Caverna o... ¿una entrada?
Iba pasando entre decenas de arbustos espinosos, malezas y muchas otras plantas y hierbas que se encontraban ahí. La piel se le empezaba a irritar por los roces que se le hacían en los brazos y piernas, y no podía reservar el incesante deseo de rascar su recién rojiza piel.
No dejaba de pensar en el descarado y atroz acto que había cometido Marilyn, repitiendo en su cabeza «¡Cuando llegue, no se la va a acabar conmigo!» Solo quería hacerla quedar mal así como lo había hecho con su amigo. Siguió caminando por varios minutos sin parar preguntándose:
—¿Cuánto tiempo he caminado por estos lares? ¿Por qué el bosque debe ser tan grande? ¿Qué estarán haciendo allá en el campo de juego?
Estaba caminando por una de las partes más peligrosas del bosque, que desgraciadamente el único letrero de ¡Cuidado! Había sido cubierto por varias enredaderas de varios años que dejaron echarse alrededor del bosque hasta donde pudieran. Una colina llena de rocas, raíces al aire libre y varias enredaderas que eran como un campo minado para poder poner solamente un pie seguro y seguir así durante un largo rato para poder bajar. Gwen ni siquiera se ponía a buscar la desquiciada pelota que la había llevado hasta allí pensando que había rodado por el bosque hasta llegar la fondo de la colina, y solamente seguía el camino que se había encontrado a la entrada del bosque.
No podía ver por todas las hierbas que habían tapizado todo lo visible del camino. Sin saberlo, puso su pie derecho dentro de un agujero en el que alrededor de este estaban varias piedras rodeando el agujero en forma de un círculo. Cuando intentó seguir caminando, las piedras se desplazaron directo al agujero tapando la salida del pie. Movió las hierbas y raíces que nublaban la percepción de las rocas, cuando se dio cuenta de que estaba atorado por las piedras intentó mover las de afuera y nuevamente trató de sacarlo. Igual que su otro intento, no tuvo éxito para poder retirar su pie de ese pequeño fozo.
Llena de angustia pero determinada a que el miedo no la controlara por ese pequeño contratiempo, tomó su tobillo con ambas manos y empezó a tirarlo hacia afuera del fozo. Su fuerza la estaba empujando hacia atrás, pero no se detuvo simplemente por eso y siguió tirando. Sintiendo cómo su pie estaba pasando entre la tierra y las rocas del fondo, continuó tirando de su tobillo pensando que iba a sacarlo.
Su peso fue más fuerte que la resistencia que había entre su pie y la boquilla del fozo en el que había caído. Se resbaló y fue colina abajo. Su pie salió del fozo con su calzado volando por los aires, cayendo y rodando por consiguiente por la colina junto con ella. Su caída fue larga y un poco dolorosa, pero no le importó en lo absoluto, pues en el fondo, entre la arena que volaba, ahí estaba la pelota perdida.
Levantó la mirada y no podía creer lo que veía. Un gran y ancho acantilado en frente de ella, y en el fondo del acantilado que era en donde ella estaba, yacía la entrada a una misteriosa cueva de la cual salía una helada corriente de aire que puso a temblar ligeramente a Gwen aún en el suelo. Se levantó y se quedó quieta un momento admirando del fondo oscuro y enigmático de esa cueva. «Nunca había visto este lugar en el mapa del pueblo». Era lo que se repetía en su cabeza llena de intriga y asombro.
Desde lo profundo de la cueva se empezaron a escuchar ligeros y tenues voces. Gwen no podía dejar de oír entre esas voces unas pequeñas risas y gritos de alegría. No comprendía lo que pasaba, pues si era una cueva, ¿Quién podría estar feliz ahí dentro?
Se sentía tentada a entrar, hasta que desde arriba de la colina empezó a escuchar las voces de los chicos como pequeños ecos que apenas se alcanzaban a oír desde donde estaba, diciendo: «¡¿por qué tardas tanto?!» o «¿Tienes miedo?»
Le hervía la sangre solo de oír esos comentarios. Nunca se había sentido tan ofendida como lo estaba en ese momento, y expresando su ira, decidió fruncir sus cejas. Se levantó clavando los puños en el suelo como apoyo, dejando las marcas de sus nudillos en la tierra húmeda.
Se sentía sumamente confundida por lo que creía escuchar proveniente de ahí, pero de repente; empezó a escuchar crujidos y gotas caer dentro de la caverna. Y sin explicación aparente, Gwen empezó a sentir una extraña e incesante necesidad y deseo de averiguar más sobre los ruidos que provenían de esa cueva. Indecisa por decidir, se le hacía difícil escoger, pues pensó que Drake se preocuparía demasiado y le hablaría a su padre, pues no sería la primera vez que se alteraría y sería paranoico ante una situación como esa.
Su deseo de explorar la caverna fue más intenso y entró. Al principio eran simplemente estalactitas y estalagmitas que cubrían toda la caverna de arriba a abajo, excepto por un camino formado por la erosión de las rocas por el agua que se debió acumular durante años. Mientras iba caminando, los ruidos; y también unas risas y voces que empezaron a distinguirse, se hacían cada vez más claras, y para no perderse nada, empezó a correr hacia el final de la caverna. Sintiéndose más asustada pero intrigada por saber de quiénes eran las voces que escuchaba, siguió corriendo pero empezó a ir cada vez más lento con cada paso que daba.
Pasó de correr a trotar, y de trotar a caminar, y luego... Paró. Escuchaba sonidos de agua corriendo por la caverna, y eso la hizo sentir más confundida, pero la confusión se convirtió en asombro cuando vio desde el fondo unas pequeñas luces blancas en la pared, que eran el brillante reflejo de un estanque. Siguió caminando y lo que estaba contemplando ahora, era un río subterráneo bajo un pequeño risco, y en el risco, estaba el pequeño estanque que veía final del camino que había seguido. Aunque más bien, parecía un charco gigante más que un estanque.
Maravillada por el estanque pero aún sin olvidar el motivo por el que había entrado rodeó el estanque y fue a la orilla. La mitad de sus pies salían de la orilla y estaban en el aire sintiendo el agua golpeando las suelas y sus empeines.
Más allá de donde estaba, se seguían escuchando esas voces murmurando y esas risas sumamente claras. Gwen estaba más confundida, preguntándose «¿Ahora, qué puedo hacer?». De repente, la cueva se empezó a estremecerse.
Las estalagmitas temblaban, las piedras en el suelo saltaban una contra otra, y si antes en el estanque uno podía ver su reflejo, lo único que ahora se podría ver era una gran masa de agua agitada. Gwen se sentía como si estuviera sobre una lata de refresco recién agitada, completamente inestable.
Los pies de Gwen se hacían más a la orilla con cada segundo, hasta que algo sumamente inesperado estaba pasando: el agua del río se estaba agitando de una manera brutal y alarmante, y se había vuelto un río turbulento. Sin tener el balance correcto, los pies de Gwen resbalaron y se cayó terminando en el río.
La corriente seguía la misma dirección, iba hacia el frente. Después de flotar hacia la superficie empezó a ser arrastrada por la corriente sin fuerza que lo detuviera, y lo único que hacía Gwen mientras iba con la corriente era agitar los brazos desenfrenadamente junto con el río.
Flotaba y se sumergía dentro del agua por lo turbulenta que estaba. Chocaba contra las paredes de la caverna amortiguando sus golpes con las plantas de los pies y las palmas de sus manos, pero no era lo suficientemente fuerte como retener su trayectoria por mucho tiempo. Seguía y seguía sin tener control alguno para volver, y se aproximaba a una enorme roca de casi 5 metros desde el fondo del río hasta el exterior.
Tratando de nadar contracorriente sentía la adrenalina y la tensión corriendo por sus venas, pero no podía contra las fuerzas que tenía el río. Chocó contra la roca directamente de frente rebotando su cabeza contra la roca.
Siguiendo la corriente viendo todo borroso estaba empezando a tragar más agua de lo que ya estaba tomando. Fue cerrando lentamente los ojos hasta que finalmente cayó inconsciente.
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