Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

♞12♞

╔══━─ • ─━══╗

DISCUSIÓN

╚══━─ • ─━══╝

Narradora Pov

Akko suspiró profundamente sintiéndose bastante estresada. El reino Biraz había sido conquistado y se estaba llevando a cabo una limpieza profunda para que las demás personas empezaran a vivir bajo la protección de su mano. Sin embargo, era obvio que traería sus consecuencias y las tierras que eran dueñas de esas, enviaron una correspondencia tarde en la noche dos días después del ataque.

La reina había leído la carta sola en su habitación; su rey no quería verle el rostro luego de lo que hizo, pero Akko le daría su tiempo para que lo asimilara y digiriera. El sobre contenía, además de un papel, una pequeña botella de sangre de vidrio como señal de una declaración.

Ninguno de los caballeros que atacaron el reino Biraz del norte había resultado lastimado severamente. Y eso, era una clara demostración de lo fuertes que eran sus guardaespaldas, sin embargo, ese reino parecía haberlo pasado por alto al haber enviado aquella botellita de vidrio.

«», era los nombres de los reinos que se encontraban amenazando la vida de su familia y de los ciudadanos del pueblo. «Ahora Karat», pensó agregándolos a la lista negra. Si ellos se atrevían a atacar, Akko, tenía el poder de borrarlos completamente del mapa, sin embargo, no quería hacer tal barbaridad. Sus caballeros eran fuertes y leales. La gran mayoría tenía una buena vida y el peligro de morir en batalla disminuyó gracias a los entrenamientos y magia de su rey.

Cada vez habían más complicaciones, pero al menos logró darles hogar a sólo diez mil personas. La reina proporcionaría los materiales y mandaría a unos de sus cultivadores profesionales a que sembraran los alimentos en lugares tibios, aunque eso era casi imposible. Las tierras del norte eran consideras las más frías, debido a que el invierno nunca se acababa. Akko tendría que buscar la manera para darles abastecimiento hasta que pudieran defenderse solos y pagar los impuestos.

Parecía difícil, sin embargo, no inalcanzable. La reina haría lo posible para entregarles esa seguridad y buena vida a los ciudadanos que empezarían a vivir en esas tierras. Simplemente necesitaba organizarse mejor y recibir algunos consejos de los consejeros, e inclusive de sus padres. Ella sacaba a Diana un poco, ya que ésta se encontraba enojada y estaba segura que no aportaría nada bueno en ese estado.

Unos pequeños y reconocibles toques en la puerta captaron su atención. Akko inmediatamente guardó con tranquilidad la carta y la botella dentro de un cajón, para después darle el paso a su hija. Alice se asomó y entró con un peluche en sus manos.

—¿Mamá Diana no está? —preguntó al no verla en la habitación.

—No, cariño. Esta noche no creo que venga. ¿Quieres dormir conmigo?

Alice sonrió y asintió alegre acercándose a los brazos de la reina. Akko la recibió con una sonrisa y la ayudó a subir a la cama. Enseguida, Alice, se sentó en sus piernas para ser acariciada y consentida con pequeños besos en su cabeza.

«Tres semanas y media...», recordó. Diana, había estado en total casi tres semanas distanciadas de ellas. Alice la entrañaba y dormía con ella todas las noches. Las clases de magia ya no eran las mismas para Alice desde que, su rey, había abandonado el castillo. Akko trataba de animarla asistiendo a sus clases y lo logró. Su pequeña princesa consiguió lo que tanto le había costado, pero notó algo curioso en ella.

Alice, no había soltado el cuaderno durante todo ese tiempo; en él tenía escrito pocos hechizos que le ayudaban a manejar mejor su magia. Cuando Diana llegó en su cumpleaños número cinco lo abandonó enseguida. Parecía que se sentía segura teniéndolo cuando su otra madre no estaba. Tal vez era miedo a equivocarse o no recordar o decir mal un hechizo. La reina estaba segura que lo descubriría después.

Además, Alice fue como un guardaespaldas en esos días. Juntas se divirtieron bastante y fueron al pueblo. La princesa hizo una amiga en ese día y compartieron los dulces que compró la reina; e incluso, Akko, se entretuvo hablando con la mujer que anteriormente le caía gordo. Clara, fue una buena compañía en esas horas y gracias a ella nuevas ideas viajaron a su mente.

La reina conservaba en esas conversaciones algún dato o suceso personal. Akko se dedicaba más a escucharla y aconsejarla de los problemas que tenía con su marido. Debía admitir que le gustaba pasar ese tiempo libre en el pueblo junto con las otras personas que conocía y pasaban a saludar en sus negocios.

El reino de Bernicia estaba en buenas manos y tenían a una reina espectacular. Sin embargo, no todos la querían, pero el porcentaje de aquellas personas que ignoraban y sólo vivían por la buena vida en esas tierras, eran pocos. Muchos amaban y adoraban a la reina de los cambios positivos que realizó en esos años.

Akko todavía pensaba en la gente que se encontraba en la frontera esperando que les dieran el pase. A ella no le gustaba imaginar que llegarían a morir si no regresaban por donde habían venido, pero era algo que sucedería tarde o temprano. Hasta la poderosa reina de Bernicia, tenía un límite que no podía sobrepasar.

Bernicia poseía varios reinos Biraz como otros reinos. Esas tierras eran gobernadas por otros reyes, considerados lideres, de estatus bajos que seguía sus órdenes. Ellos, hacían un buen trabajo y se encontraban tranquilos por el momento. Si estos se volvían en su contra, fácilmente acabarían con ellos por traición a la corona.

Akko aun recordaba aquellas palabras salidas de sus labios que le creaban cierto remordimiento en su interior. "Es cierto que probablemente se cree un nuevo problema, pero será fácil de resolver, ¿no es así? Con tu magia, podemos defender a los nuestros." La reina no quería depender de la magia, sin embargo, pensaba utilizarla como último recurso cuando las cosas se tornen demasiado fuertes.

—¿Mañana podemos salir?

—No creo que tenga tiempo para salir contigo mañana, cariño.

Alice hizo un puchero.

—¿Y mamá Diana?

—Tiene cosas que hacer.

—¿Y cuándo podemos?

—Se paciente, mi niña. También tienes responsabilidades que cumplir, pero te prometo que saldremos pronto.

Akko abrazó a Alice sintiendo como el estrés y la frustración disminuían gracias a ese abrazo. La reina suspiró de satisfacción y, seguidamente empezó a darle pequeños besos en el rostro que fueron en aumento e hicieron reír a la pequeña. Sin embargo el momento fue interrumpido por unos toques en la puerta y la entrada del rey de Bernicia a la habitación.

Diana contempló como su reina estaba atacando con cariño a su hija y las dos reían. Akko se detuvo segundos después de que Diana ingresara.

—Lamento interrumpir.

La reina giró a verla topándose con esa conocida expresión neutra. Ella miró a Alice y le dio un pequeño beso más en la mejilla.

—Es hora de que vayas a tu habitación.

—¿No iba a dormir contigo?

—Parece que el rey tomara tu lugar esta noche.

Alice volteó a ver a Diana con el ceño fruncido. Diana se sorprendió de recibir tal mirada de su hija, pero agradecía que no hiciera alguna propuesta y se despidiera de mal humor. Akko la miró retirarse y cerrar la puerta. Esperó unos segundos, para luego mirar a Diana.

—¿Te encuentras bien? —consultó con cierta preocupación.

—No —le contestó con frialdad.

La reina suspiró profundamente y se sentó en la cama para conversar mejor.

—¿Qué deseas escuchar? ¿Un, lo siento?

—Habían niños, Akko —atacó mirándola fijamente.

—Estoy consciente de las personas que habitaban en ese lugar, Diana —dijo devolviéndole la misma mirada—. Tome una decisión, mi rey. Y sé que no se encuentra contenta con el resultado.

—Yo estaba con Alice en ese momento. Te dije que la protegería.

—¿Y qué hubiera pasado si no hubieras llegado a tiempo? —le consultó enojada y Diana se tensó ligeramente—. Lo que hice fue demostrar lo que ocurrirá si alguien intenta acercarse a mi hija. Además, las personas de esas tierras no iban en buenos caminos.

—Algunos tienen que robar para sobrevivir.

—¡La vida de las demás personas no es mi responsabilidad! —exclamó y exhaló fuertemente tratando de calmarse. Ella se tomó unos segundos para responder—. Escucha, esas personas no tenían alguna salvación y si los dejaba vivir irían tras de Alice. Ellos estaban siendo entrenados para robar y asesinar a los grandes reyes.

—No eran asesinos.

—¿Lo comprobaste con magia?

Diana bajó la cabeza.

—No.

—Vigilé esas tierras una semana entera y las mujeres que se hallaban en ese sitio eran utilizadas para únicamente dar a luz a niños varones y, así, entrenarlos.

—Vi niñas.

—Niñas que tendrían el mismo destino que sus madres.

—Pudimos salvarlas.

—Lo repito, Diana, esas personas bajo esa crianza no tenían alguna salvación. Cuando la tierra sea despojada de todos los escombros, nuestros ciudadanos vivirán en ellas y necesito... —Akko hizo una pequeña pausa pensando bien en lo que diría— Necesito... —repitió dudando bastante— Olvídalo —acotó—. Déjame pensarlo y luego... te lo diré —aseguró acariciando sus cienes.

La reina no quería utilizar la magia de su rey.

—Pienso que las personas deben tener una segunda oportunidad.

—No puedes salvar a todos, Diana —soltó—. Por favor, concéntrate en tu gente y en tu familia.

El rey frunció su ceño y apretó sus puños. Estaba enojada y las palabras de su reina no habían ayudado. Akko la miró con molestia desde la cama, pero su expresión fue disminuyendo en el pasar de los minutos que la habitación permaneció en silencio.

—Diana...

—¡Cierra la boca! —gritó golpeando fuertemente la pared. La reina se espantó ante tal reacción.

El impactó que había sido demasiado contundente provocó que los muros resonaran, y que los nudillos de la causante se rompieran inmediatamente.

«Vive un hermoso presente y olvídate del pasado». Diana estaba cansada de esas palabras que no dejaba de escuchar en las noches. Sin embargo, cuando entró en consciencia de lo que hizo, miró con asombro a su reina. Akko no le había quitado la mirada de encima y, rápidamente notó como ésta arrugaba ligeramente las sábanas.

Era probable que la reina pensara que su rey iba a lastimarla por tal acción; no obstante, Diana habló enseguida.

—Lo siento, Akko. No era para ti. Es sólo... —trató de explicarle nerviosamente y bajó de nuevo la cabeza—. Hay algo... en mi mente que no dejo de escuchar —comentó con enojo y cansancio.

Akko asintió en comprensión y calmó también su nerviosismo antes de ponerse de pies y acercarse. Diana se sorprendió cuando levantó su cabeza con sus dos manos y la miró con tranquilidad.

—¿Qué escuchas? —le preguntó con dulzura y preocupación.

—Vive un hermoso presente y olvídate del pasado.

—¿Desde cuándo lo escuchas?

—Desde hace seis días.

—¿Qué crees a que se deba?

—No lo sé. No había pensado en eso desde hace mucho tiempo.

Nuevamente Akko asintió y le dedicó una sonrisa ligera. Los ojos de Diana se humedecieron e intentó desviar la mirada, pero su reina la detuvo.

—Hey... Mírame —ordenó utilizando de nuevo un tono dulce y comprensivo.

—Debes estar estresada.

—Lo estoy. Llegó una carta del reino Karat. Tendremos una guerra pronto.

—¿Participaré? —preguntó con una expresión más calmada.

—Cuando descubramos porque escuchas repetitivamente esas palabras, podrás participar. No quiero que luego llegues a desconcentrarte.

Diana respiró suavemente y se acercó a los brazos de la reina abrazándola con necesidad y anhelo. No habían dormido o compartido tiempo juntas desde que llegó de las tierras de Nuster, y en verdad la extrañaba.

—Lamento haberte gritado —musitó en un tono que pudiera escucharla, mientras la apretaba con sutileza

—Perdóname a mi también por hacerlo, mi rey.

—Habían niños... —susurró.

—Me encuentro apenada de que hayas tenido que verlos desaparecer, pero... a veces los reyes deben tomar decisiones de este nivel para ayudar a los suyos. —Ella la atrajo más a su cuerpo y apoyó su mentón en el hombro—. Somos reyes, Diana. Ahora tienes una responsabilidad mayor, aparte de ser madre. Por favor, no lo olvides.

—En mi vida de caballero nunca asesiné a un niño.

—Lo sé. Reconoce que te encuentras en un estatus más grande y lo que hice fue para dar a conocer que nadie intentara o pensara en lastimar a mi familia. —Akko tomó distancia y limpió con su dedo pulgar las pequeñas lagrimas que se deslizó en la mejilla de Diana—. Eres mi esposa; la madre de mi hija. Ustedes dos son las únicas dos brujas que existen en este mundo y no voy a dejar que alguien les falte el respeto de esa manera.

Diana agarró con suavidad la mano de Akko y cerró los ojos.

—A menos que... quieras traer a otra bruja y sean ahora tres —soltó con una risa levemente juguetona.

«¿Qué?», pensó Diana y abrió sus parpados para mirarla con sorpresa. Sus mejillas se ruborizaron y Akko nuevamente rio con sutileza mientras se separaba con intenciones a acostarse otra vez en la cama. Diana la siguió y se sentó a su lado.

—Piénsalo, mi rey. En mi caso... no me molestia traer a otra bruja a este mundo.

—A... Akko...

—¿Sí, cariño?

El color rojo en las mejillas aumentó ante ese llamado.

—¿Qué harás con el reino de Ulabel? —consultó cambiando totalmente el tema.

Diana trataba de descubrir si sus palabras anteriores habían sido verdad, pero era probable que lo estuviera pensando demasiado y la reina sólo estaba jugando con ella.

—Iremos a visitarlo juntas una vez que acabemos con lo pendiente. Hablaré con las personas y quiero tenerte a mi lado en ese momento.

Diana asintió.

—Estaré contigo.

—Gracias, mi rey. ¿Te quedarás a dormir conmigo o tengo que llamar a Alice para que me acompañe?

—No será necesario —dijo empezando a despojar su camisa de botones—. Deseo conocer lo que hicieron en mi falta de presencia.

—¿Ahora?

Diana asintió estando sin camisa. Akko observó hacia bajo deleitándose de los músculos en el abdomen y brazos de su rey. La reina sonrió y se inclinó hacia al frente para atraerla, quedando Diana arriba de ella.

—Tal vez, podamos hablar de otra manera —comentó mirándola con deseo.

-----------------

Fin del Cap. 12 (Discusión)

.

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro