일
La cuerda estaba tensa, soportando a duras penas el peso de Soobin gracias al nudo apretado y bien hecho.
Definitivamente ese día no fue el de su suerte.
No encontró comida en ningún lado, y cuando pensó que tenía salvación al ver una manzana cuidadosamente tirada en el suelo, cayó en la trampa que aún lo mantenía colgado de cabeza, y estaba comenzando a sentir como la sangre comenzaba a irse por la cabeza. Pensó que era su fin cuando escuchó a lo lejos como algunas hojas secas se rompían producto de pisadas lentas.
Tragó saliva mirando a la dirección proveniente del ruido, temiendo lo peor.
—Lo que me faltaba —Murmuró bajo y suspiró, esperando a que fuera una de esas cosas sanguinarias, que lo tomara y lo mordiera o lo despedazara hasta devorarlo y no ser más que otra víctima.
Intentó desesperadamente encontrar la forma de escapar la trampa, haciendo ruido con la rama, la cual se balanceaba de un lado para el otro.
Soobin notó eso y entonces su sonrisa de ingenio se hizo ver en su rostro, por lo que sin pensarlo más comenzó a removerse con la esperanza de romper la rama y caer al suelo para poder ser libre nuevamente.
Se quedó quieto cuando escuchó como unos pasos se acercaban a él, incluso intentó calcular cuánto tiempo le quedaba para cometer su locura y salir ileso.
Cerró sus ojos y comenzó a sacudirse como un gusano hasta que pudo escuchar como la cuerda se rompía y finalmente cayó al suelo, golpeando su costado y espalda, haciendo que se quejara por el dolor y de hecho, tardará unos segundos antes de ponerse de pie. Una vez se sentó en el suelo, se quedó congelado al ver cómo una flecha casi atravesaba su cabeza pero por alguna divinidad sólo pasó por enfrente de sus ojos, siendo incapaz de voltear para ver que terminó fríamente clavada en el tronco.
Pasos y las hojas rompiéndose se hicieron notar, alarmando al joven, el cual se levantó rápidamente pero volvió a tropezar al seguir atado con la cuerda, recordando en esos momentos que estaba atado en sus dos pies, haciendo que jadeara y tratara de arrastrarse, pero entonces un pie se posó en su espalda, dejándolo totalmente vulnerable ante un ataque pero, aún tenía ganas de vivir, por lo que rápidamente comenzó a removerse entre la tierra.
—No es un venado —se quedó quieto una vez escuchó la voz de otro ser humano por primera vez en tanto tiempo —Tampoco es una de esas mierdas.
— ¿Qué es entonces? —escuchó otra voz y suspiró de alivio, habían más personas vivas en este desolado mundo.
Ambas voces eran distintas, pero se escuchaban como si fueran de jóvenes que probablemente tenían edades similares a las de Soobin. Y eso era jodidamente bueno.
—Un humano, Taehyun.
El chico se acercó mientras que él mantenía su mirada en el suelo, sin saber qué decir.
—Aléjate, puede que lo hayan mordido —ordenó el tal Taehyun.
—E-en realidad no, estoy bien —contestó y los dos jóvenes cazadores lo miraron —Uh ¿podrían ayudarme a liberarme? Prometo alejarme si es lo que les preocupa.
En realidad quería ir con ellos, estaba volviéndose loco con tanto tiempo estando en soledad pero, podía entender la preocupación de esos chicos, era muy peligroso ir en grupo y añadir a alguien de la nada, no sólo por el riesgo de infección. Sino que estaba el riesgo a que los maten los mismos seres humanos.
Los cazadores guardaron silencio, pero luego uno suspiró.
—Libéralo, Gyu —ordenó Taehyun, dejando que finalmente Soobin sienta alivio.
—Pero —Hubo un corto silencio, luego escuchó al tal Gyu chasquear la lengua para finalmente sacar su pie de la y deshacer el perfecto nudo de la cuerda, dejando en libertad a Soobin.
—Gracias —se levantó mientras limpiaba sus manos y finalmente lograba conocer la cara de los cazadores, los cuales lucían algo sorprendidos al notar que eran significativamente más bajo que él —Bueno yo debo irme, su…
Se quedó en silencio al escuchar unas hojas secas romperse, algo que los cazadores también notaron y automáticamente se pusieron en alerta.
Soobin por su parte, se agachó lentamente para tomar unas piedras, las cuales le servirían como proyectiles en caso de que realmente fuera una de esas cosas. Pero ahora sí, fue un venado.
Los tres suspiraron de alivio, al menos hasta que Soobin sintió un horrible dolor en su nuca y volvió a caer en el suelo, esta vez inconsciente.
Soobin abrió los ojos, le dolía la cabeza y sentía sus su boca reseca, frunció el ceño ante el dolor y trató de estirarse, hasta que se dio cuenta de que estaba amarrado de manos y piernas, pero esta vez a una silla de madera.
No tenía idea de dónde estaba, lo cual le preocupó apenas pudo asimilarlo. Tomó aire y trató de mantener la calma mirando y anotando la mayor cantidad de detalles que le fueran posibles de anotar.
Estaba oscuro, seguramente era de noche, estaba en una choza, no, en una tienda de campaña, lo pido notar por el techo que era de lona impermeable, perfecta para sobrevivir a las lluvias intensas en lo que tal vez hubiera sido un buen tiempo para acampar con la familia.
Bueno, su panorama no parecía estar tan mal de momento pero aún así estaba preocupado.
¿Y si en realidad fue secuestrado para ser sujeto de experimentos? Aquello explicaba por qué estaba sólo y habría sido atado a la silla a pesar de estar inconsciente al momento. Ah, su vida había sido en vano completamente.
—Veo que despertaste.
Tragó saliva al no reconocer la voz, no se parecía a la de los cazadores, los cuales eran sospechosos principales de su situación actual.
Con cierto miedo, miró hacia donde se originó la voz, viendo a otro chico, el cual parecía ser de su edad, como los cazadores.
Estaba cruzado de brazos, mantenía un semblante serio y también parecía ser más alto que los cazadores, pero por muy poquito. Soobin frunció el ceño, confundido por la repentina presencia.
—Mm… ¡Mmhm! —Iba a preguntarle algo, sin embargo finalmente pudo darse cuenta de que su boca estaba cubierta con una cinta, la cual no le dejaba hablar, y por eso mismo se asustó más y comenzó a removerse.
Este mundo era una basura, sí, pero aún tenía ganas de vivir y mantenía la pequeña esperanza de que el mundo pueda volver a la normalidad.
—Deja de hacer eso, vas a terminar lastimándote —habló nuevamente el joven y finalmente dio unos pasos, causando el pánico en Soobin —. Oye, cálmate, no voy a hacerte nada malo.
El castaño lo miró con desconfianza, e incluso trató de alejar su rostro lo más que pudo de las manos ajenas, hasta que capturaron su rostro y la cinta le fue retirada bruscamente de la boca.
— ¡Mierda! —exclamó por el dolor y el ardor que eso le provocó, mirando al joven con los ojos enfurecidos — ¡¿Se puede saber por qué me tienes así?!
Más el chico no parecía atemorizarse con el enojo ajeno.
—Choi Yeonjun, lideró un grupo de sobrevivientes a toda esta basura —contestó —. Y tú, caíste en mis manos —Soobin alzó una ceja.
— ¿Y a todos los que caen en tus manos los amarras de esta forma? —cuestionó mientras trataba nuevamente de, aunque sea aflojar los nudos sin embargo las cuerdas comenzaron a irritar su piel, causando que se detuviera y siseó un poco.
—Te dije que te haría daño seguir haciendo eso. —El chico se levantó y rodeó la silla, comenzando a deshacer el nudo que apresaba al chico en la silla —Y sí, al menos cuando caen en mis trampas, sí.
— ¿Tú eres el qué…? —el castaño negó con la cabeza, era algo obvio que Yeonjun era el autor de aquella trampa.
— ¿Qué?
—Olvídalo, quiero saber otra cosa —comentó — ¿Se puede saber por qué me amarraste a una silla si estaba inconsciente? —Yeonjun lo miró con cierta incredulidad.
—Bueno ¿Acaso eres idiota o no ves que esas mierdas andan por ahí? Cuando mis compañeros te vieron, la mejor opción que pude tomar fue amarrarte, siempre está el riesgo a que…
— ¿Estabas sospechando que estuviera contagiado? No me han rasguñado ni mordido.
—Tienes un moretón en tu costado —rebatió —Y no sé si te has dado cuenta, pero basta con que te salpique un poco de sus fluidos para considerarte en cuarentena. Esta mierda ha avanzado a tal punto que si no se logra detener, terminaremos infectados por aire contaminado —Soobin tomó aire, entendiendo finalmente pero haciéndose la pregunta de porqué Yeonjun sabía eso.
Porque el castaño en realidad no sabía que esa maldita enfermedad fue evolucionando.
—Ya veo… Pero bueno, ahora sabes que estoy bien, y el moretón es por el golpe que me di al tratar de escapar de tu trampa —explicó mientras veía como finalmente las cuerdas que lo apretaban se afloraron y se puso de pie.
—Bueno, la trampa estaba hecha para venados, no para humanos —contestó Yeonjun, haciendo que el más alto rodeara sus ojos — ¿Estás solo, o ibas acompañado?
—Solo, he estado por mi cuenta desde que escapé del búnker que tenía mi papá —contestó y Yeonjun alzó una ceja, estupefacto.
— ¿Huiste de un búnker? Pero… —Las palabras escaparon de la boca de Yeonjun.
—Antes de que me cuestiones, mi papá me abandonó en ese búnker, y por si querías saber, me dejó en ese lugar únicamente porque no me quería rondando por la casa, la cual era bastante segura por su cuenta.
Ambos guardaron silencio, como si ninguno supiera el próximo movimiento del otro.
Soobin miró al pelinegro, el cual pareciera analizarlo de pies a cabeza también, su pose, su actitud. Todo.
—Puedes quedarte con nosotros —habló el chico —. De todas formas, todos estamos buscando sobrevivir a esta mierda.
El chico salió de la tienda, pero luego se devolvió, confundiendo a Soobin.
— ¿Vienes o planeas quedarte parado como poste?
—Oh, voy —el castaño le siguió el paso, notando que efectivamente era de noche y que habían unas cuantas personas rondando con armas, todas esas personas estaban con la clara intención de hacer un patrullaje.
Tomó aire una vez llegaron a una tienda, donde reconoció a uno de los cazadores, el tal Gyu.
—Oye mira, el chico de la trampa —mencionó con cierta diversión al recordar lo ocurrido en la tarde.
–—Beomgyu —regañó Taehyun.
— ¿Qué? Deberías haber visto su cara cuando la flecha…
—Beomgyu, ve a buscar agua —ordenó Yeonjun, haciendo que el chico guardara silencio y asintieron antes de irse y suspiró negando.
Soobin guardó silencio, recordando lo cerca que estuvo de la muerte en tan poco tiempo, partiendo desde el momento en el que cayó en la trampa y estuvo colgado por varios minutos, seguido del golpe que recibió al caer del árbol y después el golpe que si hubiera sido mal propiciado, pudo haber muerto.
Ni siquiera sabía si Choi Yeonjun y su grupo tenía buenas intenciones, pero estaba agradecido de aún tener una oportunidad de vivir y esta vez estar en conjunto con alguien más.
Le esperaba un largo camino, uno al cual ni siquiera le tenía un rumbo fijo.
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