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segundo.


...

Examina rigurosamente la habitación, llena de personas asquerosas y un tanto...¿cómo decirlo? Parece que toman una ducha dos veces cada cuatrocientos días. En resumen: la clase apesta.

Decide mirar por la ventana cómo el agua cae sobre el cristal, haciendo un ruido, aunque en realidad le relaja. Adora los días de lluvia, en Virginia suele llover casi todo el año. Una bendición.

La profesora Maite habla sobre las obras literarias más importantes, mientras que Helena, como de costumbre, no presta atención. En su lugar, piensa en Alan...

...

Hoy te he visto. Llevabas esa camisa que se pega a tu torso y deja ver tu atlético cuerpo. Siempre he sabido que estabas buenísimo.

Yo me he puesto una mini falda negra, porque he visto cómo le miras las piernas a Jessica. Ojalá me mirases a mí de esa forma. Es una pena que te fijes en ella, ahora no me queda otra opción más que asesinarla.

Me gustaría tanto...

Voy a hacer que te fijes en mí. He pensado que quizás te gusta algo más romántico, más neutral. Entiendo que seas sensible, aunque si alguien matase por mí yo me enamoraría al instante...oh, amor a primera vista.

Esto no es amor a primera vista. Me he esforzado investigando cada mínimo detalle de tí. Sé que duermes y eres incapaz de taparte con la sábana. Tu hermana es sorda y por eso sabes lenguaje de signos. Además, eres alérgico al chocolate por lo que regalarte bombones no será una buena idea...

Aunque pensándolo mejor... sé el nombre de la medicación. Podría añadirle sirope de chocolate al café que tomas todas las mañanas a las once y cuarto, aprovechar tu momento de debilidad, llevarte al sótano junto a Edith y hacer que te enamores de mí de una vez por todas. ¿Es o no una buena idea?

¡Es genial!

Creo que lo voy a poner en práctica.

...

Helena se dirige hacia casa mientras observa ensimismada cómo las hojas de los árboles se mueven al ritmo del viento. Mágico, ¿no?

Al llegar, comprueba que no le haya seguido nadie y después baja hacia el sótano. La casa donde vive es una pequeña mansión (estúpido, ¿cierto?) que fue abandonada hace unos diez años. Ella la ha remodelado bastante.

Raro que nadie la quiera, sí.

Contaba una leyenda que había un fantasma dentro, o bueno...muchos fantasmas. Pero Helena nunca ha sido de creer en esas cosas, así que no le importó nada.

Las luces iluminan la habitación, haciendo que Edith se despierte. Previamente, se encontraba en el puff en una posición un tanto incómoda para su delgado cuello.

—¿Qué hora es? —pregunta mientras se frota los ojos.

—Las cinco...te he traído una hamburguesa.

A la secuestrada se le ilumina el rostro. Casi corriendo se dirige a lo barrotes y apoya su frente entre dos de ellos.

—¿Mc Donald's?

Helena asiente, haciendo que la alegría de Edith sea mucho mayor. Le pasa a través del espacio la bolsa para llevar.

—Menos mal, tu comida está asquerosa.

—No es cierto.

—Eres la peor cocinando, admítelo.

—¡Sé cómo hacer huevos y...sopa y...muchas cosas!

—¿Te tengo que recordar la última vez que hiciste un huevo? ¡Casi quemas la casa entera!

—Bueno...problemas técnicos, ¡no soy chef!

—Te creo, tranquila.

Helena suspira. Se sienta en frente de Edith y observa cómo come. Al parecer está muy, muy hambrienta. Cuando se da cuenta de que está siendo observada, alza la mirada para encontrarse con su secuestradora.

—¿Saldré de aquí alguna vez? —Su tono es serio.

—Quisieras...

—Helena.

—Bien, bien... —Alza sus manos en muestra de paz—. Bueno, si tú tuvieses a alguien secuestrado, ¿lo dejarías ir después de que sepa todo sobre tí?

—¡Obvio no!

—Ahí tienes tu respuesta.

—¡Pero no vale, eso es trampa!

Helena suelta una risita por lo bajo.

—Soy un poquitín tramposa.

Tras unos segundos de silencio, Edith aprovecha para limpiarse la boca con la manga de su suéter y después, hace una pregunta.

—¿Y Alan?

—Creo que le gusta Jessica.

—¿Sprinver?

—No.

—¿Star?

—Desgraciadamente no, pero me encantaría matarla también.

—¿Smith?

—¿Hay una Jessica Smith?

—¿Sky?

—A esa la asesiné hace ocho meses, por lo menos.

—¿Standfor?

—Suplicaba por clemencia mientras le arrancaba una pierna.

—¿Sophie Mc Dee?

—Tenía una manicura bonita, una pena que terminó asada como pollo.

—¿Sucre?

—Al fin.

—¿A Alan le gusta Jessica Sucre? Por Dios, la "Azúcar salada" es horrible.

—¿"Azúcar salada"?

—Sí, su apellido significa azúcar, pero es una borde de mierda así que se ganó ese mote. —Edith parece saber bastante—. La verdad es que deberías hacer que sufra, ¿te puedes creer que se metía commigo por mis ojos azules?

—Le arrancaré los suyos y te los regalaré.

...

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