Alegría perdida, felicidad recibida.
Bastaron un par de meses para que su vida (o lo que había sido hasta entonces) se volteara patas arriba, desde el momento en el que por fin se había convertido en un trainee, hasta ahora que pasaba mas tiempo en las salas de ensayo, en las jornadas de medio tiempo y en la calle, que no se había detenido a pensar tan seriamente que un par de cosas estaban mal.
En las prácticas de baile no era el mejor, éstas se llevaban casi todas sus energías después de ellas acababa rendido, casi fulminado, las pocas energías de reserva que le quedaban, terminaban siendo empleadas en todos los trabajos de medio tiempo que pudo conseguir. Y lo peor era sin duda cuando la noche caía. El invierno ya se estaba sintiendo con mucha fuerza. No que nunca hubiera pasado frío, pero esta vez era distinto. Desde que YunHo y el gastaran el poco dinero que tenían en la visita que le hicieron a sus padres, no podían darse el lujo de despilfarrar sus modestos salarios en saunas o moteles; las estaciones del metro a media noche o las bancas de los parques se habían convertido en algo cercano a un hogar.
Ya era una costumbre entre ambos, terminar con todo lo que su largo día exigía y dirigirse a cualquier lugar público que no fuera tan concurrido, para poder descansar sólo un poco y despertar a la mañana siguiente para vivir un día igual.
Y el problema no era que él estuviera en la calle y se mantuviera de las pocas sobras que en los restaurantes que lo empleaban fungían como alimento, ahora que no estaba solo, a él no le importaba no dormir por estar trabajando, pero lo verdaderamente desesperante era tener a YunHo a su lado sufriendo lo mismo que él. Viviendo algo que no le correspondía y que sentía era una carga innecesaria en el haber de problemas que ya por si solos ambos tenían.
Sabía que si YunHo supiera lo que pensaba, negaría rotundamente que todo aquello fuera un problema, él había regresado con nuevos bríos desde la visita exprés que le habían hecho a su familia. No le había importado pagar los pasajes de ambos, ni desperdiciar esa oportunidad de ver a su propia familia y conformarse con ser el invitado de honor en su casa. Lo malo de todo era que ese dichoso dinero les hubiera o le hubiera servido a YunHo para rentar un cuarto, uno por muy miserable que fuera le daría el cobijo de un techo bajo el cual dormir y no tener que dormir hecho bolita junto a él arriesgando su vida.
* Pas de bourré a tiempo y destiempo dos series de 2 hacia la derecha, pirouette fijo en el tercer compás, shimmie en 75° ligado a un slilve izquierdo, 2 tiempos en Ball change terminando en derecho, y terminamos con cat walk y pose final 5 segundos antes de terminar el último coro. ¿Ha quedado claro?*
No podía simplemente concentrarse en aquella práctica, si de por sí su motricidad no era algo de lo cual se sentía orgulloso, estando preocupado y pensativo era un completo desastre. Su coordinación había mejorado considerablemente, no podía negarlo, pero aún así se sentía en extremo torpe y como un estorbo para todos aquellos en la sala que podían acatar bien las órdenes del instructor sin causar un desperfecto en la armonía del grupo. Toda aquella serie de movimientos se transformaron en un enredo de pies y manos, los giros en mareos. Era simplemente un desastre.
Nadie se lo recriminaba, pero las miradas curiosas de aquellos compañeros le hacían mella en la poca confianza que tenía. No eran malos con él, pero podía jurar que la paciencia de cada uno estaba en el límite, eso sin contar con que ya todos estaban cansados y querían irse a casa.
Casa, hogar, un techo.
Era algo que no tenía, ni él ni YunHo. Y ahí estaba la causa de toda su distracción.
Estaba preocupado, muy preocupado.
Sus ahora nuevos amigos (amigos de YunHo realmente) le habían hecho ver que para ninguno de los dos era aceptable vivir en las condiciones que lo hacían (a pesar de que ignoraran la situación, y no supieran de que su único cobijo era el cielo frío y su cama la calle) incluso por ellos se había enterado que su mejor amigo era sin más el bailarín de Dana, y no sólo eso, sino que además de asistir con ella a presentaciones esporádicas en la agencia, era quien había colaborado en Diamonds, el último sencillo de la cantante. Se sentía orgulloso en extremo se saber que el susodicho estaba logrando hacerse un hueco en aquel difícil mundo; al mismo tiempo experimentaba una profunda pena, no era justo.
¿Y si se enfermaba y no podía continuar con sus actividades? ¿Si perdía su voz? ¿Si por estar en la calle le ocurría algo?
Así caminando con HeeChul-huyng fuera de la sala de prácticas llegó a la conclusión de que necesitaba redoblar sus esfuerzos, no por él, sino por la que sentía hacia YunHo, éste lo había salvado, lo había buscado (según se enteró por su peculiar huyng) y además de eso lo había ayudado no sólo a ver a su familia, sino a no perder su lugar en la agencia. Era gratitud lo que sentía y no podía hacer nada para expresarla, nada salvo ponerse a trabajar duro y juntar aquellos wones que les faltaban a ambos para poder mantenerse bajo el cobijo de un techo en esas frías noches decembrinas.
-Tienes el ceño fruncido JaeJae ¿Pasa algo?- Pasa que no tengo a donde ir huyng, pensó con ironía.- ¿Estás preocupado porque hoy te tropezaste más veces de las que normalmente lo haces? Todos tenemos nuestros malos días, y te has estado esforzando mucho por alcanzar al grupo, dentro de unos días te vas a habituar a todo.
-Lo sé, pero aun así me preocupa que esté retrasando a todos por mi falta de... Talento.- No era del todo mentira, pero realmente eso era lo de menos ahora mismo, si no se hacía de una idea rápida para salir del apuro de no contar con donde quedarse, estaba seguro, las cosas se pondrían feas y no sólo su sueño, sino el una persona importante para él se vería frustrado.
-No es falta de talento, si estás aquí es por algo no sólo por tu linda cara, bueno no es que sea más linda que la mía pero me entiendes.
-No entiendo cómo puedes decir eso, mi cara es lo más común que hay en el mundo, no es nada sorprendente, mucho menos algo para sentirse orgulloso HeeCul-huyng.- Sí, aun odiaba que se lo recalcaran en cualquier oportunidad que hubiera; que si era el "chico-flor" que S.M. aceptó que si tener ese rostro (al que no le veía nada de extraordinario) era su único talento, o mil cosas más. Ser "bello" le causaba tanto problema como antes.- Y no es un talento, ni una ventaja, ni nada. -
-Oye tranquilo, no es del todo malo, y no lo dije por molestarte. Es un halago que no hago seguido, después de mí no hay nadie más hermoso, pero tú eres una excepción a la regla, porque sin dejarlo de lado tienes una voz increíble, aunque de cierto modo te falte tanta gracia para bailar como me hace falta a mí, es un hecho que podemos mejorarlo.- No podía entender si HeeChul le daba ánimos o sólo lo estaba fastidiando como era usual en él.- ¿Vamos a comer? Ese ensayo me dejó casi muerto y siento que si no obtengo un plato de ramen en este momento voy a morir.-
-No puedo, hoy tengo turno en el café y si llego tarde de nuevo, el dueño me despedirá.-
-¿No crees que trabajas mucho? Entiendo que estás solo en la ciudad y eso, pero de seguir así no vas a durar. YunHo dice que es más lo que trabajas que lo que descansas. Estás haciendo que nos preocupemos por ti y es en serio.- Y aunque fuera malo que causara preocupación en las demás personas, de una forma incomprensible lo hacía sentir querido.-
-Tendré que trabajar si quiero sobrevivir, además si no lo hago...- ¿Qué? ¿Viviría en la calle? Eso ya lo hacía ¿Qué podía ser peor?.- Pues...
-Yo lo sé, sé que YunYun y tu viven casi de forma literal bajo un puente, no creo que esté bien para ninguno de los dos, hace poco YunYun estaba cerca de rentar, no sé por qué lo pospuso. Lo malo que es que ahora no puede quedarse con JunSu-ah por que no está en la ciudad. Y sus gastos se incrementaron ahora que debe viajar a su ciudad a ver a su madre más seguido..- Él si sabía porqué YunHo no había podido hacerse de un lugar y aquello pesaba como una piedra sobre su espalda.
-¿Quién es JunSu?.-
-Oh él es un trinee, quizá el que más años lleva aquí, un chico muy lindo y... Enérgico, tenía una voz muy hermosa, sin mencionar que baila tan bien como YunYun.- ¿Años? Años, tiempo que quizá él no duraría de seguir así.
-Pero "tenía" ¿Qué le pasó a su voz?.-
-Pubertad, eso le pasó; el cambio de voz le ha durado más de lo que a cualquier chico que conozco, pero lo asombroso es que sigue aquí, al parecer el doctor que está viendo en Busan le está ayudando mucho.-
-¿Y dices que YunHo solía quedarse con él?-
-Si, como eran buenos en el taller de danza, se quedaban hasta tarde y salían de aquí a comer a su casa, supongo que como era de noche lo invitaba a quedarse.-
Aquello le sentó como un balde de agua fría en pleno rostro, por él las oportunidades de tener una mejor estancia mientras se esforzaba cada día habían sido dejadas de lado, pero no entendía el porqué, quizá había sentido lástima del chico que no podía ocuparse de sí mismo, o...
Definitivamente debía hacer algo al respecto.
-Huyng debo irme, se está haciendo tarde.
-Cuidate Jae, nos vemos mañana en la clase de solfeo.
Esa tarde sin embargo, no había ido a trabajar al café, sabía que había perdido un trabajo seguro, quizá la paga no era muy buena y el dueño no tenía un buen carácter, pero no podía retrasar más sus planes. La idea que horas atrás había tenido, le pareció brillante. Tanto que valía la pena arriesgarse con tal de conseguir esos 8000,000 wons que pedían en un edificio aledaño a la compañía. Era ahora o nunca y nunca definitivamente no era una opción, no para él.
No podía ser ta difícil... ¿Verdad?
Recorrió casi todo Seúl, y el milagro que representaba no perderse se veía opacado porque su plan, infalible, se había ido por el caño, nadie, nadie en esa gran ciudad le prestaba atención, ni en las calles, mucho menos en las pequeñas tiendas. El resultado era una mirada de desconfianza, de lástima y otras más que no sabía identificar, incluso había tenido que correr cual delincuente cuando un oficial le hostigara en Myeongdong pensando que era un estudiante rebelde con ganas de causar problemas. Entendía que fuera tarde, que en la noche abundaran los maleantes intentando sacar provecho de las personas, pero él no era uno. Él lo hacía por una necesidad básica de supervivencia. No había remedio, tenía que vender aquello, sus últimos ahorros se habían ido ahí.
Aquella noche, entre la amargura y la desesperación le hicieron olvidar que iría a la estación de trenes por YunHo, quien poco a poco convencía a su familia de que su lugar estaba ahí, entre compaces de baile y notas musicales, con él... Con sus amigos.
Desesperado, decepcionado y asustado.
No había mejor descripción a su situación actual, pasaba de media noche y aún no había ganancia, vender en la calle no era algo que hubiera hecho antes, pero no lo suponía tan difícil. ¿Qué demonios iba a hacer con todo lo que había comprado? Si no podía sacar provecho de ello sería además de un gasto absurdo, el acabose de sus pocas finanzas.
Caminó sin rumbo, sabía que estaba alejado, que podía perderse, pero no importaba. No ahora que lo que creyó poder lograr se veía tan lejos.
YunHo llegó a la estación de trenes contento, aún no arreglaba las cosas con su padre, pero el hecho de que le dejase quedar en casa suponía, era un avance. Tal vez no le hablaba o no le dirigía una mirada amable, pero no le gritaba, ni lo observaba con furia en esos ojos tan parecidos a los suyos. Su madre y su hermana fueron más cálidas, siempre llenas de energía y con ganas de saber qué era lo que hacía, lo que amaba. Y esos gestos eran simplemente los que llenaban su mundo: eso y la esperanza de regresar con las personas que lo habían aceptado tal cual era.
Su mirada recorrió la estación, esperaba ver a JaeJoong sentado en un banco aledaño, esperándolo, recibiéndolo con una sonrisa y preguntando cómo había estado su viaje. Pero nada, no había nadie, y eso le removió una desagradable sensación dentro del estómago.
JaeJong había prometido ir por él como lo venía haciendo hace semanas, jamás había fallado, nunca, ni aunque fueran horarios difíciles.
¿Le habría pasado algo?
¿Estaría bien?
¿Y si por estar solo...?
Imaginaba un escenario peor que el anterior; pero lo cierto era que no podía hacer nada.
No hasta que lo viera dentro de unas horas en la práctica.
Algo que no ocurrió ni ese día ni los siguientes dos.
¡Y no lo entendía! HeeChul sólo pudo decirle que la última vez que había visto a JaeJoong, todo había marchado normal, que quizá lo había visto algo desanimado, pero nada muy relevante, nada que le diera una pista.
-¿No has pensado en que pudo regresar a su casa?
-Huyng él no pudo abandonar esto así, no él. –No JaeJoong no se podía haber marchado, con el correr del tiempo había visto lo mucho que amaba estar ahí.-
-No me refiero a que se fuera porque no quisiera estar aquí, pero cualquier cosa pudo haber pasado, espero que nada grave...-
Sin más se puso a caminar sin rumbo, dejando a su hyung hablando solo, buscaría a su amigo así tuviera que recorrer todo Seúl, y si no lo encontraba ahí... Iría a buscarlo a su casa, no podía dejarlo así.
Si anteriormente había perdido la fe, esa era una de las ocasiones en las que podía retractarse y decir que a pesar de todo, siempre hay alguien que te demuestra lo contrario.
Abatido y sin esperanzas, sentado frente a un parque cercano a Insandong encontró lo que parecía ser su última oportunidad. Una tienda apenas iluminada por un débil foco se dejó ver entre los mil anuncios de neón. Lento y como si fuera directo a una negativa segura, entró.
Una mujer entrada en años lo recibió, las arrugas que surcaban su cara dejaban entrever que el encanto que en su juventud poseyó no se fue aun con el pasar de los años. Lo miró, le sonrió y sin mediar más de una par de palabras, entendió su situación.
Una taza de té, una charla y un par de concejos.
Era aquel el gesto más hermoso que alguien hubiera hecho por él o por alguien. Ella sólo preguntó por el monto que necesitaba, no por el costo del producto, ella hizo más que darle dinero, ella le dio un hogar y ni siquiera lo sabía.
Tuvo ganas de llorar, de abrazarla y besar sus manos, de gritarle gracias con su alma.
Con aquellos 800,000 wones él podría tener un techo, podría vivir bien con YunHo mientras lograban sus sueños.
En su bolsillo llevaba las esperanzas de ambos y sabía que había valido la pena perder un par de días por logar aquello.
Y el día dio paso a la noche, una noche fría con nieve cayendo sin parar, por las calles de Insandong, lejos de su zona de confort, lejos de todo lo que había conocido, instinto o desesperación, no sabía que lo había llevado ahí. Caminando sin rumbo, casi por inercia.
A lo lejos, alguien gritaba, se escuchaban gritos y golpes, insultos y palabras llenas de hosquedad, tenía claro que no podía meterse había demasiada gente ahí y por más que lo deseara no tenía la fuerza, no era un súper héroe.
Y sin embargo volteó sin querer, y lo que vio le heló la sangre, ahí acorralado, con el labio partido y la nariz sangrando se encontraba JaeJoong, aferrado a sí mismo, peleando con fuerza. Sin dudarlo más de dos segundos, corrió hacía él importándole poco atravesar una calle sin ver, empujando a los maleantes y golpeando a quien quisiera impedirle sacar a JaeJoong de ese horrible lugar.
Sangre y lágrimas.
Veía rojo, había explotado como nunca lo había hecho.
No supo cómo, ni en qué momento dejaron de correr, pero estaba seguro que había sido la carrera más larga de toda su vida. Con la mano JaeJoong aferrada a la suya caminó un par de pasos sintiendo que si lo soltaba desaparecería.
Lo miró con tantas emociones contenidas que casi se sintió llorar cuando el abrazo llegó.
-Por favor no desaparezcas, no así de nuevo.- Son saberlo lo necesitaba, necesitaba de JaeJoong, de ese amigo, de ese compañero y hermano que de algún modo se había hecho de un lugar en su corazón.
-No lo haré YunHo, perdóname por irme sin avisar, pero todo estará bien, vamos a estar juntos, juntos en un escenario, y si no...-
-Lo estaremos, lo prometo.
Una promesa bajo el frío.
Un abrazo lleno de promesas.
Y un futuro que pintaba más color.
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