo esta incitación propuesta por mi persona y lo unidas que son a ella, ¿Creen que acepte?".
«Oh... ¿Le propuso sexo?»
Eso era... impresionante, un hecho totalmente asombroso, recordábamos como era su manera de ser, claro estaba; aun pese a que sabía que no sería la primera vez de Sucy.
No había vergüenza en ninguna de nosotras. Al fin de cuentas, éramos personas adultas.
Sin embargo, cuando estuve a punto de dar una contestación a su pregunta, la puerta se abrió de golpe en un sonido rotundo que nos hizo saltar de nuestros asientos.
Giramos a ver enseguida y permanecimos quietas sin poder articular una palabra.
Amanda estaba aquí. ¿Cómo era eso posible?
«No». ¿Cuándo se había despertado y por qué se veía tan asustada?
Seguido de lo que vimos, y luego de lo que escuchamos e identificamos como el "click" de una puerta, sus acciones y la persona detrás nos dejaron mucho más confundida.
"Las cerraduras no pueden conmigo."
«¿Alice?»
"Alice-"
"¡ALEJATE DE MÍ!"
—Te has puesto tensa otra vez.
Abrí mis parpados y parpadeé un par de veces.
—L-lo siento. Solo... pienso.
—Puedo verlo.
Diana se inclinó abrazando mi cintura.
—¿Puedo saber que te mantiene distraída?
Exhalé y dejé reposar mi cuerpo en la suavidad y seguridad de sus brazos.
—No quiero hablar de eso. No ahora.
Encontrándonos en una bañera fielmente preparada con el movimiento de sus manos sobre mis músculos rígidos, compartíamos uno de los momentos más relajantes que podía tener.
—Eso se siente... muy bien —murmuré.
La petición de este repentino suceso me había tomado por sorpresa, pero estaba más que agradecida de que su tacto tocara libremente cada parte de mi desnudo cuerpo.
—Ah, ¿sí?
—Sí...
Tener estos momentos de reposo, era lo que más necesitaba después de un largo día de trabajo.
Diana era cálida, dulce y suave. Y sus brazos rodear ahora mis caderas me permitieron descansar con más complicidad y sin incomodidad sobre su cuerpo.
Suspiré y gemí de satisfacción.
Ella estaba feliz; llevaba meses de esa manera. Y eso me hacía también feliz.
Con el agua alcanzando la mitad de mis senos, volví a suspirar ante el roce delicado en mi muslo derecho, dispersando cualquier pensamiento agobiante que transcurriera y pudiera interrumpir de nuevo mi tranquilidad.
—Diana...
La amaba, pero amaba mucho más estar en sus cómodos brazos.
Me hacía sentir segura, protegida y acompañada, como si todo lo que giraba en mi entorno estuviera bien.
Con ella, estaba en un campo lleno de flores en donde no existía ninguna guerra; ninguna discusión; o ninguna traición.
Era como un vacío, un vacío bastante acogedor del que deseaba estar para siempre, pero, lastimosamente, las cosas no podían ser perfectas, ¿o sí?
—¡Ah!
Salté ligeramente y abrí mis parpados de golpe.
—¡L-lo siento! ¿E-estás bien...?
«¿Ella había...?»
Asentí, todavía un poco fuera de lugar; no había esperado el agarré y el apretar brusco de dos manos fuertes en mis dos pechos.
Como decía... ella estaba... demasiado feliz. Quizás demasiado.
Me reí y volví a relajarme.
—¿Has pensado en lo que le dirás? —pregunté, empezando a limpiar primero mis brazos.
El agua aún continuaba tibia, un hecho que agradecía profundamente.
—¿Por dónde comenzar? —Ella soltó un resoplido—. No puedo acercarme lo suficiente sin evitar que se desmaye.
—Han pasado ocho largos años. Es normal que tenga ese tipo de reacciones.
Nuevamente, volví a sonreír. Amanda O'Neill volvió a tener un colapso que la dejó de nuevo en cama, y el recuerdo de esa tarde me trajo un divertido sentimiento.
Me encontraba en una conversación privada con mis amigas que incluía temas de los otros reinos, pero también personales. Rosalie, la mujer y compañera de la amiga que se había negado a una de mis peticiones, compartió unas de sus costumbres y algunas anécdotas de casa, e inclusive un hecho personal que nos dejó a todas impresionadas.
El ambiente era totalmente agradable y cada una conoció algo nuevo de la otra. Lotte y Barbara, tenían unos planes de expandirse a las afueras de sus fronteras con la intención de que más niños y niñas pudieran tener también un lugar de entrenamiento, asegurando que la academia Luna Nova había adquirido mucha más demanda debido a la escasez de espacio y a la historia del caballero, ahora mi rey.
Una cantidad de niños y niñas estaban entusiasmados de entrenar en el mismo lugar que el rey de Bernicia estuvo; una cantidad igualitaria de jóvenes compartía también el mismo sentimiento.
"La academia de Bernicia puede ofrecer los recursos necesarios", dije y Lotte se rio sutilmente.
"Pero no es donde entrenó Diana. Si quieres que estén en tu reino, tendrás que crear una nueva historia. Eso, o que Diana asista a las academias de cada reino aliado."
La idea no era para nada ignorante. Al contrario, era perfecta. Demasiado perfecta.
Que Diana asistiera a las academias para comprobar sus avances, no solo generaría unas saludables vibras positivas a la gente que la admiraba, sino también que incitaría y fortalecería los lazos con Bernicia.
Reforzar la seguridad, confianza y devoción de las personas, era una de las tareas primordiales en mi larga lista. Gracias a la guerra con Dunot y la nueva declaración y traición de Servia, muchas de las personas estaban empezando a dudar en continuar bajo mi mandato.
"Los tiempos de oro de Bernicia parecen haber terminado", decía una de las damas acompañadas de otras.
Bernicia estaba dejando de ser considerado un reino seguro.
La victoria contra Karat no había traído nada más que cosas negativas.
Y los entendía.
Lo hice, una vez más, cuando vi con mis propios ojos la destrucción que la magia podía causar.
Encontrándome escondida, pero segura con dos caballeros cuidándome a mis espaldas y una poción resguardada en el bolsillo de mi vestido. Diana creó, atacó, destruyó y se hizo con la cabeza del rey en un tiempo abrumador.
«Ese hombre...» Había cometido el peor error con meterse con mi reino, pero... lo más escalofriante que debió haberme hecho sentir orgullosa y feliz, fueron la cantidad de los pocos heridos y de los sobrevivientes.
«Casi... no hubo perdidas».
"Las brujas y magos, fueron seres pacifistas."
Desconocía la razón, pero podía suponerlo: ellos sabían de lo que eran capaces.
«Causar muertes incensarías parecía no estar en sus planes».
Sin embargo, debía existir una razón mucho más profunda que esa.
Al dividir su magia en proteger a las mujeres del campamento, e incluyéndome, ella se limitó en muchos aspectos. No solo se había desgastado al punto del sonámbulo, sino también tuvo que permanecer largas semanas en recuperación.
Semanas tormentosas para mí y Alice.
«Alice...» Mi niña.
«Mi otra felicidad». Descansó a mi lado en esas noches de espera.
—Akko... —murmuró en queja contra mi oreja.
Una pequeña risa se escapó de mis labios. Me había perdido otra vez en mis pensamientos.
—Perdóname, mi rey.
Éramos una familia.
«Somos una familia».
—¿Quieres...?
—Sabes que no puedo negarme a ti.
—Eres la reina. La reina de Bernicia.
Con un fuerte agarre en mi muslo y un empujón en mi vientre, mi expresión divertida se redujo, pero creció de nuevo.
—Vamos a la cama.
Hacer desbordar el agua de la bañera no estaba en mis planes para esta tranquila noche.
***
—¿Cómo te sientes...? —susurré contra su hombro, dejando caricias sutiles en su espalda.
Diana se quejó montada en mis piernas y sentada todavía en mi regazo.
Era un escenario extraño si recordaba la diferencia de tamaño y las sin fines de protestas ocurridas en un pasado sobre quién era merecedora de estar arriba o abajo, pero me encantaba que ella pudiera ser de esta manera conmigo.
Amaba ver y tener ese aspecto delicado, femenino y vulnerable en mis brazos.
Después de todo, ella seguía siendo una mujer.
Mis dedos derechos aún tenían las pruebas de los hechos, y conteniendo el deseo de llevármelos a la boca, dispersé el hermoso resultado contra las sábanas y la abracé depositando uno que otros besos en su cabeza y hermosa cabellera rubia, mientras mis manos delinearon las curvas y abultamientos de sus cicatrices.
Tenerla totalmente para mí y que mis ojos captaran de nuevo la maravilla de su cuerpo que nadie más podía tocar; que nadie más podía ver; que era solo mío y para mí, hacía que mi corazón estallara de amor y afecto.
Diana era mía. Y una vez más lo había demostrado y asegurado.
No me arrepentía en absoluto de las marcas de mis dientes en su piel; no me arrepentía de haber continuado cuando el cansancio de su cuerpo dio inicio en el cuarto orgasmo.
Por supuesto, no fue la única que lo había disfrutado; sentía mis piernas húmedas y un poco flácidas.
Pero alcanzando y asimilando su quinto, Diana por fin logró tomar el aire suficientemente para distanciarse.
—Hola... —saludé con una sonrisa juguetona.
Diana no respondió y me besó dulcemente antes de separarse con un notable sonrojo de vergüenza en su rostro.
Después de estos años, le costaba aún acostumbrarse.
Y con una sonrisa ahora de dientes en mis labios, me aproximé empujando su cuerpo.
Tomé asiento a su regazo, posicionando mis piernas a sus costados.
Ella levantó una ceja, confundida y levemente temerosa.
Seguido, me acerqué a su oreja izquierda.
—¿Quién es mi rey...?
La sentí ponerse tensa.
—A-Akko.
Me reí, pero esperé ansiosa.
—Y-yo...
Volví a reírme y tomé sutilmente de su lóbulo, pasando mi lengua por las zonas sensibles que la hicieron reaccionar con un suspiro.
—Buena chica... —susurré.
Retrocedí y me aproximé ahora a su mandíbula, tomando, besando y mordiendo.
Un respirar mucho más profundo escapó de sus labios y unos brazos trabajados rodearon mi cintura.
Me distancié un poco y observé su rostro, maravillándome de su sonrojes.
«Tan vulnerable...» Tomé de su labio inferior.
«Tan bonita...»
Diana era una obra excepcional y única. Deseaba, con todo mi ser, tener tantas hijas con ella.
Deposité un beso sin movimiento en sus labios que ocasionó un pequeño y dulce sonido, y regresé a mirarla.
—Te amo.
Ella exhaló con un poco de fuerza y sonreí, cerrando nuevamente la distancia, pero esta vez en un beso más abrazador y profundo que fue creciendo y pasando a uno apasionado y descontrolado.
Nuestras bocas se movían con prisa que no tardó en cambiar las posiciones y arrinconarme con su cuerpo. Tomé de su cabello y gemí cuando nuestras lenguas se volvieron a encontrar.
Sus manos jugando, agarrando y desordenando mis cabellos, se detuvieron lentamente al tomar un poco de distancia.
Con una sonrisa en sus labios me besó una vez más, pero con lentitud y cuidado, durando lo suficiente.
—También te amo.
Con esas palabras, juré que mi corazón palpitó con mayor fuerza.
Estaba tan... enamorada y deseosa.
------------------
Fin del Cap. 47 (Bajo mis propios pensamientos)
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro