Capítulo Cuarenta y Cinco
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
13 de noviembre, 2011
Katherine golpea los dedos contra el mesón mientras yo me dedico a mirar un punto muerto. Mi hermana está siendo mi gran apoyo en este momento, estamos solas, mi hijo se encuentra con mis padres y abuelos.
Soy la descripción grafica de un desastre: pantalón de yoga, camisa holgada y cabello en una coleta, me veo enferma, pero tiene sentido cuando todo lo que hago es vomitar.
—¿No crees que ya han pasado los cinco minutos? —me pregunta mi hermana con voz suave dejando de dibujar.
Niego con la cabeza, no me importa esperar minutos más para ver los resultados. Gimo dolorosamente mientras escondo mi rostro entre mis manos.
Han sido demasiados días sin Harry.
Lo echo tanto de menos, para ser sincera nunca me sentí tan vacía.
Nunca me causé tanto daño.
—Vamos, Kae, han pasado diez minutos.
Respiro hondo mientras me pongo de pie y camino hacia el baño como si todo mi cuerpo pesara. Tomo el odioso artefacto con forma de paleta y río sin gracia al darme cuenta, una vez más, cómo pensé que nunca más volvería a pasar por esto, la incertidumbre y un bebé no planeado.
Fui precavida ¡Joder! Tomaba las malditas pastillas, Harry usaba protección, quizás algunas veces no, pero no fui tan inteligente como Katherine para deducir que los malditos antibióticos contrarrestaban la función de las pastillas anticonceptivas.
Soy una idiota, así de sencillo, así de fácil.
—Muy bien, no puedes temer de algo que ya sabes —susurro para mí misma.
Cuento hasta tres para finalmente mirar la prueba, la pongo a la altura de la luz, achico mis ojos y me concentro en el resultado.
Respiro hondo, creo que estoy a segundos de caer en una crisis de histeria. Pego mi espalda de la fría pared del baño teniendo miles de pensamientos a la vez.
¿Cómo debo sentirme ante el resultado?
¿feliz? ¿triste? ¿decepcionada?
¿Qué era exactamente lo que esperaba de esta prueba?
Escucho los pasos de Katherine y no tardo en abrir la puerta para ella que me mira con incertidumbre. Contengo las lágrimas.
—¿Cuál fue el resultado?
Me sorbo la nariz y las lágrimas finalmente se me escapan junto a una risa rota.
—Positivo —respondo.
—Tú...
—Sí, muy embarazada.
Katherine inmediatamente me abraza, cuando un bebé llega sin ser esperado el golpe siempre es el mismo.
Sé que apenas lo tenga pasara la misma magia que con Dan, pero ahora solo me siento cayendo en un vacío.
Un bebé, bueno, otro bebé.
Un bebé de Harry.
***
16 de noviembre, 2011
Suspiro con fuerza, esta hoja entre mis dedos solo confirma lo que el test me indicó: estoy embarazada.
Dan se remueve con inquietud en el auto mientras me mira como so intuyera el caos de mis emociones. Recuesto mi cabeza del volante del auto mientras hago el trabajo de controlar mi respiración, lo último que quiero es que mi hijo me vea alterada.
Veintidós años y dos bebés.
—¿Nani?
—Dame un minuto, cariño, solo... dame un minuto —imploro con voz ronca.
No te derrumbes ahora, Kaethennis, no es el fin de mundo.
Estoy embarazada, sí, pero lo estoy de un hombre que me ama, bueno que espero aún me ame.
Golpeo mi cabeza del volante haciendo sonar la bocina lo que tiene riendo a Dan y no puedo evitar sonreírle, una parte de mí que aún no despierta sé que esta eufórica ante la idea de tener a alguien tan especial como Harry Daniel.
Miro mi reloj y confirmo que ya debo dejar a Dan en la guardería para llegar a tiempo para mi entrevista.
Tengo la tan esperada entrevista con Jordan Hunter para hacer oficial el traslado a Londres. Enciendo el motor y con un último suspiro pongo en marcha el auto.
Durante el camino Dan está en silencio, aunque mi hijo sigue siendo un niño juguetón a estado un tanto apagado desde hace dieciséis días, el día en el que Harry Jefferson salió de mi apartamento, pero sé que no de mi vida. Espero que no sea el caso.
Harry Daniel los últimos días ha estado llorando cada vez que lo dejo en la guardería, ha sido como retroceder. Me rompe el corazón escucharlo llamarme, pero camino hasta el auto teniendo en mente que debo hablar con Harry, intentar ¿Arreglarnos
Manejo hacia mi trabajo, enciendo la radio y tarareo alguna canción de Simple Plan, sonrío ante el hecho de que de adolescente era una de las pocas bandas que realmente me gustaban.
Cuando estaciono el auto en la editorial a través del retrovisor comienzo a arreglarme, lo último que quiero es que en una entrevista tan importante me vean en un momento tan débil.
Me retoco el labial y trato de cubrir mejor mis ojeras. Estoy demasiado pálida y quizás se deba a que estoy mareada.
Frunzo el ceño al observar el lado izquierdo de mi cuello que se encuentra aún carmesí por rascarme tras la piquiña, abotono la camisa hasta dicho cuello y no luce mal, de hecho, me hace lucir más seria.
Decido que esta será la primera vez que hablaré con el ser que crece dentro de mí, por lo que bajando la vista miro hacia mi estómago plano.
—Muy bien, quien seas que habitas en mí, necesito que te comportes ¿de acuerdo? Esto no está siendo sencillo, pero agradecería que me lo hicieras más fácil.
Sintiéndome estúpida por hablar con alguien que quizás tiene el tamaño de un guisante bajo del auto y me dispongo a entrar a la que será una entrevista sumamente importante.
En cuanto entro al ascensor me doy cuenta de la presencia de Fate y Maryorie y gimo internamente, estar mareada, sintiéndome como la mierda, descubrir estar embaraza y compartir espacio cerrado con esas dos arpías es suficiente como para hacerme desear volver a mi apartamento y acurrucarme junto a mi hijo.
—Ya sabes, Fate, si quieres un ascenso tienes que abrirte... en áreas interesantes —dice Maryorie en una risita tonta.
Fate responde a su comentario, finjo no escucharlas. Cuando el ascensor se abre en nuestro piso salgo detrás de ellas, intento seguir adelante, pero no me contengo, estoy harta.
—Me dan lastima, tal vez si quieren un ascenso deberían empezar por dejar de lanzar mierda y ocuparse de sus asuntos. Es patético restar valor al trabajo de otros cuando son conscientes de lo buena que soy.
Parecen sorprendidas cuando me alejo. Las dejo atrás, enfocada en que todo salga bien en mi entrevista.
Antes de tocar la puerta me pellizco una vez más las mejillas, toco la puerta y paso tras un "adelante." En cuanto entro, siento un gran peso de ansiedad, solo hay tres personas aparte de mí en la sala.
Uno es Jordan Hunter, puedo reconocerlo, suele estar en galas benéficas y representar la editorial, es aproximadamente un hombre a los finales de sus cuarentas, cabello rubio con un perceptible rastro de canas, ojos son chicos y un poco separados, sin embargo, eso le da una especie de encanto.
El segundo hombre, luce de la misma edad que Jordan, solo que es castaño y luce quizás más serio, desconozco de quién se trate.
Mientras que el tercero es rubio, y aunque sus ojos son grandes y expresivos tiene un cierto parecido con Jordan, parece a finales de sus veinte o inicio de los treintas, es intrigante la manera en que me mira, como si me repasara y aprobara lo que ve. Es incómodo.
—Buenos días —saludo rompiendo el silencio.
Estoy tan mareada.
—Buenos días, señorita Stuart, es un placer conocerla. Mi nombre es Jordan Hunter.
Me acerco a estrechar su mano dándole una sonrisa sincera antes de hacer lo mismo con los otros dos hombres restantes, el rubio tarda un poco más en liberarme la mano: Cameron Hunter.
Tomo asiento mientras Jordan hace una introducción sobre mis logros dentro de la editorial, finjo escuchar, pero estoy demasiado concentrada en contener las náuseas.
No puedo vomitar. No en un momento tan importante en mi carrera.
Asiento a algo que Jordan dice, incluso a una intervención que Cameron hace, cuando ellos guardan silencio me doy cuenta de que es mi momento de hablar.
—Para mí ha sido gratificante trabajar en esta sede, sin duda alguna este lugar me ha enseñado a crecer. Es por ello que estuve muy sorprendida cuando mi jefa me dio esta inesperada noticia, me siento orgullosa de mi trabajo.
Jordan sonríe de una manera que parece paternal y no puedo evitar devolverle la sonrisa mientras tomo un poco de la botella de agua frente a mí.
—Te graduaste un año antes de lo que se esperaba —dice Jordan y asiento.
Cuando quede en estado estuve tan decidida a superar las expectativas de todos que me esforcé el doble, me gradué antes que Bridget, con buenas calificaciones y cerrándole la boca a aquellos compañeros que creyeron que por embarazarme renunciaría a mis estudios.
—Sí, tomé muchas clases electivas, tenía prisa y responsabilidades a las cuales dar mi atención.
—Algo bastante admirable, cabe destacar —menciona Cameron sin perder su sonrisa.
El otro hombre, él que no habla, es el abogado que los representa y solo toma notas, supongo que está a cargo de preparar todo el documento legal.
Hablamos por un poco más y cuando aproximadamente quince minutos han pasado me siento más cómoda, incluso el malestar ha pasado.
La entrevista es relajada, se siente como una reunión cordial, y me alegra que sea de ese modo puesto que las circunstancia en la que me encuentro no me permite ser la chica lista y astuta que suelo ser.
Una hora más tarde estoy estrechando la mano de Jordan Hunter y su abogado, ambos parecen complacidos de la entrevista, yo también lo estoy.
Marcus, el abogado, se encargará de hacerme llegar el documento, oficialmente que he sido ascendida y seré trasladada a Londres.
Cuando estrecho la mano de Cameron, él la sostiene por mucho más tiempo del necesario haciéndome sentir algo incomoda y deseosa de recuperar mi mano.
—Ha sido realmente un placer conocerte —sus ojos color miel se prendan en los míos y por cordialidad mantengo la mirada, aun cuando lo que deseo es que dos ojos azules magníficos sean los que me miren—, estaré ansioso de verte en Londres trabajando junto a nosotros.
—Será agradable —me limito a decir.
Una vez salgo de la sala de conferencia, camino hacia mi oficina y puedo sentir algunas miradas en mí, pero como suelo decir, soy muy buena ignorándolas.
Cuando estoy a instantes de resguardarme en la seguridad de mi oficina hago un desvío rápido al baño de damas.
Aquí vamos.
Apenas estoy dentro de un cubículo comienzo con grandes arcadas, ocasionando que mis ojos lagrimeen y mi piel se ponga caliente. Por más que doy arcadas el alivio nunca llega, simplemente siento el estómago hecho nudos, un estómago que quiere expulsar su contenido, pero que no lo hace.
No puedo evitar comenzar a derramar lágrimas, quizás sea por la presión de las arcadas al igual que la desesperación y confusión del momento.
—Soy una idiota —me reprocho en medio de un jadeo.
Dándome por vencida sabiendo que no voy a vomitar, salgo del cubículo y salpico un poco de agua fría en mi rostro.
Retomo mi camino hacia mi oficina y me encierro. Se supone que debo trabajar en el final de un manuscrito en el que he estado estancada por cinco días, pero una vez más acabo pensando en Harry y en cuánto lo extraño.
No aguanto la ausencia de su voz, creo que he sido cobarde durante un largo tiempo, ya es hora de hablar con él.
No tengo idea alguna de cómo decirle "perdóname, por cierto, estoy embarazada". Por lo que parece décima vez en lo que va del día escondo mi rostro entre mis manos.
Conozco a Harry, pero eso no evita que no tenga miedo al rechazo de este bebé, por muy descabellada que parezca la idea, tengo ese miedo. Soporté el rechazo de Jake, pero el de Harry solo me volvería cenizas de las que sería muy difícil resurgir.
No creo que sea una noticia para dar por teléfono, pero tampoco creo que sea una noticia para callar, menos cuando me está carcomiendo y reduciendo mi salud mental.
Me muerdo el pulgar mientras me saco el teléfono del bolsillo del pantalón dejándolo sobre el escritorio en donde lo miro fijamente.
Solo un discado rápido puede llevarme a Harry.
Solo necesito un toque de valentía.
Puedo hacer esto, necesito traer de vuelta a Harry a mí. A Dan.
A nosotros.
Dejando de morderme el pulgar tomo el teléfono y no me cuesta encontrar el número de Harry, principalmente porque me sé su número de memoria. Cuando doy a llamar y siento mi corazón comenzar a latir rápidamente ante la idea de hablar con él después de dieciséis largos días.
Cuando va por el sexto tono y pienso que iré directo, la llamada es tomada.
—¿Kaethennis?
—Dexter —digo no pudiendo evitar estar un poco decepcionada, pero solo es por instantes porque luego siento una nostalgia terrible al escuchar su voz, Harry no es el único con el que no he hablado.
—Así que no es una equivocación, evidentemente eres tú, Kaethennis.
El que Dexter me llame por mi nombre y no Hottie es un indicio de cuán frías están las cosas en este momento, siento ese molesto nudo en mi garganta.
—Sí, soy yo...
Permanecemos en silencio por unos incómodos segundos, no sé qué decir, siento como si en cierta forma también le debiera una disculpa a Dexter.
—¿Qué tal todo? —pregunto y escucho a Dexter reír de una forma que no suena feliz.
—Bueno, depende como figure un hermano representando el papel de un cachorro pateado, los ensayos no han sido fáciles.
—Lo siento, yo...
—Tus disculpas no deben ser para mí, Kaethennis, no te disculpes con la persona equivocada, guarda tus palabras para él, si quiere...
Dexter no termina la frase, pero se lo que iba a decir "si quiere escucharte," nerviosa juego con un lapicero.
—¿Podrías pasármelo? —pregunto y me sorprende el timbre de timidez en mi voz.
—Lo haría, pero él no está aquí, se ha dejado el teléfono.
La decepcion me embarga y nuevas arcdas también.
—Necesito hablar con él...
—No te lo estoy negando, Kaethennis, él realmente no está.
Sin perder ni un segundo me parece escuchar que sollozo.
—¿Estas llorando, Kaethennis?
—Sí ¡Dios! Me estoy odiando justo ahora. Todo es un desastre incluso mi hijo está odiándome... no sé qué-que sucede... si lo sé, es solo que...
—Calma, respira, Kaethennis.
Hago lo que me indica y me doy cuenta que es un error porque mis nauseas aumentan y en cuestión de segundos, estoy arrodillada en el suelo frente a la papelera intentando vomitar con el teléfono a un lado en el suelo.
Hago tres arcadas y nada sale, la presión de estas hace que de mis ojos broten lágrimas.
—Por favor, destino o lo que sea, permíteme vomitar, por favor—imploro en un murmuro bajo.
No sé si mi suplica es escuchada, pero un instante después mi estómago está expulsando todo con fuerza y sin ningún tipo de clemencia..
Cuando puedo controlar las arcadas tomo el teleefono nuevamente y me sorprendo ante la cantidad de malas palabras que está murmurando Dexter mientras llama mi nombre, extrañé su gran boca sucia.
—... Una jodida mierda ¿estás bien? ¡Mierda! Habla, dime que jodidamente estás respirando o voy a...
—Estoy bien —lo interrumpo—. Solo tuve un inconveniente, escucha, Dexter, yo...
Me interrumpo sintiendo otra arcada ¡Dios! Este bebé de seguro será todo un travieso como Dan, disfrutará darme un embarazo inolvidable.
—Yo... bueno, ¿puedes decirle a Harry que llame? ¿por favor?
—Sí, claro, Kaethennis.
De nuevo me llamaba por mi nombre, de nuevo quiero llorar.
—Dile que necesito hablar con él, de verdad.
—Por supuesto.
—Y Dexter...
—¿Si?
—¿Puedes solo llamarme Hottie? Nunca pensé que extrañaría tanto que me llamaras de ese modo.
Por un largo momento él permanece en silencio luego lo escucho reír suavemente.
—Está bien, Hottie, también echo de menos llamarte de ese modo.
—Bien —suspiro mientras ubico una mano en mi frente sudorosa— y Dexter.
—¿Sí?
—Te quiero ¿lo sabes, no?
—No lo sabía, lo sospechaba —no puedo evitar sonreír de una manera temblorosa—, también te quiero, Hottie. Le diré a Harry que llamaste.
—Y que tengo...
—Algo importante que decirle, se lo diré.
—Gracias.
—No hay de qué, siempre puedes contar conmigo.
Y con esas últimas palabras él da por finalizada la llamada mientras yo permanezco frente a una papelera llena de vomito.
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