Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

trizas

Sorrento volvió a despertar luego de un sueño reparador. Despertó descansado como nunca en su vida, con una paz que no había experimentado. Respiró profundamente, se estiró con ganas y luego de bostezar con toda su energía, comenzó a percibir cómo sus pensamientos aterrizaban en su mente a toda velocidad. Un vacío enorme comenzó a expandir su pecho, apretando su corazón con fuerza.

Se acordó de Kanon.

¿Había sido un sueño que ya no estaban juntos? Tomó su celular y revisó. Ningún mensaje. Revisó sus conversaciones con Kanon, la última no daba alusión de su última pelea, sino que hablaba de cuándo iban a volver a verse.

Nos vemos en un rato, hermoso mío de mi corazón.

Tanto cariño Kanon...

No puedo ser de otra manera contigo, mi hombre delicioso... Ven pronto, que quiero darte un regalo que jamás olvidarás...

¿Es sorpresa o me puedes decir qué es?

No por completo. Pero te puedo adelantar...

Tú, yo, mi cama, mi boca recorriéndote por completo sin piedad...

Mm. Suena interesante.

Espera, no he terminado...

¿Hay más? Con eso es suficiente...

No es todo. Tú mereces mucho más.

Quiero regalarte muchos orgasmos hoy... Quiero sentir cómo tiemblas...

Ya, para...

No me pidas que pare. Eso es algo que jamás haré... Vente luego, que no puedo aguantar...

Kanon ha enviado una foto.

Abrir.

La foto que había enviado era Kanon sentado en su sillón, en ropa interior, agarrando su miembro evidentemente despierto por sobre esa delgada tela, evidenciando su diámetro con el gesto de su mano. Su cara era ruda, mordiendo su labio inferior mientras guiñaba un ojo.

Sorrento se olvidó de todo en ese momento. Se quedó tan atrapado en revisar el registro fotográfico, que olvidó todo lo demás. Olvidaba la realidad con tanta facilidad...

---

Mientras tanto, Kanon estaba en su casa con la mente en blanco. Miraba las llaves que había dejado Sorrento encima de aquel mesón, se daba vueltas sin poder dejar de moverse. No se sentía bien, quería correr a los brazos de su amado, llamarlo, decirle que su amor no había disminuido y que necesitaba de su calor. Sin embargo, luego recordaba cómo, poco a poco, Sorrento iba enloqueciendo. Esto era algo común en todas las personas que habían salido con él, pero ninguno lo había visto como un demonio. Tal vez sí como una bestia sexual (no en vano se había ganado el apodo de El Lobo) pero nunca como algo infernal o satánico. ¿Qué ocurría con él? ¿Por qué produjo eso en Sorrento?

Más bien dicho, ¿Cómo lo había descubierto?

Se miró en el espejo contemplando cada detalle de su piel. Se quitó la polera, apretaba su rostro, soltaba la tensión... Nada parecía anormal.

- Emerge, hijo de puta. Sé que estás ahí.

Entonces el reflejo de Kanon adoptó diferentes movimientos y su cabello se tornó gris.

- Tanto tiempo. Pensé que no querrías verme.

- Me quitaste al hombre que amo.

- Te lo dije. Te lo advertí. No puedes librarte de mí, no hay manera. Fue tu culpa enamorarte estúpidamente de ese escuálido. El que se enamora, pierde, Kanon. Te lo dije.

Kanon miró al piso con pesadumbre.

- ¿Por qué tuve que hacer ese pacto contigo...?

- Porque querías enloquecer al mundo. Nadie te trató bien, no estabas disfrutando la vida. Yo te di la ferocidad que necesitabas. Nadie se resiste a ti, Kanon...

- Él me conoció antes de ti. No es justo...

- ¿No es justo...? ¿No es justo? ¡Él te condujo a tu miseria...!

- ¡No es cierto...!

- Si no fuera por él, podrías haber sido...

- ¡Hoy soy algo mejor de lo que quería ser!

- No, no, no, no, no. Te equivocas.

- Sólo quiero estar con Sorrento... - dijo derramando unas lágrimas.

- No te vas a poder liberar de mí, y lo sabes. Y más te vale que ni pienses en...

- Ya lo sé. No lo menciones. No pretendo acabar con mi vida. Por ahora... Sólo... Sólo quisiera jamás haber pactado contigo.

- Lo has disfrutado. Todos han disfrutado. No sé de qué te arrepientes.

- De no poder estar con Sorrento. De eso me arrepiento. Lo amo.

- El amor... Eso es un invento, no te aflijas, seguramente...

- Tú nunca lo entenderás, miserable bestia infernal. - dijo apretando sus dientes con fuerza mientras miraba directamente a los ojos a aquel ser de pelo gris, quien lo miraba con la boca entreabierta.

- Tienes razón. Está fuera de mi capacidad entender esas banalidades humanas.

- No vuelvas a aparecer...

- Apareceré, por supuesto. Apareceré cuando quieras sexo. Ahí estaré, cuenta con ello.

Kanon caminó arrastrando sus pies hasta su habitación. Se sentó en la cama mirando por la ventana y en ese momento, una idea apareció en su mente. Tomó rápidamente sus cosas y emprendió el camino hacia su nuevo destino.

---

A Sorrento le dolían las muñecas de tanto sostener su celular. Miraba las conversaciones que había mantenido con Kanon, repasaba los audios, volvía a mirar las fotos y vídeos. Era un hombre maravilloso... No lograba asimilar que aquel hombre había estado con él, y menos que ahora lo había dejado. Lo cierto era que, si bien ahora su corazón dolía de sólo recordarlo, ya no estaba apunto de escapar de su pecho pensando que alguien iba a morir...

Toc toc...

Sorrento se levantó con el corazón lleno de esperanza, pensando que podría ser Kanon. Corrió a abrir, pero quien estaba en la puerta era Morfeo.

- Hola, Sorrento...

- ¿Qué haces acá?

- ¡Espera...! -dijo interponiendo su pie para que no cerrara la puerta - ¡Hey, vamos! Fui tu pareja durante años, te amé sin parar durante tantos días. Me equivoqué, pero... ¿Qué hay de todo lo demás? ¡Ya basta! ¡Déjame conversar contigo!

- Eso no es motivo suficiente...

- No vengo a hacerte daño. Vengo a hacerte compañía. Mira, traje tus favoritas. - dijo mostrando con su mano una bolsa de papel de la pastelería favorita de Sorrento - chocolate con avellanas y...

- mermelada de frambuesa.

- Están frescas. ¿Puedo entrar?

- Está bien.

Morfeo entró y observó el espacio. Todo estaba bastante oscuro. Iba a hacer comentarios, pero prefirió callar. Cualquier cosa que pudiera decir podría causar una confrontación.

- ¿Estás solo?

Sorrento recordó a Kanon. Eso hizo que su estómago diera un vuelco.

- Así es. Kanon y yo... - dijo rascando su frente y riendo - es absurdo, nos separamos. No logro entenderlo. - dijo dejándose caer en su sillón.

Morfeo fue a la cocina, puso agua a hervir y regresó con un café y una de las rosquillas sobre una servilleta.

- Come. Te hará sentir mejor.

Sorrento no tenía hambre, pero de todas maneras le dió un mordisco rabioso a una de ellas. Luego recordó cuando probó esa misma crema de chocolate desde la misma piel de Kanon en uno de sus incontables encuentros sexuales, y sin desearlo, explotó en llanto con la boca aún llena de comida.

Morfeo se acercó sin pensarlo y le dió un gran abrazo, muy apretado. Se sintió bien.

Sorrento había sacado la comida de su boca, dejado la rosquilla sobre la mesa y en ese momento miraba un punto fijo en el piso mientras sus lágrimas caían profusamente.

- Sé lo que se siente perder a quien se ama... Sorrento. - dijo levantando el mentón del muchacho, direccionándolo hacia su persona. - Se cuánto duele no poder volver a ver a esa persona... - decía susurrando mientras acariciaba su pálido rostro - ni volver a sentir el aroma de su aliento... - sus manos recorrían el cabello que acariciaba su frente - ni darle contención cuando sabes que está mal... - su mano aterrizaba sobre la de Sorrento - ni mucho menos volver a sentir la suavidad de su piel... - cada palabra hacía que Sorrento recordara a Kanon, pero a su vez observaba a Morfeo y lo percibía tan claramente como si no hubiese pasado ni un sólo día separado de él.

Entonces Morfeo lo abrazó y Sorrento también. Estaban muy apretados, se acomodaban en el sillón intentando que sus cuerpos generaran más contacto. Entonces en aquel momento revivieron los más profundos recuerdos, emergieron sensaciones que creían olvidadas y finalmente se besaron.

Al principio, fue un beso lento y contenido. Morfeo dudaba, no quería que Sorrento se espantara. No lo hizo. Respondió con más hambre que nunca, Sorrento quería sentirse querido, amado y deseado. En manos de Morfeo no podía ser de otra manera.

---

Kanon estaba en la puerta de la casa de Sorrento. Deseaba delatar aquello que jamás debía mencionar, pero ya no encontraba otra solución. Sin embargo, al acercarse al lugar, se detuvo a escuchar.

Sorrento estaba ahí con alguien. Y a juzgar por lo que escuchaba, estaba haciendo el amor con aquella persona. Su estómago amenazaba con devolver lo poco que había desayunado. Sin embargo, su morbo pedía más, por lo cual acercó su oído a la puerta.

- Sorrento, te extrañé tanto...

- Agh... Agh... Agh... Más... ¡Más..! ¡Quiero más, Morfeo...! ¡Agh...! ¡Más...!

Morfeo. Kanon tapó su boca con ambas manos. ¿Morfeo? No podía ser. Dio una vuelta en círculo, no sabía dónde ir ni qué hacer... La adrenalina consumía su cuerpo.

Te lo dije, maldito idiota. El amor no existe...

Kanon agarró su cabeza con ambas manos, intentando separarla de su cuello. Se agachó en el piso. Lloró. Luego de varios minutos de escuchar lo que sucedía al interior de ese lugar, respiró hondo y salió tan rápido como pudo de aquel lugar. Quería acabar con todo...

Recorrió las calles buscando una respuesta. Entró a un negocio de armas, pensando en darse un tiro... pero no podía pensar en ello. Su cuerpo estaba siendo gobernado por un demonio que no le permitiría acabar con su propia vida, o al menos, no de esa manera.

Se fue a su casa, cerró todas las cortinas... No vio la luz del sol durante varios días. Tomó alcohol a destajo, dejó de alimentarse bien, dormía muy mal y poco. Las horas pasaban y él miraba al vacío sin levantarse. Su cuerpo dolía por la falta de actividad.

Entonces ocurrió algo inesperado. Entre el silencio que invadía sus días, escuchó gritos. No eran gritos normales, era algo de vida o muerte. Su corazón se aceleró, y así, andrajoso como estaba, ató su cabello y sin siquiera ponerse zapatos, salió del lugar en busca de aquella persona.

Era un vecino. Gritaba, había humo. Era un incendio.

Kanon no sabía nada de cómo rescatar a alguien, pero de una patada abrió la puerta de entrada. Su cuerpo no había perdido su fortaleza y agilidad por suerte...

Las llamas salían por una puerta interior del lugar como grandes lenguas que abrazaban las paredes. Kanon no tenía preparación para nada, ni ropa que le ayudara a apalear el calor del fuego. Entró, buscó una alfombra, la mojó en la cocina como pudo y dando otra gran patada, abrió la puerta. La persona en cuestión se encontraba tirada en el piso, era claro que el humo le había afectado. Entonces entre aquel fuego que consumía todo, Kanon atravesó el umbral sin miedo en su corazón, sin importar el dolor que causaba el contacto del fuego con su piel, sin importar el humo que dañaba sus pulmones. Tomó al hombre y lo sacó del lugar, aún cubiertos por esa alfombra. Luego de unos segundos, estaban a salvo. El muchacho despertaba.

- ¿Estabas solo? Dime, ¿Estabas solo? - dijo Kanon.

- N... No. Está mi hermano...

Otra vez se cubrió con la alfombra y entró en el lugar. Por suerte, en otra habitación donde no había llegado el humo en tanta cantidad, estaba en el rincón un adolescente muy delgado en posición fetal, temblando de miedo.

- ¡Vamos...! Tu hermano está a salvo...

Los ojos del muchacho brillaron. Sin embargo, no se movía.

- ¡¿Qué esperas?!

Pero el muchacho seguía sin poder moverse.

- ¡Reacciona...! - Dijo zamarreando al chico.

Entonces lo echó sobre su hombro y lo sacó de ahí.

A los minutos, llegaron los bomberos y acabaron con las llamas.

Los dos hermanos estaban a salvo, y mientras alguien curaba las heridas de Kanon, alguien se aproximó a él.

- Fue realmente estúpido lo que hizo. Pudo haber muerto. - Kanon no lo miró - sin embargo, usted les salvó la vida. Estaba a punto de explotar un cilindro de gas muy cerca de ellos. Fue muy valiente de su parte, otra persona no lo hubiese logrado. Debería considerar unirse al cuerpo de bomberos.

Kanon miraba las quemaduras en su piel, las manchas de humo. Repasó rápidamente en su cabeza la valentía que había tenido y lo acertado que fue en cada acción... Entonces recordó al adolescente. Se parecía tanto a Sorrento...

... Sorrento...

... Kanon podría haber muerto ahí, intentando salvar a aquellas personas, él estaba consciente de eso. Sin embargo,
¿Había algo más tentador que morir salvando la vida de otras personas...?

O mejor dicho, ¿Había algo más tentador que dejarse morir...?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro