Capítulo Treinta y Cuatro
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
8 de julio, 2011.
Me miro en el espejo del baño y sonrío, me veo tan jodidamente sexy. Nunca me había puesto nada como esto.
—¿Te falta mucho? —Escucho la voz de Harry desde la habitación— Siento que llevas una eternidad en el baño.
—Ya voy.
Paso los dedos rápidamente por mi cabello y sonrío a mi reflejo, esto sobrepasa mi nivel de descaro.
Llevo una camisola roja excesivamente provocativa con las copas de encaje dejando a la vista el contorno de mis pezones y unidas por un bonito y coqueto lazo en el centro que deja una abertura en mi abdomen ante cada movimiento, llega hasta mis caderas, dejando mi culo envuelto en una tanga de encaje al descubierto.
Me siento sexy, hermosa y poderosa, así que mis pasos son seguros cuando camino fuera del baño hacia Harry.
Él está acostado en mi cama sin camisa y cuando escucha mis pasos, se incorpora, maldiciendo en cuanto me da el primer vistazo.
—Ya es 9 de julio, pero aun te debo este regalo.
—¡Santa mierda! —Su mirada se dilata y se lame los labios— ¡Jodida madre de toda la mierda del mundo! Oh, Dios mío... vaya... mierda... tú... Guau.
—Tomo que tu reacción es algo bueno.
—Lo es —Se apresura a decir son su mirada deambulando por mi cuerpo—. Déjame abrir mi regalo, por favor.
Su voz enronquecida hace que mis pezones se endurezcan aún más y no se lo pierde. Sigue con la mirada cada uno de mis pasos lentos hacia él y traga en seco cuando lo insto a acostarse de espalda y me siento a horcajadas sobre su cintura y extiendo mis palmas abiertas en su pecho.
—¡Jesús! Estoy demasiado duro —Cierra los ojos y respira hondo antes de volverlos abrir.
Sin perder tiempo deslizo mis labios por la base de su garganta sintiendo su pulso aumentar, sé que en este momento ejerzo absoluto poder sobre él. Comienzo a trazar un camino húmedo con mis labios desde su garganta y cuando intenta tocarme, lo tomo de las muñecas.
Fácilmente podría deshacerse de mi agarre, pero me deja hacer lo que quiero.
—Solo relájate —pido.
—Como si fuera fácil hacerlo cuando luces como mi fantasía hecha realidad.
Ignorando su protesta continúo mi tramo de besos, deleitándome con el sabor de su piel y lamiéndole parte del tatuaje haciéndolo gemir tan fuerte que me sorprende, pero también sonrío con orgullo de lo que ocasiono en este hermoso hombre.
Me tomo mi tiempo para deshacerme de su pantalón junto al bóxer y cuando lo tengo totalmente desnudo, suspiro de satisfacción ante la semejante vista que me ofrece.
Es hermoso, tan fuerte y seductor. Y lo más increíble es que es igual o aún más hermoso en su interior.
—Tan perfecto —digo en medio de un suspiro.
—Tan malvada —imita mi suspiro haciéndome reír—. Me estás matando muy lentamente. Me duelen los huevos, posiblemente nunca he estado tan duro en mi vida.
—Oh, bueno, voy a encargarme de eso —Lo tranquilizo tomando su dura erección en mi mano tras lamermela, subiendo y bajándola sobre la piel suave y con el pulgar recogiendo la gota en la punta.
—¡Santa mierda! —Empuja las caderas— Eres muy malvada, es mi cumpleaños y estás torturándome.
—¿Quién dijo que esto es una tortura? Ahora viene el alivio.
Posiblemente iba a darme una respuesta, pero todo lo que sale es mi nombre en un gemido cuando lamo la punta antes de chuparla un par de veces y luego deslizarla por mi boca tan lejos como puedo, aun soy buena en esto, lo aprendido por lo visto no se olvida.
Lo follo con mi boca sin perder el contacto visual y sosteniendo su mirada con mis ojos acuosos cuando lo siento en mi garganta. Me gusta darle placer y cuando empuja las caderas tarareo con deleite.
—¡Cristo! No te detengas, por favor, no lo hagas.
Río y me lanza una mirada de reproche mezclada con su lujuria.
—Muy bien, se acabó el juego.
Antes de darme cuenta él ejerce su fuerza y me da la vuelta dejándome sobre mi espalda, abre mis piernas y se ubica entre ellas mientras sus labios calientes besan la piel expuesta de la base de mis pechos.
—¿En qué momento pasó esto? —cuestiono sorprendida.
—Me vuelves tan loco.
Sus dientes tiran de mi piel y gimo mientras enredo las manos en su cabello, sus manos se deslizan por mis costados debajo de la final tela de la camisola.
—Me encantó que me follaras con la boca, pero eso lo dejaremos para después. Quiero disfrutar de mi regalo ahora —Me besa los labios— y lo primero es desenvolverlo.
Gimo cuando sus manos se presionan en mis pechos sobre la tela, masajeando mientras sus dientes mordisquean mi barbilla, cuando tira de mis pezones, grito y agradezco que al final Bridget se haya llevado a Dan a su apartamento conociendo mis planes. Hoy seré muy ruidosa.
—Te ves asombrosa vestida de este modo, pero me encanta más la manera en la que te ves desnuda —dice en medio de jadeos—, así que siento si gastaste mucho en esta linda ropa, nena, pero estoy perdiendo el control.
Entiendo lo que quiere decir en el momento en el que una de sus manos se ubica en el centro de mi pecho y con un tirón rasga el lazo que unía la prenda. Jadeo de sorpresa y placer primitivo.
Rápidamente la calidez de su boca se envuelve alrededor de las cimas fruncidas de mi pecho haciéndome gemir sin vergüenza alguna y enredar las manos en su cabello en tanto empujo su cabeza para que se aferre más a mi pezón y cuando muerde antes de lamerlo me arqueo gimiendo su nombre.
Mientras lame y besa mis tetas, sus manos rasgan de igual forma mi tanga, tanteando mi humedad y maldiciendo al descubrir la forma en la que goteo, eso le da carta libre para penetrarme con dos de sus dedos haciéndome abrir más las piernas para él.
Cuando su boca siente que ha tenido suficiente de mis pezones y estoy temblando, hace un recorrido por mi torso, lamiéndome, besándome y mordisqueándome la piel hasta que llega a entre mis piernas en donde me alzo sobre mis codos para mirarlo mirarme con atención.
Se lame los labios aun bombeando dentro de mí con dos de sus dedos, sin dejar de prestar atención y cuando sonrío, siento que me muero, pero afortunadamente no lo hago porque entonces lo miro sacar la lengua y lamerme.
Caigo sobre la cama y grito ante sus besos, lamidas y mordiscos mientras sus dedos no dejan de bombear. Me come como si fuese el mejor plato de su vida, como si se diera un banquete del que no tiene suficiente.
Cierro los ojos mientras mis manos se aferran con desespero a las sábanas, su lengua es astuta y codiciosa, pareciera que su boca quisiera todo de mí. Grito sin pudor y me abro tanto como puedo exigiéndole que no pare y no lo hace.
Él sigue hasta que me aferro a sus dedos y mojo las sábanas al alcanzar el orgasmo.
Cuando bajo de mi nube de éxtasis miro a Harry, quien se relame los labios y se cierne sobre mí.
—Este regalo además de verse bien, también sabe delicioso —Me lame un lado del cuello y gimo aun estremeciendome por el orgasmo—, veamos cómo se siente.
Toma una de mis piernas y la envuelve en su cintura. No necesitamos más juego previo y me alegro de tomar pastillas, porque una rápida charla nos lleva a ir sin condón, algo que nunca había hecho, y lo siento completamente cuando embiste dentro de mí. Casi veo estrellas, es demasiado placer, se siente demasiado bien.
Estoy tan mojada que el sonido resuena en la habitación junto a nuestros gemidos y besos. Él me susurra lo bien que me siento, como está en el lugar perfecto y yo florezco bajo sus elogios pidiéndole que me dé más, y como siempre lo hace.
Harry no pierde realmente el tiempo, sus embestidas son contundentes, precisas y ¡Dios! Tan profundas, tanto que pronto descubro que el cabecero de la cama choca contra la pared cada vez que entra en mí.
Le aruño la espalda seguramente dejando marcas, pero en todo caso eso parece alentarlo a follarme con más fuerza y determinación. Sin segundos miramientos enredo mi otra pierna al igual que la otra y todo se vuelve mucho mejor.
Mordisqueo su barbilla y mi mano se trasladan a sus nalgas, apretándolas y empujándolo contra mí, instándolo donde a ir más profundo, como si eso realmente fuera posible.
Solo necesitamos de unos minutos más cuando finalmente estallamos en un orgasmo arrollador que durante unos segundos me deja viendo borroso y jadeando en busca de aire para mis pulmones.
¿Qué rayos? Eso ha sido absolutamente intenso.
Su cabeza cae sobre mi pecho mientras mis piernas permanecen alrededor de su cintura y mis manos sobre su trasero en tanto intentamos recuperar la respiración.
—Eso estuvo...
—Alucinante —completo respirando hondo.
—Sí —concuerdaantes de besar mi pecho derecho haciéndome estremecer—. Gracias.
—No tienes nada que agradecerme —Le hago saber besando su cabello humedecido por el sudor y acariciando su espalda con mis manos.
—Por supuesto que sí, tú has vuelto mi vida más nítida y brillante.
Sonrío porque esa es la misma manera en la que me siento sobre él.
—Feliz cumpleaños, Harry —murmuro contra su frente sudorosa.
—El mejor hasta ahora.
—Me alegra oír eso... te quiero.
—El que me quieras también es un hermoso regalo, te quiero —dice suspirando contra mi piel.
Aquí es donde quiero estar: con él.
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