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amanecer

La noche transcurrió entre danzas muy bien sincronizadas. Ambos se entendían a la perfección. Si bien Kanon tenía más experiencia, Sorrento lograba llevarlo a un plano en donde se proponía enloquecer a su enamorado, y en esa trampa del pensamiento él volvía a ser un hombre normal, y no la bestia que solía ser con otras parejas. Sorrento por otro lado, si bien no tenía tanta experiencia, se dejaba inundar por cualquier cosa que Kanon le ofreciera, era vivir uno de sus mejores sueños... Pero la realidad era mucho más de lo que pudo haber imaginado.

Sorrento observaba cómo amanecía, mientras sentía a Kanon dormir a su lado. Podía notar un pequeño susurro en su respiración, era muy lindo de vivenciar. Su pelo tapaba su cara mientras otros cabellos se movían cuando Kanon expiraba.

La imagen de Orfeo había desaparecido, ya no recordaba haber despertado al amanecer sólo para verlo un rato.

Sorrento

Me cuesta creer que estés acá.

Kanon....

Me cuesta tanto creer que lo que pasó es real. Todo mi cuerpo aún vibra, puedo sentir tu piel impregnada a la mía.

Te miro así, es un sueño hecho realidad. ¿Sabrás cuántas veces desperté pensando en tenerte a mi lado? Abrazaba mi almohada como un adolescente, pensando que eras tú. Eres tú, siempre has sido tú.

Kanon

Estoy tan concentrado en lo que estoy haciendo que juro que explotaré en risa en cualquier momento. Siento la mirada de Sorrento sobre mí hace mucho rato... Yo no quiero mirarlo. No quiero. Es un pendejo hermoso, no quiero memorizar sus detalles. Se va a quedar a mi lado, tendré tiempo para detenerme a observarlo. No intentaré abarcarlo todo. Estoy feliz así.

Me gustaría que pudiera soltarse. Que disfrutara y se riera como lo hacía cuando tenía... Yo tenía 17... Él tenía 15... 15 años y se metió con hombre como yo, qué osado eres, Sorrento. Me encanta.

No puedo decir cuánto me gustas. Me esforcé por darte una noche que jamás olvidarás. Se que no la olvidarás, y espera que pase un ratito... Sí, un ratito al menos, estoy agotado. Juro que lo di todo... Ahora que lo pienso, fue distinto. De hecho nos seguimos el ritmo todo el rato, no tardábamos tanto... Yo suelo durar mucho más... Eso no me había pasado. Es que estás tan rico, nunca me había gustado alguien tanto. Tu piel, tu pelo ruliento, tu mirada, tus manos...

Demonios. Tengo que controlarme, no puedo pensar en eso ahora, si me excito no pasará desapercibido...

- Sorrento... - susurró.

- ¿Te desperté?

- Estaba despierto. No quiero abrir los ojos. ¿Me estabas mirando?

- Un poco.

- No me digas que te estás enamorando de mí, porque tendría que hacerte el amor nuevamente.

- No creo que puedas.

- No, yo tampoco. Creo que el lobo se fue a dormir, lo dejaste exhausto.

- Tú y tu apetito enorme...

- Es que eres muy rico.

- Tú también estás rico.

Kanon abrió un sólo ojo y lo miró:

- ¿Un elogio para mí de parte de Sorrento? ¿En serio? ¿No estoy durmiendo?

- No lo estás. Estás cansado de tanto hacerme el amor.

Kanon abrió ambos ojos, levantándose un poco, apoyándose sobre sus antebrazos.

- ... y hablas sucio al amanecer, eso también es nuevo. Me gusta.

- ¿Sigo?

- Mmm, tan osado y goloso - dijo abrazándolo por el vientre - tan lindo que eres.

- Estás totalmente loco, Kanon.

- Ahí está el Sorrento que conocía... Aunque... Sorrento, te transformas cuando... - dijo mientras fingía movimientos como si estuviera penetrándolo.

- Maldito - dijo golpeándolo con una almohada.

- ¡Y me atacas...! ¡Deberías estar feliz...!

- Lo estoy, pero eso no quita que seas un maldito.

- Te encanta, di la verdad.

- Madura.

- Di la verdad Sorrento, te encantó.

- Puede ser.

- Di la verdad. Di que lo disfrutaste - dijo acariciando su miembro por sobre su calzoncillo - ¿Por qué tengo el calzoncillo puesto? - dijo mirándose con extrañeza, quitándoselo rápidamente - así, mucho mejor. ¿En qué estaba? Ah, sí, te encantó - dijo acariciándose.

Sorrento soltó grandes carcajadas.

- Me encantó. ¿Feliz?

- ¿Quieres un poco más? - dijo levantando sus cejas repetidamente.

- Ven a dormir, Kanon.

- Está comenzando un nuevo día...

- Planeo estar acostado a tu lado tanto tiempo como sea posible.

- Tentador. Sólo pregunto con fines meramente informativos, ¿Va a estar acostado con ropa o...? -hizo una pausa para que Sorrento respondiera.

- Tal cual estoy ahora.

Kanon se lanzó debajo de las frazadas a averiguar la respuesta de su pregunta.

- ¡¡Aaaaahhhh me encantas Sorrento!! - dijo gruñendo debajo de las frazadas, mientras recorría con sus labios el cuerpo de Sorrento.

-----

Estaba ordenando su casa, lugar donde solía compartir con Orfeo. No vivían juntos, solía algunas noches de la semana ahí. Eso hasta la noche anterior, donde lo encontró con otro hombre.

Miró su cama con asco. Seguramente tendría el olor a ellos, maldita sea, cómo se atrevía a hacer el amor con otra persona en la misma cama en la que dormía un hombre que realmente lo amaba.

Su traición traía calor a su cuerpo, pero entonces percibía cómo algunas partes de su cuerpo dolían. El cuello era lo que más percibía, los dientes de Kanon se habían sumergido ahí en varias ocasiones la noche anterior... Específicamente cuando Kanon estaba a punto de...

Maldición, recordar a Kanon lo hacía excitarse automáticamente.

¿Cómo era posible estar viviendo algo que produce tanto malestar y luego estar excitado por otro ser humano? Era tan contradictorio.

O tal vez no. Kanon era un hombre excepcional. La manera con la que se expresaba al mundo era tan particular. Para Sorrento era como estar fuera de sí, viviendo en alguien más. Se sentía cómodo, en casa, admirado y querido, y como si fuera poco, estaba absolutamente obsesionado con ese lado animal que tenía. Su apetito era insaciable, sabía perfectamente cómo cazar a su presa y dejarla delirando, suplicando por más...

Todo lo que conoció - y reconoció- en la noche anterior sobre Kanon era impactante para Sorrento. Su manera de besar, su mirada perdida, la fiereza de sus mordiscos, sus manos curiosas y expertas, sus movimientos tan bien ejecutados, su energía inagotable, su sudor resbalando por su cuerpo tonificado, el olor de su piel, su lengua... Su lengua...

- Oh, mierda. - dijo dejándose caer en la cama. - Realmente fue increíble. - estoy jodido.

Fue una noche larga, donde Sorrento ordenó todo para encontrar las cosas perdidas de Orfeo y devolvérselas. Faltaba poco rato para que llegara por ellas.

Sorrento tomó su celular, vio la hora. Faltaba media para que llegara.

Mierda ha enviado un mensaje


Dime que no fue un sueño.

¿Qué?

Que hicimos el amor de nuevo.

Sorrento se agarró el estómago. Leer eso le causó mucho placer.

Sí, Kanon. Hicimos el amor toda la noche.

Pd. Me duele el cuello

Fui suave.

Cuando te tenga de nuevo entre mis piernas te voy a enseñar otra lección sobre mí.

Pensé que lo había visto todo...

Por supuesto que no.

Esto fue sólo la entrada, aún no pruebas el plato de fondo ni el postre.

¿Qué más puede haber?

Ya verás. Ven la noche que quieras, estaré esperándote.

Mierda ha enviado una foto.

Abrir foto

Sorrento se tomó un segundo para tocar el botón en la pantalla. Sabía que le iba a dar un infarto.

Ahí estaba Kanon, frente al espejo de su baño, agarrándose con fiereza su miembro muy despierto por sobre la ropa interior negra que llevaba en ese momento. Los músculos de su cuerpo se dibujaban perfectamente, su pelo largo caía por sobre sus hombros y sus brazos grandes lo hacían ver feroz. Como si lo anteriormente mencionado no fuera suficiente, el rostro de Kanon era la guinda de la torta: su mandíbula en contrapicado, y una sonrisa hermosa y a la vez muy provocadora.

Mierda ha enviado un audio.

Presionó el botón para escuchar el audio...

- Te voy a estar esperando, Sorrento... Ahg... Ahg... Ahg...

Tres gemidos. Sorrento no aguantaba más, estaba impactado con la persona que estaba conociendo, y no era Kanon, era él mismo quien se desconocía. No lograba concordar sus pensamientos con sus acciones, simplemente corrió al baño a mirarse en el espejo. Ahí estaban las marcas de Kanon, pudo imaginarlo nuevamente en esa escena replicando el movimiento que le causó cada marca, mordiscos, apretones, chupones...

Sorrento se desprendió de su polera, sacó su miembro y comenzó a tocarlo con furia mientras se miraba. Se sentía insatisfecho, quería más. Miró la foto, reprodujo el audio. Los gemidos de Kanon lo encendían como brazas incandescentes.

Sentía la necesidad de ir nuevamente esa noche. Lo necesitaba.

Entonces, en medio de aquel acto de masturbación tan candente, alguien tocó la puerta. Era Orfeo.

- ¡Ya voy! - dijo subiendo su calzoncillo, acomodando su pantalón. Lavó sus manos y su rostro, y salió del baño sin polera. Ya no le importaba mostrarse como realmente era.

Orfeo lo miró impactado. Recorrió con sus ojos resistentemente el abdomen de Sorrento, se notaba en sus puños apretados.

- Dejé todas tus cosas en esa caja.

- ¿No quieres hablar?

- ¿Qué quieres decirme?

- Me equivoqué.

- Seguramente. Pero de hecho, te lo agradezco. Anoche tuve una noche tan... Intensa. Y no me hubiese sucedido si me hubiese quedado acá, esperándote mientras seguramente estarías en casa de otro... O tal vez yo era el otro... No sé. Ya no me importa.

- Pero Sorrento, no seas injusto. Fue sólo sexo. Me equivoqué, nosotros no tuvimos sexo en mucho tiempo...

- ¡Tú me rechazabas!

- Verte así... Si hubieses mostrado quién eres realmente... Como ahora... Mira, Sorrento - dijo acercándose, tomando la mano del muchacho, poniéndola sorpresivamente en su miembro despierto - verte así me encanta...

- ¡Vete a la mierda, Orfeo!

- Tal vez esto necesitábamos para despertar tu fuego, no fue la manera pero... Te aseguro fue solo sexo... - dijo sumergiendo su nariz en el cuello de Sorrento.

- Ni se te ocurra tocarme ahí. Mira con cuidado, ¿Ves esa marca? - Orfeo miraba incrédulo - dormí con Kanon. No, de hecho, no dormimos casi nada. Hicimos el amor toda la noche, y fue lo mejor que he sentido en mi vida. No fue solo sexo, te lo aseguro. Ya no te quiero en mi vida - dijo fríamente mirando a sus ojos - llévate tus cosas de una puta vez. Deja las llaves en la entrada. Fue un gusto, Orfeo. Permiso.

Tomó una chaqueta, sus llaves y su billetera. Salió por esa puerta sin mirar atrás.

Al cabo de un rato, estaba golpeando otra puerta...

Kanon abrió vestido con una bata y sus bóxer negros, sonriendo de oreja a oreja.

- Bienvenido. - dijo mirando a Sorrento, que se veía muy sensual sólo con su chaqueta. - Te ves delicioso.

- Sí, vine así para lucir mis marcas.

- Veo que te gustaron entonces.

- Me liberaron. Soy oficialmente soltero.

- Hey, pensé que ya lo eras desde anoche - dijo tocando el vientre de Sorrento - qué sucio eres...

- Kanon, no he parado de pensar en tí. Me consumen las ganas de tenerte - susurraba tan cerca de la boca de Kanon - eres como una droga...

- ¿Quieres un poco más? - susurraba Kanon mirando la boca de Sorrento en una tensión incomparable.

- Te lo suplico...

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