...

Definitivamente, Connor parece estúpido. O al menos, Helena piensa eso de él.

—No puedo creer que no sepas ni cómo formular.

—Te explicas como el culo de mi abuela.

—Bueno, cariño, soy el mejor así que te ayudaré de otra manera.

—¿En serio? Dudo mucho que funcione.

Connor se levanta rápidamente de la silla. La bibliotecaria le regaña por ocasionar tanto ruido. Al parecer, arrastrar una silla puede llegar a ser mucho más molesto de lo imaginado.

Helena lo sigue cuando este sale de la biblioteca, rumbo desconocido. Le molesta bastante tener que estar junto a él, pero es mejor que reprobar Química. Eso llevaría a tener clases en julio, lo cual nadie quiere. A no ser que seas estúpido. Entonces probablemente te guste reprobar o le has cogido cariño a un curso y quieres volver a vivirlo. Es comprensible. Suele pasar.

—¿Verdad, Helena?

—Jessica Sucre apesta.

—Sí, es la mayor zorra que he conocido, cariño.

—Debería morir.

—Pues mira, cariño, el otro día iba caminando por la calle y me la encontré. —Connor sigue andando a paso rápido, a su lado, Helena lo analiza (mucho mejor que los análisis de la profesora Maite)—. Y dije: "Uy, ¡esa zorra está buenísima!" porque bueno, es hot y básica. Todos sabemos que esa combinación atrae a los chicos, ¿verdad, cariño?

—¿Por qué no se fijan en mí?

Connor se detiene en mitad de un paso de peatones. Afortunadamente, el semáforo está en rojo para los vehículos.

—Estás muy buena, o sea, no eres Kendall Jenner pero cariño...¡eres muy hot-top!

—¿Entonces...?

—Ay, cari...es que los chicos no solo se fijan en el físico. —Parece reflexionar sobre lo que acaba de decir—. Bueno, no estoy muy seguro...pero también se fijan en cómo de follable seas, ¿entiendes, Ella?

—Yo no quiero follar a nadie.

—Pero sí te quieren follar.

—¿Quién?

—¿Tú crees que tengo superpoderes, cariño? Ojalá ser Bombón.

—A mí me gustaba más Burbuja.

—Pobre Cactus... está más marginada que yo en el instituto por mi orientación sexual.

—¿Eres gay?

—Puro y duro, en vivo y en presente, cariño —asiente con la cabeza—. Entre mis cosas favoritas están: Kendall Jenner, el emoji hot face, Instagram, Snapchat y, como no, los hombres, ¡benditos hombres!

Algunas personas de la calle miran extrañados a Connor, que parece alabar al cielo con sus manos. Helena rueda sus ojos, algo cansada y bastante sorprendida.

—Cariño, a la gente no le suele sorprender.

—No suelo dar por hecho la sexualidad de nadie.

—Haces bien, si hubieses asumido que soy hetero, te hubiese metido la cabeza en la alcantarilla.

—Por cierto, antes me has llamado Ella.

Connor asiente.

—Ella por «Helena».

—No tiene nada que ver.

—Ni que me importase.

Connor cruza otro paso de peatones, para finalmente llegar a una...¿estética? En la fachada resalta el nombre «Space G» y un retrato animado de Gigi Hadid, todo en tonos pasteles, una mezcla de rosado y morado junto a algo de azul.

—Y aquí, cariñito, es donde vas a verte como Kendall Jenner.

—A Tiffany le hubiese gustado.

—¿Quién diablos es Tiffany?

—Es de plástico y vive en mi corazón.

—Dime que no tienes una muñeca hinchable a la que te follas por las noches...¡puaj! Cariño eso es demasiado hasta para mí.

—¡Por supuesto que no! ¡Solo tengo varios pósteres de ella en toda mi mansión!

—¡¿Vives en una mansión?!

—¡Sí! ¡O sea no! Vivo en una casa abandonada.

—¿La mansión Dreker?

—Obvio no, es demasiado pequeña.

—¿La mansión de los Sucre?

—¿Y tener a Jessica como hermana? ¡Ni hablar! Ya te he dicho que debe morir.

—¿La mansión Ottawa?

—Esa ni si quiera existe. Ottawa es la capital de Canadá.

—¿En serio?

—¡Te has confundido con geografía! Y luego Ms. Maite quiere que seas mi "tutor".

—¿Entonces cuál es la endemoniada mansión? Cariño esto es un completo lío.

—La antigua mansión de Nashville.

Ante sus palabras, Connor se lleva una mano a la boca bruscamente y hace un ruido similar al gemido de una oveja.

—Esa mansión es literalmente la más siniestra, cari.

—Me gusta el peligro.

—¿Peligro? Si yo entrase te aseguro que volvería calaverizado o convertido en un fantasma —suena realmente impactado—. Es el lugar más horrible que he visto en mis diecisiete años de estupenda y costosa vida.

—Me encanta que tengas tanto filtro. Eres tan humilde que Ghandi se queda corto a tu lado.

—Aww...lo sabía.

Connor avanza hacia la entrada de Space G, seguido por Helena. Aunque al parecer, no todos están cómodos.

Dentro de la estética (que parece muy lujosa), las paredes están pintadas de un color rosa. Hay varios carteles neón de el mismo color, pero diferente tonalidad. También hay secadores, planchas, un lugar para uñas, varios lavacabezas que parecen ser muy incómodos...

Connor saluda a una chica. Aparentemente parece ser muy famoso en Space G, pues todos se acercan a él.

-How's going, darliiiiing? –pregunta a una de las chicas que trabajan ahí.

–Ocupadísima, Connor. –La chica parece querer irse, pues rápidamente echa a andar y se pierde detrás de una cortina de color fucsia.

–Marilyn es un tanto nerviosa...sufre de hiperactividad crónica patológica y agudísima –explica Connor–. No se lo tengas en cuenta, cariño, seguro que encontramos a Sophia.

Avanzan un par de pasos. Helena maldice al unísono con Connor. Ambos piensan que eso no puede ser posible, sobre todo él, que nunca la ha visto en aquel lugar.

–No me puedo creer que esa puta esté en mi hogar.

–Ahora entiendo cuando dicen que el azúcar está en todas partes.