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Capítulo 19

La ira, la desesperación y la melancolía ahogaban sus pensamientos en una profunda pesadilla, ella sabía que estaba en un lugar inapropiado, en el momento inapropiado, pero también sabía que nadie podía verla. Suspiró con desahogo por unos segundos, tocó la pared con su fría mano para después atravesarla lentamente, bajó las escaleras cual clamor desesperado de un alma necesitada, llegó al jardín, la luna estaba en su mejor momento, ella intentaba mirar su reflejo en las cristalinas aguas de la alberca, mas no veía más que oscuridad, ¿será acaso que los muertos no pueden ver su reflejo? Con la cabeza baja, intentando desfogarse, quiso gritar a los cuatro vientos, mas sus labios no se lo permitieron; en su lugar pronunciaron una simple palabra, o mejor dicho, un nombre, el nombre que la había llevado al borde de la locura en una gira mundial pasada, pero ahora, era el nombre de la persona a la que quería salvar de un destino peor que la muerte misma... Gwen.

El día siguiente había llegado sin novedad alguna, otra jornada infestada por las hojas secas y agonizantes de los arces, el punk, como era de costumbre, salió a primeras horas de la mañana, en cambio, Gwen se quedó en casa, aferrada a los libros en una lectura voraz que hacía correr el tiempo como si nada... 

Eran las tres de la tarde, Courtney siempre estaba con ella, mas no le había dirigido una sola palabra, era el momento de romper el silencio que parecía pasar desapercibido ante los ojos de Gwen.

Courtney: ¿Te parece justo lo que acabas de hacer?

Gwen: ¿De qué estás hablando?

Courtney: ¿Te recuerdo que fuiste la primera en irse de tu propia fiesta de cumpleaños? Ahora nunca más podrás festejar en paz.

Gwen cerró los ojos en un intento de negación.

Courtney: Gwen... Sabes que tengo razón. Ya no eres la misma... Desde que estás con él.

Gwen: ¿A qué te refieres? Yo sigo siendo la misma...

Courtney: No... Gwen. ¡Te conozco bien! Tú lo amas... lo sé, pero también tienes miedo de lo que pueda hacerte.

Gwen (nerviosa): ¿Pero qué demonios te está pasando hoy? Me estás asustando...

Ambas cruzaron miradas de tristeza y confusión, Courtney cerró los ojos en un gesto de resignación.

Courtney: Lo siento... Gwen.

Gwen (sonríe): No importa.

Pero Courtney sabía que algo no andaba bien con su mejor amiga, sabía que Duncan estaba cambiando su personalidad psicológicamente.

Nilla (interrumpe): ¿Necesita algo, señorita?

Gwen: No... está bien. Gracias.

Nilla: Está bien mi niña, ahora yo me voy de compras, si necesita algo, no dude en llamarme.

Gwen: Bien.

Apenas la criada cruzó el pórtico, Gwen miró con curiosidad las puertas que daban hacia el estudio de Duncan, sonrió en un gesto de complicidad, pero Courtney no comprendía las intenciones de la gótica.

Courtney: ¿Algo anda mal? ¿Gwen?

Gwen: Nada importante... sólo quería volver a ver el estudio de Duncan.

Courtney (nerviosa): Oh... yo no lo haría si fuera tú.

Gwen la ignora.

Courtney: ¡Gwen! En serio... no creo que sea una buena idea.

Todo su alma comenzó a temblar por el terror que le corría por las venas.

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Heather también miraba con temor aquella escena.

Sierra (preocupada): Más vale que no lo haga... es una pésima idea.

Hetaher: No se atrevería... ¿O si?

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Gwen entró en el estudio, haciendo caso omiso de las advertencias de Courtney. Se detuvo por un momento, contemplaba los bellos cuadros de antaño junto al fino librero que se alzaba imponente al fondo de la habitación.

Gwen (sonríe): Me había olvidado de lo bello que era este lugar...

Courtney: Está bien, ya hiciste lo que querías... Ahora salgamos de aquí. Hazme caso... A Duncan no le gusta que entren en su estudio. Nilla te lo advirtió también.

Gwen: ¡Oh vamos! Courtney, ¿no me digas que tienes miedo? Sólo quiero darle una revisada a su infancia... Todas las fotos están aquí.

Courtney: No te recomiendo que hagas eso... es por tu bien.

Gwen: Tranquila... no pasará nada.

Unos archivos en el escritorio llamaron su atención, parecía un álbum de fotografías... Al abrirlo comprobó sus dudas, las fotos de Courtney también estaban ahí.

Gwen: ¡Qué bello! De seguro eran la pareja mas tierna de la escuela.

Gwen: No puedo creer que te haya traicionado con otra...

Courtney quedó en silencio.

Gwen: Pero es extraño. 

Courtney: ¿Qué cosa?

Gwen: Han pasado dos años desde tu muerte ¿verdad?

Courtney: Si. ¿Porqué la pregunta?

Gwen: ¿Por qué aquí no hay ninguna foto de la "otra"?

Courtney (comienza a temblar): Emmmm.... (Demonios... ¿ahora que le digo? ¿Cómo hago para decirle la verdad?)

Gwen: Oye... ¿por qué esa cara? ¿Estás bien?

Courtney: No... no es nada.

Courtney intenta articular sus pensamientos.

Courtney: Como sea... Será mejor que salgamos de aquí. Créeme.

Gwen (preocupada): Courtney... me estás escondiendo algo.

Courtney comienza a sudar frío.

Gwen: ¿Verdad?

El traqueteo de un auto en la entrada de la mansión detuvo el interrogatorio, Courtney ya no pudo ocultar más el pánico que la carcomía por dentro, con gritos desesperados, obligó a Gwen a dejar los documentos en su lugar, poco después, salieron sigilosamente del lugar.

Duncan: Buenas.

Nilla: Buenas noches a usted, señor Duncan.

Duncan (siente el aroma de la cocina): Algo huele delicioso... 

Nilla: Si, si, gracias por el cumplido.

Duncan: ¿Y Gwen?

Nilla (extrañada): Vi que subió las escaleras muy de prisa. Me dijo que quería darle una sorpresa.

Duncan (sonríe): Bien... creo que puedo esperar por unos minutos.

En el dormitorio, Gwen había encontrado uno de los vestidos de Courtney, empolvado por el paso de los años, la tierra no había dañado los finos detalles con seda, el morado intenso todavía se mantenía intacto junto con los finos guantes de terciopelo, era el mismo vestido que Courtney había usado en Drama Total, en aquel capítulo de la fantasía de los cuentos de hadas. La gótica no dudó ni un segundo y de inmediato se colocó aquel vestido, luciendo como las antiguas princesas de antaño que sólo aparecen en los cuentos de hadas.

Gwen: ¿Crees que le guste a Duncan?

Courtney: Eso espero...

Gwen: En serio... Hoy te noto más preocupada de lo normal... ¿segura que estás bien?

Courtney: No... no es nada. Sólo espero que le guste a Duncan (baja la cabeza con tristeza)

Gwen: Tranquila... todo saldrá bien.

Courtney levantó la mirada, no era su intención la de preocupar a su mejor amiga con sus malos presentimientos, así que sonrío falsamente, intentando suprimir el miedo que se había apoderado de su ser.

Courtney: De acuerdo... Si lo dices tú... estoy bien.

Gwen abrió la puerta de su habitación, cruzó el pasillo y bajó lentamente las escaleras, no quería dañar el vestido con algún choque imprevisto.

Gwen: Hola... Duncan.

Duncan: Hola, amor 

Su rostro cambió de gesto súbitamente cuando notó que ella estaba usando el vestido de Courtney. Nilla tampoco pudo ocultar la sorpresa y el desagrado que les provocaba aquel vestido.

Gwen: Bien... ¿cómo me veo?

Duncan: Nilla, déjanos solos por favor.

La criada salió rápidamente de la escena sin decir una sola palabra.

Duncan: ¿Se puede saber de dónde sacaste ese vestido?

Gwen (con una sonrisa): Del armario de tu primera ex.

Duncan: ¿A qué te refieres con "primera ex"? Vete a cambiar ¡ahora!

Courtney (comienza a sudar): ¡Oh no...!

Duncan: Dije que te vayas a cambiar.

Gwen: ¿Qué tiene de malo? ¿No quieres que use el vestido de tu primera ex?

Duncan: No sé de qué estás hablando... ¿por qué "primera ex"? ¿A qué te refieres con eso?

Gwen: Bien... como han pasado dos años de que Courtney se fue... tuviste otras chicas.

Duncan (molesto): No lo creo.

Gwen: ¿Qué cosa? ¿No te gusta? (Señala de nuevo su vestido)

Duncan: ¡Vete a cambiar!

Gwen no responde... su sonrisa desaparece.

Duncan: VETE!!!!

Ella esta vez había entendido el mensaje... subió las escaleras de prisa, con lágrimas en sus ojos que hacían correr el maquillaje, desajustó el corsé y se arrancó el vestido con el corazón desgarrado.

Courtney (con lágrimas en los ojos): Esto es mi culpa... Lo siento, Gwen.

Gwen (con la cabeza baja): No... tú me lo advertiste. Todo es culpa mía.

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Heather: ¡Courtney! ¡Eres una estúpida! ¡Una estúpida! 

Sierra: No sé tú... pero a mi me empezaron a temblar las piernas.

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Duncan intentaba apaciguar la ira que se iba anidando en su ser... entró al estudio, admiró los cuadros con cierta nostalgia, dirigió su vista al librero, y por último, vio en su escritorio, el álbum de fotografías fuera de su lugar junto con los archivos desordenados que había dejado Gwen al salir de la escena. Ella había violado una de sus principales reglas. La sorpresa conmovió su ser, su mente quedó cegada por el odio y la ira, sus pensamientos se tornaron en las más oscuras y viles pesadillas y sus labios pronunciaron de forma cortante:

Duncan: Bastarda.

El sonido de vidrios quebrados y de porcelana rota retumbó en las paredes del estudio, documentos y libros cayeron al piso, hojas desgarradas y madera rota fueron las primeras víctimas de un hombre que no pensaba en piedad alguna. Y ahora, ese hombre subía las escaleras para darle una lección de vida a la última mujer que había roto sus reglas.




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