
Cleo Sertori
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Cleo Sertori
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El sol brillaba con intensidad sobre el campus de South Coast High School, proyectando destellos dorados sobre los pasillos y jardines bien cuidados. El calor de la tarde se filtraba a través de los ventanales de las aulas y el aire estaba impregnado del murmullo de cientos de conversaciones superpuestas. Grupos de estudiantes se reunían en los corredores, algunos repasaban apuntes apresurados antes de la siguiente clase, otros reían despreocupadamente, disfrutando de unos minutos libres antes del timbre.
Cleo Sertori avanzaba con pasos cautelosos entre la multitud, sujetando con fuerza sus libros contra su pecho como si fueran un escudo. Sus hombros estaban levemente encorvados, un reflejo de su naturaleza reservada y de su deseo de pasar desapercibida. A pesar de los años que llevaba en la escuela, nunca había sido una persona particularmente sociable. Su timidez le dificultaba entablar conversaciones con confianza, y la atención, especialmente la no deseada, la hacía sentir como si caminara sobre hielo delgado.
Pero, inevitablemente, la atención siempre encontraba la manera de dirigirse hacia ella.
—¡Eh, Cleo! —Una voz burlona rompió el bullicio del pasillo, congelándola en su lugar. Nate.
El chico, flanqueado por Zane y un par de amigos, se detuvo a unos metros de ella con una expresión socarrona en el rostro.
—¿Por qué siempre tienes esa cara de asustada? —Continuó con una sonrisa ladina—. ¿O es que le tienes miedo al agua? —Su comentario provocó risas en su grupo, y Cleo sintió un nudo apretarse en su estómago.
No era la primera vez que Nate y sus amigos la molestaban con ese tipo de comentarios. Desde hacía tiempo, parecía haber desarrollado una fijación con ella, encontrando siempre una excusa para hacerla sentir incómoda. Cleo apretó los labios y bajó la mirada, intentando pasar de largo sin provocar más atención.
Pero antes de que pudiera hacerlo, una sombra se interpuso entre ella y el grupo de chicos.
—¿Tienes algo que decirle a mi novia, Nate? —La voz de T/N cortó el aire con la precisión de una navaja bien afilada.
A diferencia de Cleo, T/N era su polo opuesto en casi todos los sentidos. Extrovertida, directa y con una confianza inquebrantable que llenaba cualquier habitación en la que entraba. Donde Cleo dudaba, T/N avanzaba sin miedo. Donde Cleo tartamudeaba por nervios, T/N hablaba con la convicción de quien sabe que tiene el control absoluto de la situación.
El grupo de chicos dejó de reírse de inmediato. Nate, por primera vez en mucho tiempo, pareció incómodo.
—Oh vamos, T/N, solo estábamos bromeando... —Intentó justificarse, levantando las manos en un gesto de aparente inocencia.
—¿Bromeando? —T/N arqueó una ceja, cruzándose de brazos mientras inclinaba ligeramente la cabeza—Porque a mí no me pareció gracioso. A ver, explícalo otra vez, pero esta vez, intenta hacerme reír.
Los chicos intercambiaron miradas incómodas. Zane carraspeó, notando el peligro en el tono de T/N, y tironeó del brazo de Nate.
—Vamos, ya déjalo, no vale la pena —Susurró, y en cuestión de segundos, el grupo se dispersó entre la multitud.
T/N rodó los ojos con fastidio antes de girarse hacia Cleo con una sonrisa ladeada. Su expresión cambió por completo, pasando de desafiante a protectora en un solo instante.
—¿Cuántas veces te he dicho que me avises cuando te molesten? —Preguntó con suavidad, acercándose para acomodarle un mechón de cabello detrás de la oreja.
Cleo bajó la mirada, sintiendo el calor subir a sus mejillas.
—No quería causarte problemas...
T/N suspiró, tomándole la mano con delicadeza.
—Cleo, me encanta defenderte. Me encanta recordarle al mundo que no dejaré que nadie se meta contigo. No tienes que aguantarlo sola ¿De acuerdo?
El corazón de Cleo latió con fuerza. No importaba cuántas veces T/N le dijera esas cosas, siempre lograba hacerla sentir protegida, como si nada malo pudiera alcanzarla mientras ella estuviera cerca. Apretó la mano de su novia con timidez y asintió con un leve sonrojo en las mejillas.
—De acuerdo.
T/N le dedicó una sonrisa satisfecha antes de tirar suavemente de su mano.
—Vamos, te invito un helado. Si volvemos a ver a Nate, juro que le derrito el suyo en la cara con el sol.
Cleo no pudo evitar soltar una suave risa. Caminó junto a ella, dejando atrás las sombras del pasillo, con el sol brillando sobre ellas y un dulce cosquilleo en el pecho.
...
Más tarde, cuando la tarde se tornó en un cálido atardecer, T/N y Cleo se encontraban en el parque junto al lago, sentadas bajo la sombra de un árbol frondoso. El sol pintaba el cielo con tonos naranjas y rosados, reflejándose en la superficie del agua con un brillo etéreo. Cleo sostenía su helado con ambas manos, intentando concentrarse en comer sin que su sonrojo la delatara.
T/N, por otro lado, no se contenía en absoluto. Se inclinó ligeramente hacia Cleo, sus ojos fijos en ella con una expresión juguetona.
—Eres adorable cuando te sonrojas ¿Lo sabías? —Susurró, dibujando círculos en la muñeca de Cleo con la yema de sus dedos.
Cleo casi dejó caer su helado. Sus mejillas ardieron al instante y desvió la mirada, aunque la sonrisa de T/N la seguía acechando.
—N-No digas esas cosas... —Murmuró, su voz apenas audible.
—¿Por qué no? Si es la verdad —Insistió T/N, acercándose aún más, hasta que sus labios casi rozaban la mejilla de Cleo—Me encanta verte así, toda tímida y preciosa.
Cleo dejó escapar un suspiro tembloroso y ocultó su rostro tras su helado, pero T/N se lo bajó suavemente, obligándola a mirarla. Sus dedos rozaron su barbilla con una ternura exquisita, y Cleo sintió que su corazón latía a un ritmo desenfrenado.
—¿P-Por qué siempre eres tan romántica? —Preguntó, sintiéndose vulnerable y a la vez cálida bajo la atención de su novia.
T/N sonrió antes de inclinarse y besar suavemente la punta de la nariz de Cleo.
—Porque amo verte así. Y porque no puedo evitarlo, Cleo. Eres la persona más hermosa que he conocido.
Cleo apretó los labios, sin saber qué decir. En el fondo, le encantaba cómo T/N siempre la hacía sentir especial, aunque su timidez le impidiera admitirlo en voz alta. Así que, en lugar de responder, escondió su rostro en el pecho de T/N, aferrándose a su camiseta con un susurro apenas audible.
—Te amo.
T/N sonrió ampliamente y la abrazó con fuerza, besando su cabello con dulzura.
—Y yo a ti, Cleo. Siempre.
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