Capítulo Dieciocho
DIECIOCHO
Ver películas, escuchar la constante risa de Dan, el cómo llama a Harry por su nuevo apodo... Simplemente esta tarde se siente demasiado bien. Y cuando mi hijo se queda dormido en el regazo de Harry, no sé cómo reorganizar las emociones que me embargan: intriga, nervios, ternura, miedo.
Guio a Harry hacia la habitación de Dan para que lo acueste y mis ojos no se despegan de él mientras lo hace. Es cuidadoso como si cargara algo fácil de romper y muy valioso. Le acaricia los rulos y cuando se gira, me sonríe y por un momento siento que esto es demasiado abrumador, puedo sentirme entrando en pánico, pero lucho contra ello acercándome a mi bebé y besando su frente.
Harry acariciando los rizos de la cabellera de Dan antes de darse la vuelta y sonreírme, es demasiado. A paso lento me acerco a Dan y coloco la manta sobre él antes de besar su frente.
—Te amo —susurro antes de apagar la luz y salir con Harry siguiendome.
Voy a la cocina por un poco de agua y para tranquilizarme y al volver a la sala, encuentro a Harry de pie con la atención en su teléfono.
Me tomo unos segundos para apreciar cómo luce en mi apartamento: a gusto, en confianza... Correcto.
No sé si me gusta más de lo que me asusta.
Se percata de mi presencia y sonríe de forma inmediata con esos hermosos ojos clavados en mí.
—¿Tienes hambre? Porque yo sí.
—Podríamos ordenar una pizza —sugiero—, no tengo ganas de cocinar.
—Vale, entonces déjame y ordeno una pizza. ¿algo en particular?
—Asegúrate que tenga mucho queso —Es todo lo que pido recogiendo los jueguetes.
Cuando termino de recogerlo todos, encuentro a Harry sentado en el sofá y con una pequeña sonrisa da una mirada a su lado en una clara petición que acepto, consciente de que ahora que Dan no está, nuestra tension es tan amplia que casi podría asfixiarnos.
Nos sentamos lado a lado, pero con nuestras posiciones de frente, mirándonos sin disimulo. Su mano va a mi cabello, quitando al cola para que caiga libre, haciendome luchar con un suspiro cuando sus dedos los peina.
—Me gusta más cuando lo llevas suelto, me hace desear enredar mis dedos en el.
Se enreda un mechón de mi cabello entre sus dedos.
—Pensé en cortarmelo, pero al final no pude. Me encanta que sea largo y me daba miedo un cambio tan brusco.
—De cualquier manera te verías preciosa incluso con un mal corte de cabello.
—De pequeña, cuando mi cabello era más naranja, tuve un corte de cabello terrible. Quizá algun día te enseñé una foto.
Sus dedos se adentran a mi cabello, sujetandome la cabeza de una manera firme y dominante que vuelve mis entrañas líquido. Mis ojos caen en sus labios cuando los lame y me inclina el rostro para tener un mejor acceso.
Sus ojos miran todo mi rostro y se siente cómo una caricia. Cuando me planta un beso en una de las comisuras de la boca, suspiro y eso lo hace sonreír justo antes de que sus labios capturen mi labio superior, chupándolo e iniciando un beso increíble.
Sin embargo, no llegamos muy lejos porque el timbre del apartamento suena y hace un sonido de protesta contra mis labios que me tiene sonriendo.
Me da una larga mirada antes de ponerse en pie e ir a la puerta, como si fuese algo rutinario para nosotros. Al volver trae consigo una caja de pizza y una gaseosa por lo que nos sentamos a comer mientras conversamos.
—¿Cuántos años tienes?
—Veintidós —respondo tras masticar y tragar—, antes de lo preguntes tuve a Dan los diecinueve.
Me doy cuenta de que sueno a la defensiva, pero él no lo comenta.
—¿Siempre estuviste segura de tener al pequeño Harry?
—Se suponía él sería dado en adopción, estaba muy asustada acerca de tener un hijo, de ser responsable de alguien más. Pensé que otra familia podía darle el amor que yo estaba aterrada de darle.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Cuando lo vi pensé que era la persona más hermosa que había visto en mi vida, lo sentí tan mío, sentí que tendría a alguien a quien cuidar y amar. Cuando mis padres dijeron que la trabajadora había llegado, sentí que no podía entregarlo, que sería un error, uno del que me arrepentiría.
—Es difícil renunciar a alguien como él —Se encoge de hombros ante mi mirada curiosa—. Cuando él nació y lo vi pensé que se me saldría el corazón, pasé muchos días pensando en ustedes, y ahora que los conozco, que se más, se siente más intenso. Harry Daniel me cautiva, hay algo en él que simplemente lo hace muy especial.
—Me alegra que pienses eso de él. Él nunca fue un bebé fácil. Contigo él quiere tener toda tu atención y jugar, lo cual me sorprende.
—Soy terriblemente encantador.
—Lo eres. ¿Qué hay de ti?
—¿Qué quieres saber?
—¿A qué edad llego Dexter a tu vida?
—¿Te refieres a que edad fue adoptado? —corrige y me siento avergonzada de cómo planteé mi pregunta—.Dexter se unió a nuestra familia cuando teníamos seis años, siempre recuerdo como solo veía su cabello cuando mamá y papá llegaron a casa con él. Su cabello era algo muy llamativo, rubio y rojo a la vez. Y él solo podía ver mis ojos. Cuando mamá y papá nos dejaron solos para que jugáramos lo primero que hice fue tocar su cabello y el pico con su dedo mi ojo, luego se encogió de hombros y me dijo que tenía curiosidad de saber si mis ojos eran reales. Entonces yo jalé su cabello y le dije que tenía curiosidad, desde entonces fuimos muy unidos.
—¿Y que hay sobre tu hermana?
—Se llama Hilary y tiene dieciocho años. Ama el arte y es realmente talentosa, dulce y aunque no es tímida, no es partidaria de tener toda la atención por lo que en un principio todo el asunto de hermanos famosos fue duro para ella, aun no es fácil. Dexter y yo cuidamos de ella como un tesoro.
—Los hermanos sobre protectores.
—Cuando tu fama hace que tu pequeña hermana sea acosada, te vuelves jodidamente sobreprotector, haría cualquier cosa por Hilary.
Sonrío porque su amor y protección por su hermana es muy evidente. Y me gusta eso de él... Bueno, de una manera que me preocupa, me gusta todo de él.
Tras comer, limpiamos todo y mientras me encargo de los platos sucios, siento su penetrante mirada. Un rápido vistazo al reloj me hace saber que son pasadas las ocho. Giro encontrándolo detrás de mí.
—¿Qué? —pregunto.
Me mira en silencio antes de tomarme de un costado del cuello y bajar su boca a la mía, tragándose mi jadeo de sorpresa.
No pierdo el tiempo en ponerme al día con el beso profundo e intenso, le dejo paso a su lengua para que se roce con la mía mientras ladeo el rostro permitiéndole mejor profundidad. Mis manos se aferran en puñados a su camisa, acercándolo tanto como puedo y sus manos se deslizan por mi espalda antes de presionarme todo lo que puede contra él, haciéndome sentir cada músculo de su cuerpo y la calidez que desprende. Quisiera fundirme en él.
Me besa sin prisas y con muchas ganas, haciéndome sentir cada instante y calentándome desde adentro hacia afuera. Puedo sentir como me mojo, mi corazón acelerado y como cualquier pensamiento racional desaparece.
Mis manos cambian a su cabello, aferrada sin querer que esto acabe y poniéndome sobre las puntas de mis pies ante la desesperación de querer más. Gimo cuando sus manos se deslizan por mi espalda baja pasando por mi culo con apreciación antes de tomarme de los muslos y alzarme para que enrede mis piernas alrededor de él.
Necesitando respirar, alejo apenas unos milímetros nuestros rostros, pero sus labios emprenden un recorrido húmedo por mi cuello que llega a mi garganta antes de regresar a mi boca y robarme nuevamente el aliento.
Me aferro a sus hombros y aprieto mi agarre a su alrededor haciéndolo gruñir, lato entre mis piernas y mis pezones están duros, deseosos de la atención de la que han sido privados durante tanto tiempo. Me remuevo hasta que lo siento entre mis piernas a través del jean: duro. Gimo contra sus labios y sus caderas se sacuden contra las mías ocasionando que le clave las uñas. Lo hace una vez más y me muerde el labio inferior haciéndome ver estrellas.
Los besos no se detienen, no creo que tengan fin cuando viene uno detrás de otro y cada poco sus caderas me empujan. Mi ropa interior se pega a mí de lo mojada que estoy.
Mi respiración es un asco y es ruidosa cuando una de sus manos asciende hasta acunar uno de mis pechos haciéndome arquear contra él.
—Harry —gimo entre besos y me aprieta el pecho.
Su pulgar tantea mi pezon por sobre la tela de algodón de mi sujetador, pero es un toque pequeño cuando su telefono comienza a sonar de manera insistente.
En un principio quiere ignorarlo, pero tras un quejido se da cuenta de que tiene que contestar.
Pienso en salir de su agarre, pero me aprieta firmemente contra él y sus labios van a mi barbilla mientras atiende la llamada.
—¿Por qué simplemente no cocinas? —pregunta antes de mordisquearme la barbilla haciendome respirar hondo—. Bien, bien, Ethan, voy para allá.
Intercambian otras palabras y luego la llamada finaliza. Me da un beso suave en la boca y luego me deja sobre mis pies. Por un momento pienso que genuinamente perderé el equilibrio.
—Debo irme, los chicos están contando con que le lleve la cena.
Tomándome de la mano me guía hacia la salida tras tomar su abrigo. Lo sigo en silencio, aun perdida en lo que acaba de suceder.
Se gira y me sonríe con los labios rojizos e hinchados, brillantes de mi saliva.
—Salgamos el sábado —propone acariciandome el cuello con sus dedos y atino a asentir—. Gracias por una tarde tan maravillosa, Kaethennis.
Me da un beso suave en la boca y luego se aleja, dejándome suspirando y acariciándome los labios porque aún puedo sentir sus besos, aun siento el deseo agrupado entre mis piernas.
Lo quiero tanto, pero tanto, que duele y aterra.
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