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CONFUSIONES Y SORPRESAS

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Narradora Pov

Antes de partir del castillo, su reina le había mencionado que regresara enseguida si no encontraba algún rastro, dentro de dos meses, que la guiasen a las falsas brujas. También mencionó repetitivamente que Alice no la acompañaría; después de habérselo pedido varías veces.

Diana había estado pidiendo que su hija estuviera con ella en esa "nueva aventura", como lo llamó, con intenciones de que practicara su magia. Akko obviamente se negó. Ella le dijo: "No es una aventura." Y estaba claro que no.

La misión que tendría su rey era capturar a unas humanas que se hacían pasar por brujas. Algunas personas le creían y lo compraban con esperanzas de tener el resultado que ellas mismas inventaban.

A Diana le parecía un poco extraño que los ciudadanos no hubieran pasado la noticia de las consecuencias que tenían aquellas pociones; tomando en cuenta lo rápido que se extendían.

Sólo la reina Sucy podía hacerlo, puesto que, tenía el talento desde nacimiento. ¿Alguien más podría intentar replicar sus pociones? Sí, pero sin los ingredientes o los pasos correctos el efecto no sería el mismo. Únicamente la reina poseía esos datos que guardaba en un cuaderno.

Dirigiéndose al reino de la Baja Borgoña en un caballo, el rey de Bernicia, se tomó su tiempo para recordar lo que debía hacer una vez que terminara con las falsas brujas. La cueva era uno de sus objetivos principales; si abundaba tanto oro como lo había mencionado el consejero, podría beneficiar mucho a su reino.

La plata, el oro y el cobre eran las principales monedas en su mundo. El oro era el más valioso. El segundo era la plata; y tercero el cobre. Estas últimas monedas tenían un color que le gustaba, pero que a la vez no lo hacían. El cobre no era muy costoso y, de suerte, con una podrías comprarte la mitad de un vegetal.

«Espero que el consejero no se haya equivocado», pensó en imploración. No quería toparse con una decepción una vez que ingresara al dicho lugar, sin embargo, todo podía pasar y debía estar preparada para cualquier cosa.

Una vez que llegó al castillo de la Baja Borgoña lo contempló con neutralidad. Los dos caballeros reales que la acompañaban y se encontraban a unos pasos atrás en sus costados, eran: Sebas y Luca.

Frank, Moisés, Alessio, Luane y Aliza, se quedaron en el castillo de Bernicia. Actualmente existían siete caballeros reales y dos de ellos eran mujeres que obtuvieron el puesto por su arduo entrenamiento.

En algunas ocasiones las había visto juntas provocando que recordara sus tiempos de caballeros junto con su hermana. Antes le causaba tristeza, pero ahora era reconfortante.

—Hemos llegado, mi rey —habló Luca al no verla bajarse del caballo.

La reina Sucy ya se hallaba en la puerta esperándola con impaciencia. Diana abandonó su transporte y le extendió la correa a uno de los encargados en llevarlos a su sitio de reposo. Seguidamente acomodó su vestimenta y se aproximó a la entrada.

—No te pierdas tanto en tus pensamientos. Tienes una misión que llevar a cabo en este lugar.

—Lamento mi tardía. No volverá a suceder —dijo de manera neutral y sin dedicarle la mirada.

Sucy suspiró agotada e hizo una seña para que abrieran la puerta. Diana esperó a ser anunciada por uno de los caballeros, y luego ser recibida por una de las sirvientas del castillo para que la llevaran a su habitación.

Sin embargo, se sorprendió de que nadie dijera algunas palabras, y que ninguno de los que se encontraban se acercara a su persona. Dedicándole sólo una mirada de sorpresa.

La dueña del lugar ingresó con normalidad, pero se detuvo al no ser seguida por su invitada.

—¿Qué estás esperando?

—¿Qué anuncien mi llegada? —dijo con cierta obviedad.

Ligeramente Sucy se rio con burla.

—No hacemos eso.

—¿Y la sirvienta? —preguntó mientras entraba.

—¿Qué sirvienta?

—¿La que me guiará a mi habitación?

Esta vez Sucy se aguantó la risa.

—Primer pasillo, cuarta puerta a la derecha. Esa es tu habitación.

—¿Tengo que ir yo... sola?

—¿Acaso quieres que te acompañe?

—Pensé que...

—Repito. No hacemos eso.

Diana suspiró con resignación y cruzó sus brazos.

—Lo entiendo. ¿Qué harás en este día?

—Descansar, obviamente. Este viaje ha sido largo, bruja. Y me duele la espalda de andar en esa carreta. —Sucy la miró topándose con su mirada de confusión—. ¿Qué? No me digas que en tu reino no descansas.

—Sí, lo hago. No obstante mi llegada es anunciada y el rey o la reina me atienden como es correspondido, para después ir enseguida a lo que he venido.

Sucy arqueó una ceja.

—No estamos en Bernicia, o en uno de esos reinos finos a los que vas. Has lo que quieras y ponte a trabajar cuando quieras. No hay tantos protocolos estrictos que seguir. Sólo no me molestes.

«¿No los hay?» Ahora entendía por qué los reyes no visitaban la Baja Borgoña. Tal vez era una estrategia de Sucy para no recibir invitados no deseados. Si era con esas intenciones, lo consideraba como un movimiento inteligente de su parte.

—¿La reina ha llegado? —se escuchó decir de una persona que se aproximaba a pasos tranquilos.

—Sí, su majestad.

—Gracias, iré a...

Sus palabras fueron interrumpidas por la presencia del rey de Bernicia en el castillo. «El rey...» Ella estaba sorprendida y la contempló de arriba a abajo antes de mirar a Sucy en busca de una respuesta.

—Se quedará un tiempo para encargarse de las falsas brujas —explicó rápidamente, para después colocar su mano izquierda en el hombro ajeno—. ¿Verdad, Cavendish?

—S-sí... —contestó igual de asombrada que la reina.

«¿Esa es... Rosalie?» Era hermosa. La mujer frente a sus ojos tenía rasgos faciales que le parecían increíbles, aparte de su cabello albino. Le sorprendía que solamente demostrara sorpresa y leve emoción. Diana estaba acostumbrada a ver ligeros sonrojos en las mejillas de las personas que no la conocían y la veían físicamente por primera vez.

—Cierto —habló Sucy—. Rosalie, Bruja. Bruja, Rosalie. Bien, ahora que se conocen me iré a descansar. No me molesten en las próximas cinco horas.

—A-ah... —Aclaró su voz—. Reina, necesito hablar con usted antes. Es urgente.

Sucy rodó los ojos y exhaló con cansancio.

—En unos diez minutos ve a mi habitación. Quiero recostarme.

Rosalie asintió en agradecimiento y giró a ver nuevamente al rey de Bernicia. Ella recompuso su postura y se acercó con seguridad.

—Bienvenida a las tierras de la Baja Borgoña. No esperé su llegada y lamento si mi recibimiento no ha sido el más adecuado.

Diana sonrió más confiada de su presencia.

—Es un placer al fin conocerla, reina Rosalie. Sucy ha hablado muy poco de usted.

La reina estaba realmente impresionada, y con un poco de miedo al estar cerca de ella. No logró evitar el aura que desprendía su presencia.

—Me lo imagino. Espero no haya causado algún problema.

—Por supuesto que no. Ha sido de gran ayuda. —Diana se volteó dirigiéndose a las personas detrás de su espada—. Le presento a mis dos caballeros reales: Sebas. —Él se inclinó haciendo una reverencia—. Y Luca. —El mencionado hizo lo mismo—. La reina Sucy ha pedido un costo a cambio de la poción entregada.

—¿Funcionó? —preguntó con sutil sorpresa.

—Sí. Nos otorgó la ventaja que mencionó. Sin embargo, mi magia no logró ampliarse en todos los sitios que esperábamos.

Diana movió sus manos pidiendo que le trajeran la bolsa de cuero.

—Me alegra que haya tenido por lo menos un resultado positivo. ¿El costo es su magia? —consultó curiosa esperando una afirmación.

—No. Ella ha pedido oro —dijo creando que la impresión en el rostro de Rosalie se presentara. Diana se confundió por ese detalle. ¿Acaso ella no estaba enterada? «Era de esperarse». Rosalie tampoco había sido avisada de su llegada.

—Gracias... —soltó y parpadeó varias veces para regresar a sí misma y pedirle a su mayor confidente que llevara el oro hacia la zona segura del castillo—. ¿Usted... la ayudará en sus pociones aparte de su otro motivo en este lugar?

—No. La reina ha dicho que no experimentará con mi magia por un tiempo.

—Oh... —Rosalie sabía que eso era mentira.

—Pronto se acerca una guerra contra mi reino. Espero que la reina Sucy la ponga al tanto de los detalles.

«Cierto», se recordó.

—Mis felicitaciones por la victoria conseguida contra el reino de Karat. Lamento no haber asistido a la celebración. La Baja Borgoña tiene mucho trabajo que realizar todos los días.

Diana asintió en comprensión.

—Iré a mi habitación. Confío en que hablaremos nuevamente. Que tenga un buen día —dijo y pasó a su lado.

Ella tragó pesado a la vez que un escalofrió recorrió su columna vertebral. Giró a ver al rey dirigirse al primer pasillo y se atemorizó levemente por su andar. Se sentía alguien... contundente y fuerte. «En verdad da miedo», se dijo.

Sin embargo, había reconocido también que era una mujer bella; no obstante, las acciones de una persona en específico estaban capturando de poco a poco su completa atención e interés.

La reina sonrió recordándola y se aproximó para ir a la habitación de su reina. Al llegar tocó la puerta antes de ingresar y la encontró acostada de un costado en la cama con unos pantalones largos y una camisa holgada.

—Lamento haber demorado.

Sucy suspiró y le hizo una seña para que fuera directamente al grano. Rosalie entendió enseguida, pero se desvió un poco.

—Antes de hablar acerca de la urgencia mencionada, deseo agradecerle por sus intenciones de reducir la deuda del reino. He recibido el oro y puedo hacer un aproximado de que nos ayudará a disminuir el préstamo.

La reina en la cama se acostó de espaldas y miró el techo con sus manos en el abdomen. Ella no contestó.

—El rey ha dicho que cambió el pago del uso de la magia por el oro. Y también ha dicho que no desea experimentar con ella por un tiempo. Reina —llamó con preocupación—. Tengo entendido que se encuentra realizando dos pociones de suma importancia que requieren de la magia de la bruja.

—No importa —dijo creándole asombro a Rosalie. Parecía que en ese día estaría lleno de sorpresas—. La bruja igualmente no puede usar magia.

—¿No puede? —preguntó confundida.

—Se encuentra en reposo. Después de la guerra contra el reino de Karat su energía disminuyó abruptamente por no darle un único uso. Dividirla para proteger a las personas que se encontraban en las carpas, hizo que sucediera.

—¿Cuánto tiempo le tomará recuperarse?

—No lo sé, pero, últimamente ha estado utilizándola con hechizos simples y eso provoca que sus días de recuperación aumenten.

Sucy suspiró y dejó un espacio libre de su cama dándole el permiso para tomar asiento. Rosalie agradeció el detalle.

—Debo ponerte al día de la reunión que se llevó a cabo en Bernicia. Así tomarás mejores decisiones en el reino.

—¿Lo hablado afecta a estas tierras?

—Nos afecta a todos —dijo y se sentó a un lado de Rosalie con sus pies afuera—. Cavendish quedará débil después de un hechizo que hará para revivir a su hermana, Amanda. ¿Te recuerdas de ella?

—¡¿La revivirá?! —exclamó exasperada.

Sucy hizo una mueca por su grito inesperado, pero lo dejó pasar.

—Sí. Gracias a la experiencia que ha estado ganando durante este tiempo, logrará cumplir ese deseo.

—Si la bruja se encontrará débil...

—Es correcto. Las guerras serán más complicadas de ganar.

—¿Las? —repitió.

—Bernicia tiene muchos enemigos y somos sus aliados. Como está escrito en el contrato que se hizo muchos años atrás, es obligatorio que aumentemos su caballería.

—No tenemos tantos caballeros, Suc- reina —corrigió—. Los jóvenes aún siguen entrenando.

—Lo sé, pero enviaremos lo que podamos y trabajaré en nuevas pociones que les ayuden.

—Me he enterado que funcionó la que hizo. Bernicia tiene ahora un avistamiento de sus tierras desde su castillo. Felicidades —dijo con una tranquila sonrisa.

Sucy se rio ligeramente.

—Y recordar que por poco pierdo un brazo.

Rosalie frunció el ceño.

—Quedó bajo escombros. Gracias a los dioses que ahora evitas cometer el mismo error, reina. No podría manejar este reino sola —murmuró lo último audiblemente.

La reina levantó una ceja y giró a verla con extrañes antes que su mano pudiera ser tocada.

—Ya lo haces.

Rosalie se sorprendió y la miró levantarse.

—Tomate un descanso —continuó y estiró su cuerpo—. Verte trabajar tanto por un reino que no me importa me estresa.

—Si no te importara no hubieras pedido el oro.

—Lo hice porque la bruja no puede utilizar magia. Lo vi como una buena oportunidad.

—Claro, reina.

Rosalie se puso de pie y se aproximó.

—Acerca de la noticia...

—Esa noticia... —le interrumpió sonando un poco agobiada. Ella la volteó a ver—. ¿Qué sucede?

—Algunos ciudadanos aseguran a ver visto caballeros del reino de Dunot.

—¿Qué? ¿Donde? —preguntó impresionada y molesta, e invadió repentinamente el espacio personal.

Rosalie se había ruborizado al tenerla cerca.

—E-en las cercanías del reino... —contestó confundida y sorprendida—. ¿H-hay algo que deba saber de...?

—Dunot es el siguiente en la lista negra de Bernicia —soltó frustrada.

—¿D-disculpa...?

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Fin del cap. 28 (Confusiones y sorpresas)

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