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¿Quién eres tú?

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Narradora Pov

"Algunas cosas... pueden cambiar y otras no". Eran las palabras de la reina de la Baja Borgoña mientras preparaba otra de sus pociones. La mayoría del tiempo se le encontraba en su laboratorio haciendo lo que nadie más podía. Ella preparaba los bebedizos por si sola; no le gustaba pensar que alguien más tomara alguna de sus recetas e intentara hacer lo que se le daba mejor.

La reina no le importaba en absoluto el liderazgo o las personas que le servían. Ella sólo quería utilizarlas para probar sus experimentos, y eso hacía con los voluntarios que carecían de alguna enfermedad o no tenían dinero para costearse uno de sus medicamentos.

Unas morían y otras sobrevivían; así funcionaban las pruebas. Y, los que se ofrecían para dicha actividad estaban consciente que daban su propia vida para mejor o para peor. Era como un juego. Y, a una reina en específico no le gustaba lo que hacía, pero no podía detenerla.

Ella se había comprometido con la reina de la Baja Borgoña por deseos de sus padres al ver que las tierras eran beneficiadas gracias a las ventas de sus pociones. La reina Sucy, trabajaba día y noche para cumplir con los encargos. Y la reina de las tierras altas, cuyo nombre conocido era: Reino de Taric, se encargaba de las tareas más complicadas e importantes.

Debía admitir que la vida dentro del castillo de la Baja Borgoña era aburrida y triste. Todos los días tenía que levantarse a hacer la misma rutina para cumplir con sus deberes como reina.

Antes de comprometerse, las tierras de Taric no eran nada más que eso: tierra. El reino no se hallaba en las mejores condiciones o en el mejor aspecto; los alimentos eran bastante escasos. Ellos estaban cerca de la pobreza absoluta, sin embargo, una persona de un reino alto que tenía un acuerdo con las grandes tierras de Bernicia, se presentó en busca de los reyes y la princesa.

Ella desconocía el motivo por el cual la reina de la Baja Borgoña se había interesado en sus tierras y más en su propia persona. La joven pensaba en las intenciones que tenía con ella, y con sus ciudadanos. En el momento que escuchó las palabras: "Compromiso", se rehusó. Ella no quería casarse, pero el intercambio que harían fue demasiado bueno como para que los reyes aceptaran sin titubeo. Ellos le dijeron: "Hazlo por tu gente".

Recordaba haber querido llorar toda la noche hasta quedarse seca y cansada, si bien sabía que lo hacía con un propósito, igualmente estaría utilizando su cuerpo para tales acciones que en verdad le aborrecían. Ella no se imaginaba acostada con una mujer; desde niña había pensado y soñado en que se casaría con un hombre elegante.

La princesa conocía acerca del matrimonio que se llevó a cabo en el reino de Bernicia. Un caballero y la hija primeriza de los reyes juntas, era algo que la sorprendió. No obstante, la impresionó aún más al saber que las dos eran mujeres, y que una de ellas era una bruja. «¿Una bruja?», pensó en ese momento con extrañez.

Los rumores se habían extendidos y la historia de la valiente lucha del caballero que servía a Bernicia llegó a sus oídos. La chica que fue rechazada por convertirse en alguien hidalgo y protector, había salvado a los reyes, princesas, príncipes y personas comunes que se encontraban en ese lugar; derrotando a una cantidad sorprende de hombres con un solo hechizo.

Al principio admitía que le parecía una total ridiculez que aquello fuera real, sin embargo, a medida que pasó el tiempo los rumores de la magia de la bruja se fueron esparciendo cada vez más que se volvió una realidad. «Una bruja...», pensaba en las oscuridades de su habitación. Le era aún un poco irreal, pero trataba de asimilarlo. Ella nunca había visto la magia y muy internamente deseaba verla algún día; cual niña pequeña que añoraba un peluche para un día festivo.

"Me encargaré de mis cosas y tú de las demás". Esas palabras la sorprendieron al escucharla. «¿Disculpa?». Ella la había mirado con asombro esperando que dijera algo más, pero notó que en todo el camino hacía su reino, la reina Sucy, no le dirigió la mirada. Sus ojos más estaban posados en el cielo nocturno o en el piso mojado del barco; y estaba segura que sus pensamientos igualmente se encontraban perdidos pensando en quien sabía que.

La princesa, próxima reina, pensaba que la reina Sucy la intentaría acostar en la cama una vez que la tuviera para sí sola y no demoraría en experimentar con su cuerpo, pero resultó ser todo lo contrario. En el barco la reina dormía en otra habitación; se mantenía distante; y muy poco le dirigía la palabra.

Una vez que llegaron al castillo, la reina pidió que le mandaran a hacer vestimentas nuevas y le mostraran complemente el lugar donde estaría por lo que quedaba de su vida. Los sirvientes obedecieron sin poner alguna objeción y la guiaron primero a un salón para tomar sus medidas.

Luego empezó el recorrido, y después unas leves explicaciones de cómo funcionaban las cosas en el castillo. Próximamente estaba segura que hablaría con el consejo del reino, sin embargo, no se esperó que tuviera una conversación con los antiguos reyes antes de eso.

"Me alegra que por fin te encuentres con nosotros". "Bienvenida a tu nuevo hogar." Ellos fueron amables y la trataron con gentileza y respeto; cosa que no había hecho la reina. Los reyes la dejaron tomar una ducha y prepararse para lo que seguía; una larga charla acerca de los problemas actuales en la Baja Borgoña.

"Tienes un cabello muy hermoso", había halagado la reina. "Gracias, su majestad", contestó la chica tímidamente. Su pelo era de color albino y sus ojos amarillos cual estrella luminosa. A beneficio del baño y las cosas que utilizó para limpiarse correctamente, su cabello brillaba más.

"¿Jasmika, es tu nombre?", le preguntó el rey. "Es mi segundo nombre y el que más es utilizado", dijo con un poco más de confianza. "¿Cuál es el primero?", consultó con interés la reina. "". Mientras ella era un sol, la reina Sucy era como una luna muy oscura.

La princesa debía admitir que la actual reina de la Baja Borgoña era una persona hermosa que ocultaba su belleza en el salón donde llevaba a cabo sus experimentos. Sin embargo, ella podía ser bonita por fuera, pero por dentro parecía que su corazón estaba totalmente dañado, ya que su carácter era bastante fastidioso.

«Las cosas van bien», se dijo al leer una carta de sus padres. La reina Sucy cumplió con su parte al haberse comprometido en el momento que se dieron un beso forzoso por parte de ambas, aunque la reina se había negado a hacer dicha acción, los reyes lograron convencerla diciéndole un enorme discurso acerca de la tradición del matrimonio.

"Antes los compromisos de este estilo no eran aceptados. La estúpida de Akko fue la que dio inicio a todo esto", dijo con cansancio y molestia. "No te dirijas así a la reina de Bernicia", regañó su madre. "Además tú escogiste que fuera una mujer", recalcó su padre. "Porque no quería a uno de los millones de hombres manipuladores que existen en este mundo", les recordó.

Era obvio que se tenía que casar con un príncipe si aceptaba a una persona varonil a su lado, pero no deseaba tener que soportar el comportamiento que le habían inculcado de pequeño, así que, para no tener más problemas de lo que tenía, aceptó casarse con una mujer aliviando los corazones asustados de los reyes.

Sucy simplemente suspiró y miró a otro lado cuando los vio retirarse con una sonrisa. Era cierto que necesitaba de alguien para gobernar el reino, puesto que, por su parte no lo estaba haciendo y no le interesaba. A la reina no le gustaba imaginarse asistir a las reuniones del consejo o hablar con los ciudadanos para resolver sus problemas.

La verdad todo eso le parecía una absoluta pérdida de tiempo, cuando podía crear muchas más de esas pociones que ayudarían a salvar a demasiadas vidas y perder otras más en el proceso.

Sucy se encontraba obsesionada con lo que hacía y su emoción se elevó aún más cuando la bruja empezó a utilizar magia en sus creaciones. ¡Lo que fabricaba podía unirse con la magia! Le era totalmente sorprendente y excitante a la vez, que llegó a un acuerdo con el actual rey de Bernicia. Ella le entregaría cualquier tipo de poción a cambio de que usara su magia en algunas otras y, así, poder experimentar con ello.

Claramente los resultados primarios fueron una total catástrofe que acabó una vez bajo escombros. En ese día casi muere por la excesiva explosión que causó al combinar dos de sus pociones en una sola, pero había valido totalmente la pena, ya que consideraba que el fracaso era algo de lo cual se aprendía, aunque tomó medidas de seguridad después de lo ocurrido.

Ella recordaba como la persona que tenía como pareja corrió enseguida a donde había provenido la explosión y escuchó a muchos caballeros empezar a buscarla con desesperación. Al no encontrarla, la reina se cansó y dijo: "Estoy aquí, imbéciles". Sus fuerzas eran casi nula y su brazo se encontraba bajo una roca. Le costó unos meses poder volver a utilizarlo, pero una cicatriz , se le quedó grabada en la piel. "¡Estúpida Cavendish!", exclamó al sentir el dolor inmenso en su brazo.

Estaba consciente que no era culpa de la bruja, pero igualmente deseó gritar aquellas palabras. Su "laboratorio" se encontraba destruido y debía empezar todo de nuevo. Ella quería llorar; quería gritar más cosas, mas sin embargo, no lo hizo y, simplemente agachó la cabeza y se desmayó por el dolor.

"¿Qué haces aquí?", le preguntó con molestia al ver a la reina revisando algunos medicamentos en botella que se guardaron en una bodega donde habían varios barriles llenos de simples pociones curativas. "Reviso que todo se encuentre en orden", le contestó sin mirarla. Sucy hizo una mueca e intentó sentarse en la camilla, pero no lo logró por una punzada bastante dolorosa situada en sus costillas. «¿Me he roto algo más?», se preguntó con enojo y frustración. «Maldición. No quiero descansar».

"¿Estabas experimentando con la magia de la bruja?", dijo mientras acomodaba las botellas en una bandeja de plata. "Sí, ¿Y eso que?", le respondió a la vez tenía una lucha mental acerca de su estado. "¿Has visto su magia?", volvió a preguntarle ganándose una mirada de total desaprobación acompañada de una ceja levantada. "Estuve a punto de morir bajo las manos del reino que ahorita mismo no recuerdo su nombre...". "Georgia", le dijo y Sucy frunció el ceño. "Si no fuera por esa estúpida bruja que creíamos que era un caballero común, mi reino estaría bajo las manos de quien sabe quién", acotó y volvió a recostarse.

"¿Y cómo era?", preguntó otra vez de manera sutil. Sucy se molestó aún más y giró su cabeza a otro lado. "Si quieres verla hazlo por tu cuenta y no me molestes con ese tema". Rosalie la miró y frunció ligeramente su ceño. "Como pida, mi reina", dijo de manera burlona haciendo una reverencia leve y, seguidamente se aproximó a la puerta con intenciones de retirarse.

Sucy escuchó sus pasos y una molestosa vocecita en su cabeza le pedía que la detuviera. Ella no había hecho nada más que tratarla como una persona cualquiera en esos dos años que llevaban juntas durmiendo en habitaciones separadas. La reina no quería saber nada de su otra reina y estaba satisfecha con que cumpliera el motivo por el cual se había comprometido.

Sin embargo, ella no había hecho nada más que hacer sus deberes y parecía interesada en la magia de la bruja. Sucy suspiró y se maldijo por lo que diría. "Espera", soltó deteniendo los pasos ajenos justo en la puerta. "¿Quieres ver mi próximo intento de manipular la magia a mi gusto?", propuso girando su cabeza para verla.

Sucy con dificultad se sentó en la cama dejando sus pies afuera y levantó ligeramente su cabeza para verla con uno de sus ojos, mientras el otro se mantenía cerrado conteniendo el dolor causado por sus movimientos.

Rosalie sonrió ligeramente, se acercó e inclinó sus rodillas bajando la mirada de la reina y tomó una de sus manos. "Me encantaría mucho."

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Fin del Cap. 15 (¿Quién eres tú?)

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