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Juntos

Si me dejas cuidarte, prometo hacerlo de vuelta.



Sin duda se estaba volviendo loco, un completo desconocido decía saber de él, al parecer jamás estaría exento de liarse con tipos malos. ¡Quién sabe si incluso era una de sus 500 habilidades secretas el atraer problemas! Tenía miedo, no sería la primera vez que se le acercaran para asaltarlo. Podía incluso jurar que sus manos temblaban y no a causa del frío de la noche.

¿Había dicho que era su fan?

Imposible, era imposible.

Y lo peor era que aquel muchacho no mayor a su propia edad, había sido tan hábil de conseguir su nombre (y él tan torpe de dárselo), ahora sonreía y se proclamaba dueño del espacio público que en ese instante le funcionaba como refugio temporal. Sus emociones no le permitían pensar con la claridad que él deseaba. Hasta hace unos momentos se estaba sumido en la pena y la desesperación, cuando de una manera que no advirtió, llegó aquel chico que le hablaba como si se conocieran.

Debía huir.

Cobarde, sí, pero sería un cobarde vivo.

-Lo siento, de verdad no te conozco. No quería causarte problemas al estar aquí... Yo... Me voy a casa.- Dio un rápido vistazo al bolso con sus pertenencias antes de correr, por ningún motivo debía perderlo, era casi tan importante como su propia vida.-

Y corrió, corrió tan rápido como sus piernas entumidas le permitieron, sin fijarse siquiera en el camino que estaba tomando. Escapaba de su agresor como si aquel parque olvidado fuera a transformarse en un panteón que ocultara sus restos. Dio un giro inesperado en la intersección que estaba a su derecha y no lo vio venir; el impacto lo hizo botar varios metros atrás sobre su trasero. Un golpe en la cabeza logro marearle lo suficiente como para quedarse tendido sobre sus espaldas, confuso, perdido y con dolor.

Cuando abrió los ojos se vio rodeado de ¿Quiénes eran ellos? ¿Y porqué lo estaban observando de esa forma tan.... Desagradable? -¡Miren un niño bonito vino a regalarnos su ropa para que no pasemos frío! Dulzura no te hubieras molestado, con el en tus bolsillos nos basta.-

Pronto, muchas manos se cernían sobre su ropa, tratando de removerla de su cuerpo y no mejor aún; lo estaban tocando. No importaba ya si le quitaban el dinero, tampoco si querían golpearlo hasta matarlo. Lo único que deseaba era que se alejaran de él. Que callaran esas horribles palabras. El pánico no era su mejor amigo, no le permitía actuar. No gritaba, no luchaba, simplemente era una masa inerte llena de nervios. Que alguien lo ayudara, que alguien lo despertara de esta pesadilla.

No importa si tú eres o no el milagro que yo esperaba.

Pronto un golpe seco le hizo doler la espalada, estaba seguro... Este era el fin. Gritos, gritos que no eran los suyos inundaron sus oídos con mil sonidos que no pudo identificar. Con el poco valor que le quedaba se levantó del pavimento, y sus ojos se agrandaron al observar aquella escena:

El chico de la, aquel mismo de quien huía al inicio, se encontraba peleando con aquellos asquerosos hombres. Se movía con una agilidad asombrosa. Tres contra uno y aun así les sacaba ventaja. Tres contra uno, y los gritos no cesaban. Cuatro personas y muchos golpes. Y él anclado en el suelo; sin poder cerrar los ojos ante lo que veía.

Pronto una mano sujetaba la suya con una fuerza casi dolorosa y lo arrastraba lejos, lejos de aquellas personas que por el momento se hallaban dispersas en el pasto y el corredor. No tenía caso intentar detenerlo, mucho menos dejar de correr. Solo veía al frente y notaba como los árboles se desparecían rápido a su vista. La velocidad de la carrera cada vez se hacía menor y sin querer tropezó con sus propios pies. Un brazo lo asió de la cintura con fuerza. Y casi sin querer vio el rostro de aquella persona que lo había salvado; contuvo el aliento después de un jadeo de sorpresa. Era aquel chico, el acosador que decía saber de él, aquel que se proclamaba su fan, el que se metió en una pelea a causa suya.

-¿Pero qué demonios te ocurre? ¿Sabes siquiera lo que esa gente te habría hecho? ¿Por qué corriste de esa forma eh? ¿Estás bien? Kim JaeJoong... Kim JaeJoong-shi ¿Te... Hicieron daño?- Lejos del enojo, se notaba la preocupación en el tono de voz de su 'salvador' no tenía palabras para poder expresarse, solo se encontraba ahí temblando de frío y miedo; con ganas de llorar y de gritar, de golpear lo que encontrara más cerca, tenía ganas de dejar salir toda esa rabia que estaba creciendo en él. Quería tanto que solo pudo limitarse a verlo a los ojos y perderse en aquella mirada llena de preocupación- ¡Hey! ¿Deberíamos ir al hospital? -

-Yo no era...

-¿Qué...?

-Yo no era el 31, me has confundido con alguien más... Mi número en la audición que hice era el 3331... Lo siento... Lo siento tanto... Perdón.-


No soy el hombre buscas pero podría serlo. 


Lágrimas, en sus ojos había lágrimas que no podía contener. No de miedo o de angustia, no de coraje, o de rabia. Eran lágrimas de alivio al saberse a salvo en manos de aquel desconocido que no hacía más que mirarlo. El suave apretón que recibió a cambio en su mano, lo animó a hacer algo de lo que quizá se arrepintiera después.

Un abrazo.

Un abrazo fuerte y necesitado.

Un abrazo que pedía refugio y consuelo.

-No importa... No importa eso ya. Te he encontrado y con eso basta.- Sí, lo habían encontrado después de estar tan perdido.-

-¿Quién eres? ¿Por qué me buscabas?- Quería preguntar eso y más, pero no era el momento. Al dispersarse el líquido de sus ojos pudo ver con claridad que había heridas en la cara de quien lo salvara minutos atrás.- Tu cara... Te hicieron daño por mi culpa... Te... Lastimaron.

Le escuchó suspirar y le vio sonreír.-Yo estoy bien, no me han hecho daño, he recibido golpes más duros cuando entrenaba, incluso tengo unas cuantas cicatrices en el rostro debido a los torneos. Quien debe ir a un hospital eres tú. Tiene incluso más color la cara de la luna que tu rostro.- Lo sintió romper el estrecho abrazo que aun los mantenía unidos para llevar una de sus manos a su mejilla.- Aunque admito que esto duele un poco, quizá el lunes en la agencia puedan darme un par de píldoras para el dolor, no debes preocuparte por ello.-

-Yo puedo... Yo...- Y su bolso no estaba, miró a sus costados y alrededor, lo buscó con sus manos y sus ojos... No... No podía haberlo perdido, aunque su ropa estuviera hecha jirones, aunque no tuviera un zapato. Nada de eso importaba si su bolso no estaba ahí.-

-¿Buscabas esto?- De las manos del ahora no tan desconocido sujeto, se encontraba aquel bolso negro y grande, una sonrisa débil apareció en sus labios al notar que parecía estar intacto.- Pensé que quizá si dejaba esto allá querrías volver, y eso sería suicido aun si aquí traes un tesoro.-

-No hay mucho, pero es todo lo que tengo.- Se sentía apenado y torpe.- Y nos va a ser de ayuda... Ummm... No recuerdo... Tu nombre.-

-YunHo, Jung YunHo...- Estaba seguro que esta vez no podría olvidar este nombre así pasaran tres eternidades juntas. - Por lo que veo, no eres muy dado a seguir una conversación normal, esto no se trataba de mí, era de ti de quien estábamos hablando. No pareces estar muy bien, aquellos tipos pudieron hacerte daño.-

-No lo han hecho, no al menos mucho, solo fue el susto, no tenía idea de qué hacer... Eso es todo.-

-Te acompañaré a tu casa, es muy tarde y no queremos que algo malo ocurra de nuevo ¿Está bien?- No, no lo estaba, sencillamente porque no había donde ir.-

-YunHo-shi, yo no tengo a donde ir.-

-Pero, tú dijiste que irías a casa. - De una forma que no entendía YunHo prestaba atención a todo lo que decía, así fuera un detalle mínimo (o no tanto si se refería al hecho de que no tenía un lugar a donde ir) - ¿Por eso estabas esta noche en mi banca?-

-Sí, y hablas de ella como si realmente fuera tuya.

-¡Lo es, hablo en serio! Ese es mi lugar preferido en esta ciudad, porque yo tampoco tengo a donde ir.- Ahora podía entender, porque era tan amable con alguien como él, ambos intentando cumplir su sueño en una ciudad desconocida.-

-¿Te has quedado ahí todo reste tiempo?- Y él se había estado quejando de todas las peripecias que había estado viviendo hasta ahora.-

-No, hay veces en las que un chico que también es trainee me invita a cenar, su madre es muy amable y como llegamos noche después del entrenamiento, me deja quedarme a dormir y cuida de nosotros.- Sin darse cuenta habían caminado hasta la banca. Debía entonces darse cuenta que esta noche, la pasaría fuera de un techo, pero quizá aún más cálido que dentro de un lugar ajeno.- Llegamos JaeJoon-ah, si no tienes donde dormir, puedes hacerlo esta noche aquí, aunque te advierto que tendré que cobrarte el hospedaje.- Y aquella sonrisa infantil y torcida le advirtió que si se quedaba, era tal vez para siempre. Cosa que.... No le molestó demasiado.-

-¿Me pedirás dinero? Porque... No tengo mucho y aun te debo el haberme salvado... YunHo-shi-

-Deja los formalismos de lado, si no me equivoco tenemos la misma edad. Cumplo años en febrero el año entrante ¿Y tú?-

-En enero, eso me convierte en tu mayor.- Y si no actuaba ahora, le llevaría toda una noche intentar curar aquellas heridas superficiales que le hacían sentir tan culpable.- Así que por favor quédate quieto, que voy a limpiar esos golpes.-

Sentados uno al lado del otro, estaban compartiendo más que una banca; estaban compartiendo sus vidas, un par de anécdotas y bromas que poco a poco, casi sin notarlo los acercaban más.

-Pero es aún más costoso rentar un casillero en el metro, eso si tomas en cuenta que pasar la noche en los saunas, es lo más barato.-

-Lo sé, pero no puedo pedirle a alguna de mis hermanas que venga sola a dejarme los papeles que me hacen falta. Podría pasarle algo, además las cosas en el negocio familiar no van tan bien como quisiera. Papá y mamá tienen que ver por mis demás hermanas, ya sabes somos una familia numerosa y los gastos mínimos pueden ser los más grandes.

-¿Y si vas tu solo?

-Hasta hace poco no tenía un trabajo estable y solo tenía lo justo para sobrevivir al día.-

-Yo tampoco he podido regresar a ver a mi familia, llevo cuatro meses lejos y solo les hice una llamada hace un mes. Mi padre aun no acepta la idea de que quiera ser un cantante y deje de lado la carrera que él ama.-

-Lo importante Yunho es que sigas tu sueño, no el de tu padre, no el que el mundo tiene para ti, mi padre me dijo una vez, que el hombre que no sigue sus sueños, no es digno de llamarse hombre.-

La mirada de YunHo sobre sí, lo dejó pasmado, era intensa y cálida, era luminosa y animada. Podía decir que jamás alguien lo había mirado de aquella forma, nadie lo escudriñó sin juzgar, nadie sonreía con los ojos como la persona que tenía frente a él.

-Entonces creo que debemos viajar a... Tú casa e ir por lo que te hace falta, además así verías a tu familia. ¿Qué te parece? – Viajar y ver a su madre, a sus molestas hermanas, ver a su padre y decirle que sí, que se estaba convirtiendo en un hombre y que luchaba por sus sueños como él le había enseñado.-

-¿Vendrías conmigo?-

-No podría dejarte solo, no después de lo de hoy. –

-Pero... Es un viaje largo Gongju no está muy cerca, además los pasajes... No podría dejar que gastes tu dinero en mí.- Excusas, lo sabía bien, excusas que rogaba no lo dejaran sin su acompañante, sin YunHo.

-Iré contigo así tu no quieras, he ahorrado lo suficiente y podemos ir, había pensado rentar una habitación cerca de la agencia, pero creo que es más importante que logres entrar de una vez, no sería tan malo ir a un motel de nuevo por algunos días en lo que me llega la paga de nuevo.-

-Yo también buscaba donde quedarme... Hagamos un trato, yo pago ambos pasajes, cuando regresemos entre los dos buscamos un lugar donde nos podamos acomodar y pagamos juntos.-

Vivir con él, con alguien que lo protegería y que él se encargaría de proteger también.

-Canta JaeJoong, es lo único que voy a pedirte, deja que me duerma escuchando tu voz.

Una canción que sirvió de pago.

Una melodía que calmaba los estragos de un largo día.

Palabras que le susurraba a "él" a esa persona que sería quizá la que cambiara su pequeño mundo de ahora en más.

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