
Zane Bennett
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Zane Bennett
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El horizonte se teñía de naranjas y púrpuras mientras el sol se ocultaba lentamente, dejando un reflejo dorado que bailaba en la superficie del océano. La playa estaba tranquila, salvo por el suave romper de las olas y el murmullo del viento entre las palmeras. Zane estaba sentado sobre una roca cerca de la orilla, con una chaqueta ligera y su característico aire confiado. Jugaba con un colgante en sus manos, un pequeño regalo que había elegido especialmente para T/N. Su mirada estaba fija en el horizonte, pero sus pensamientos estaban lejos de la vista.
Era curioso cómo alguien como él, arrogante y acostumbrado a que todo girara a su alrededor, había cambiado tanto desde que conoció a T/N. Claro, aún tenía su actitud altiva y su forma descarada de comportarse, pero ella había encontrado la manera de ver más allá de su fachada. Lo entendía de una forma que nadie más lo hacía. Más importante aún, ella lo desafiaba de maneras que él nunca imaginó, empezando por su secreto.
—Espero que no te hayas cansado de esperar, príncipe mimado —La voz melodiosa de T/N lo hizo girarse.
Ella caminaba hacia él con una sonrisa traviesa, sus pies descalzos dejando pequeñas huellas en la arena húmeda. Llevaba un vestido ligero que danzaba con la brisa marina, y su cabello se movía como si fuera parte del viento. Zane se levantó con elegancia, deslizando las manos en los bolsillos de su pantalón mientras esbozaba una sonrisa ladeada.
—¿Cansarme? Nunca. Aunque no negaré que me encanta cuando llegas tarde... así tengo una excusa para reclamarte después—Su tono era descarado, pero sus ojos hablaban de algo más profundo.
T/N rodó los ojos, aunque su sonrisa no desapareció—¿Siempre tienes que ser tan... tú? —Preguntó mientras se acercaba a él.
—¿Y perder el encanto? Jamás—Zane dio un paso al frente, cerrando la distancia entre ellos. Levantó una mano para apartar un mechón de cabello del rostro de T/N, dejando que sus dedos rozaran suavemente su mejilla—Además, sabes que te gusta.
Ella le sostuvo la mirada, su corazón latiendo un poco más rápido bajo el peso de la intensidad en sus ojos. Zane tenía esa forma de mirarla que la hacía sentir como si fuera la única persona en el mundo. Por mucho que quisiera mantener el control, con él siempre era una batalla perdida.
—¿Vamos al agua? —Preguntó él, bajando la voz de forma casi seductora.
T/N lo miró con una mezcla de diversión y nerviosismo. Aunque él ya conocía su secreto, cada vez que se transformaba frente a él sentía una mezcla de vulnerabilidad y emoción. Él parecía darse cuenta, porque inclinó la cabeza y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
—Vamos, sirenita ¿Qué mejor lugar para un chico y su princesa marina? —Zane tomó su mano y la llevó suavemente hacia la orilla.
El agua fría les tocó los pies, y T/N dejó escapar un suspiro mientras sentía la magia fluir por su cuerpo. En un instante, sus piernas humanas desaparecieron, dando lugar a una cola brillante de escamas anaranjadas que reflejaban la última luz del día. Zane la observó con fascinación, como lo hacía siempre, aunque esta vez dejó que un silbido admirativo escapara de sus labios.
—Nunca voy a superar lo hermosa que te ves así —Dijo con una mezcla de genuina admiración y descaro. Se agachó un poco para rozar sus dedos por la superficie de su cola—Es como si el sol hubiera decidido quedarse atrapado aquí.
T/N se sonrojó, pero no pudo evitar reír—Siempre tan exagerado.
—¿Exagerado? —Zane levantó una ceja, fingiendo estar ofendido. Antes de que ella pudiera responder, la rodeó con sus brazos y la levantó, llevándola hacia aguas más profundas mientras ella reía y protestaba—Exagerado sería si te comparara con las estrellas. Pero eso sería injusto... para las estrellas—La última frase la dijo cerca de su oído, con un tono más bajo que hizo que T/N sintiera un cosquilleo recorrer su espalda.
—¡Zane! ¡Bájame! —Exclamó ella entre risas.
—Solo si prometes que me besarás después—Sus palabras eran una mezcla de broma y desafío, pero la chispa en sus ojos mostraba que lo decía en serio.
T/N lo miró fijamente, y en un impulso, rodeó su cuello con los brazos y lo besó. Zane respondió con la misma intensidad, sumergiéndose junto con ella en el agua. Allí, bajo las olas, todo era diferente. El mundo parecía detenerse, y cada beso se sentía como un secreto compartido solo entre ellos. Zane la sostuvo firmemente, dejándose llevar por la sensación de estar tan cerca de ella, en un lugar donde el resto del mundo no podía alcanzarlos.
Cuando finalmente emergieron, T/N respiró profundamente, riendo suavemente—¿Siempre tienes que ser tan intenso?
—Solo contigo—Zane se inclinó hacia ella, apoyando su frente contra la de ella mientras sonreía—Aunque no me quejo. Tienes un efecto en mí que nadie más tiene.
T/N lo miró, y por un momento, olvidó todo lo demás su vida como sirena, los riesgos, incluso el hecho de que él venía de un mundo completamente opuesto al suyo. Solo estaban ellos dos, en el agua, bajo el cielo estrellado, creando recuerdos que nunca olvidarían.
Zane deslizó una mano por su mejilla y sacó un pequeño objeto de su bolsillo. Era un brazalete hecho de cuentas de vidrio azul, con un diminuto dije en forma de concha.
—Es para ti —Dijo, colocando el brazalete en su muñeca—Para que siempre recuerdes que, sin importar lo que pase, este es nuestro lugar.
T/N lo miró con los ojos brillantes y lo abrazó con fuerza—Gracias Zane. Por todo.
—No me agradezcas todavía, sirenita. —Él sonrió con picardía antes de besarla nuevamente, esta vez con más pasión, mientras las olas los rodeaban como testigos silenciosos de su amor.
El sol se había escondido por completo, y las estrellas comenzaban a brillar en el cielo. Allí, bajo la luz de la luna y rodeados por el suave murmullo del mar, Zane y T/N supieron que, sin importar las diferencias que los separaban, el amor que compartían los unía de una forma que ni el océano más profundo podía romper.
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