10. Praise kink
—¿Quién es un buen perro?
—¡Arff!
Por su respuesta, la sonrisa lánguida del hombre de pie aumentó hasta que parte de sus dientes asomaron. Caminó alrededor de la figura arrodillada de manos atadas en la espalda, desnudo salvo por el cintillo de orejas de perro, una correa de perro y un accesorio introducido en la zona anal. Su cuerpo cubierto de escalofríos tensaba y relajaba ante las caricias que repartía en su cabeza el dueño de la correa, ligeros jalones para que anduviera sobre sus manos por el piso de linóleo de la cocina.
—Un buen chico, el mejor de los chicos...
Federico dio un suave tirón para hacerlo detenerse frente a un cuenco de comida. El nombre del plato era el mismo que el de la placa. En el centro, la sopa preferida de la mascota. Acarició el cabello del hombre.
—Anda, come.
Federico sonrió aún más cuando su nueva mascota se inclinaba a lamer la sopa. Agachándose frente a él, dio un par de caricias en sus hombros.
—Come y acábate todo... O te castigaré.
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