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28

Sin duda alguna, era raro estar del otro lado de la mesa en la sala de visitas. A pesar de que conocía a la mayoría de las personas que ahí se reunían cada domingo ella se seguía sintiendo como una desconocida. Se preguntó si así se sentía su mamá cada que iba a visitarla.

Giró su cabeza con entusiasmo al escuchar la puerta de la sala abrirse, chirriando muy leventemente como siempre lo hacía. Su sonrisa de oreja a oreja creció más al ver en el umbral el alto y curvilíneo cuerpo de Dana y el fino y mediano de Mirian, que corrieron hacia ella en cuanto la reconocieron.

Aida se puso de pie inmediatamente y de la misma manera corrió hacia ellas, las tres abrazándose como si no se hubieran visto en años.

Se sentaron en la mesa blanca donde Aida estaba originalmente, las dos chicas del lado contrario a su amiga, mirándola de frente.

— ¿Cómo han estado, chicas?

— Bueno, debo decirlo, las cosas se tornan aburridas aquí dentro si no estás tú peleando con Dana cada cinco minutos. –el comentario de la azabache las hizo reír a las tres.

— ¿Alguna novedad?

— De hecho, sí. –prosiguió la menor de las tres — Tenemos dos fabulosas noticias. –número con sus dedos frente al rostro de la rubia —Una buena y otra mejor.

— ¡Pues díganme! Soy toda oídos.

Dana y Mirian intercambiaron miradas ansiosas y sonrisas jubilosas, la segunda le hizo señas a la morocha con sus manos, alentándola a hablar por fin.

— ¡Saldré de aquí en dos semanas! –su sonrisa se ensanchó, si es que era posible, ambos ojos marrones brillando mientras se meneaba alegre en la silla, los rizos de su afro meciéndose al compás.

— ¿¡En verdad!? –Aida abrió los ojos a más no poder y tomó las manos de la mayor entre las suyas casi por acto reflejo — ¡Pero si esto es un notición, es fabuloso!

— No puedo esperar para salir y volver a casa con mis abuelos y mis hermanos, incluso extraño trabajar en la cafetería con mi abuela, ¡y yo odiaba ese lugar! –las risas entre el círculo de amigas proseguían, compartiendo el momento de felicidad entre ambas — Aunque también extraño mucho irme de fiesta con mis tacones, mi vestido rojo y todo el rollo. –dijo la joven, dando golpecitos con sus largas uñas sobre la mesa.

— Cuando yo salga de aquí nos vamos las tres de fiesta. Nos consigo las identificaciones, un coche y un chofer confiable. –agregó la azabache con una expresión de autosuficiencia.

— Prometido entonces. –dijo la rubia a sus amigas — Oh, espera, me dijiste que eran dos noticias.

—Oh, claro, pero que distraída. –Miran fingió olvidarlo, llevando su palma hacia su frente y haciendo una pose dramática muy sobreactuada, la cual no pudo mantener por mucho tiempo pues su sonrisa forzosamente quería salir. Se acomodó mejor en su sitio con la espalda recta, la alegría siendo notable y difícil de contener hasta que, finalmente, lo dijo — Yo salgo en un mes.

Las exclamaciones de alegría no tardaron en llegar nuevamente, los cuchicheos sobre futuros planes entre las tres volvieron a surgir. Todo era risas y diversión, hasta que Aida lanzó una pregunta que tensó el ambiente: — ¿oigan, y Meera?

Las dos chicas dejaron de sonreír al instante, una notable incomodidad surgiendo de repente. Dana tragó pesado en un intento por reunir valor para hablarle de frente a su amiga, sin rodeos, como solía hacerlo.

— Ella...—un fuerte pisotón por debajo de la mesa retuvo sus palabras en su garganta, obligándola a apretar los dientes para no gritar de dolor. Miró por el rabillo del ojo, la mirada oliva de Mirian la regañaba en silencio mientras le ofrecía su mano para que la apretara en caso de que se hubiera pasado de fuerza.

— No quiso venir. –la azabache negó con la cabeza mientras mantenía un semblante tristón que rápidamente se le contagió a la mayor — Tú la conoces mejor que nosotras y sabes que es algo necia. Dale tiempo, tal vez está celosa de que tú estás afuera y ella aquí metida, pero con el pasar de los días te extrañará y va a venir a verte.

La morocha analizaba en silencio la actuación de Mirian y la resignación de Aida, notando al instante como la primera cambiaba el tema con prontitud para levantar los ánimos. Así siguió la visita, entre bromas y risas, sepultando el tema de Meera incluso en el momento de despedirse.

Ambas chicas fueron guiadas por una enfermera hacia la salida de la sala, de regreso a la clínica. Dana notó el rápido caminar de Mirian delante de ella y no pudo evitar fruncir el ceño. La mayor cerró de un portazo cuando ambas llegaron a su habitación y no dudó en tomar a la pálida chica del brazo, halando de este con fuerza y haciendo que ambas quedaran cara a cara.

— ¿Por qué le dijiste eso? –reclamó aún más enfurecida al ver la neutralidad en lo rostro contrario - ¿No viste lo triste que se puso cuando le dijiste que Meera no quería verla?

— ¿Y que querías que le dijera precisamente? –acercó aún más su cara a la de la mayor, no dejándose intimidar –Lo siento, Aida, a tu amiguita la metieron en un cuarto especial porque casi se desgarra la garganta la otra noche mientras vomitaba todo lo de su estómago en el váter del baño. –formó un mohín con los labios y batía repetidamente sus pestañas, dramatizando la tristeza en su voz — ¿Eso no la pondría más triste acaso?

— Al menos sabría la verdad.

— Yo no mentí, simplemente dije una parte de laverdad, la que convenía. –se soltó del agarré sobre su brazo y caminófirmemente hacia la puerta, dando una mirada hacia Dana antes de pronunciar—Porque no mentí cuando dije que Meera no quería verla. –y sin agregar nadamás, se marchó.

Me gustó mucho Dana :D

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