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FAMILIA, AMOR Y AMISTAD
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Narradora Pov
—Te apoyaré en tu decisión, mi rey, pero... quiero saber el verdadero motivo y la función del hechizo.
—Gracias, mi reina. Aún estoy estudiando al respecto, sin embargo en doce lunas podré realizar el hechizo sin problemas. —Diana se puso de pies y se aproximó a ella para tomar sus manos—. La razón por la cual deseo traerla de regreso, es para que tenga una segunda oportunidad en esta vida que juntas estamos construyendo.
Akko arrugó su entrecejo dudando de sus palabras.
—Tus intenciones son bondadosas, Diana, pero, ¿No crees que algunas personas merecen descansar?
El rey negó con la cabeza.
—Las personas que puedan tener una segunda oportunidad en la vida, merecen tomarlas.
—Debes estar consciente que algunas personas no desean dicha oportunidad. —Akko suspiró—. Sé que la perdida de Sir. Amanda fue devastadora para ti: era tu compañera y la hermana que nunca tuviste. Y acompañadas llegaron bastante lejos, pero... a veces hay que aceptar lo sucedido.
Diana bajó la cabeza.
—Creí que ibas a apoyarme.
—Lo haré, mi rey —dijo levantando el mentón de Diana con su dedo índice derecho—. Solamente deseo que estés completamente segura de lo que harás. No quiero que luego llegues a arrepentirte.
—No creo llegar a sentir remordimiento por tomar tal decisión, mi reina. Estoy segura de verla nuevamente y traerla de regreso.
Akko la observó con atención buscando en sus ojos alguna señal de inseguridad para que siguiera insistiendo en reconocer que, Amanda, había muerto y era mejor dejarla descansar. No obstante, al no encontrar ninguna con sutileza de nuevo suspiró.
—En la vida de Sir. Amanda se encontraban más personas aparte de ti. Toma en cuenta también a la reina de la Alta Borgoña que la amó en silencio y lloró por su muerte.
—¿Crees que haya conflictos con ella y Amanda?
—Posiblemente... —murmuró no muy segura y recordó los rumores de las "víboras" que había escuchado de uno de los consejeros—. ¿Qué opinas de los cotilleos de la Alta Borgoña?
—Recuerdo haberle preguntado a la reina sobre aquellas habladurías. Ella no lo afirmó, pero tampoco lo negó.
Nuevamente Akko inhaló y exhaló suavemente.
—Ese tipo de problemas es uno de los cuales provocará la venida de Amanda. Ha pasado años de su terrible fallecimiento en el campo de batalla y muchas personas ya han aceptado su ida de este mundo.
—Verla nuevamente levantaría las esperanzas a los ciudadanos y verían lo poderosa que es mi magia. Espero que con eso los reinos grandes que se encuentran en nuestra contra dejen de mandar amenazas.
—Sería una buena demostración, mi rey, pero olvidas que no deseo utilizar la magia para específicamente matar gente y conquistar más tierras de la que podemos mantener.
—Algún día tendremos que revelar el poder que me pida que esconda, mi reina. Alice será la siguiente gobernante y debe aprender a defenderse con o sin magia; no obstante también es necesario que la utilice para que los demás reinos no pierdan de vista la gran capacidad que tiene el reino de Bernicia.
—¿Qué pasaría si un día... desaparece? —preguntó mientras asimilaba las palabras de su rey.
—No pasará.
—Es una suposición —explicó—. Y creo que sabes la respuesta —dijo dedicándole a Diana una mirada molesta—. Los reinos grandes se aprovecharían en ese instante para acabarnos. Puedo asegurar que se juntarán para vencernos y dejar lo que hemos creado en ruinas. Por esa razón, deseo mostrar las fortalezas del reino de Bernicia sin magia. Lo siento, mi rey, pero no puedo confiar plenamente en ella para siempre. Espero entienda mi punto de vista.
—Lo hago, Akko, pero le aseguro que no necesitará utilizar los métodos que haya planeado para cuando eso suceda. Estaré a tu lado hasta el día que fallezca. Y la magia perdurará muchos siglos más. Alice no dejará que desaparezca.
—Hablando de nuestra hija, el día que no pudiste llevarla al pueblo hizo una amiga.
—¿Una amiga?
—Sí. Una chica pelinegra de ojos azules. No recuerdo su nombre.
—¿Es mala persona? —preguntó con leve preocupación.
Akko negó con la cabeza.
—Pensaba que podría ser la pareja de Alice.
«¿Qué? ¿Pareja?», se dijo con sorpresa.
—Mi reina. Nuestra niña acabó de cumplir cinco años. Es muy precipitado buscarle alguna compañera o compañero cuando aún no tiene el conocimiento acerca de eso.
—Es verdad, pero como has dicho, en otras palabras: la magia tiene que prevalecer y... aquí entra un nuevo tema de conversación. ¿Has pensado al respecto de darle a Alice una hermana?
«¿Eh?». Diana se había olvidado completamente de esas palabras de su reina que mencionó hace unos días atrás. Sus mejillas se ruborizaron, y sintiendo un poco de vergüenza carraspeó su garganta para dispersar ese nuevo aire que se extendía en el ambiente.
Akko cruzó sus brazos y levantó intencionalmente sus pechos para marcarlos en la bata y provocar así a su rey. Diana obviamente no pudo evitar no prestarle atención a esa acción.
—Mi... mi reina... Traer a una niña más, ¿No sería igualmente precipitado? —Nuevamente aclaró su voz—. Quiero decirle que me siento honrada porque quieras tener a alguien más de mi sangre, pero ahora mismo nos encontramos en guerra y hay otros problemas que resolver antes de llegar a ese punto. Te necesito, Akko, y ahora más que nunca.
La reina elevó una ceja y la miró unos segundos antes de soltar el aire que contenía de sus pulmones.
—Bien, pero por favor... piénsalo.
Diana asintió.
—Con la venida asegurada de Amanda, debemos avisarles antes a las personas que estuvieron en su círculo personal. Sería bueno que todos estén consciente para que puedan asimilarlo.
De nuevo Diana asintió.
—Bien, es hora de que descansemos hasta que sea de día para seguir avanzando.
—Mi reina, acerca de mi magia. ¿No desee que la utilice en la batalla?
—Por el momento no. Te avisaré cuando puedas.
—Podríamos acabar con más rapidez.
—Lo sé, Diana, pero como lo dije antes: no quiero que las personas de alto estatus piensen que el reino de Bernicia depende de la magia. Deseo que vean la fortaleza de mis caballeros. —Akko se acercó y acarició los hombros de su rey—. Pronto podrás divertirte.
Diana hizo una mueca de inseguridad.
—No deseo divertirme. Quiero mostrarles lo que mi magia es capaz de hacer, ya que algunos no pudieron hacerlos cuando ocurrió en las tierras de la Baja borgoña contra el reino de Georgia.
—Lo pensaré como ataque final. ¿Tienes algún hechizo que desees demostrar?
—Por supuesto, mi reina.
Akko asintió y tomó un poco de distancia.
—Ahora, sería correcto que me hablaras del hechizo que traerá a Sir. Amanda de vuelta a la vida, sin embargo me encuentro cansada mentalmente en este momento; lo adecuado ahora sería descansar. Mañana podrás explicarme los detalles y responderás algunas de mis preguntas.
«¿Preguntas?», pensó con confusión.
—¿Qué clase de preguntas?
—Lo sabrás en la mañana.
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—¿Cuánto camino nos queda?
Frank: Unas dos noches más, mi reina.
Akko le dio un leve asentimiento y observó desde la cima de una montaña a las personas montar nuevamente las campañas. Diana se encontraba ayudando con su magia y Akko la observaba con detenimiento. Sus intenciones eran buenas y le gustaba mucho que después de haber perdido a su mejor amiga, querida como una hermana, conservara su humilde corazón, pero a veces... debía admitir que era necesario que su corazón se enfriara un poco ante las situaciones que lo requerían.
La frontera aún continuaba cerrada; muchas personas estaban muriendo a causa de eso. Habían en total cuatro reinos en su contra y tenía pocas tierras para darles hogares a sus propios ciudadanos que habían tenido la oportunidad de emigrar en su territorio. Aceptaba que la decisión tomada con anterioridad fue una completa estupidez. Ella deseaba complacer a su rey y acabó consiguiendo un nuevo problema que ocasionaría más; el reino de Karat, era una clara demostración de las consecuencias que tendría.
Además, de las mujeres que se reunían para hacerse pasar por "brujas" y causar que gente inocente muriera al darles falsas esperanzas. Agradecía que Alice en ese punto de su vida se comportara y no hiciera tantas preguntas, ya que se hallaba un poco ajetreada de todo lo que sucedía a su alrededor. Sin embargo ella nunca se desquitaría esa emoción con su hija.
La niña era inocente y sólo obedecía a lo que se le ordenaba. Ella era el futuro de Bernicia y dejó a dos guardias reales y unos cincuenta mil hombres más para que protegieran sus tierras mientras no se encontraban. El castillo se encontraba rodeado por mil caballeros cuidando la entrada y salida; Alice estaba complemente protegida. También su padre: Alcides, era un buen luchador con la espada.
No le había gustado en absoluto que su progenitor le diera la idea a su rey de conquistar los reinos Biraz que antes eran de la pertenencia del reino de Bernicia. Estaba consciente que, Alcides, deseaba aprovecharse totalmente de la magia y usarlo al favor de Bernicia, sin embargo tuvo una conversación sería con él con respecto a ese tema.
Ella no quería que se interpusiera en sus planes y, obviamente, su padre se molestó y dio varios consejos que no necesitaba. Akko sabía lo que estaba haciendo; para algo había sido entrenada y educada por años.
La reina estaba tan sumida en sus pensamientos que no se percató de que su rey estaba caminando en el aire hacía su dirección, hasta que la sintió cerca. Akko parpadeó sorprendida y miró hacia abajo encontrando a Diana aún en el aire.
—¿Estás volando? —preguntó.
Diana rio ligeramente.
—No, Akko. Me encuentro encima de una plataforma invisible que me permite caminar sobre el aire. Gracias a ella he llegado con más rapidez a ti —dijo y dio un paso más para tocar el suelo posicionándose a un lado de su reina—. Las carpetas están listas. ¿Desea hacer algo más antes que oscurezca?
Akko suspiró y cruzó sus brazos a la vez que dirigía su mirada nuevamente al cielo.
—Háblame del hechizo —pidió y observó a Frank que se encontraba a unos pasos cerca. Le ordenó con la mirada y un gesto de mano que se retirara. El caballero obedeció dejándolas a solas—. He estado pensando en lo que has dicho, pero aún no me encuentro convencida. Quiero saber que peligros se encuentran en ese hechizo y las consecuencias que traerá; puedo imaginar que tiene un costo y espero que no sea grande.
—En eso no te equivocas, mi reina. Vita, Reditus, Ratio, es el nombre del libro donde encontré el hechizo. Su significado es: Vida, regreso, motivo. Haré que funcione.
—Estoy segura de lo que harás, pero... piensa en las consecuencias.
—El reino se volverá más fuerte cuando vea de lo que es capaz mi magia.
—No tengo dudas de que las personas que no creen en tu poder empiecen a dudar de ello, sin embargo, recuerda que la magia puede ser utilizada para otros medios que no incluyan lo que estarás, en unos pocos días, viviendo. Las guerras de los humanos no incluyen a los seres mágicos como tú, pero debo decir que es aliviador tenerte de nuestro lado después de lo que eres capaz de hacer con lo que corre por tus venas. —Akko suspiró—. No me gustaría que fueras mi enemigo y agradezco a los dioses de que nuestros caminos se cruzaran aquella vez donde salvaste mi vida —acotó y aclaró.
Diana la miró atentamente unos segundos que parecieron eternos. Los ojos de Akko la miraron después e hicieron conexión al instante, sin embargo, la castaña nunca se esperó que su rey derramara una lagrima. Eso la sorprendió y actuó de inmediato aproximándose de manera lenta y segura para tomarla del rostro.
—Te apoyaré y estaré a tu lado en cada decisión que tomes, pero por favor no pongas tu vida en riesgo. Y promete que te quedarás conmigo hasta el día en que decidamos abandonar este mundo.
El rey sonrió y ladeó su cabeza para sentir más del tacto de su reina. Seguidamente cerró sus ojos y deslizó su mejilla de arriba a abajo disfrutando de la suavidad y calidez, para luego, volver a mirarla nuevamente.
—Me encontraré junto a ti en cualquier momento, evento o situación que ocurra en lo que falte de nuestras vidas —dijo y Akko sonrió complacida. Diana giró su cabeza para observar a las personas trabajando. «No te abandonaré, Akko», se dijo con seguridad y en su mente apareció la pequeña niña que se hallaba resguardada en el castillo—. Mi reina —llamó dirigiendo nuevamente su mirada a los ojos rubíes que la miraron enseguida—, he preparado algunas pociones para ti.
Akko arqueó una ceja y cambió su expresión a una de confusión. «¿Pociones?».
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Fin del Cap. 17 (Familia, amor y amistad)
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