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Gwen y Derron tienen una conversación seria

Los autos que iban por tierra y que levitaban a unos centímetros del suelo no paraban de circular. Y mientras Darren llevaba a Gwen directo al puente en el que había estado colgando, Gwen no dejaba de pensar en Darren y en lo mucho que pensaría después de que se marchara. Y a pesar de que, no había hablado mucho con el, le era inevitable el despejar de sus pensamientos a ese chico de cabello negro con puntas castañas y ojos brillantes que la había hecho reconsiderar su decisión y que la había salvado aunque fuera para saldar la deuda que al parecer tenía con ella por haber salvado a su hermana Mykaela.

Pasaron varios minutos conduciendo bajo el cielo nocturno iluminado igual por los centenares de luces que se encontraban junto a las calles, hasta que ya estaban cerca de la torre de 4 puntos. Y mientras se acercaban, Gwen empezó a voltear la mirada a todas partes buscando una señal del edificio de Mirjok.

Después de unos cuantos edificios equivocados que había visto, finalmente Gwen había encontrado el edificio correcto.

Darren se estacionó enfrente de la puerta, y Gwen se bajó un poco triste por dejar a Darren. Y él estaba a punto de marcharse, pero antes de irse, le habló a Gwen mientras abría la puerta y le lanzó un aparato similar a un iPod.

—Gwen —dijo Darren algo tímido—. Sé que parecerá atrevido pero, en caso de que, necesites ayuda, o quieras compañía o... un amigo, solamente presiona el botón de abajo —señaló el botón desde su motocicleta—, solamente di lo que quieras contarme y, ahí estaré.

Gwen asintió algo confundida, pero ocultó su confusión con una sonrisa para despedirse. Y después de eso, Darren se alejó lentamente mirando a Gwen mientras se alejaba lentamente.

Luego de eso, Gwen entró al edificio. Y después de haber cruzado el corredor, se dio cuenta que no pudo activar el elevador debido a que no recordaba el código que había ingresado Mirjok cuando activó el elevador.

Sin más opción, salió del edificio y fue al patio trasero del edificio. Y para su fortuna, había una escalera de incendios para subir al edificio.

Subió hasta haber llegado a la azotea, pero cuando subió los últimos escalones hasta la cima del edificio, se topó con una sorpresa que ella jamás pudo haber previsto.

Y ahí estaba Derron, sentado sobre uno de los conductos de ventilación. Estaba afilando una de las puntas de las tantas flechas de su aljaba con unas piedras oscuras con unos destellos morados.

Derrok volvió la mirada hacia Gwen repleta de desprecio y celos, hasta que le contestó a Gwen «Hasta que llegaste». Gwen estuvo a punto de resbalar del borde del edificio, pero se sostuvo de uno de los barandales terminando de rodillas en el suelo.

Después de haber sorprendido y asustado simultáneamente, Gwen se levantó y se acercó con cautela hacia Derron. Cuando se puso enfrente de él, Derron dio un salto apuntando la flecha que tenía en la mano hacia la nariz de Gwen apachurrando la regordeta nariz que se interponía en su camino.

Gwen quiso apartarla con su dedo índice de la mano izquierda, pero la flecha era persistente y se negaba a dejar su nariz en paz. Estaba a punto de pincharla como un globo de carne relleno de sangre, pero Derron alejó la flecha lleno de recelo guardándola en la aljaba.

—Creí que no volverías —dijo Derron con un tono muy molesto. Gwen arqueó la ceja, ahora igual molesta—. Que pensarías más en irte con ese tipejo.

—Oye, tal vez seas mi amigo —se atrevió a decir Gwen. Y ahora, fue Derron el que arqueó su ceja izquierda—, pero eso no te da derecho; ni a ti, ni a Otome, y mucho menos a Mirjok a controlar lo que haga en mi vida, ya sea en este planeta o... —Recordó que Derron era el único que no sabía que era de otro planeta— donde sea.

—Escucha, te salvamos la vida en más de una ocasión. Debiste pensarlo dos veces antes de haberte fugado del edificio —Gwen iba a vacilar, y a Derron le valió continuando con sus reclamaciones —. Y sí, no creas que no te vi cuando salías sin dejar rastro.

—En primer lugar: no pensaba irme —dijo Gwen mintiendo—. Al menos no al pinto de dejarlos. En segundo lugar: ¡Fui raptada! —exclamó esperando que Derron no lo tirara como una excusa barata—. Por si no te diste cuenta, tengo la ropa cubierta de tierra y la frente llena de cicatrices; y además, me hirieron con una bala en el brazo —Se acercó a Derron para mostrarle el agujero en su camiseta—, pero para desgracia tuya, y mía para este momento, el «tipejo» que viste ahí abajo me salvó, pues él es un núcleo blanco —dijo gritamdo esa última parte. Luego de eso, se acomodó el cabello tan desaliñado que había resultado por tantas revolcadas en la arena y se quedó callada para esperar alguna respuesta.

—Pues como sea, nada de eso te hubiera pasado si tú no hubieras salido. Aunque en fin, era tu problema si no te importaba que tu familia lamentara tu pérdida; seguramente no les importabas si es que saliste de esa forma.

—¡Yo sí le importo a alguien, a diferencia de ti!

Derron empezó a alejarse, pero de repente la empezó a seguir con el rabillo de su ojo derecho. Y en un momento, Derron empezó a correr hacia otro ducto que sobresalía de la azotea. Saltó parándose sobre el ducto, y luego dio un salto hacia arriba manteniéndose en el aire. Sacó su arco y preparó la flecha que apenas había acabado de afilar. La preparó y la disparó contra Gwen, que se agachó al haber visto la flecha avecinándose hacia ella.

Esa flecha había encendido la llama de una pelea, una en la que ninguno de los dos estaba seguro de quién ganaría. Primero empezó Gwen, que llena de furia desenvainó su espada y se dirigió hacia el ducto del que había saltado y había vuelto a aterrizar. Pasó su espada por las piernas de Derron, pero el retuvo su espada con su arco. Y con la punta de engarce de la parte superior del arco redireccionó la espada lejos de él.

Derron saltó dando una voltereta en el aire, aterrizando detrás de Gwen. Lanzó un golpe con su arco, y Gwen lo bloqueó con la punta de sus espada. Y Gwen contraatacó con varias estocadas, hasta que lanzó una passatta sotto que hizo que Derron cayera al suelo.

Gwen se levantó esperando que su ataque no lo hubiera lastimado, y Derron no dudó en abusar de la lástima —que él creía— que tenía Gwen hacia él. Así que aferró los perfiles internos de sus pies a la hoja de la espada, y lanzó la espada de Gwen hacia un costado del edificio. Se levantó y se lanzó contra Gwen dejándola con la espalda contra el suelo.

Derron se levantó, colocó otra flecha en su arco y la preparó directo hacia la garganta de Gwen. Fácilmente pudo haberle disparado, pero la expresión de Derron se empezó a llenar de duda, mostrando inseguridad; como si empezara a recordar algo en ese momento. Desenfocó su mirada de Gwen por un segundo, y sea lo que fuera lo que hubiera visto lo hizo dejar caer su arco junto con la flecha.

Camino junto al cuerpo de Gwen sin hacer nada, hasta que llegó al borde del edificio que daba a la calle y se sentó en la cornisa.

Gwen se levantó y sacudió su ropa. Luego volvió hacia el solitario y confundido Derron, pero en vez de sentir ira por haberla atacado sintió intriga y algo de empatía por alguna razón. Gwen, empezó a acercarse lentamente hacia el agachado cuerpo de Derron esperando una respuesta para nada agresiva.

Gwen se sentó junto a su compañero, y aunque se le estaba haciendo un nudo en la garganta soltó una disculpa lo más sincera que pudo. Derron no mostró reacción alguna, pero si soltó un suspiro de agotamiento por su breve encuentro.

—Importarle a alguien, o más bien a todos —dijo en voz baja, Gwen apenas y pudo escucharlo—. Eso ha sido lo que no he intentado durante mi vida.

—¿De qué hablas? —preguntó Gwen consternada por la extraña epifanía que parecía haber tenido Derron.

—Te noté que estabas observándome en Oasis; cuando me corrieron de esa cabaña en la tarde, ¿te preguntaste en algún momento el por qué me sacaron?

Gwen negó con la cabeza. A Derron le sorprendió, aunque Gwen no sabía por qué, si ella ni siquiera era del lugar.

—Ese día, estaba practicando con una vieja espada de mi padre. Era un guardián de la aldea. El hombre que viste que me sacó era mi tío, y él odiaba a mi padre desde que aceptó ser guardián. Cuando me vio practicando con las antiguas cosas de su hermano, se le subió el odio y desprecio que le tenía a todo lo que tenga que ver con ser un guerrero, soldado; todo lo que tenga que ver con arriesgar la vida protegiendo o defendiendo algo, y en un ataque de rabia me reclamó y me sacó.

Gwen recordaba lentamente el momento cuando vio a Derron ser expulsado de esa cabaña. Hasta que desvió su pensamiento nuevamente en la explicación que le estaba dando Derron.

—No quisiera culpar a mi tío de que odie el hecho de que yo quiero ser lo mismo que fue mi padre. Si hubiera tenido un hermano al cual hubiera perdido por una razón igual o similar, seguramente impediría que mi sobrino quisiera seguir los mismos pasos.

—Eran tiempos difíciles. Los Guardias de las Sombras atacaban a todas las aldeas de Kezia. Nuestros pueblos luchaban por mantener la poca independencia que les quedaba después de la guerra, y mi padre se ofreció para defender a Oasis contra cualquier amenaza que se interpusiera en su camino. Una decisión heroica y estúpida he de admitir; aunque era mi padre, no podía juzgarlo en ese entonces, solamente tenía como unos 1000 años de existir.

Gwen se sorprendió por la inmensa cifra de la edad que tenía en ese entonces, pero una pregunta que le llegó a la mente en ese momento fue, ¿qué edad tendrá él y todos los demás? Pero, reservó esa pregunta para después mientras Derron continuaba con su historia.

—Una noche, una tropa de Guardias de las Sombras se aproximaron al perímetro del pueblo. Y mi padre, se aseguró de defender la aldea a todo lo que podía; que no era suficiente a comparación de todo lo que llevaban sus enemigos, pero eso no lo desalentó o a cualquiera que peleara.  Así que mi padre, y otros habitantes de la aldea pelearon contra el imperio de Akros, que ya había hecho sus cimientos.

Empezó a caer algo del cielo. Parecía que iba a empezar a llover, pero ¿llovía agua, o algún otro líquido en Kezia? ¿Acaso ese líquido lastimaría a Gwen? Pero Gwen lo tomó como agua cuando la primera gota cayó sobre su palma izquierda.

—El grupo que había formado mi padre luchó formidablemente, pero aún así, no fueron «los vencedores» exactamente. Ambos batallones acabaron vencidos, pero mi padre era el último que había sobrevivido de los que iban por parte de Oasis; o eso pensó mi padre seguramente cuando se levantó del suelo. Pero cuando el pie del último guerrero del grupo mandado por Akros se posó sobre el cuello de mi padre, supe que todo estaba perdido para él, y lo confirmé cuando le clavaron una espada en su núcleo.

Gwen se cubrió la boca con su antebrazo fingiendo que se limpiaba el agua de sus labios. Y Derron, levantó la mirada contemplando el par de lunas que velaban su noche.

—Desde ese entonces, pensé que mi destino no era ni vengar a mi padre, o mostrar a los demás que podía ser mejor que él; sino mostrarme a mí mismo que era capaz de seguir sin nadie a mi lado, pero para eso, debía hacer dos cosas: En primera, aprender a pelar para defenderme. Y segunda —hizo una pausa algo larga antes de continuar—, dejar de importarle a las personas —Dio un gran y profundo suspiro después de haber sacado esas palabras de su boca, como si el odiara el simple hecho de pensarlas.

—Y... No pensaste que acaso, ¿podías demostrar eso sin tener que excluirte del mundo a ese nivel? —preguntó Gwen, algo confundida.

—No tenía a nadie, excepto al Sr. Iron como viste cuando fui a su pequeña herrería a las afueras del pueblo. Él era el único con el que podía hablar si quería aprender a pelear pues, mi tío era lo único que me quedaba, y el Sr. Kanowitz no le gusta recibir muchas visitas a menos que sea en casos de suma importancia.

—¿Acaso dijiste el «Sr. Kanowitz»? 

—El es un profeta, igual que la Sra. Kuzo. La guía de los Komazeanos y la última profeta femenina que queda en Kezia.

Gwen se quedó pasamada al saber que Osilia no era la única que tenía ese don, pero más por el hecho de que ambos fueran los últimos en el planeta que tenían esa habilidad. 

—Y entonces, ¿por qué te detuviste cuando me tenías en el suelo?

Se quedó mucho tiempo pensando la respuesta.

—Porque ahora... Tú me importas.

Gwen quedó atónita por el hecho de que era la primera persona que le importara en serio. Ella quiso continuar, pero Derron se levantó y dijo que quería volver adentro; a lo cual Gwen secundó su idea y volvieron. Pero desde ese momento, a Gwen le iba a ser difícil adaptarse a la nueva forma en la que Derron la veía a ella y a todos los demás después de esa pequeña charla.

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