11.11
ESPECIAL
NAVIDEÑO
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— ¡Gyunnie!
El pelinegro levantó la mirada, para encontrarse con la dulce de su novio. Sus pequeños ojos brillaban en felicidad y mordía levemente su labio. Sus mejillas estaban levemente sonrojadas. Tan... adorable.
— Hoy es nuestra primera navidad juntos–dijo emocionado, para al final sonreír tan jodidamente tierno como él solo sabía.
Mingyu estaba más, si era posible, emocionado que Wonwoo. Había estado trabajando hasta agotarse para poder lograr comprar algo especial a su amado novio: una guitarra acústica. Recuerda la felicidad en su rostro y la adoración al ver tan preciado instrumento que juro con su corazón comprársela. Además, el menor desde hace tiempo que deseaba tener su propio instrumento, en especial una guitarra, ya que hace unos meses había comenzado a ir a clases y no tenía una para practicar en casa.
— Es cierto, solecito–sonrió, levantándose de su asiento y acercándose al menor—. ¿Tu madre esta de acuerdo con que yo vaya?–preguntó, inseguro. Lo menos que quería era incomodar y parecer un aprovechado. Su madre se encontraba trabajando en Europa, por lo que esta sería su primera navidad solo.
— ¡Claro que sí! Ella esta más emocionada que yo, Gyunnie–sonrió, tomando las manos del mayor y entrelazando los dedos con los suyos—. Mis padres te adoran. Hasta me da un poco de celos, ¡te quieren más que a mí!
El corazón de Mingyu se derritió al observar el adorable puchero que hacía su pareja. No dudó en acunar su rostro entre sus manos y depositar un suave beso sobre su nariz.
— Ellos te aman, amor mío.
El rostro del rubio se tiñó de color carmesí ante tal apodo. Estiró su labios y Mingyu entendió rápidamente. Depositó otro beso, esta vez en aquellos suaves labios.
— Nos vemos esta noche, ¿si?–habló Mingyu cuando se separaron. Wonwoo arrugó su rostro y fruncio el ceño en desaprobación.
— Pero yo quiero pasar el día contigo, Mingyunnie–protestó.
Cualquier otra persona que lo viera, pensaría que es una persona tonta e infantil, pero para Mingyu aquellos pucheros y berrinches de Wonwoo le provocaban únicamente ternura y amor por su pequeño ángel.
Besó su coronilla dulcemente.
— Prometo estar mañana todo el día contigo, ¿si? ¡Nos vemos a la noche, bebé!–le dio un rápido beso en los labios—. Y abrigate que hace mucho frío.
Wonwoo iba a protestar nuevamente, pero ya el pelinegro había montado su bicicleta y se encontraba pedaleando a toda velocidad por la calle. Cruzó sus brazos y soltó un pequeño suspiro, para luego girarse y entrar a su hogar, donde sus amados padres se encontraban decorando y cocinando para esa noche.
Mingyu frenó frente a aquella tienda de música. Jadeó, dejando salir un vaho. Dejó la bicicleta apoyada en una pared y entró en la tienda. El característico sonido de campana sonó por el lugar, y la calidez lo recibió.
— ¡Gyu!–gritó Seungcheol, recibiéndolo con una gran sonrisa tras el mostrador—. ¿Vienes a buscarla?
— Claro. Ya reuní el dinero–sonrió orgulloso. Había trabajado durante cuatro meses arduamente, y con sólo imaginar la sonrisa de felicidad de Wonwoo era suficiente para motivarlo.
— Enseguida traigo a la pequeña–dijo, para desaparecer tras una puerta.
"La pequeña" una hermosa Yamaha F370 de color negro. Una preciosura de la cual Wonwoo quedó enamorado, además del mismísimo Mingyu por igual.
A los minutos volvió Seungcheol, ya con la guitarra en una funda y con un pequeño moño en la parte superior de color rojo. La deposito con mucho cuidado en el mostrador. Rápidamente Mingyu sacó el dinero de su morral y se lo extendió al chino.
— Si fuera por mi no te cobraría, pero el maldito viejo de mi jefe me regañaria y me echaría a patadas–dijo, un poco triste y enfadado. Mingyu le sonrió, restándole importancia—. Wow, has sonreído dos veces, ¡eso debería contarse como un record!–chilló, aunque se cayó al recibir una mirada fulminante por parte del pelinegro—. Maldito gruñón, ¡ten! Deseale a Wonwoo una bonita navidad.
Mingyu suspiró y se colgó la guitarra en su espalda.
— Igualmente, oh, y a Jeonghan.
Se despidieron y Mingyu salió por la puerta, siendo recibido por el helado ambiente, tanto que podía jurar que sus piercings se congelaban. Se abrazó a si mismo y caminó hacia su querida bicicleta. Ahora, solamente quedaba ver la cara de su ángel.
Montó su bicicleta, eso sí, con cuidado de no golpear el instrumento que colgaba en su espalda, el cual era un poco pesado pero no demasiado. Pedaleo con rapidez hacía su hogar, ya que estaba obscureciendo y dentro de unas horas tenía que ir a casa de sus suegros.
Wonwoo sonrió, tan dulce y tierno como el sólo sabía. Le dio uno toques finales a su regalo y lo dejó en paz debajo del árbol. Se levantó y se estiró cual gato.
— Estas tan precioso, hijo–habló su madre detrás suyo.
Se sonrojo un poco. Su intención era estar bonito para su novio. Había vestido una delicada camisa de color negro, un poco transparente. Unos jeans que se ajustaban a la perfección a su figura. Se había maquillado un poco, poniéndose un poco de labial, sombras y delineado.
— ¿En serio?–sonrió levemente—. Estoy un poco preocupado, espero que el regalo le guste a Mingyu.
Su madre se acercó y lo abrazó, con una cálida sonrisa.
— Tranquilo, estoy segura de que le va a encantar.
En ese momento, un móvil sonó. Su madre se disculpó y salió del living para contestar. A los pocos minutos volvió, irradiando un extraño aire de felicidad.
— Wonwoo, querido, ¿por qué no vas a revolver los frijoles?
— Pero si no comemos frijoles–respondió extrañado.
— Oh, entonces ve a ver como va la cena.
— Pe–
— Ve, sin peros–interrumpió, con un tono serio y severo.
Soltó un bufido y caminó con pesadez hacia la cocina. ¿Qué diantres le sucedía a ésta señora?
En cuanto piso la cocina, el timbre sonó. Rápidamente corrió hasta la puerta y la abrió, encontrándose con su querido pelinegro. El mismo vestía una elegante camisa de color blanco y unos vaqueros tiro alto de color negro, además de un saco encima del mismo color.
— ¡Mingyunnie!–sonrió de oreja a oreja Wonwoo, abrazando a su novio y enterrando su rostro en su cuello. El mismo le correspondió, rodeando su cintura con sus brazos y alzándolo un poco en el aire. Besó con ternura su coronilla.
— ¿Me extrañaste, solecito?
— Mucho–respondió honesto, separándose y perdiéndose en la mirada del otro.
— Por cierto–acercó sus labios a su oído—. Estas demasiado hermoso, pequeño–susurró, causando un escalofrío en el menor.
— Disculpen que rompa la atmósfera, pero la cena ya esta lista–habló el padre del menor, acomodando sus gafas.
Ambos se sonrojaron furiosamente. El pelinegro saludó a los mayores, mientras Wonwoo acomodaba los platos en la mesa, al igual que los cubiertos y demás. Finalmente todos se sentaron en la mesa, en un ambiente caluroso y familiar, uno que hizo encoger el corazón de Mingyu, puesto que nunca había vivido algo similar. Su madre siempre se encontraba ocupada, y a pesar de que se encontraban en la misma casa, igualmente tenía que atender llamadas y una gran pila de papeles.
Realmente Wonwoo había cambiado su vida, a mejor.
— Gyunnie~ ¡Mingyu!
El nombrado abrió los ojos de par en par. Habían terminado de cenar hace rato, y Wonwoo lo llevó de la mano a su habitación.
— ¡Ya van a ser las doce!–anunció emocionado, como un pequeño niño.
Se sentó en la cama y observó el reloj de la pared, eran exactamente 11:59. Abrió los ojos sorprendido y se levantó.
— Entonces es mejor que bajemos solecito–respondió. Wonwoo asintió y tomó la mano de Mingyu, entrelazando sus dedos.
Ambos bajaron las escaleras, Mingyu acomodando su cabello y Wonwoo fregando su ojo, para luego poner una mueca de horror al recordar que se había maquillado.
Los padres de Wonwoo ya se habían ido a la cama, por lo que únicamente estaban en el living los menores.
Instantáneamente se miraron, para luego fundirse en un cálido abrazo. Se separaron unos centímetros solamente para unir sus labios en un dulce beso y susurrar un "Feliz navidad". Wonwoo fue el primero en separarse y correr hacia el gran árbol de navidad. Mientras, Mingyu corrió igualmente, pero en dirección a la cocina. Si, la madre de Wonwoo lo había ocultado ahí, rezando porque al menor no se le ocurriera ir allí. Regresó al living, con la guitarra entre sus brazos.
— Oh–fue lo único que emitió Wonwoo, con la boca formando una perfecta circunferencia. Mingyu se alarmó por unos segundos, pero se calmó al ver como el rubio sonreía en felicidad y corría en su dirección.
— Espero que te guste, am–
Se sonrojó levemente al sentir los labios del menor sobre los suyos, en un fugaz beso.
— Es el mejor regalo. Dios... Gracias Mingyu, muchas gracias–sonrió—. Pero, abramos los regalos a la vez, ¿si?
Mingyu asintió, le entregó el instrumento al menor y recibió aquel pequeño regalo envuelto por el mismo. Lo abrió y no pudo evitar ocultar su sorpresa: un cuadro lleno de fotos de Wonwoo y él. Algunas donde estaban comiendo, otras en la cama del menor y otras abrazándose o besándose. Parecía algo simple, pero para Wonwoo, con que solo se tratara de un regalo de su novio ya era lo más especial del mundo.
— ¡Dios! ¡Es preciosa!–chilló Wonwoo —. ¡Gracias, gracias! ¡Te amo muchísimo, Mingyu!–corrió a sus brazos y se colgó, causando que casi se caigan, al igual que el pequeño cuadro, de no ser por los reflejos del mayor. Podía jurar que podía morir de amor y felicidad en este momento.
— Me alegra que te guste, amor–besó su frente—. Me encantó tu regalo.
— Solo es algo simple...
— Todo lo que tu me regales es especial para mí, aunque se tratara de una simple piedra–respondió serio.
El rubio no pudo evitar sonrojarse furiosamente ante aquellas palabras.
— Te amo–murmuró, besando su mejilla repetidas veces.
— Yo más. Feliz navidad, pequeño.
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