🔒10🔒
-De McClain. - murmura. -Celda 112 - V. Está en observación, y sale de aislamiento, pero lo necesita. -Keith permanece frente un mostrador, con unos papeles en la mano.
- Si todo va bien y da luz verde el solicitado, esta tarde podrá tener uno. Pero que no se emocione. Sabemos lo que ha ocurrido. -Keith asiente.
Pensaba que una cárcel era supervivencia continua, que lo es, pero ahora encima tenía que ir de Celestina.
Tenía que preguntar cuando tenían un hueco para que McClain pasase un buen rato.
Hay que joderse...
El castaño vuelve a lavarse la cara en la pila del baño.
Vuelve a paso lento y débil.
La doctora de cabello dorado suspira y mira al chico.
-Que te mejores. - murmura la rubia con una sonrisa.
-¿Contigo de doctora? Garantizado. -dice sonriendo. La rubia niega y rueda sus ojos sonriente.
-McClain, que yo no te oiga otra vez decir eso...
-Si os encanta. -se abrocha la camisa obligatoria y sale por la puerta.
Se abren las puertas delante de él.
Y los coreos de nuevo junto al bullicio.
Camina lentamente con una sonrisa aún sintiendo como su cabeza va a estallar. Saluda con su mano y lanza besos.
Se siente aclamado. Se siente deseado. Se siente incluso querido.
Pero sólo sonríe de forma sincera al ver las caras de sus compañeros fieles de celda: Hunk y Pidge.
-¡Estás bien! -grita el samoano.
-Estoy de escándalo. -dice tendiendo su mano, cogiendo la contraria y abrazándole tras una palmada de ambas palmas. Pidge ríe.
-Eso es debatible. -sonríe e imita al más grande. -Habíamos oído cosas pero no nos creíamos nada.
-¿Te querías suicidar? - murmura Hunk confundido.
-Claro que no, por quien me tomais. -dice riendo. -Quiero morir en pleno polvo, no con pesticidas. -el castaño mira a su alrededor.
-Entonces...
-¿Te han envenenado? -murmura el pelirrojo con el ceño fruncido.
-Me han querido matar. Pero soy un chico malo, los chicos malos no morimos. -dice riendo. Sigue buscando a algo. Bueno, más bien a alguien... -Y Lotor.
-Está en un turno, por ahí, no ha dicho nada.
-¿Quien estaba hoy en el comedor? - Lance sigue buscando por la celda.
-Lance, no lo sabemos ¿qué buscas? - el castaño gruñe.
-A Lotor.
-¿Crees que él...? -Hubo tiene el ceño fruncido.
- No lo creo, estoy seguro.
-Pero si esta bajo vigilancia.
-Pero no como yo. -bufa y se tumba en la cama de Pidge.
-Es mi cama.
-Esta noche no. No pienso subir esas escaleras para bajarlas e ir a vomitar... - el samoano se inclina hacia él.
-¿Que... te han dicho?
-Que ingiera con cuidado y que les visiste con frecuencia. Este cuerpo cura cualquier mal. -dice riendo. Saca un cigarro y lo enciende. -Me interesa más saber como vais vosotros con eso.
-Bien, Pidge tenía turno en lavandería.
-He avanzado. -murmura el pelirrojo.
-Perfecto. -el castaño tira el humo y cierra sus ojos. -Pidge.
-Qué.
-Está bien. - el pelirrojo frunce el ceño una vez más.
-¿Podrías hablar más claro?
-Matt. -Pidge abre sus ojos. -Está bien. -los ojos de Pidge se clavan en Lance con fuerza. Le tiembla el cuerpo.
-¿Está... vivo?... -Lance tira el humo por su boca.
-Pues claro, mala hierba nunca muere. -Pidge ríe y limpia sus ojos bajo sus gafas.
-¿Está bien?...
-Está genial. -Lance sonríe.
No le ha visto la cara. Sabe que no estará tan bien como otras veces pero... está vivo. Es suficiente.
Ya es bastante tarde.
El cubano continúa en la cama de Pidge, fumando, mirando el techo de la misma.
Es entonces cuando escucha los pasos de alguien.
Esa melena la reconocería en cualquier sitio. Es Keith.
-¿Donde vas? -murmura Pidge al verle incorporarse. Hunk está en su turno de lavandería.
El castaño se acerca a las rejas de su celda. Con una sonrisa atrevida y los dedos envolviendo el frío metal, silba al azabache.
El mismo se gira y pone mala cara. Sube las escaleras que conducen a su celda y bufa.
-¿No me echas de menos? Yo a ti si. -dice con los labios curvos en una sonrisa.
-Ven conmigo.
-¡Por fin, deseaba que dijeses eso! -dice el moreno ligeramente emocionado.
-El vis a vis. Te están esperando. -dice molesto el azabache.
-Que decepción... -murmura mientras se abre su celda. -Ahora vuelvo. -murmura hacia el pelirrojo.
Comienza a caminar junto al asiático. El mencionado va acelerado. No va a pasar más de dos minutos junto al dolor de cabeza que es McClain.
-¿Tenías pareja?...
-No. Cállate.
-Te flipan las órdenes eh... pues estás de suerte, hoy soy un chico bueno... -Keith tira el aire al escuchar su tono suave y relajado. Le pone la piel de gallina pero... pero también le pone de los nervios. Y gana lo segundo a lo primero.
-Sigue caminando. - murmura una vez se abren las puertas de metal.
-Si, daddy.
-No me llames así.
-¿Prefieres papi? Normal, el español es precioso. Y caliente. - Keith opta por ignorarle. Camina en silencio.
Llegan a un pasillo que lleva a una sala dividida en cuatro habitaciones más.
-Toma. -le da una bandeja con toallas, ropa interior, condones y lubricante. -Nada de tonterías. Tenéis media hora.
-¿Tan poco? -Keith alza una ceja cansado. -Vale vale... -dice riendo en voz baja. Abre la puerta. Una chica de melena oscura y por los hombros se levanta. Sonríe al ver a Lance.
-Hola, reina. -murmura. Se gira hacia Keith. -Algún día serás ella...
-Media hora. -recalca molesto. Lance asiente.
-Perfecto. -la puerta se cierra en sus espaldas.
Keith tiene que permanecer hasta que acaben. Hasta que acaben significa hasta que acaben.
Tiene que tragarse gemidos, gritos, jadeos, súplicas y golpes.
Allí dentro Lance se queda mirando a Acxa. Suspira y sonríe.
-Hola. -dice con un papel mucho más tierno.
Deja la bandeja en el suelo y se acerca a la chica de melena oscura.
Se funden en un abrazo tierno y cariñoso.
-Hola Lance. -susurra.
Ambos se sientan en los pies de la cama.
-Siento haber sido tan repentino... - murmura el castaño.
-No, ya te dijimos que cuando lo necesitaras. -el castaño sonríe.
-¿Como está Verónica?
-Está mejor... el psicólogo y tu familia le está ayudando...
-Y tú también. -la chica sólo puede sonreír. -Dile que le quiero mucho y que no me arrepiento de nada... -murmura. Acxa sonríe y asiente.
- No te preocupes. Lo haré.-observa detenidamente su rostro. -Tienes... mala cara. ¿Ha pasado algo? -Lance sólo puede sonreír y mirar hacia la puerta.
-He pasado una mala mañana. -mira a Acxa. -Acxa, está aquí su hijo. -la mencionada tuerce el ceño confundida.
-¿Su... hijo?
-Si, su hijo. El hijo de Zarkon. -Acxa abre sus ojos. Niega lentamente.
-No puede ser...
-Si. Esta en mi celda. -coge aire y lo tira. -Está todo bien. Dile a Verónica que todo está bien y que me encargo de todo. -Acxa niega.
-No. Lance cambiate de celda. No estés allí dentro. -Lance niega riendo.
-Ese no es problema. Créeme que han habido cosas peores aquí dentro. -la pierna de Acxa comienza a botar nerviosa. -Hey, estará todo bien.
-Va a vengarse. Lo se. Es que lo se...
-Acxa. -coge su muslo y le mira a los ojos. -Yo me he metido aquí porque he querido. Yo me encargo de mi y de mis consecuencias. -Acxa suspira. -¿De verdad crees que me va a tocar un pelo? Por favor, por quien me tomas. -dice riendo el moreno.
-Por favor. Es su hijo, no va a dudarlo dos veces... -susurra. Lance asiente. -Ven aquí... -murmura la azabache.
Lance abraza la cintura ajena. Cierra sus ojos y sonríe suavemente.
No va a decirle que cree que le han intentado matar. No va a hacerlo.
-Oye, se va a dar cuenta de que no hemos hecho nada. -susurra el castaño.
-No me voy a acostar contigo. -murmura la chica. Lance ríe.
-Ni yo. No le vamos a hacer eso a mi hermana, no soy estúpido. -mira hacia la puerta y suspira. -Sigueme el rollo.
Lance coge las toallas y las tira contra el suelo con fuerza. Acxa frunce el ceño.
-Es la ropa. Vamos. -hablan en voz baja. Acxa coge la otra toalla y la tira.
El castaño se desabrocha el cinturón y deja que caiga contra el suelo. Acxa levanta sus manos de manera interrogante.
-Créeme, tiene que creérselo bien. - susurra.
El castaño se acerca a la cama y comienza a saltar sobre ella de rodillas.
-Vamos. -murmura. Acxa rueda sus ojos e imita al castaño: comienza a saltar sobre la cama.
Keith tiene que estar ahí hasta que acaben.
Hasta que acaben significa hasta que acaben.
Tiene que escuchar gemidos, jadeos, gritos, azotes, conversaciones sexuales, golpes y risas.
Tiene que ver salir a la persona demandada por el preso y al mismo preso.
Tiene que registrarle y tiene que avisar para que recojan la habitación.
Es asqueroso.
Parece ahora el guarda especial de McClain. Eso le enerva mucho.
Suelta el aire y echa su cabeza hacia atrás.
Ya está escuchando el colchón subir y bajar.
Ha escuchado algo similar a un metal, como un cinturón.
Ahora escucha el colchón.
Y allá va, lo que rezaba por no oír: los gemidos.
-¡Ah, ah! -Lance bota en la cama mientras sus labios comienzan a reproducir una serie de sonidos vergonzosos.
Acxa niega con la cabeza y con una mueca seria. Lance le indica que le imite. -¡Ah, ah... aahh! -el castaño coloca sus manos en el cabezal de la cama.
La chica cede y empieza a reproducir gemidos falsos que le roban la rosa a Lance.
A Keith, un sonrojo y una vergüenza horrible.
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